sábado, agosto 28, 2010

La Ola criolla

La historia, sea de ganadores o de perdedores, es una magnifica cantera para el mejor teatro político, ese que, cuando está bien elaborado, obliga a reflexionar sobre orígenes y balances de autocracias, anarquías y democracias como modelos de gobiernos de supuestas naciones civilizadas. Y para educar, desde un decantado análisis cultural, sobre tan delicados y oportunos temas, Bertolt Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898/ Berlín, 14 de agosto de 1956) dejó, entre su inmenso legado, la pieza teatral Un hombre es un hombre.
Ahí, un modesto hombre es despojado de su identidad y transformado por obra y gracia de la disciplina militar en una maquina para matar. Hacia 1926, mientras en Alemania ya avanzaba incontenible Adolfo Hitler con su proyecto totalitario del nazismo, los teatreros desafiaron al crispado contexto germano y mostraron precisamente la saga del desafortunado Galy Gay cuando, enrolado por las imperiales tropas inglesas, que controlaban a La India, termina por ser transformado en feroz y sanguinario capitán.
Toda una didáctica metáfora escénica sobre la estupidez de las guerras y como los seres humanos no nacen sino que los hacen o son determinados por su contexto sociopolítico, cuando los manipulan con el carisma y la obediencia hacia líderes políticos o religiosos. ¡La libertad para escoger lo mejor o lo que convenga, es otra utopia que se compra, se vende o se pierde como el amor!
Galy Gay vigente
Y hemos recurrido a las enseñanzas que emanan de Un hombre es un hombre porque en Caracas se exhibe al espectáculo teatral La Ola.Está basado en la película alemana, creada a partir de la novela homónima de Morton Rhue (1981) e inspirada en un siniestro y antiético experimento de control social, adelantado por un profesor del Cubberley High School de Palo Alto, California (1967). Ahí se logró demostrar que sí es posible crear una autocracia similar, o peor, que la instaurada por Adolfo Hitler, entre 1933 y 1945. Y eso se logra si a una sociedad se le manipula por intermedio de la disciplina, el culto al líder y otros artificios para controlar sus ambiciones o gustos o depurar sus culpas. Una especie de monstruosa transformación como le hicieron a Galy Gay, pero extendida a un país entero. ¿Quién quiere pasar del teatro a la realidad o ya está en camino algo similar?
La Ola venezolana, según la inteligente versión que firma y protagoniza Basilio Álvarez, transcurre en un instituto de bachillerato, donde al profesor Zelko Rainer (el mismo Basilio) se le ocurre materializar un práctico experimento para explicar, con hechos, a sus alumnos como nacen y funcionan los gobiernos totalitarios. Comienza así un juego, altamente pedagógico, sobre la razón y la sin razón de la autocracia, el cual culmina con resultados trágicos. En apenas unos días, lo que se inició como una serie de ideas inocuas que taladran el cerebro de los adolescentes y quienes, por la disciplina y el sentimiento de comunidad que les inculcan, se convierten en protagonistas de un movimiento juvenil, cual si fuese una pandilla de rockeros o reguetoneros, que les cambia sus conductas sociales. Al tercer día, esas humanas cobayas comienzan a aislarse y amenazarse entre sí. Cuando el conflicto finalmente degenera en violencia, el profesor decide no proseguir con la experimentación, pero es demasiado tarde: La Ola, como ellos denominan a su extraña secta, se ha descontrolado y las armas hacen su letal labor, para demostrar, una vez más, que los seres humanos son fáciles de manipular y hasta divertidos para hacerlos jugar como títeres o a la guerra entre ellos o con los vecinos. Y ahí está la historia para buscar o comparar situaciones similares. Pero lo mejor de esta obra es que no cayó en el panfleto, cuando era facilísimo hacerlo, y además manipular al público para que sacara en hombros a todo el elenco.
El texto que el director Armando Álvarez convierte en desopilante espectáculo –donde lo audiovisual tiene su parte aleatoria- gana verdaderos kilates, en fuerza y en verdad escénica, gracias al desenfado juego actoral de esa pandilla ahí convocada, donde interpretes como Alejandro Díaz, Rogers Lombano, Teo Gutiérrez, Josette Vidal y Alexandra Malavé, nos hicieron evocar montajes memorables como Tu país está feliz (1971), el tren escénico que Levy Rossell está montando desde los años 70, y Contratando, espectáculo argentino que se vio en el otrora Ateneo de Caracas. Pero en esta ocasión hay en la escena del Espacio Plural del Trasnocho Cultural otra maravillosa generación de comediantes aptos para el siglo XXI.
Ficha técnica
Obra: La Ola. Versión: Basilio Álvarez sobre el guión que elaboraron Dennis Gansel y Peter Thorwarth para el filme La Ola de Dennis Gansel. Dirección general: Armando Álvarez. Elenco: Basilio Álvarez, Catherina Cardozo, Juan Carlos Ogando y actúa el elenco de jóvenes del Grupo Skena: Alejandro Díaz, Alexandra Malavé, Andrés Prypchan, Claudio Laya, Claudio Ramírez, Jesús Nunes, Jan Vidal, Josette Vidal, Julián Izquierdo, Juan Morantes, Naia Urresti, Rogers Lombardo, Ricardo Sánchez, Teo Gutiérrez, Victoria Salomón y Valentina Rizo. En videos de apoyo tienen participación: Martha Estrada, Iván Tamayo, Julie Restifo, Antonio Delli y Christian Pérez. Diseño gráfico y escenografía: Carlos Agell. Vestuario: Vladimir Sánchez. Iluminación: Víctor Villavicencio. Dirección audiovisual: Daniel Dannery. Asistencia de dirección: Sara López. Producción: Inmarilé Quintero para el Grupo Skena. Musicalización: Nana Cadavieco y Gabriel Figueira.

Trastos viejos de Rajatabla

Desafiaba al poder que Carlos Giménez ejercía sobre el teatro venezolano y terminó cayéndose a puñetazos con el líder de Rajatabla, durante una fiesta en el lujoso apartamento de Conchita Obach. Aquel huracanado argentino “se fue de gira” el 27 de marzo de 1993 y Javier Vidal siguió campante en Caracas, como lo hace ahora con la impactante caracterización que logró del autor de El retrato de Dorian Grey, en la obra Actos indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilden de Moisés Kaufman.
¿Por qué pelearon Giménez y Vidal en la madrugada de aquel rumboso aquelarre teatral durante un fin de semana del inolvidable mayo de 1978? Seguramente fue por alguna arista del teatro criollo y como nunca más se hablaron no pudieron trabajar juntos para beneficio de las siempre turbulentas artes escénicas.
Pero la vida siempre depara sorpresas y el 21 de septiembre de 2006 el Rajatabla, de Francisco Alfaro, montó una pieza de Vidal. Con Trastos viejos, el polémico teatrero ingresó a la saga de la institución que Giménez había lanzado el 28 de febrero de 1971 con Tu país está feliz.
Con respecto a las razones que tuvo para escribir Trastos viejos, Vidal admite que era para hacerla con el Theja, pero como allá no había actores mayores, salvo José Simón Escalona y él, además de la bailarina Angélica Escalona, se la ofreció a Rajatabla, por recomendación del gallego José Domínguez, quien la puso en escena. Puntualiza que durante 1998, a raíz de una serie de escándalos donde estuvo involucrado por acusaciones de plagios literarios, se puso a escribir, “porque esa es mi mejor forma para exorcizar fantasmas y demonios que de vez en cuando me asaltan”.
De esos malos ratos, nació Trastos viejos, “porque tenía que escribir sobre familias trasterradas que emigraron al continente americano por problemas políticos y económicos. Me inspiré en Eusebio Pérez para uno de los personajes, un valenciano catalán y además republicano, vecino de mis padres, quien salió vivo de un campo de concentración nazi. Floreal, el otro personaje, es un invento mío. Mi obra es la historia de tres extranjeros o tres exiliados que luchan para sobrevivir en la Caracas violenta donde han vivido sus últimos años, dos viejos y el joven Wilmer (hijo ilegitimo de Floreal con una negra) cuya adición a las drogas los conduce a un final inesperado. Ahí está lo escrito, desde muy adentro, sobre mis dos patrias”.
En Rajatabla del 2010 le pusieron buena cara al mal tiempo y llamaron a Germán Mendieta, al joven Derwin Campos y con Francisco Alfaro se marcharon a la nación argentina, como invitados al Sexto Festival Internacional del Teatro de la Integración y el Reconocimiento, en Formosa, y después pasaron por varias ciudades sureñas. Una gira con Trastos viejos en estos crispados tiempos para reverdecer laureles y evocar tiempos idos. Su futuro es hoy y no mañana.
Es posible que Trastos viejos se exhiba de nuevo en Caracas por su temática central: la amistad, la que fue, es y será siempre a pesar de los pesares.




domingo, agosto 22, 2010

Ocho mujeres se confiesan

Más vale tarde que nunca. Así pensaron las directivas de los centros comerciales de Caracas al descubrir que las diversas disciplinas de los espectáculos escénicos merecían su apoyo y por eso se han dado a la tarea de construir o erigir cómodas salas teatrales en sus “malls”, para incrementar las ofertas culturales al público que acuda atraído por las tiendas lujosas, los restaurantes y los cines. En El Hatillo ya inauguraron el espacio Teatrex y, ahora, en Los Naranjos, ha subido el telón del Teatro Premium con los deliciosos y aleccionadores montajes Brujas y Confesiones de mujeres de 30, donde las féminas (cómicas, melodramáticas y con todas sus intimidades) son el manjar escénico que los directores Héctor Manrique y Héctor Palma sirven gracias a la entrega actoral, además de existencial, de las ocho actrices profesionales ahí involucradas.
Calificadas actrices
Caracas disfrutó durante las temporadas de 2005 y 2006 los estrenos de Confesiones de mujeres de 30 y Brujas, gracias a Héctor Manrique y Héctor Palma, quienes contaron para esos montajes con las actuaciones de Anamaría Simon, Lourdes Valera y Crisol Carabal, y Gledys Ibarra, Beatriz Valdés, Eulalia Siso, Sonia Villamizar y Lourdes Valera. Para esta doble reposición del 2010, tienen a Crisol Carabal, Elaiza Gil y Daniela Bascopé, y Beatriz Valdés. Fabiola Colmenares, Violeta Alemán, Francis Romero y Amanda Gutiérrez, respectivamente.
Confesiones de mujeres de 30, del brasileño Domingos de Oliveira, bajo la precisa dirección de Manrique y Palma, desarrolla con lenguaje y costumbres venezolanas su tema central que no es otra cosa que los problemas femeninos más comunes entre las terceras y cuarta décadas, después de una primera etapa consumada hacia el éxito o el fracaso, cuando sienten la presión social de que todo es ahora o nunca, ya sea para realizarse como ser humano, como profesional, como esposa o como madre. Las arrugas como las autopistas hacia la vejez, la soledad existencial y la precariedad sexual, la imposición del instinto ser madres sin casarse, son algunos de los temas que desarrollan un trío de damas amigas. No está por demás decir que gracias a Crisol, Elaiza y Daniela aquello es un carnaval de alegría para sobrevivir, a pesar de lo dramático de sus problemas. Los hombres con menos problemas se suicidan, o entregan a la bebida o dejan atrás cuantos compromisos familiares los acosen, pero esa una obra no escrita aún en criollo.
El argentino Luis Agustoni versionó el texto del español Santiago Moncada y por eso Brujas es el melodrama de cinco señoras, cercanas a la quinta década, quienes, después de largos 25 años de haber culminado sus estudios de bachillerato en un poco transparente colegio de monjas, aceptan reunirse para resolver un enigma que al final se transforma en un tremedal porque un asuntillo de infidelidad precipita la aparatosa salida del closet de una de ellas. Es un descarado y descarnado juego de la verdad, donde nadie queda limpio, porque todas son unas frustradas que no han podido alcanzar la felicidad soñada. Fabiola Colmenares y Beatriz Valdés, con los roles más difíciles, salen gloriosas con la caracterización de sus complejos personajes, una lesbiana y una prostituta refinada, aunque el director Manrique cuidó a todas sus cinco brujitas, por así decirlo, ayudado por la mejor de las productoras: Carolina Rincón.
Un dueto de oportunas comedias que debe reventar la taquilla porque las mujeres y sus circunstancias son las únicas protagonistas, mientras que aquellos tienen miedo que los lleven a la escena. ¿Quién lo hará?
Mujeres en escena
La mujer es la gran protagonista de la escena venezolana a pesar del disgusto de algunos teatreros y eso lo demostró durante la temporada 2005, aunque tal fenómeno comenzó en los años 90 con el monólogo bisagra El aplauso van por dentro de Mónica Montañés. Desde entonces, las féminas se apoderaron de los escenarios y propalaron sus prédicas sobre el malestar en que viven por la discriminación y la nada discreta misoginia existente, la cual proviene desde muchos machos y unas cuantas hembras. Sin embargo, el público, temible crítico de las mil cabezas que decide el éxito o el fracaso de los productos culturales, prefirió las piezas donde la feminidad y sus avatares eran la temática y la argumentación. No hay que ignorar que los promedios de audiencia a las salas informan como de cada diez espectadores, siete son mujeres. Un detalle que ningún productor ambicioso o empresario sensato deja de lado o ignora. Los lerdos dirán todo lo contrario y es por eso que a sus espectáculos no acuden ni las sombras, mientras ellos insisten en hacer “arte” para si mismos, desechando a la audiencia o creyendo que pueden pensar por el que nutre a la taquilla.
El gancho del sexo
Por supuesto que los teatreros deben educar al público, pero esa formación o deformación del gusto no se logra con exclusiones e imposiciones del fatídico “déjeme pensar por usted”. Nadie puede olvidar que el teatro está vivo y mantiene una perenne relación con la sociedad donde se le produce. Y tampoco hay que desconocer que un espectáculo puede estar bien o mal hecho, pero si está malo y convoca muchos espectadores es porque tiene un ingrediente especial. En realidad sean buenos o malos, los montajes cuyos contenidos dramatúrgicos tengan sexo, o hablen de la muerte, o revelen una connotación política, tienen un porcentaje asegurado de espectadores. Esto se debe a que son los temas que más interesan al común de la gente. Pero sin lugar a dudas el sexo predomina entre las tres. Y es el sexo el gran gancho atrapa público y en el caso de piezas sobre temática femenina, está garantizada la audiencia por la curiosidad de los hombres o la complicidad de las mujeres que acudan. La “piedra filosofal” para garantizar la presencia del público no existe, por supuesto, pero sí hay estudios sociológicos sobre espectadores y gustos. Eso no se puede ignorar en estos tiempos.




Decamerón 2010

No es la primera actriz Beatriz Valdés la única cubana que destaca por la calidad de su trabajo y su don de gentes en las artes escénicas de la convulsa Caracas del siglo XXI. También conocemos a un meritorio director y maestro que lleva más de una década entregado a la tarea de capacitar o elevarle el nivel a una vasta generación de aspirantes a cómicos y cómicas. Se trata del cubano Noel de la Cruz, quién, con paciencia y luchando siempre contra los excluyentes silencios mediáticos, ha exhibido, en los espacios del Celarg, con varios de sus criollos alumnos, diversos y respetables espectáculos, algunos de los cuales hemos reseñado como Contigo pan y cebolla de Héctor Quintero, La boda de Virgilio Piñera y ahora presenta Cuentos del Decamerón de Giovanni Boccaccio.
Cuentos del Decamerón es una inteligente versión de Héctor Quintero, producida por la compañía Prometeo, donde participan jóvenes como Marieva Solano, Oriana Losada, Franca Peri, Muriel Tremont, Aymara Ramia, Virgilio Armas, Julio Viso,Jorge Concha, Antonio Ochoa, Daniella Serrano y Armando González; todos empeñados en ser el relevo de la próxima década, para lo cual se adiestran y apuestan a ser ganadores.
Este divertido espectáculo está integrado por seis de los cuentos más picantes y divertidos del texto original de Boccaccio (1313/1375), donde se funden la avaricia, el adulterio, la lujuria y de una forma muy particular y divertida la doble moral de la Iglesia Católica Apostólica Romana en esa época, del siglo XIV. Sus personajes son seres comunes, defectuosos y desprovistos de cualquier valor noble, caballeresco o cortés. Ahí destacan los ladrones, embusteros y adúlteros, y la astucia de todos ellos para triunfar en las situaciones descritas.
Durante su estreno en la Habana, ésta versión estuvo en escena más de 300 funciones, comenta el director Noel de La Cruz, quien apuesta por “un teatro exitoso donde se pueda pasar de las genuinas carcajadas a una sana reflexión, tal como sucede con mi montaje para los venezolanos”.
El espectáculo, muy centrado, pues, en un texto renacentista, donde los seres humanos se presentan a si mismos como artífices de su destino y no a merced de las gracias divinas, plasma la historia de diez nobles amigos que, con las alegrías y los deseos propios de la juventud, deciden huir a una villa en los suburbios de Florencia para apartarse y olvidar los horrores de la peste que azota a esa ciudad en 1348. Una vez allí, deciden recurrir al más antiguo de los pasatiempos -contar historias-, narradas por cada uno durante las diez noches que convivirán en la villa, lo cual da nombre en griego al libro: Deca Hemeron, o Diez días.
Las manos del director son visibles en la conducción de los comediantes y en las atmósferas escénicas que ellos logran crear, por lo que el espectáculo es un magnífico álbum sobre una nueva y capacitada generación actoral que ya exige su derecho a estar en todos los escenarios del teatro, el cine y la televisión.


domingo, agosto 15, 2010

Las dos Bernardas

A 74 años del fusilamiento y la desaparición de su cuerpo, Federico García Lorca, gran poeta del amor que se enfrentó a una sociedad machista e intolerante, recibió en Caracas un teatral homenaje por intermedio de sendos montajes eclécticos de su obra La casa de Bernarda Alba, los cuales fueron liderizados por Iraida Tapias y Orlando Arocha, y exhibidos en el Teatro Luisela Díaz y en el Celarg, respectivamente.
García Lorca es un legendario personaje cuyas piezas teatrales se conocieron en Venezuela, a mediados del siglo XX, gracias al pionero Alberto de Paz y Mateos (Ponferrada, 17 de enero de 1915/Caracas, 29 de septiembre de 1967), valioso artista republicano que se escapó de la posguerra para apuntar el desarrollo de las artes escénicas criollas. No es la primera vez que en Caracas se exhibe el melodrama de Bernarda Alba y la rebelión de sus hijas. Directores como Paz y Mateos, Horacio Peterson y hasta el mismo José Ignacio Cabrujas la llevaron a escena con audaces puestas, como también lo hicieron, con propuestas controversiales, Ibrahim Guerra y hasta el mismísimo polifacético Javier Vidal se atrevió a mostrarla con hombres travestidos.
Drama de mujeres
Y ahora que La casa de Bernarda Alba nuevamente ha sido exhibida, pero en dos escenarios caraqueños, hay que recordar que el 19 de junio de 1936, en Madrid, él anunció que había concluido su nueva obra, a la cual subtitulaba Drama de mujeres en los pueblos de España. El bardo insistió ante sus amigos que su meta fue escribir una obra sencilla y de sobriedad absolutas, tras eliminar cualquier detalles innecesario.”Ninguna literatura, teatro puro. Ni una gota de poesía. Realidad. Realismo puro”, como lo cita Ian Gibson en su libro Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca (1898-1936).
En resumen, esta obra es la saga de cinco damas feas y castas, condenadas a no conocer varón, quienes siguen y obedecen a una madre tirana encerrada en su residencia y prisionera del qué dirán. Un hombre, no visible, es el verdugo de las pasiones de esas mujeres que se consumen por la envidia, el deseo, el odio, y las ansias del poder, todo en medio de una desesperante atmosfera de agonía y muerte. Es la fabula de Bernarda Alba y sus hijas enamoradas de Pepe el romano. Es la madre que no cree si no en lo que ve y que está dispuesta a sacrificar incluso a sus hijas con tal que se respete el código del honor español, una consecuencia de los medievales conductas de comportamientos sexuales, normados por la hipócrita moral del catolicismo
Pero el dramaturgo, aunque usaba el realismo escénico, lo utilizaba para plantear, ante un público culto y capaz de ver más allá de sus narices, metáforas sobre su país, ya que su Bernarda Alba, aunque estaba inspirada en Frasquita Alba, era un espejo de la crispada sociedad de la tambaleante Republica Española, amenazada por un golpe de Estado fascista que trataba de impedir cualquier cambio posible, pero donde una mujer joven, Adela, predica su lucha contra una sociedad basada en las apariencias y en la superioridad jurídica de los hombres sobre las féminas, al tiempo que reivindica tenazmente su derecho a la libertad sexual.
Desde entonces, La casa de Bernarda Alba es utilizada como bandera del feminismo combatiente y para advertir los peligros del Poder (no siempre es el político) sin limitaciones, capaz de destruir o pisotear los derechos humanos.
El montaje
Con respecto a la lectura escénica de Tapias, hay que reconocer que es más conservadora, más tradicional y se realiza con mujeres de cuidadas figuras, bellas y ágiles, pero luciendo como seres castrados y desesperados. Muy respetuoso del autor, especialmente de la poesía de sus diálogos, y con unas caracterizaciones tensas y al borde de la ruptura. Todo eso, según ha dicho la directora, es mucho más terrible y contundente, porque es tratar de destruir la belleza o querer reprimir a Eros. Todo el entorno es muy austero para darle paso a la voluptuosidad, pasión y duende lorquianos que viven las comediantas en cada función dejando la piel sobre las tablas.
Para nuestro criterio, el espectáculo creado por Arocha acercó al texto a la realidad latinoamericana, lo hizo caribeño, utilizando canciones románticas o boleros que los personajes cantaban a capela y en coro, pero dejó la sexualidad, las envidias, y el miedo como aderezos para la soledad existencial de esas mujeres que no querían ser yermas y anhelaban parir a como diera lugar.
Los montajes que ahora han firmado Tapias y Arocha son una diáfana experiencia cultural que exalta a los artistas que ahí participaron y además constituyó un regalo para los teatromaníacos caraqueños que pocas veces pueden degustar un texto en diversas ofertas profesionales y con los mejores elencos disponibles. Fue un par de puestas en escena que pueden haber suscitado controversias estéticas sobre gustos o regustos, pero que jamás se olvidarán porque dejaron huella en la magra historia del teatro vernáculo del siglo XXI, ese que algunos tratan de borrar o decretar su muerte para satisfacer sus mediocres egos.
Elencos
El montaje de Iraida Tapias, producido por Rebeca Alemán para Water People Theater Company, contó con las actuaciones de Carlota Sosa, Eulalia Siso, Rebeca Alemán, Mariaca Semprún, María Antonia Castillo, Sandy Siquier, Anabella Troconis, María Elena Heredia, Ingrid Muñoz, María Gabriela González y Ligia Tapias. El espectáculo de Orlando Arocha, auspiciado por la embajada del reino de España en Venezuela, tuvo a Diana Volpe, Hayde Faverola, Nattalie Cortéz, Glayds Seco, Ana Melo, Jenifer Morales, Maritza Briceño y Gema Llanos. Además de Antonieta Colón.
Lorca y el mundo gay
Ian Gibson, en su libro Caballo azul de mi locura/ Lorca y el mundo gay, de la editorial Planeta, afirma que la homosexualidad de García Lorca no era secreta en la España republicana y él tampoco se preocupaba en ocultarla o disfrazarla, y pese a que las costumbres rechazaban tal conducta sexual, no le caían a piedras, especialmente en las grandes ciudades, pero aún así lo perseguían desde periódicos y revistas del bando derechista y reaccionario, y cuando esos intelectuales y periodistas pudieron pasarle factura lo hicieron, ignorando sus éxitos literarios, dentro y fuera de la nación, o con unas críticas deleznables. Dice que la obra de Lorca, hoy de irradiación mundial, no existiría si no fuera por su condición de marginado sexual, por su identificación, profundamente cristiana, con todos los que sufren, con todos los que se sienten excluidos o rechazados. “Fue una criatura en el fondo dolorida que puso sus excepcionales dones al servicio de los demás con la esperanza de una sociedad más justa. No es correcto que se le siga negando su homosexualidad”. Comenta que es casi imposible entender buena parte de la obra de Lorca o de Oscar Wilde si no se explica su identidad sexual. Y remata afirmando que es “casi imposible… o imposible del todo. Repito que ello no es justo. Y añado que es obtuso, pusilánime y contraproducente. Es hora ya de aceptar al poeta en su compleja y fascinante integridad. Sólo así se le honrará como merece”.

Rajatabla 40

Con media docena de tozudos como él, la cartelera teatral sería otra y más muchachos y muchachas estudiarían para lanzarse al mar de aventuras que son las artes escénicas venezolanas. Pero solo hay uno y Carlos Giménez lo embromó, de verdad, al morirse aquel 27 de marzo de 1993 y dejarlo a cargo de los destinos del grupo Rajatabla. Nos referimos al actor Francisco “Paco” Alfaro (1950), quien, desde entonces, es gerente y productor de la institución artística que escindió la historia del teatro venezolano, aquel 28 de febrero de 1971, al presentar el espectáculo musico poético Tu país está feliz, de Antonio Miranda y Xulio Formoso, en la sala que Carlos Raúl Villanueva diseñó para la quinta Ramia, la antigua sede el Ateneo de Caracas que hasta inicios de los años 90, la década negra como la llamamos nosotros, dirigió María Teresa Castillo.
Pero el Rajatabla de “Paco” está pasando más trabajos que ratón en ferretería y tal como avanzan las cosas solo le queda combustible para festejar su 40 aniversario, el próximo 28 de febrero. Es posible que la agrupación, reducida al mínimo en su aparato administrativo y actoral, deje de funcionar o hiberne a la espera de otros tiempos. Muy pocas cosas de las que inventamos los seres humanos son imperecederas o capaces de desafiar al tiempo.
Balance innegable
Cansado físicamente y dolido por injusticias y olvidos, “Paco” no ha conseguido un estatuto que legalice la presencia de Rajatabla en el edificio que ocupa desde hace largos 35 años, aunque, gracias a la gestión de la rectora de Unearte, Emma Elinor Cesín, hay un acuerdo para estabilizar su permanencia. Pero al menos está satisfecho porque durante su gestión ha producido 56 espectáculos y entregado 12 promociones del Taller Nacional de Teatro, la escuelita que Giménez fundó y donde han formado unos 240 intérpretes, algunos de los cuales ya destacan.
También, “Paco” ha organizado otra muestra de teatro, para lo cual hizo un concurso de donde seleccionaron siete piezas, que serán montadas en lo que resta del año y culminará durante el primer trimestre del 2011.Honor a mis padres (Elio Palencia), Mi reino por un sueño (José Antonio Barrios), Yo soy John Lennon (Paúl Salazar), Agridulce (Glener Morales), El robo de la arrobita (Carmen García Vilar), El más mejor (Roberto Azuaje) y Nosotras ( Marisabel Dávila Lobo) son las obras que mostrará Rajatabla.
Nosotras
Esta muestra de teatro ya comenzó con la pieza Nosotras, dirigida por José Domínguez y donde ahí participan: Danique Weil, Lindsay Penagos, Mayela Hernández, María Hernández Julio, Caroline Cruz, Laura López, Karen Beatriz, Evelia Di Genaro y Saraí Pérez. La escenografía, vestuario e iluminación son de Adán Bueno.
Nosotras, nacida de la tesis de grado que Marisabel Dávila Lobos hizo sobre la vida y la poesía de Sylvia Plath, pretende mostrar el mundo femenino a través de la visión de la poetiza que se suicidó a los 30 años. Pero ello creó una de las paradojas más repetidas de la sociedad: con la muerte el mito cobra vida y su poesía emerge hasta situarla como una estación de culto y veneración por los que la sobreviven.
Es una pieza experimental que sacrifica la teatralidad en nombre de la poesía, lo cual afecta la “digestión” del espectáculo: una ambiciosa puesta en escena que no atrapa al público por excesos literarios y la carencia de estructura dramática, un ritual poético con una atmosfera onírica y soporífera. ¡Sube el telón, baja el telón!



domingo, agosto 08, 2010

Séptimo piso

Teresita Chamorro lo hizo nacer en Caracas hace 35 años y es por eso que su muchacho estudió en el liceo Gustavo Herrera y después en el Instituto Universitario de Teatro (Iudet). De ahí salió para organizar una pandilla artística que ahora aglutina a toda una nueva generación de teatreros. Nos referimos a Dairo Piñeres Chamorro y al grupo Séptimo Piso. Ellos han festejado sus tres lustros profesionales con una trilogía de piezas muy conocidas, escritas por dramaturgos españoles de diferentes generaciones, las cuales se pudieron disfrutar a lo largo de nueve semanas en la sala experimental del Celarg,
Todo comenzó 11 de junio con El arquitecto y el emperador de Asiria de Fernando Arrabal, montaje bien resuelto con las performances de Luis Vicente González y Moisés Berroterán. Prosiguió La sangre de Sergi Belbel, del 2 al 18 de julio, con memorables actuaciones de Carlos Díaz, Adriana Galíndez y Janset Rojas, y ha de culminar, este 8 de Agosto, endulzando los paladares del “crítico de las mil cabezas” con el humor irónico y muy lógico de la farsa Cuatro corazones sin freno y salto atrás de Enrique Jardiel Poncela, uno de los grandes creadores del teatro español.
Es importante entender la trama de la comedia de Jardiel Poncela, desde una perspectiva irreal y puramente humorística, a pesar de su intensidad ideológica sobre el sin sentido de la vida ahí plasmado. Su secuencia de situaciones inverosímiles y el excelente uso del diálogo, la convierten en obra entretenida y llena de situaciones cómicas, con personajes originales, pintorescos e inverosímiles situaciones humorísticas, como ese nieto que es más viejo que sus abuelos, para dejar finalmente dos sombras de duda: ¿Realmente, seríamos felices si lográramos ser inmortales? ¿Para qué sirve la inmortalidad si nos quedamos solos? Hay que degustar el espectáculo para responderlas.
Lismar Ramírez, Mariana Calderón y Jorge Gómez son algunos de los esmerados comediantes involucrados en esa versión escénica que el director Piñeres Chamorro logró con el texto de Poncela: todo un artífice de la comedia contemporánea, ya que sus situaciones y atmósferas de humor sí trascienden hasta conmover al ser humano ávido de entretenimiento y tragedia, y de todas las formas del teatro.
Nosotros consideramos excelente el balance estético y de audiencia que mereció la tripleta de montajes del director y su grupo. Él y sus guerrilleros teatrales lo hicieron sin contar con apoyo financiero de nadie, ni de la empresa privada ni del sector oficial. Sólo derrocharon su innegable capacidad de trabajo y el público respondió, ya que los está viendo y apoyando desde hace 15 años, cuando iniciaron su marcha con Credit Bill, una liberrima version de Los intereses creados de Jacinto Benavente. Eso muestra, claramente, el valor de toda esa gente, de esa comunidad que formaron y los sigue por el camino del teatro. Hoy más que nunca harán teatro, porque su futuro esta ahí, en la esquina. Ellos están revisando varios textos, remontarán su escalofriante versión del Mahagonny de Bertold Brecht y estos tres montajes quinceañeros en otras salas, además de realizar su festival Creajoven 2010.

José Atardeceres regresó

Según lo señalan sociólogos, antropólogos e intelectuales, en general, la tradicional familia occidental, bien sea burguesa o popular, está en crisis desde los siglos XIX y XX. Y como durante esta primera década de la centuria XXI se agudizó de tal manera su deterioro, el dramaturgo Gustavo Ott (Caracas, 1963) y un puñado de autores estructuraron un didáctico y reflexivo plan teatral, cuyo argumento era un conjunto de visiones sobre lo que han sido o son “los machos”, engendradores irresponsables de hijas o hijos en Iberoamérica, causa directa o indirecta de los actuales niveles de violencia social y progenitores del monumental despropósito familiar. Para analizar y denunciar todo eso ejecutaron, pues, El Proyecto Padre: Obras José, original reto artístico, escenificado en el Teatro San Martín de Caracas (TSMC).
Trilogía paternal
Ott y otros 11 dramaturgos de siete países iberoamericanos, apuntalados en un valioso y trabajador conglomerado humano y artístico, que cree en las bondades de la cultura que emana de los escenarios, hicieron posible la mega producción de 12 obras, repartidas en tres espectáculos diferentes, los cuales tuvieron sus temporadas durante los últimos tres años. El Primer Padre: Obras José Amaneceres se estrenó el 8 de Junio del 2007. El Segundo Padre: Obras José Noches fue exhibido desde el 5 de Junio del 2008 y El Tercer Padre: Obras José Atardeceres comenzó el 6 de febrero de 2009. El público y la crítica reseñaron el éxito de cada una de esas temporadas, que plenaron los espacios del Teatro San Martín, en Artigas. Ahí se mostró al padre iberoamericano en un proyecto artístico para reflexionar sobre las dimensiones humanas de un personaje vital para la existencia y la estabilidad de la familia.
Dimensiones humanas
A sabiendas que el teatro no debe ser explicado fuera de la escena misma, hay que recordar que el personaje central, José, poseía las mismas características en cada una de las 12 piezas, aunque variaba su contexto, condición social, usos del idioma, profesión, etcétera. Si era burgués en una obra, en la otra era obrero, macho u homosexual, filósofo o idiota, tahúr o santo; o casado, divorciado o viudo y vivía al mismo tiempo en Venezuela, Argentina, Colombia, España, Chile, Puerto Rico o México. También ocurría que José hablaba mucho o poco y su vida era diferente en cada obra, aunque era siempre el mismo José: padre de uno o varios hijos. Y será siempre el mismo, porque cada papá es, además de personaje, una metáfora. Le correspondió al público opinar y aprehender lo que ahí se dijo o enseñó.
El tercer padre
Y ahora, para poner en marcha un programa, de cooperación interinstitucional con la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte), el Teatro San Martín realizó una temporada en la sala de conciertos, con la tercera entrega de El Proyecto Padre, o sea José Atardeceres, buscando así llegar a más espectadores y suscitar la necesaria reflexión sobre el rol del padre en el complejo drama de las familias. Este es el espectáculo más profundo y difícil de los tres presentados hasta ahora. Es el que tiene más piezas y donde el director Costa Palamides realizó un trabajo de dramaturgia con los cinco dramaturgos y logró hilar, como un buen autor no sólo de la escena, sino de la literatura, las cinco historias que, en tiempos, contextos y lenguajes distintos, apenas tienen un punto de coincidencia: un personaje llamado José.
Gracias al talento de los actores Ludwig Pineda, José Gregorio Martínez, María Brito y Juliana Cuervos, conducidos por Palamides, se pudieron ponderar las piezas: El padre José del mexicano Ángel Norzagaray, ¿Quién eres tu? del hispano Ignacio del Mortal, La cuota de plusvalía del chileno Benjamín Galimiri, Domingo de la argentina Mónica Ogando y Cantaba mi padre boleros de Isolina del español Santiago Martínez Bermúdez, que integran José Atardeceres.
Palamides analizó esos textos, disímiles en su lenguaje, concepción y temática, y descubrió que había situaciones que los unían, por ejemplo el crimen de Cantaba… lo condujo a la prisión de La cuota… y al posterior enfrentamiento con la justicia por la pederastia de El padre José y la enfermedad del padre de Domingo le lleva más fácilmente al hospital de ¿Quién eres tú? Así que exceptuando el de Galimiri que se presenta en un solo segmento, los otros cuatro textos fueron divididos en dos segmentos y con eso armó el rompecabezas o la rayuela -el piso del escenario exhibe las cuadriculas de ese juego infantil- sobre el cual se desarrolla el montaje. La obra de Martín la usó de prólogo y epílogo por lo del crimen, y con el bolero “Dos gardenias creó un fin de fiesta, para recordar la predilección que tiene por la música popular, presente en casi todas sus puestas en escena.
Lo obtenido es un espectáculo vertiginoso sobre cinco padres, nada ejemplares en su mayoría, donde se demuestra que los deberes de la paternidad no son enseñados convenientemente y que las consecuencias repercuten severamente en hijos e hijas, para no hablar de sus esposas o compañeras. Es un alegato sobre la soledad existencial del progenitor y además iberoamericano. Es una abierta invitación para que los papás en el siglo XXI cambien o sean diferentes, ya que, como lo dice Palamides, este montaje es un “esclarecedor y a la vez aterrador rompecabezas de angustias y delirios sobre la paternidad en nuestros días, sobre cinco padres terriblemente verídicos, reconocibles y patéticos”.
Las actuaciones son memorables gracias a las diferentes composiciones que asumieron cada uno de los intérpretes y la versatilidad demostrada en cada una de las cinco piezas o sea en ese ejemplar y desopilante “cóctel escénico” que materializó Palamides.
Otros elencos
El Primer Padre: Obras José Amaneceres reunía las piezas Los adioses de José de Víctor Viviescas (Colombia); El que te cogió y se fue de Elio Palencia (Venezuela); Papá poeta de Ricardo Halac (Argentina) y Cenizas vivas de Roberto Ramos Perea (Puerto Rico). El elenco lo integraron los actores Gonzalo Cubero, Trino Rojas, María Eugenia Romero, William Escalante, José Luis Záez y Lismar Ramírez, bajo la dirección general de Luis Domingo González. El Segundo Padre: Obras José Noches compilaba las obras El testamento de José de Luis Mario Moncada (México); La rosa mística de Patricia Suárez, (Argentina) y Notará que llevo un arma de Gustavo Ott (Venezuela), dirigidos por el mexicano Marcos Vieyra, con la participación de Susana Varela (Argentina) y los actores venezolanos, Luis Domingo González, David Villegas, José Gregorio Martínez y Jennifer Morales.

martes, agosto 03, 2010

Bernarda Alba en Caracas

En Caracas, el apellido Tapias unido a nombres de mujeres es siempre eco de teatro y olor a hierbabuena o al sabor intenso del mango. Ahí están las sagas de Ligia, con más de medio siglo en los escenarios, y su hija Iraida que no se quiere quedar atrás. Por eso es que ahora las dos Tapias van de la mano en el montaje de La Casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, el cual hace temporada en el Teatro Luisela Díaz.
Iraida, a quien conocimos en los claustros de la UCV, en medio de los estertores de la renovación universitaria, ahora dirige la puesta en escena de ese texto garcialorquiano.
-¿Cuántos García Lorca ha montado o en cuántos ha participado?
-García Lorca es una pasión, un amor, un recuerdo de infancia, un descubrimiento de la adolescencia, una presencia en la adultez. No me canso de leerlo, estudiar, investigar acerca de su obra, de su vida. Para mí, además de su genialidad, su propuesta poética, su poesía, su dramaturgia es el autor teatral español contemporáneo por excelencia, y el más clásico; gracias a sus obras seguirás trascendiendo épocas, idiomas, continentes. Creo en el “Duende”, creo en la pasión por el teatro, en dejar las vísceras, la piel en el escenario para conmover al espectador y la obra lorquiana así lo exige. Hacer La casa de Bernarda Alba como directora siempre fue un deseo; una obra que me marcó de niña con el montaje de Alberto de Paz y Mateos, luego la puesta en escena de Ibrahim Guerra me sobrecogió; después al acompañar a José Ignacio Cabrujas en la producción de 1994 en el Teatro del Paraíso con mi mami haciendo la Poncia, vi. las 35 funciones a casa llena, me hizo pensar que pasarían muchos años para que yo la hiciera; y gracias a que, nuevamente, Rebeca Alemán y yo coincidimos en este deseo, asumimos ese compromiso y enorme responsabilidad y Water People Theater Company, la empresa teatral de la Alemán, produce la pieza este año. Mi primer montaje como actriz, aún en bachillerato de la mano de Edgar Mejías, fue Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. En El Palomo de mi fe (1986), hice a Yerma, una de las hijas de Bernarda que encarnaba mi mamá e hice la tía de Rosita. He dirigido lecturas dramatizadas de Bodas de sangre con mi querida Elba Escobar haciendo la madre, Carlota Sosa la muerte, Amanda Gutiérrez como la Luna, Rafael Romero era Leonardo, Jean Paul Leroux el novio, Marcos Moreno en el padre, la nana encarnada por Nelly Garzón, Pedro Carrillo hacía de Lorca, La Nena Riera interpretando la canción de la novia. El año pasado, en diciembre, Water People como aperitivo a nuestra “Bernarda Alba” produce la lectura dramatizada Lorca Alma Presente, ensamble de conferencias, poesía y escenas que armé y dirigí para este espectáculo, con Carlota Sosa, Rebeca Alemán, Ana María Simón, Rafael Romero, Antonio Delli, Gerardo Soto, Flor Elena González, Mariaca Semprún, Carolina Torres, Adriana Romero, Ramón Góliz, Martín Brasseco y Elvis Chaveinte, acompañados al piano por la propia Rebeca, Lester Paredes en el “cajón” y la Nena Riera interpretando las canciones recogidas y armonizadas por Lorca. En todas esas experiencias “el Duende” me ha visitado, gracias al gran Federico.
-¿Por qué García Lorca en estos tiempos?
-Los temas centrales del autor se refieren al enfrentamiento entre vida y muerte, Eros y Tánatos; la eterna contienda entre e la represión y la libertad; el abuso de poder; los prejuicios sociales frente a la mujer o ante la homosexualidad para negarles el libre albedrío; la represión frente a la disensión. Temas universales, que lamentablemente hoy en la sociedad del siglo XXI siguen siendo actuales. No es casualidad que el asesinato de García Lorca por la Falange española ocurra a los poquísimos meses de haber finalizado la escritura de La Casa de Bernarda Alba y después que el poeta granadino hace publica y asume su elección sexual. El Poder por pequeño que se tenga pareciera envilecer siempre, y no tolera ni las diferencias ni la crítica, entonces arremete contra quien lo enfrenta; menos mal que el Poder no es eterno en las manos de quien lo detente; la soberbia, la arrogancia, la crueldad con que se ejerce termina destruyendo al “Tirano” de cualquier espacio social o geográfico. Vivir, amar y ser libre son misiones épicas en todos los tiempos y en la poesía teatral lorquiana encuentran, en mi opinión, su mejor expresión.
- ¿Por qué precisamente esta pieza?
-Además de todo lo que te he comentado antes, La casa de Bernarda Alba es un clásico, la lectura inmediata se refiere al abuso de poder, a la represión, a coartar la libertad de ser, de expresarse ¿Cómo no montarla en este momento y en estas latitudes? Las otras lecturas del maltrato a la mujer, del temor al Eros, de la preocupación por el que dirán, de los seres castradores, de la autodestrucción de la soberbia, del fracaso de la desesperanza, del accionar en pro de la propia esperanza y la de los otros, son mis inquietudes vitales. Hoy en este país vivimos sólo desde la instancia política, olvidando por momentos que lo que nos hace humanos es amar, sentir, respetar y crear para que el derecho a la vida, a la libertad sigan siendo los pilares de un mundo mejor. El arte es la vanguardia de la sociedad, es nuestro derecho y deber asumirlo como tal, conmover el alma del espectador y hacerlo perder la calma frente a lo que, por habitual que se haya convertido, como la impunidad o el miedo o la decepción, es injusto, abusador y atenta contra la vida misma.
-¿Cómo está planteada su puesta en escena?
-Total respeto al autor, a la musicalidad de su verbo, a la pasión de sus personajes, a la poesía de sus diálogos, a lograr la expresión de una idiosincrasia que nos define como cultura. Una puesta en escena en la cual las protagonistas son las actrices, su honestidad actoral y el haber logrado incorporar, hacer suyas cada palabra de Lorca. Ha sido un proceso aleccionador para todas y muy íntimo, once mujeres conviviendo durante ocho semanas, permitiendo que ese texto, esos personajes nos habiten, no imponiéndoles prejuicios, ni conceptos, no, para nada; sólo nos dejamos seducir por las palabras, por el fraseo lorquiano, sus imágenes; luego nos enamoramos de ese texto y a partir de allí, le prestamos nuestro cuerpo y nuestra sique a esos personajes, a esa historia, al poeta. La escenografía, la utilería y la iluminación de Juan José Martín, son el espacio opresor y al mismo tiempo sensual para que esas actrices se luzcan. El vestuario de Raquel Ríos es la concreción de un uniforme bajo el cual es imposible esconder la feminidad. La sensualidad y la belleza presente ante los ojos del espectador o intuida tras las telas en las cuales se desnudan las hijas. Todas las actrices son bellas y de feminidad muy presente, eso quise, en mi óptica es mucho más terrible y contundente tratar de destruir la belleza o querer reprimir a Eros. Todo el entorno es muy austero para darle paso a la voluptuosidad, pasión y “duende” lorquianos que viven las actrices en cada función dejando la piel sobre las tablas.
-¿Como fue posible la consecución de este elenco?
-Gracias al respeto y admiración que los profesionales del teatro, el cine y la televisión tienen por Water People Theater Company y por su directora Rebeca Alemán. A su prestigio como profesional por la calidad de sus producciones que ha mantenido de manera sistemática durante todos estos años. Al poder de convocatoria de Federico García Lorca. A la consideración y amistad que nos tenemos todos los que participamos en el montaje. Rebeca logró reunir a un grupo de talentosísimas actrices de diferentes escuelas, provenientes de diferentes experiencias teatrales. Gente con 60 y tantos años en el teatro como mi mamá Ligia, con trayectoria intachable como Carlota, la talla y experiencia de Eulalia, formación integral y entrega como Mariaca, seriedad y compromiso de Ingrid, Sandy, Anabella; profesionales como María Elena en el teatro Infantil; protagonistas de televisión como María Antonieta que se estrena en el Teatro con un García Lorca; o a través de audiciones para darle oportunidad a las nuevas generaciones como es el caso de María Gabriela; un trabuco de elenco. Contar con Juan José, un director producto de las nuevas generaciones acompañándonos como escenógrafo y diseñador de iluminación, Raquel en el vestuario; todo un lujo. Gracias también a asumir el Teatro como nuestra vida y al escenario como nuestro hogar. Sólo así se puede reunir y llevar adelante un proceso creativo tan armónico, comprometido y honesto como el que estamos viviendo.
-¿Quedan mujeres como las que García Lorca describió?
-Sí, no sólo en África o en los países árabes o asiáticos, también en Europa, en todo el continente americano, en cualquier pueblito del interior de Australia, o pared por medio de tu apartamento. El abuso de Poder lo vemos todos los días, la descalificación, subestimación, maltrato a la mujer nos es habitual hoy, en el siglo XXI. Se trata de no seguir permitiendo la impunidad ni la injusticia contra los otros por ser distintos o expresar su desacuerdo.
-¿Y después que viene?
-Vivir: seguir haciendo teatro, escribiendo cine y si puedo televisión. Tengo, entre pecho y espalda, un texto para teatro acerca del matrimonio o la muerte del amor que no termino de concretar, pero que no me abandona. Montar un título español que llevo debajo de mi axila desde hace años de una dramaturga española, hacer otro Lorca, montar un Eurípides y no morirme sin dirigir un Shakespeare.



domingo, agosto 01, 2010

Arráncame la vida

Las vocalizaciones inconfundibles de Toña La Negra y el compositor Agustín Lara, que transmutan en sangre y sentimiento al tango Arráncame la vida, son algunos de los inolvidables acompañamientos musicales del dramático espectáculo Arráncame la vida, creado por el director Román Chalbaud y los actores Aura Rivas y Frank Silva a partir del texto de Elio Palencia, el cual hace temporada en la sala Horacio Peterson de Unearte. Es la saga de Nubia Linares viuda de Téllez, madre provinciana que, en lejano y olvidado Puerto Cambur, recibe la inesperada visita de su hijo Andrés, afectado por el Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida (Sida) y sumido además en peligrosa crisis afectiva por la (in)esperada muerte de su compañero íntimo, el payasito Sebastián.
Amor de madre
A 13 de años de su estreno -sala Rajatabla, bajo la conducción de Chalbaud y con las caracterizaciones resueltas por Aura Rivas y Gregorio Scala- en el Arráncame la vida del siglo XXI no sólo fue sustituido un actor, sino que se acentuó el minimalismo de su novedoso y cinematográfico montaje (por aquello de la composición de las escenas, como si cada una fuese un fotograma congelado), el cual exhibe gratuitamente para el público en Unearte.
Ahí, entre los mínimos trastos de una casucha modesta y una cama, la maestra jubilada recibe la visita intempestiva de su unigénito, joven artista que reside en la capital, afectado por una grave infección gástrica y con extrañas aprensiones. Todo eso despierta en ella la necesidad de informarse, comprender, ser proactiva, enfrentarse a la intolerancia de su pueblo ignorante y prejuicioso, y, sobre todo, lidiar con los fantasmas y temores de su hijo, que le pide le ayude a morir. La madre intenta hacerle entender que la sombra de la muerte en ocasiones se nos aparece para que ilumine más la vida y luchemos más por ella. ¡Y al parecer ella logra su objetivo…como lo anhela el angustiado público!
Obra sin máculas
Magistral resulta este texto de Elio Palencia (Maracay, 13 de diciembre de 1963) por el trabajo de filigrana que hace para darle una estructura circular, que le permite contar y recontar el drama de la madre anciana que lucha para aceptar, como al final hace, que se quedará sola porque su vástago se marchará antes de tiempo… si él no lucha para detener el proceso del Sida, no sólo en lo físico sino también en lo psicológico. Maravilloso teatro didáctico para padres, madres, hijos y todos aquellos que les interese aprehender cómo actuar ante tal pandemia.
La pieza no tiene máculas, pese a ser un sensacional monólogo con apoyos, y se transforma en ejemplar y dinámico ejercicio de dos interpretes gracias a la habilidad del director. Chalbaud logra la intensa y asombrosa entrega de la veterana primera actriz Aura Rivas, como la maestra Nubia, y la tarea del bien capacitado y medido actor Frank Silva en su casi fantasmal y por ende difícil Andrés. Estremecedor cóctel de hiperrealismo y surrealismo escénico que ellos logran servir para embriagar a la audiencia. ¡Oportuno teatro contra el mortífero Sida!
Arte contra el Sida
En la sala de Conciertos de Unearte, durante el pasado mes de enero, Julio Bouley abrió la temporada 2010 con su unipersonal Vamos a imaginar que nos estamos tomando un café treinta años después/ Testimonio teatral en 7 tiempos. Aleccionador espectáculo que trajo de nuevo la temática del Sida, la cual, desde las últimas décadas, es utilizada por casi todos los artistas del mundo con variadas manifestaciones de sus creaciones, bien sea literarias, audiovisuales, dancísticas o teatrales, entre otras. Elio Palencia, Marco Purroy y Johnny Gavlovski (1990) y David Osorio Lovera (1991) llevaron al teatro, como elementos dramáticos de sus piezas, a personajes afectados por el Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida, el cual amenaza a la humanidad entera, sin distingos de costumbres amatorias, y/o sexuales. Esos venezolanos, más otros que aparecieron después, preocupados ante el peligro que se cierne sobre la libertad de los seres humanos para amar con toda intensidad posible, se fijaron en ese tema del Sida y optaron por escribir y mostrar Anatomía de un viaje, Habitación independiente para un hombre solo, Hombre y El último brunch de la década. Esas piezas, junto a las del precursor Amado Naspe, son las primeras que se exhibieron en Venezuela. A esa respetable lista que prosiguió aumentando, el trabajo de Bouley se sumó y le hizo antesala al contemporaneizado Arráncame la vida. ¡El Sida está ahí, agazapado, esperando victimas, tratando de impedir que los seres humanos se amen!
Luz para la diversidad
Elio Palencia no duerme ante el éxito de la película Cheila, una casa pa’ maíta, pues es el primer guión que escribe, precisamente a partir de su pieza La quinta de Dayana, ya que su teatro aborda temas que van desde el Sida hasta la transexualidad, la homosexualidad y otros más. Defiende lo que pergeña porque la pantalla y las artes escénicas son espacios posibles para que “salga a la luz la diversidad que somos. Las minorías son parte de nuestra sociedad, la enriquecen y deben ser respetadas”. Debutó como dramaturgo durante la temporada caraqueña de 1990, cuando el Centro de Directores para el Nuevo Teatro le montó “Detrás de la avenida”. Desde entonces ha escrito y/o presentado: Habitación independiente para hombre solo, Penitentes, Arráncame la vida, Un patio, dos islas, De bodas, Carmiña, una yegua de otra tierra, Pasajeros, Doña Bárbara, la perfecta ama de casa, ¿Niña o hembra?, Anorexia, rapsodia náutica, Del alma querida, Mi hermano José Rosario, La reina del soufflé, Fronteras, Campeones, Escindida, Sintonía o... ¿hay un extraño en casa?, Secuestro rosa, Camino a Kabaskén y Oasis Pub. Además de Promoción honor a mis padres, que será estrenado por el grupo Rajatabla.


Sexo y violencia en Caracas

Vladimir Vera (1978) quiere recuperar el tiempo no vivido en su Caracas y para eso trajo entre sus maletas y sus neuronas todo un lustro de experiencias y trabajos aprehendidos en España. Ahora en la sala Cabrujas exhibe con éxito de público y hasta de crítica, su impactante espectáculo Crónicas Palahniuk: cinco monólogos bien actuados por Jesús Sosa, Nadeschda Makagonow, Fedora Freites y Elvis Chaveinte y María Fernanda Parra.
Vera afirma que el teatro que se muestra actualmente en Caracas “es polvoriento y vestido como una virgen encorsetada, aunque hay intentos interesantes, sobretodo en creadores jóvenes, para romper los discursos impuestos por las vacas sagradas”.Cree que poco a poco se gesta “un grupo que quiere arriesgarse, a no irse por lo seguro y ensuciarse. La búsqueda, la experimentación, el vértigo es la respuesta a esta crisis creativa”, puntualiza.
Y él, con su grupo Forte y la puntual ayuda del TET, puso en escena su aporte para ese teatro que los caraqueños deben engullir, digerir y hasta aplaudir, según su estética. Son cinco textos que él pergeñó a partir de la novela Fantasmas del escritor Chuck Palahniuk (Pasco, Washington, Estados Unidos, 1962). Ahí, sus intérpretes son una sorprende muestra como el relevo teatral sí cuenta con talentos actorales, como lo revelan: ese alucinante Jesús en su exaltación a la masturbación; la desenfada Nadeschda con su cuento erótico de cómo abusó sexualmente de un niño anciano enfermo de progeria; es toda una revelación actoral la que plasma Fedora en la saga de su modernizada hetaira y aquel derroche histriónico cierra con la sorprendente performance de Elvis y su maniatico de los cuchillos. Hay un quinto personaje: María Fernanda Parra que hilvana las historias de los otros comediantes; ella tiene cierto encanto para crear expectativas ante lo que llega. En síntesis: ellos justifican los 70 minutos, más o menos, que dura el espectáculo, el cual permite aplaudir las valiosas condiciones de Vera como puestista y director de actores.
Crónicas Palahniuk es un deleite escénico, aunque no se compartan ni aplaudan “la crudeza” de los contenidos de esos monólogos, que nos hicieron evocar aquel “pánico” de las años 60 y 70, el cual asustó a nuestras madres, las abuelas de este crispado siglo XXI, pero que ahora no conmueve ni a los adolescentes porque la televisión por cable y el Internet superaron todo aquello y birlaron las sorpresas que tenían el sexo y la violencia en general.
Vera defiende su discurso estético que implica la sexualidad explicita y una violencia latente. Reitera que la violencia tiene mucho de sexual, porque “somos amantes de esas dos pulsiones”. Afirma que en Caracas se respira una fuerte inseguridad y un clima de violencia constante. “Y al ser hijo de la generación X, crecí mirando en la televisión escándalos sexuales, la caída de las Torres Gemelas, varios golpes de Estado y el bombardeo a Irak. Soy constante con mi tiempo histórico, la violencia es algo a lo cual no puedo escapar”. ! Larga vida a los nuevos cómicos!