sábado, enero 29, 2011

Agridulce acto cultural

No hay vademécum para descifrar el teatro de José Ignacio Cabrujas Lofiego. Algunos críticos se devanaron los sesos para explicar tal frase o una situación escénica en sus piezas. Y el más sorprendido por tanta sapiencia ajena era él, quien elaboró una serie de sagas con énfasis en la humanidad de sus personajes y en el contexto donde estos vivían, como recomienda Peter Brook. Las pergeñó con estructuras cómodas -grotesco criollo argentino es lo que más utiliza, con toques venezolanos- para que fuesen degustadas por el público basto o el intelectual.
Su teatro esta preñado de metáforas sociológicas y hasta filosóficas, porque primero fue un pensador comprometido, formado con un tanto de marxismo y otro poco de existencialismo, y después devino en dramaturgo. Pero la característica más importante es que exuda venezolanidad por todos sus lados, condición que lo hace comprensible para los auditorios del mundo, como lo pedía Antón Chejov. Él dirigió casi todas sus piezas y las glosó en complicidad con sus actores, porque escribía para sus talentos, lo cual hizo que sus montajes fuesen antológicos, pero eso no es obstáculo para ulteriores representaciones con otros intérpretes.
Cabrujas (Caracas, 1937 /Porlamar, 1995) respetó al público y por eso la sencillez y el sano humor que demuestra en Acto Cultural, la cual, después de 35 años, volvió a escena, en el Teatro Trasnocho, dirigida magistralmente por Héctor Manrique y con la enternecedora entrega de otra valiosa generación actoral, como son: Samantha Castillo, Melissa Wolf, Angélica Arteaga, Juvel Vielma, Daniel Rodríguez y Juan Vicente Pérez. Con producción, música, utilería, iluminación, vestuario y asesoría artística de Carolina Rincón, Aquiles Báez, Oscar Salomón, José Jiménez y Eva Ivanyi, respectivamente.
Acto cultural es un agridulce acto cultural que montan tres hombres y tres mujeres de diversas edades, quienes viven en el pueblo de San Rafael de Ejido, para festejar los 50 años de su sociedad que se dedica a fomentar las artes, las ciencias y las industrias. Han ensayado y exhiben el drama histórico Colón Cristóbal, el genovés alucinado, pero durante la representación se desdoblan y afloran todas sus contradicciones, frustraciones y las perennes derrotas en que han vivido. El cuento histórico sobre el descubridor de un mundo no es más que un pretexto para intentar trascender como artistas antes esa comunidad que los contempla, pero la realidad es que están solos, que siempre estuvieron íngrimos en sus luchas.
¿Cabrujas alude a la soledad del artista en medio de una sociedad que lo ignora? ¿Cabrujas cuestiona al país que vive únicamente para efemérides y no afronta los problemas que lastran su desarrollo?
“El buen teatro se explica solo y desde la escena” o “Nadie debe temer a lo obvio o lo simple”, podrían haber sido algunos de sus lemas, pero Cabrujas escribió teatro como quiso y ahora espera a la audiencia de esta centuria para que disfrute y saque sus propias conclusiones. Estamos seguros que Venezuela rescatara en esta segunda década de la centuria XXI al dramaturgo que comprendió y amo a su país de tal manera que lo poetizo como nunca antes nadie lo había logrado. Su teatro merece ser ahora el pan de cada día, un sueño que no es irrealizable.
Sapiencia ajena
La Universidad Simón Bolívar, por intermedio de la editorial Equinoccio y con el respaldo intelectual del critico Leonardo Azpárren Jiménez, ha compilado, en cuatro tomos, la obras completas de Cabrujas, de los cuales ya se imprimieron los dos primeros.
En el prólogo del tomo I, afirma Azpárren Jiménez que Acto cultural es la mejor metáfora de la Gran Venezuela que el país creyó ser a partir de 1974 por la bonaza del petrolero. ”Lo habitantes de San Rafael de Ejido tienen o quieren tener una visión grandiosa de si, haciendo caso omiso de lo que son en realidad… Queda claro el plan de José Ignacio Cabrujas: revisar y desmitificar la historia oficial de un héroe, ser fiel con los fracasados que tanto le interesan, hablar de lo que a él la pasa y deslastrarse de mucho más”.
Recomendamos a los lectores revisar los textos de Cabrujas y la opinión del investigador sobre las obras que ahí aparecen, para que puedan degustar mucho más los espectáculos que se monten con esos textos.



Nueve años de trasnochos culturales

Acto cultural de José Ignacio Cabrujas inició la temporada 2011 del Teatro Trasnocho –columna fundamental del Trasnocho Cultural- y es Moisés Guevara, como gerente de dicho espacio artístico, el más importante de Caracas, quien responde a una serie de interrogantes sobre lo que ahí se hace, se hizo y lo que se prepara.
-El Trasnocho Cultural y el Teatro Trasnocho, gracias a la dinámica de sus directivos y a la respuesta de la comunidad, se transformaron en una institución privada a la cual denominamos como “El Ateneo del siglo XXI”. ¿Cómo explica eso o está consciente de lo que ha pasado?
-Lo primero que me gustaría aclarar es no somos una empresa de exhibición de espectáculos o películas, somos, eso sí, una fundación cultural sin fines de lucro, siempre fue y seguirá siendo ese nuestro norte. Nos asumimos como una fundación que presta un servicio de carácter cultural. Efectivamente, hemos crecido más de lo planificado; originalmente era una sala de teatro y dos salas de cine, pero hoy en día hay dos salas de teatro, cuatro salas de cine y una galería de arte, a lo cual se le suman todos nuestros aliados estratégicos. No nos gusta llamarnos Centro Cultural pero nuestro positivo crecimiento nos acerca a ello. Consciencia de lo que pasó no puedo negar tenerla, como bien dices llevo nueve años en las entrañas, ya casi diez, sin contar los dos años que trabajé como asesor del proyecto. Tengo que hacer inmediata referencia a los puntos que resaltan nuestros clientes: es un espacio seguro y confortable, con buena ubicación, buena atención y trato.
-¿Cómo se resume ese periplo de la institución en cifras?
-Hasta el cierre de la temporada 2010 habíamos realizado unas 3.888 funciones y contabilizado una asistencia de 476.575 personas.
-¿Cuál es la clave de la exitosa sobrevivencia de la institución?
-Tengo que responder como los fabricantes del famoso jamón endiablado: Trabajamos con la mejor materia prima y nuestro personal es de la más alta calidad profesional. La receta es secreta. No se cuenta, se vende.
-¿Como serán las relaciones con los artistas y la comunidad en la segunda década de este siglo XXI?
-Siempre cordiales. Somos prestadores de un servicio cultural y de necesario consumo social. Tenemos que ajustarnos a las nuevas normativas administrativas e impositivas y eso plantea algunos ajustes en el marco de la relación de sociedad que mantenemos con los grupos de teatro. En lo personal, respeto los acuerdos de palabra y no los traiciono; no necesito firmar papeles para cumplir con mi palabra, pero los momentos y las experiencias así lo indican.
-Nueve años a bordo del Trasnocho Cultural y nueve años en las entrañas del Teatro Trasnocho. ¿Cuáles son sus balances en lo profesional y en lo artístico y en lo social o comunitario?
-La balanza siempre va a lo positivo. Es obvio que no es fácil llevar las riendas de dos salas de teatro como el Teatro Trasnocho y el Espacio Plural, las cuales son las que artísticamente dirijo, y mucho menos fáciles las relaciones interpersonales, pero, como el teatro lo hacemos seres humanos en vivo y en directo, no hay mentira que se pueda ocultar. No me gusta ser mezquino, considero que Trasnocho es un espacio plural, que efectivamente impone una normativa como en cualquier sociedad grande o pequeña. Se presenta un proyecto con antelación y si se ajusta al perfil programático de las salas en ese periodo cualquier grupo puede obtener un espacio. El tema siempre es el mismo, vivimos en una sociedad “de ya para ya” y si no lo consigues afirmas que el problema es contigo y no tuyo.
-¿Satisfecho por esos nueve años transcurridos?
-Más que con cualquier otro proyecto que hubiese gerenciado o dirigido, lo que podría superponerse es el placer de dirigir, de estructurar como contar una historia, de traducirla escénicamente. No me agrada hacer comparaciones, mi transcurso por el teatro es pleno, desde el teatro estudiantil, la actuación, la promoción cultural, la gerencia, la docencia, la dirección y ahora de estudiante nuevamente. Lo que sucede con Trasnocho es que me encuentra en madurez personal y profesional. Envejecemos y cada vez queremos menos y al mismo tiempo queremos más, la diferencia es que es sin angustias, no hay nada que demostrar, somos lo que somos.
-La institución creció ¿Y qué pasó con el gerente y el ser humano?
-No solamente he crecido al igual que Trasnocho Cultural. También he envejecido, por lo cual soy más tolerante con algunos temas y con otros definitivamente menos tolerante. El gerente ya no existe, mi trabajo lo realizo más como director de teatro; e incluso utilizo mis vagos recuerdos como actor para distinguir en un texto teatral cual es el color del semáforo interno que logro ver. Yo entrego a las gerencias del Teatro y del Espacio Plural un esquema de las obras que selecciono para programar y coordinamos fechas y temporadas. Yo leo proyectos y obras de teatro, las gerencias hacen todo el resto. Ellas, porque son mujeres las dos gerentes, son las que mandan, dueñas de casa como debe ser, yo invento. Ellas confían en mi intuición y yo confío en su eficiencia y calidad gerencial. El ser humano, que soy yo, ya casi en la mitad de mi vida, todavía no se marcha al Canadá, como bien dice un personaje cabrujiano. Como director tengo muchos proyectos en las manos, estoy dirigiendo La muerte y la doncella para estrenar en febrero, inmediatamente después inicio ensayos de la más reciente obra de Javier Vidal, Diógenes y las camisas voladoras, y tengo que buscar espacio para montar El día que ganó Susana Duijm de Johnny Gavlosky. Además voy a la UCV, tres mañanas a la semana, para concluir un proyecto que abandoné hace 24 años. Es posible que vuelva a actuar… así me lo pide Aminta de Lara y no sé cómo decir que no a una mujer inteligente y bella, por demás. El ser humano vive para el teatro, para su casa, para sus matas, para sus libros y para estar tranquilo.
-Alguien nos enseñó que nunca debíamos poner a prueba ni al amor ni a los amigos porque podríamos quedarnos solos y amargados. ¿Usted pudo hacerlo en este último año y cuáles son sus conclusiones?
-Oscar Wilde decía: “No des explicaciones, tus amigos no las necesitan y tus enemigos nos las escucharán”. La mesa de mi casa tiene ocho puestos y todos los domingos cuando sirvo el almuerzo la mesa está llena, siempre hay quien no vuelve, pero siempre hay quien se incorpora, es ley de vida. Lo he probado todo y lo que me falta lo voy a probar, no me cabe duda alguna. Me pongo a prueba cada vez que me levanto, no lo puedo evitar. Como director me pongo a prueba a diario y lo mismo a mis actores. ¿Si no me arriesgo cómo traduzco el país en el que vivo? El día que esté amargado no despertaré pues no podré crear nada y el día que esté solo viviré la copia fiel de la película Simplicio, caminaré viejo por una playa y algún niño vendrá a escuchar mis historias, eso sí, no dejare de sonreír nunca.
-¿Con qué viene el Teatro Trasnocho durante este 2011, cuando cumplen diez años, que es poca cosa en una vida humana, pero sí una proeza para una empresa cultural privada en Venezuela?
-Continuaron en enero los éxitos de final de temporada 2010, porque la política programática del Teatro Trasnocho es no bajar montajes mientras tengan público. El gran éxito de nuestra cartelera teatral 2010, La Ola, continuará en funciones en el Teatro Trasnocho. Igual el montaje de Esperando al Italiano. En febrero estrenará el Grupo Actoral 80 el montaje de Baraka dirigida por Héctor Manrique. En el espacio Plural estrenamos un montaje de Acto Cultural y otro de La muerte y la doncella. Tengo programado un mini festival Tennesee Williams que produce Diana Volpe, el estreno de Cancún de Jodi Galcerán, bajo la dirección de Daniel Uribe, y la vuelta a casa de Karin Valecillos, después de su éxito como escritora en Buenos Aires, con un proyecto que no puedo mencionar. La temporada infantil se inicia con Los cuentos mágicos del zapatero, mientras Skena ajusta su nuevo montaje infantil. No hay fechas hasta el 2012 y ya estoy recibiendo propuestas. Hay posibilidad de programación los sábados y domingos a las 4 de la tarde en el Espacio Plural ¿Requerimos de salas y horarios? el tema es trabajarlas.

sábado, enero 22, 2011

Acto cultural y Baraka en Caracas

Tiene una envidiable capacidad de trabajo, aunada a sus condiciones de líder y su inteligencia pragmática. Por eso lo llaman “el zar del teatro venezolano”, ya que fija los derroteros de los escenarios que ocupa y además guía a quienes pretenden hacer una carrera artística y profesional. Es una versión de lo que era el zar Nicolás Curiel, durante los 50 y 60 del siglo XX del Teatro Universitario de la UCV.
Nosotros no rotulamos a Héctor Manrique (Madrid, 14 de enero de 1963) como “el zar del teatro venezolano”. Así, socarronamente, lo etiquetaron quienes saben que su papá es un comunista de los de antes, de esos que pagaron con cárcel, sangre y lágrimas sus radicales y comprometidas acciones revolucionarias contra los regímenes de Pérez Jiménez, Betancourt y Leoni. Es un artista honesto que pretende llevar el teatro a la comunidad para que este en algún momento de sus vidas se convierta en necesario. “Soy de los que considera que en el teatro se tiene la posibilidad de encontrarse con uno mismo. No obligo a nadie a ir. Por eso no creo que deba ir, sino que ojala quisiera ir. Hay una cantidad de venezolanos que no puede acudir al teatro y no por razones económicas, sino porque el teatro llega a pocas partes, dado que es una actividad fundamentalmente de Caracas y para una zona de Caracas”.
En síntesis, a este peculiar “zar del teatro venezolano” su poder le emana de su apasionado trabajo para que sus compatriotas vean en escena la revelación de sus cuitas en la dimensión exacta de los personajes creados por los dramaturgos. Y como prueba reciente de su acción basta recordar que durante el 2010 presentó montajes como Un dios salvaje y Art de Yasmina Reza, Brujas de Santiago Moncada, Confesiones de mujeres de 30 de Domingos de Oliveira, Monólogos de la vagina de Eve Ensler y Final de partida de Samuel Beckett.
Es por eso que le preguntamos:
- ¿Cuál es su balance del 2010?
- Para los que damos vida al Grupo Actoral 80, con el cual hemos motorizado esa temporada y todas las anteriores, es un balance muy alentador y eso nos deja satisfechos. Producimos y dirigimos seis espectáculos para los caraqueños y además exhibimos en Chile y Brasil la pieza de Beckett. En total hicimos unas 200 representaciones de esas piezas y varias de ellas también las llevamos al interior del país. Fue un año muy activo y de mucho trabajo para nuestro equipo. Y desde agosto del 2010 hemos estado trabajando con Acto cultural y en noviembre comenzamos a ensayar Baraka. Sus estrenos están pautados para el 22 de enero en el Espacio Plural del Teatro Trasnocho y en el Teatro Trasnocho desde el 4 de febrero, respectivamente. Además doy un taller anual de actuación, con dos clases por semana, y desde el pasado julio se hace un taller sabatino con Daniel Rodríguez y Melissa Wolf.
-¿Cuántos espectáculos para el primer semestre de 2011?
-Vamos con Acto cultural y Baraka y con las reposiciones de Brujas y Confesiones con mujeres de 30, programadas en el Teatro Premium, donde nos ha ido muy bien. El arranque del 2011 luce interesante, porque incluso en julio estaremos estrenando, en Corpbanca, Los petroleros suicidas de Ibsen Martínez.
-¿Cómo financian las producciones?
- Yo no soy de los que ven una pared y se lanzan contra ella... por lo menos busco una escalera para superarla. No tengo, pues, vocación de carrito chocón. Tenemos dos años sin recibir subsidio del Estado y eso nos ha obligado a crear y producir nuestros espectáculos con sencillez. Desde el mismo momento en que pienso en un montaje, no solo atiendo la parte estética y sus contenidos, sino también en cómo lo puedo hacer. Tenemos la fortuna de contar con un equipo de producción, encabezado por Carolina Rincón, mi esposa, lo cual es muy importante porque así conseguimos empresas o instituciones que nos facilitan mobiliario o vestuario. O para decirlo de otra manera: con el apoyo de nuestros amigos hemos superado obstáculos. Y aquí debo reconocer la invalorable ayuda de los medios de comunicación que difunden todo lo que hacemos. Es decir, hemos encontrado formulas que nos han permitido seguir trabajando para ofrecerle calidad al público, al cual hemos estructurado desde hace 28 años.
-¿Los recaudos por taquilla ayudan?
-Sí, claro que si, la presencia del espectador ayuda a financiar en parte los montajes, a cubrir deudas y el respectivo pago a los actores. La taquilla es básica. Y la respuesta del público ha sido buena.
-¿Qué pasa con la comedia Baraka?
-No creo que sea tan comedia. Es una pieza que nos muestra el lado agrio de la vida y creo más bien que es una obra sobre cuatro amigos que no se vigilaron y que cuando se reencuentran cada uno tiene un rumbo distinto, y al final, más que amigos, terminan siendo enemigos por la prepotencia de sus egos. Para mi es una metáfora sobre nuestro país, porque nosotros no nos oímos.
-¿Qué ocurre con Acto Cultural?
-Ha sido un noviazgo larguísimo y terminé casado con ella. Es una obra difícil, compleja, fascinante, que retrata, con enorme lucidez, lo que somos como pretensión de país, cuyos personajes son mediocres y pueblerinos, quienes además pretenden ser otros que no son ellos. Es una pieza necesaria y oportuna para verla ahora.
-El Grupo Actoral 80 lleva 28 años en la faena del teatro. ¿Cómo lo festejarán?
-Para mi, las efemérides de los grupos no es asunto de mucha relevancia, lo que importa es el trabajo concreto, el día a día, porque creo que eso es lo que da sentido al grupo. Un grupo no puede refugiarse en los años que tiene trabajando, porque el valor o la importancia de una institución no son exclusivamente por los años que tiene. Es lo mismo que pretender ser mejor por el hecho de que seas viejo. Uno es mejor porque haces cosas buenas. No por ser viejo eres mejor que los demás. Hay mucha gente joven que esta comenzando y tiene un valor extraordinario. El arte teatral sucede frente a los ojos y los oídos del público para el cual se ha creado.
Fichas técnicas
El Grupo Actoral 80, bajo la égida de Héctor Manrique, teatraliza Acto Cultural de José Ignacio Cabrujas, con las actuaciones de Samantha Castillo, Melissa Wolf, Angélica Arteaga, Juvel Vielma, Daniel Rodríguez y Juan Vicente Pérez. Utilería de Oscar Salomón. Iluminación de José Jiménez. Vestuario de Eva Ivanyi y Música Original de Aquiles Báez. Funciones desde el 22 de enero en la Sala Alterna: sábados y domingos a las 4 p.m. Héctor Manrique asume la dirección general de Baraka de la holandesa María Goos. Ahí actúan: Javier Vidal, Iván Tamayo, Carlos Cruz y Héctor Manrique. Producción general de Carolina Rincón para el Grupo Actoral 80.Vestuario de Eva Ivanyi. Iluminación de José Jiménez. El Trasnocho Cultural presenta esta obra, desde el 4 de febrero: viernes y sábados a las 10 p.m. y domingos a las 8 p.m.



Mariaca Semprún

Mariaca Semprún aprendió el abecé de la actuación en la Compañía Lily Álvarez Sierra. Ha logrado desarrollar una precisa capacidad interpretativa, gracias a su trabajo en diversos montajes y unas cuantas producciones televisivas, al tiempo que aprendió a “envejecer” o “componer” sus personajes, ya que en las artes escénicas (teatro, cine y televisión) no todo es producto de la belleza y la juventud, sino saber elaborar y consumir ese mágico brebaje que amalgama talento con estudio.
Eso lo pudimos ponderar y degustar hasta la saciedad durante un ensayo semigeneral –duró 90 minutos corridos- del espectáculo Un informe sobre la banalidad del amor, que dirige Luigi Sciamanna y donde María Carolina (su nombre de pila) encarna al personaje coprotagónico, con el cual hará temporada, desde el viernes 28 de enero, en la sala Humboldt, en San Bernardino. No podemos predecir si será un éxito de taquilla, pero sí lo recomendamos por las impactantes performances y la sabiduría amorosa que transmiten sus desesperados personajes que saborearon la felicidad antes que las vicisitudes de la Segunda Guerra Mundial y el pasmoso Holocausto los separara para siempre. Él pagó cara su filiación hitleriana y ella sobrevivió a un campo de concentración.
Un informe sobre la banalidad del amor, de Mario Diament (Buenos Aires, 1942), esta inspirada en la histórica relación amorosa entre Martín Heidegger (Alemania, 1889/1976) y Hannah Arendt (Alemania, 1906/Estados Unidos, 1975). Él, uno de los grandes filósofos del siglo XX, fue profesor de esa inteligente judía quien habría de convertirse en una de las teóricas políticas más notables del siglo XX. La pieza, de estructura tan clásica que hasta coro tiene, se presenta en cinco escenas que corresponden a cinco encuentros entre los enamorados; cuatro son antes de la hecatombe del nazismo, y la última cuando Alemania, escindida en dos, avanza en su reconstrucción moral y económica. El autor propone además un coro de dos hombres y una mujer, rotulados "los académicos", personajes, que se mueven entre escena y escena. En el montaje caraqueño se les ha sustituido por voces en off.
Mariaca (caraqueña de 31 años) se metió de tal manera en su Hannah Arendt, a sabiendas que no era una biografía sino una ficción, bien fundamentada, sobre las peripecias amatorias de una joven con 17 años menos que su profesor, casado y padre de dos hijos. Lo logrado, como lo vimos nosotros, es más que convincente y termina por convertir a la dama en una heroína que disfruta sus conscientes aventuras con el adultero filósofo, quien además juró fidelidad al líder nazi, al asumir la rectoría de la Universidad de Friburgo, en 1933, aunque renunció al año siguiente.
Diament, que además es periodista, ha subrayado, para que evitar malentendidos que su obra Un informe sobre la banalidad del amor se centra en la relación entre el filósofo y su alumna, quien habría de convertirse en una de las teóricas políticas más notables del siglo XX por su monumental estudio sobre el totalitarismo y su crónica del juicio a Adolf Eichmann en Jerusalén, que tituló Eichmann en Jerusalén – Un informe sobre la banalidad del mal. “Además de Heidegger y Arendt, hay una coro de tres personajes que se mueven entre escena y escena coreográficamente, formulan pensamientos, relatos y opiniones acerca de la relación de los protagonistas que sirven como contraste y trasfondo de la relación. Todos esos textos han sido extraídos de comentarios reales acerca de la obra y la biografía de Heidegger y Arendt. Cuatro de los encuentros se producen antes de la guerra y el último después, cuando los amantes se despiden Cuando Martín se marcha, Hannah le escribe una carta donde reconoce que su amor por él ha sido la única razón de su existencia y confesándose incapaz de juzgarlo, reconoce que “el amor es siempre amoral”.
Ahora toca esperar el estreno, que además tendrá a Mario Diament como invitado especial.


sábado, enero 15, 2011

Rajatabla no se raja

El actor Francisco “Paco” Alfaro lleva cuatro décadas a bordo de Rajatabla. Hace 18 años asumió la dirección general de la agrupación y no ha cerrado la institución a pesar que su fundador Carlos Giménez nunca fue sustituido. La mágica presencia del huracanado creador, quien vino de Argentina para escindir la historia del teatro venezolano, ha estimulado a los seguidores y las nuevas generaciones de teatreros para que no deserten ni se rajen… hasta ahora.
Es por todo eso que “Paco” (Madrid, 17 de octubre de 1950) revela la situación artística y humana que transcurre en la sede Rajatabla, un pequeño edificio de ladrillos rojos, ubicado en el patio trasero de Unearte y al lado del Teatro Teresa Carreño.
-¿Cuántos espectáculos presentados desde el 28 de febrero de 1971, cuando arrancaron con “Tu país está feliz”, poemario de Antonio Miranda teatralizado por Carlos Giménez y para el cual se usó música especial de Xulio Formoso?
-Llevamos 117 espectáculos y por lo menos la mitad han sido con textos de autores venezolanos.
-¿Cuando ahora proliferan compañías o empresas dedicadas a la producción de espectáculos, un grupo teatral tiene vigencia como organización o estructura?
-El concepto y las prácticas grupales son vigentes. Rajatabla no es único en Venezuela como tal. Hay muchas organizaciones que se llaman “grupos”, pero en la práctica son otra cosa. En España hay muchos grupos, así como también en otras naciones europeas, sin contar lo que pasa en América. Tenemos en nómina a 15 personas que cobran los 15 y los 30, a veces hay quincenas menguadas, pero otras llegan completas, y además hay prestaciones y aguinaldos.
-¿Cómo producen la nómina de Rajatabla?
-Rajatabla desde 1976, durante el primer gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez, ha contado con el aporte financiero del Estado y lo hemos recibido de todos los respectivos gobiernos democráticos que se han sucedido en la república. Ese aporte nunca lo hemos dejado de recibir y hasta el año pasado hemos contado con el. Esos aportes han ido disminuyendo en la cantidad y en el poder adquisitivo de los mismos. Hasta ahora son 140 mil bolívares anuales. Y nosotros rendimos cuenta, de lo que hacemos con ese aporte, al Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
-¿Cómo 140 mil bolívares anuales sirven para mantener a una agrupación de 15 personas?
-Esos 140 mil es un ingreso fijo, aunque en ocasiones llega tarde, pero siempre se cuenta con el. Ese dinero lo ampliamos con los pagos de las funciones que hacemos para instituciones públicas o privadas, además de temporadas en la sala y la respectiva recaudación de las taquillas; también tenemos ingresos por giras internacionales y unas cuantas funciones en el interior del país. Trabajamos en actividades teatrales para mantener viva a la institución, pero también tenemos gastos.
-¿Qué pasa con el ingreso que perciben del proyecto educativo o del Taller Nacional de Teatro?
-Eso lo hacemos porque debemos realizar una actividad pedagógica, ya que todo no puede ser lúdico. El TNT, como se le conoce, ha entregado 20 promociones y ahora en enero graduamos la vigésima primera. Lo que recaudamos por ese trabajo es exiguo y todo se va en gastos para el mismo Taller. No tenemos al TNT como un negocio. Carlos Giménez lo inventó para formar al relevo y desde Rajatabla estamos construyendo o nutriendo las nuevas generaciones actorales. Por el TNT han pasado más de mil muchachos y muchachas y se han graduado unos 500. Nosotros mantenemos una relación constante con los egresados y por eso sabemos donde andan o que están haciendo en Venezuela o en el exterior, y todo eso nos enorgullece.
-¿Han servido las taquillas?
-Si, pero esos recaudos han bajado, pero inventamos formulas para atraer público. No nos quedamos dormidos ni llorando porque desciende la audiencia, trabajamos para superar ese fenómeno. La taquilla ahora es pequeña o más que taquilla es una colaboración que dan los espectadores. Tenemos una experiencia adquirida en 40 años de labores artísticas.
-¿Cómo preparan el relevo en los mandos de la institución o cómo se alistan para el mañana, después de 40 años de vida profesional?
-Yo soy el único miembro que queda del grupo que arrancó hace 40 años, pero hay otras personas, como William López y Pedro Pineda, que llegaron después; también está Eduardo Bolívar y Daniel López. Si hay un relevo para gerenciar la institución y entre ellos podemos nombrar a Rufino Dorta y otras personas. El grupo existe y yo soy su líder hasta ahora. Cuando murió Carlos Giménez se creyó que Rajatabla desaparecería de la escena, pero no ha sido así, y de eso hace 18 años. La muerte de nuestro fundador dejó un gran vacío en la institución y en el resto del teatro venezolano y latinoamericano, y nadie ha podido sustituirlo, pero el teatro no ha bajado el telón ni tampoco Rajatabla se ha rajado a pesar del golpe que recibimos. Aquí vamos. Seguimos formando espectadores y actores, y, por si fuera poco, nos hemos dedicado a promover la dramaturgia nacional con sendos concursos de obras, algunas de las cuales hemos escenificado, en los últimos tres años.
-¿Cómo son las relaciones de Rajatabla con Unearte, institución que desde 2009 ocupa y controla las instalaciones que tenía el Ateneo?
- Son buenas y cordiales. Debemos agradecer los buenos oficios de la rectora Emma Elinor Cesín. Compartimos los espacios del pequeño edificio sede para la diaria programación docente de Unearte y por la noche hacemos talleres y ensayos, además programamos la sala Rajatabla. Nosotros, como sede, ocupamos las tres plantas de una pequeña edificación que construyó el Ministerio de Obras Públicas para el Ateneo de Caracas, en la década de los 70, mientras le erigían otra funcional y moderna construcción en los espacios de la Quinta Ramia. Cuando la institución ateneísta, que lideró María Teresa Castillo de Otero Silva, se instaló ahí, en 1983, nos quedamos aquí, hasta ahora, en no más de 840 metros cuadrados.
Programación aniversaria
Rajatabla inicia los festejos de sus cuatro décadas con una temporada de su comedia Trastos viejos de Javier Vidal, la cual presentará desde el 20 de enero en la Sala Escena 8, actuada por Germán Mendieta, Francisco Alfaro y Ernesto Campos, dirigida por José Domínguez, de jueves a sábado a las 8:00 PM y los domingos a las 6:00 PM. En febrero continúan II Muestra de Dramaturgia Nacional con el estreno, en la Sala Rajatabla, de la pieza Mi vida por un sueño… una cuerda tensa a punto de romperse de José Antonio Barrios, dirigida por Costa Palamides. Ahí se plasma vida y obra del cumanés José Antonio Ramos Sucre, creador de una poesía visionaria, adelantada a su tiempo. El lunes 28 de febrero volverá a escena, 40 años después, Tu país está feliz, que se presentará de lunes a miércoles, a las 8:00 PM.

Tres implicados

Una agencia venezolana de publicidad se mudó a Bogotá, para atender nuevos y mejores clientes, y dejó funcionando en Caracas una sucursal con cuatro empleados. Todo marchaba más o menos bien hasta que Fernando, jefe de la subsede, apareció muerto en la oficina y se desencadenó un enredo, preñado de intrigas y situaciones jocosas, las cuales alteraron las rutinas de los otros trabajadores: Maruja, Ana y Daniel.
Esa es la premisa dramática que desarrolló el caraqueño Marcos Enrique Prieto (5 de junio de 1970) hasta estrenar su “ópera prima” teatral, Implicados, la cual bajo la égida de José Tomás Angola y con las actuaciones de Aura Rivas (Premio Nacional de Teatro 2010), Nattalie Cortéz y Carlos Arráiz, se exhibirá, producida por Miguel Bandres, desde el 21 de enero en el teatro Escena 8.
Marcos Enrique se vinculó a las artes escénicas al culminar su bachillerato por lo que a los 19 años trabajaba como figurante en la ópera Cosi fan tutte de Mozart, dirigida por Antonio Constante y con el vestuario creado por Adán Martínez, para la temporada del Teatro Teresa Carreño de 1989. ”Quedé fascinado por la creatividad del maestro Martínez, él me adoptó como su asistente y le debo todo lo aprendido y además su rigurosa disciplina de trabajo, pues con el paso de los años me convertí en diseñador de vestuario para teatro lírico, y ballet, que es mi profesión actual. Así comenzó todo”, revela ahora el novel escritor.
Comentó que hizo una intensa pasantía de ocho años en Alemania, donde trabajó y estudió, además de vivir. Regresó a Caracas a principios del siglo XX para establecer su taller de diseño y realización teatral. Actualmente prepara la producción del ballet Fuga con pajarillo, que será dirigido por el maestro Gustavo Dudamel. “Y es ahora que me toca crear trajes y vestidos para mis tres actores, algo que nunca antes se me había ocurrido, porque no había culminado la que viene a ser mi pieza inicial, Implicados. Pero esto no termina aquí, porque tengo otros proyectos en marcha, porque se me despertó la vena literaria y no pienso detenerme”.
Aclara que siempre ha escrito y lo hace inicialmente a mano para después verter sus textos a la computadora. Fue durante una de esas “complejas tareas” que se le borró su pieza, precisamente, cuando la estaba culminando. “Eso me obligó a reescribirla de memoria y al final salió el texto que entregué al director Angola y al productor Bandres. Debo también agradecer la ayuda prestada por otros amigos como Miguel Pérez y Daniel Luque para adiestrarme con la disciplina que exige la escritura de una obra teatral. Implicados es una idea que yo tenía desde hace años, pero son ellos quienes me ayudaron para que estructura el guión con el cual enamoré a Nattalie Cortez y así armamos el equipo con Aura y Carlitos que ahora hacen el montaje. He sido ayudado por mis amigos y amigas y desde aquí se los agradezco”.
El dramaturgo subraya que los personajes de su comedia odiaban al jefe y es por eso que, sumado a su incapacidad para resolver problemas, toman decisiones que los implican en esa misteriosa muerte,”pero no debo revelar el final, que será sorpresivo, creo yo”.

jueves, enero 13, 2011

María Elena Walsh

Aquí en Venezuela se escenificaron algunas de sus piezas para el público infantil. Y el teatrero argentino-venezolano Aníbal Grunn tiene dos espectáculos construidos a partir de sus poemas y canciones. Ella era y será siempre María Elena Walsh aunque se haya marchado. El 1 de febrero habría cumplido 81 años. Dejó amplio y valioso legado para la cultura argentina y latinoamericana como poetisa, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora. Pero además vivió como quiso y como se lo dictó su corazón. Nunca ocultó amores y para que nadie dudara quien era su amada, lo dejó escrito en una de sus novelas.
Gracias a los reporteros y columnistas de los diarios Clarín y Página 12 hemos elaborado esta crónica que rescata un poco de su historia como aguerrida intelectual y también su valentía para asumir ante la sociedad su conducta íntima y quitarle así peso o verdad difamante al maldito chisme o al que dirán.
Se ha dicho que la galería de personajes creados por Walsh acompañó a varias generaciones de argentinos desde hace más de 60 años. Publicó su primer libro cuando apenas tenía 17 años y le faltaba poco para terminar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Ese Otoño imperdonable fue el primero de muchos hitos. En los 50 lanzó Baladas con Ángel y se autoexilió en París. Por esa época comenzó a escribir versos para niños.
Ella se autodefinía como cupletista, en referencia a "las mujeres con hermosos vestidos fruncidos y con volados que cantaban canciones populares y también picarescas". Podía pasar sin problemas del folclore al jazz o el tango. Y le aportó lo suyo a la canción de protesta: desde su gran clásico "La Cigarra", convertido en un himno de resistencia contra la dictadura hasta 1983, hasta una mirada hacia la inmigración como "Zamba de Pepe".
En el catálogo de obras imperecederas para el público infantil están Doña Disparate y Bambuco. Y los libros El reino del revés, Cuentopos de Gulubú, Hecho a mano y Juguemos en el mundo, Tutú Maramba, Zoo Loco, Dailan Kifki y Novios de Antaño.
Su obra no se limitó al universo de los niños. En la década del 60, por ejemplo, estrenó en el Teatro San Martín, nada menos, Canciones para mirar, que luego fue grabada en disco. Y en 1979, en plena dictadura militar, la edición de Desventuras en el País-Jardín de Infantes puso en palabras lo que muchos otros no se atrevían siquiera a pensar.
Entrevista final
Era mujer con sus cinco letras bien repletas de amor y carácter. Y por eso nunca dudo en asumir que había vivido con la fotógrafa Sara Facio una historia de un amor, como no hubo otro igual. Una vida compartida. Una elección que jamás ameritó que nadie explicara nada. Se mostraban juntas cuando querían, como querían. Se querían. Sesenta años de conocidas, más de 30 de convivencia.
Y fue María Elena quien, hace poco más de dos años, decidió correrle el velo a la relación, más en un gesto de compartir que de develar, casi un agradecimiento a voces por la lealtad y el cuidado de los últimos años. O simplemente por tanto amor. Y entonces escribió en su novela autobiográfica, Fantasmas en el parque -su último libro, publicado en 2008-, que la fotógrafa era “ese amor que no se desgasta, sino que se transforma en perfecta compañía”.
La confirmación, de puño y letra, provocó un movimiento en el medio cultural argentino, generado sin embargo lejos de la provocación. Y la llevó a tener que hablar sobre el tema en entrevistas previas y posteriores al lanzamiento del libro, con el peso de cuánto ella detestaba dar entrevistas. Y hacer pública su vida privada.
No solía hacerlo ni una ni la otra. Se sabía que vivían juntas en un precioso departamento de Barrio Norte, en el que oficiaban de grandes anfitrionas, rodeadas de los libros de una, de las imágenes de la otra. Y casi como una amalgama perfecta de las dos cosas, ahí estaba, está, Retrato(s) de una artista libre, el libro que editó Facio sobre su compañera, ésa a la que sólo ella sabía -o podía, en una especie de condición aceptada- retratar. Un síntoma del cuidado del otro, sin más palabras que el silencio de una foto. O lo mucho que dice una foto.
“Ella es más que una parte de mi vida. Todo en ella es poesía, hasta cuando habla es poesía, es de una ocurrencia sin parangón. Como artista creo que es un ser único”, escribió Facio el año pasado, a pedido de Clarín (publicado el 31 de enero), a cuento de los 80 años que estaba por cumplir María Elena. Y compartió, a modo de testigo de su cotidianidad, que “tiene momentos melancólicos, que son parte una personalidad sensible, pero vive leyendo y escuchando música, desde que se levanta hasta que se acuesta (...) Siempre fue muy ajena al autobombo. Es la única persona que conozco de todas las esferas del arte a la que no le gusta promocionarse. Me costó mucho trabajo convencerla para hacer su biografía fotográfica”.
Honda conocedora del juego de las palabras, María Elena se ufanaba, como en una sutil carta de presentación, de que “el secreto es un estilo”. Y se definía como “inglesa y pudorosa”, secretos y pudores que uno sólo comparte con alguien que es mucho más que un cónyuge.
El excelente periódico Pagina 12 republicó una entrevista que le habían hecho año atrás. He aquí lo que hemos editado
-¿Y por qué creés que quienes han escrito sobre tu vida han sido tan pudorosos a la hora de hablar de tus amores?
–Porque es una actitud mía que se contagia. A mí no me gusta hablar no sólo de mis amores sino de cualquier otro tema personal o íntimo. Soy una persona pudorosa, muy inglesa, y por eso hay cosas de las que no se habla.
–Pero en “Fantasmas en el parque” confesás que Sara Facio es tu gran amor y lo hacés en el marco de una conversación en la que alguien habla de ustedes como si fueran hermanas. ¿Por qué pensás que sigue siendo tan común confundir con otra cosa el amor entre mujeres?
–Porque es un gran tabú que todavía existe. El amor entre hombres está más liberado, porque ellos son piolas y liberan todo en su favor, pero a las mujeres nos cuesta más, y cuando nos sancionan nos dan con todo. Con la desaparición pública, por ejemplo. Aunque yo no veo mal mantener allí una cuota de secreto. No creo que haya que andar ventilando las cuestiones íntimas o hacer de la sexualidad una pancarta. Me gusta lo secreto, la cosa ambigua, porque también es una forma estética de mantener un estilo de vida y un estilo de escritura.
–Si pensamos en escritoras como Silvina Ocampo o Alejandra Pizarnik, cuyos diarios fueron prácticamente expurgados de todo contenido homosexual cuando salieron a la luz, está claro que ese tabú aún impera...
–Sí, por supuesto. Y más si se trata de una obra de características tan particulares como son los diarios de una escritora, que en el caso de Pizarnik cayeron en manos de un pariente que no quiso saber nada con que su sexualidad quedara expuesta. Era obvio que los iban a censurar. ¡Si hasta tienen terror de mencionar el tema! Pero una cosa es el pánico homosexual y esa forma terrible de discriminación que es la censura, y otra muy distinta el silencio y la reserva asumidos voluntariamente. En este sentido, creo que las mujeres seguimos siendo poco perdonadas. Si no decime cuántos no verían con malos ojos que una mujer se niegue a la maternidad y diga: “Me revienta ser madre y tener hijos”. La verdad, muy pocos. Y ahí es donde se nota que en nuestro país no ha habido feminismo. O que si lo ha habido, ha sido una versión tímida, blandengue, autoencerrada por miedo, por pudor, por lo que sea. En países donde existió y existe el feminismo, se habla de estos temas con mucha más franqueza. Y en la Argentina, mal que nos pese, aún estamos lejos de arriar la bandera del machismo.
Cuando en el país le llegó el turno al general Perón, María Elena ya era una poeta de renombre y sus textos aparecían en las páginas del suplemento cultural de La Nación y en la revista El Hogar. A los 17 años había ganado el Segundo Premio Municipal de Poesía (le dijeron que era demasiado joven para darle el primero), y en 1947 había publicado su primer poemario, Otoño imperdonable, autofinanciado con lo que ella extrajo de “una alcancía en forma de libro donde mis padres me habían ahorrado monedas y billetitos”. Ese primer libro fue celebrado nada menos que por Pablo Neruda y Juan Ramón Jiménez, que de paso por Buenos Aires la invitó a quedarse en su casa de Maryland, en los Estados Unidos, donde le oficiaría de maestro. De vuelta de ese viaje, en donde alcanzó a visitar a Ezra Pound en el hospicio y tuvo que padecer el mal genio de Juan Ramón, a pesar de lo que éste la ayudó a mejorar su poesía, María Elena aterrizó en plena efervescencia peronista, con las caras de Evita y Perón hasta en la sopa. Y ese clima, que ella juzgó dictatorial, poco a poco se le hizo irrespirable.
Como una paloma blanca que traía en su pico una ramita de olivo, en 1951 una carta de otra poeta, Leda Valladares, por entonces desterrada en Costa Rica, le cayó con una invitación a seguirla en su aventura. Y M. E. W., cansada de lidiar con los celos de sus pares y de no hallar su lugar en el mundo, decidió volver a partir desoyendo los rezongos de su madre. Leda y María Elena se encontraron en Panamá y desde allí se embarcaron rumbo a Europa en el Reina del Pacífico, barco cuyos días y noches fueron testigos de los primeros pasos de M. E. W. como cantante. A bordo, ella probó su voz en zambas de Yupanqui y los Hermanos Abalos, en chacareras, bagualas y vidalitas anónimas, al son de los instrumentos que Leda llevaba consigo a todas partes. (...)
“París era no sólo la universidad de los jóvenes, sino la ruta a la libertad individual, a los amores extraídos del almario (digo bien, almario, con palabra de Lope)”, leemos en Fantasmas en el parque. “París era la libertad; la libertad con todo lo que esa palabra significa”, amplía una María Elena a la que recordar aquellos tiempos le ilumina el rostro. “Además pensá que acá había dos presiones muy grandes para cualquier joven, y más para una chica: una era la familiar, y la otra la de la sociedad en que vivíamos. Estábamos en una dictadura donde la Iglesia tenía como siempre una pata metida, y era lógico que una se sintiera presionada por todos lados. Y en París, que ni idea de estas cosas, una podía hacer eclosión en lo artístico y en lo personal porque la mentalidad era otra. No en vano los artistas siempre fueron a buscar libertad a París. Algo en lo que hubo siempre una cuota no menor de indiferencia, porque si allí te dejan libre es porque no te ven ni les importás. Ese era un pequeño precio que había que pagar, y que a mí no me costó en lo más mínimo.”
–Igualmente ese anonimato total en París no les duró mucho. Y cuando volvieron a la Argentina directamente se esfumó, porque enseguida se convirtieron en protagonistas de esa enorme renovación del folclore argentino que tuvo lugar a comienzos de los ’60. ¿Te produce nostalgia el idealismo de esos años?
–No. En general, no soy dada a la nostalgia. Lo único que me produce nostalgia es no poder vivir en un mundo un poquito menos poblado, donde no todo sea multitudes y empujones. Pero de eso en especial no tengo nostalgia, porque siempre contradije la ocurrencia de que con la poesía o con el arte o las letras de las canciones se podía modificar a las personas, inculcarles algo, ser docentes. Nunca me sentí atraída por ideas como ésa. Y eso se ve en mis trabajos para chicos, en donde alcanza con usar un lenguaje rico y que los versos estén bien medidos para cumplir con la “docencia”. Nunca pensé que hiciera falta agregar moraleja al final de una canción ni decirles a los nenes que se porten bien. Nunca me interesó ponerme en el papel de madre. (...)
– ¿Y por qué dejaste de componer canciones?
–Porque me pareció que era una etapa terminada y me di cuenta de que trabajaba por etapas. Y porque me dio miedo estirar lo de los chicos y terminar estropeándolo. Después me pasó lo mismo con las otras canciones, las canciones para adultos. Eran etapas, series de cosas para hacer y no para dilatar más de la cuenta. De hecho, yo tenía el ejemplo de artistas que iban estirando su obra, que la iban repitiendo con escasas variaciones, y eso me parecía empobrecedor y facilista. Además, se venía una censura tremenda. Fue en julio de 1978, si mal no recuerdo, que decidí no seguir componiendo ni cantar más en público. Y eso fue el fin de una serie de cosas que habían ido limitando mi libertad de expresión y la de tantos otros. Como el día en que iba a venir a verme el general Videla y alguien me hizo llegar una amenazadora sugerencia: “Mire que hoy viene el general, no cante tal canción, ¿estamos?”. Pero a decir verdad no recuerdo haberlo visto, creo que al final no fue, pero sí que habían preparado toda la mise en scène por si llegaba... Todo eso fue antes del golpe. El era comandante de las Fuerzas Armadas, y entonces capaz que ni se le cruzaba por la cabeza llegar a presidente. Aunque, si te digo algo, yo ya lo veía venir nada más que por la pinta.
Además de su costado cascarrabias, en más de una oportunidad María Elena Walsh asumió su temperamento melancólico y cierta inclinación a pensar en la muerte. “Esa tendencia depresiva que tengo va y viene –decía en una entrevista–. A veces la gente no entiende eso. Que una escriba para chicos y sea así. Pero también se espera que los cómicos sean gente divertida. Y yo he conocido a varios de los grandes cómicos y eran amargos y malhumorados y deprimidos.”
Fantasmas en el parque es un libro sobre la vejez y la muerte. Un libro que ella aceptó haber escrito al abrigo de esos pensamientos taciturnos que tantas veces ha tenido. “La muerte sobrevuela sus páginas como un gran pajarraco –dice con el tono que acaso le pondría a la primera frase de un cuento de misterio–. Y eso me hace recordar una película de Leonardo Favio, que no sé si viste o si se vio, porque él un día me la trajo a casa, en la que aparece un pajarraco enorme, feísimo, que da mucho miedo, y que si algo queda claro es que nos va a comer a todos. Bueno, eso es. Eso está en el libro.”
¿Cuánto de dicha y cuánto de infortunio ha implicado envejecer, en tu caso?
–La dicha reside en que uno se va desprendiendo de ciertas responsabilidades, de ciertas presiones, de ciertas angustias. Y el infortunio es la semiinmovilidad, en mi caso, que es lo que me tiene más loca, y también el dolor. El dolor físico es terrible. Más allá de que ahora existen muchos paliativos. De hecho, a mí me están dando un calmante que no sé bien qué es pero que hace que no me esté quejando todo el tiempo.
– ¿Qué sentimientos te despierta la palabra póstumo?
–Es como una burla. Creo que lo póstumo, si uno lo piensa en función de su propia posteridad, es una especie de chiste. Pero en otro sentido pienso que es una palabra simpática, porque hay mucha obra póstuma por la que hemos conocido a grandes autores o artistas. No sé... quizás es una palabra que a esta altura debería estudiar un poco.
¿Y cómo te gustaría que te recordaran?
–Como alguien que quería dar alegría a los demás, aunque no le saliera siempre.

domingo, enero 09, 2011

Denuncian piratería teatral

La actriz Francis Rueda y el dramaturgo Gilberto Pinto, subieron a mi página del Facebook un comentario sobre una anomalía en el Reino Unido y dejaron caer, cual gotas de arsénico, unas frases para ambientar esa información en la República Bolivariana de Venezuela y suscitar una sana polémica.
Gilberto y Francis –casados y con un hijo- escribieron: La gente de teatro en Gran Bretaña se queja con razón del exceso de cursos privados de actuación a los cuales no se les puede evaluar; "cualquiera puede abrir una escuela y cualquiera puede erigirse en profesor. Por eso muchas escuelas y talleres resultan ineficaces". Por lo visto en todas partes se cuecen habas. Al parecer, la piratería es un derecho democrático.
Eso desató una sensata reacción en cadenas de los teatreros vernáculos. He aquí tan interesante material:
El actor Vito Lonardo comentó que lo advertido por Pinto y Rueda no es de ahora, “desde que entré a la Escuela Juana Sujo en el `83 habían varias academias de modelaje y actuación y ellos supuestamente" te conseguían trabajo en TV....sin tocar el tema del "sindicato" de radio, teatro, cine y televisión del Distrito Federal y estado Miranda y su combo-mafia”.
El director y actor, además de profesor, Héctor Manrique dijo que hace unos años en una entrevista en El Nacional habló de los actores Nescafé. Son esos actores que hacen un cursito y ya quieren protagonizar y que son alentados por "maestros Nescafé" de talleres de fin de semana. Casi siempre estos "maest...ros" son actores sin empleo y buscan la forma de sobrevivir económicamente dando clases sin darse cuenta la inmensa responsabilidad que significa conducir el proceso formativo de un actor. Varios de estos "maestros" dejaron una mentada de madre en el contestador telefónico de mi casa. “Creo que una forma de combatir esta piratería es denunciarla sin miedo”.
El profesor y cineasta Beto Benites señaló que nadie puede impedir que a alguien se le ocurra dar clases sobre cualquier terreno artístico. Muchos maestros serios no tienen un título que exhibir en su...s vitrinas, y muchos que sí lo tienen no cuentan con la mínima idoneidad. Al margen de la competencia de los Ministerios de Educación o Cultura que podrían, o no tener la potestad de avalar estos cursos y escuelas que pululan, y que dependiendo de si tienen más o menos recursos económicos se presentarán como un "engaño colorido" más convincente. Creo, sin embargo, que si tuviéramos un gremio sólido le correspondería (entre sus otras muchas funciones) otorgar un aval a los cursos que se ofrecen y que entonces es la gente del mismo gremio la que garantizaría que tal o cual curso se corresponde con ciertos lineamientos de formación artística. Claro, estamos tan lejos de ello que a quien quiera empezar su camino dentro del arte escénico no le queda más que estropearse la testa con varios "talleres" y "cursos" antes de encontrar algo que realmente lo alimente y le permita seguir en esta brega que no es corta. Un camino que se presenta lleno de dragones a quienes hay que enfrentar antes de llegar al castillo donde está el tesoro. “En esto no hemos avanzado nada, veo que estamos igual que en Inglaterra o la China, los maestros siguen trabajando en sus pequeños reductos y la tarea es conseguirlos, y luego convencerlos para que nos acepten, para después abandonarlos, a veces traicionarlos (artísticamente hablando) y buscar otro, y otro, y otro. No veo otra camino”.
El profesor y autor Rubén Pinto puntualiza que lo de los talleres se ha convertido en un verdadero mal, y aunque reconoce que unos cuantos son dictados por personas conocedoras y capacitadas para ejercer la docencia teatral, afirma que abundan más los piratas que no tienen otro interés que el... de ganarse unos cuantos bolívares fuertes, esto en desmedro de los jóvenes que se acercan confiados a seguir estos cursos, los que, su mayoría, no cumplen otro objetivo que el de deformar al aspirante llenándole de vicios y falsas teorías. En estos últimos años, decirle a algunos aspirantes a interpretes, que tienen que estudiar dos o tres años para lograr convertirse en un artista de la escena con una formación integral, es como nombrarles a su progenitora. Les causa piquiña, horror. Lo miran a uno como gallina que mira sal y abandonan el lugar como alma que lleva el diablo. Prefieren entonces irse por los atajos que conducen a lo más rápido y fácil, a los talleres; esos cursos que les prometen convertirlos en estrellas en dos o tres meses, y un muchos casos, y aunque usted no lo crea, en un íngrimo fin de semana. Y pagan lo que sea, mucho mas si estos son dictados por figuras ligadas a la televisión que ni siquiera saben actuar. Durante los meses comprendidos entre agosto y noviembre del 2010, pude contabilizar alrededor de 24 talleres, algunos de ellos dictados por profesionales respetables del teatro, y otro por ilustres desconocidos que en sus llamativos avisos promocionales ofrecían materias y contenidos tan pintorescos y absurdos que llamaban a risa. ¿Pero como evitar todo esto? No, no hay forma. ¿Ante la pelazón que abunda en el medio, la falta de ética, principios, honestidad y responsabilidad de algunos de nuestros "colegas", que podemos hacer? “Solo nos queda por ahora, arrecharnos, y sentados, o mejor dicho, acostados para no cansarnos, esperar que algún día las cosas cambien para bien del teatro. ....mientras tanto. ¿Quién le pone el cascabel al gato?”
La licenciada Rossana Hernández comenta que son varios los factores que hay que analizar: Al hacer una revisión de la intervención del Estado en el ámbito teatral venezolano, podemos encontrar períodos en donde ésta se reflejaba en inversión de recursos, que incluso, cambiaron los marcos institucionales generales pero no los escenarios, mucho subsidio, pero sin aplicar políticas para su desarrollo, mucho menos, aplicación de medida de controles o supervisión en el ejercicio de la carrera, ya allí un gran problema. Es cierto que con la creación del IUDET, ahora Unearte, institución de la cual soy egresada, el teatro da el paso hacia la profesionalización, pero el asunto es, que esos profesionales del teatro que se gradúan año tras año a ¿dónde van ejercer si no hay campo de trabajo? y si sumado a ello, deben competir con quienes simplemente hacen un taller de dos meses para optar por una participación en una obra, por ejemplo, el asunto se torna todavía más complejo, porque es cierto que en un actor no se consigue sólo en las aulas, que la experiencia es insustituible, y todo aquello de las condiciones innatas, pero mucho menos un profesional se hace en un taller express . Ahora bien, qué hay de aquellos directores que, a sabiendas de esta situación, dan la oportunidad a un actor y/o actriz que se forma en seis semanas? Si reconocemos que la actuación es una carrera que requiere años de estudio y exploración, este director ¿no está siendo un grandísimo hipócrita? o ¿cuando usa un animador de TV para hacer taquilla justificándose con que de alguna manera tenemos que hacer dinero?, ¿acaso no tenemos nosotros también responsabilidad?, ¿no la tiene el actor mismo cuando se conforma y cree que ya lo sabe todo porque tiene seis ó más años de tablas y por ello no continúa en el estudio porque ya se la sabe todas. No contamos con entrenamiento permanente, pero tampoco lo buscamos, el actor venezolano se gradúa y luego se entrena sólo cuando está en proceso de una obra (por los ensayos), de lo contrario no busca nuevos terrenos, generalmente no se preocupa por seguir explorando, la expresión es: ay, por favor, yo no estoy para eso. Cuando, también es verdad que contamos con valiosísimos maestros, de cuya experiencia y conocimientos también nos podemos nutrir...ahí le dejamos bastante terreno a los "express". “Sin duda, se trata de un tópico complejo dónde todos los involucrados somos co-responsables, tema que bien vale la pena proponer y discutir”.
El actor Edisson Spinetti se lamenta que ahora a los comediantes no se les busca en las escuelas de actuación Ahora se les busca en los gym, en las pasarelas o en los concursos de belleza. “Pero lo peor es la gente que aupa estas atrocidades”.
Nosotros, para buscarle una salida legal al asunto, señalamos que el Ministerio del Poder Popular para la Educación está en el deber o en la obligación de chequear "la honestidad" de esas "escuelitas" que "hacen" actores o actrices en seis meses, pero no lo hace y esos "claustros" se convierten en una estafa a la sociedad. Hay que seguir, pues, el ejemplo dado por los británicos y protestar y denunciar. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Recordamos que el teatro venezolano se hizo con "escuelitas" durante largos 40 años y es cuando se funda el Iudet y después que se crea a Uneartes que el teatro se torna académico. Las "escuelitas" no tienen la culpa sino los docentes, por aquello de su talento y conocimientos. Que la docencia tiene que cambiar y eliminar la piratería no hay duda pero ¿cómo se comienza?
Si en el Reino Unido hay piratería teatral que se puede esperar para esta Tierra de Gracia. Los actores tienen un talento especial y avanzan aunque no tengan títulos. Hay un plan nacional para la capacitación artística en general pero mientras eso llega los interesados se preparan como pueden y con la ayuda de piratas y doctos. Ese es el panorama.
Gilberto Pinto y Francis Rueda con honestas intenciones armaron un alboroto o le dieron un palazo al avispero, porque si se requiere de la urgente educación y la profesionalización de las artes escénicas. Este asunto que ellos han propuesto, ante esa especie de foro público que es el Facebook, es muy serio y es un tema de Estado. Ojala que el problema trascienda de las razonadas discusiones y se transforme en propuestas o planteamientos sensatos.


sábado, enero 08, 2011

Cabrujas 2011

El 17 de julio festejan 74 años del natalicio del caraqueño José Ignacio Cabrujas Lofiego y el 21 octubre conmemoran 192 meses de su ausencia. Dejó suficientes amigos y contundentes piezas teatrales que nunca permiten olvidarlo. Y es precisamente para acentuar la actualidad de su revolucionario pensamiento venezolanista que el Grupo Actoral 80 hará temporada con Acto cultural en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural, desde el sábado 22 de enero, dirigido por Héctor Manrique y con las actuaciones de los jóvenes Juvel Vielma, Melissa Wolf, Angélica Arteaga, Samantha Castillo, Juan Vicente Pérez y Daniel Rodríguez.
Para este montaje del 2011 donde hay un absoluto respeto al texto, recordamos que el autor insistió en un tema central el cual aparece en sus obras: a través de la Historia, o de sagas del pasado, podemos entender mejor el presente. Cabrujas utiliza vidas de nuestros antepasados o de mundos pretéritos —algunos aún existen— para que nos reflejen como espejos mágicos, coincidencias con nuestra vida actual, como ha escrito Isaac Chocrón.
Acto cultural teatraliza la vida en San Rafael de Ejido. Sus personajes están angustiados por seguir viviendo, obedeciendo normas y comportamientos que no les merecen su total credibilidad. Saben que ni su pueblo ni su moralidad funcionan, pero no tienen la valentía para cambiarlos o para escapar. La audiencia del 2011 disfrutará de los tres niveles simultáneos en los cuales se muestra: el espectáculo es el acto cultural del título, con el público que asistente a dicha manifestación; por consiguiente, tiempo real y tiempo escénico son idénticos. En los 90 minutos que puede durar la obra, la junta directiva de la Sociedad Luis Pasteur escenifica Colón, Cristóbal, el genovés alucinado, escrita por su presidente, Amadeo Mier, que, presenta al Descubridor como un ser aferrado a una visión cuya dimensión o características ignora. Colón y los otros personajes de su historia son recreados en su cotidianidad, sin tonos épicos, cumpliendo rutinas no tan diferentes a las que rigen las vidas de los aficionados que esa noche los están interpretando. Todos desean explorar sin poseer la valentía necesaria para tal empresa.
Cabrujas usa la Historia como espejo donde los que la reverencian puedan verse y además escribe el libreto de una ópera, si se quiere bufagrotesca, con la pequeña obra compuesta por arias, duetos, tríos, y un tono operático que hábilmente sirve para guiar al espectador por los confines oscuros y conmovedores del tercer nivel en que funciona Acto cultural: la vida íntima e inexorablemente compartida de los seis miembros de la junta directiva. Sus confidencias que son más bien reiteraciones de secretos públicos, los ahogan y no permiten que las sonrisas del público sean risas sino muecas agrias.
¿Qué dirá el público de la Caracas del 2011 de este Acto cultural? Es un grato interrogante, porque la capital venezolana era otra, en lo social, lo económico y lo político, cuando se le estrenó, en aquella noche del 5 de agosto de 1976, en la sala Juana Sujo, de la ahora extinta institución El Nuevo Grupo. Lo dirigió Cabrujas y la producción la asumió Eva Yvanyi y la protagonizaron los comediantes María Cristina Lozada, Perla Vonasek, Tania Sarabia, Rafael Briceño, Fausto Verdial y Walter Berutti. Ahora hay otro director, seis actores de una nueva generación, antiguos y nuevos espectadores y un escenario diferente, pero el mismo texto que entregó su autor.
Un texto donde, como ha escrito Leonardo Azpárren Jiménez, sus seis personajes quedan arropados por su soledad, creyendo oír voces y aferrados a sus creencias. Esperan en el vacío. “En Acto cultural sienten en la piel la misma soledad y el mismo vacío. Amado Mier cierra la obra con un grito: ¡Proponemos un minuto de silencio!”.

Amor imposible

Una filosófica obra teatral, creada por Mario Diament (Buenos Aires, 1942), sobre las vicisitudes del romance entre el pensador nazi Martín Heidegger y la filósofa judía Hannah Arendt, en medio de las difíciles circunstancias de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, se presenta para los caraqueños en la Sala de Asociación Cultural Humboldt, desde el 28 de enero. Se trata del valioso espectáculo Un informe sobre la banalidad del amor, gracias a la calidad de su texto y con los aportes de los actores Mariaca Semprún y Luigi Sciamanna.
El actor Luigi Sciamanna, quien también funge como director del montaje, explica cómo llegó ese texto a sus manos:
-A mediados del año 2009 me llaman para una reunión en la Asociación Cultural Humboldt. Allí, junto al publicista Douglas Palumbo, conocí a la productora Cristina Neufeld, quien colocó en mis manos la obra. La idea que tenían era que yo la dirigiera y actuara, pero, después de leerla, sentí que un actor mayor debía interpretar a Heidegger y propuse buscar a otro intérprete, ya que yo la dirigiría. Lo que nos impedía trabajar en ese momento era mi trabajo en la temporada de La pareja dispareja de Neil Simon, del Teatro Trasnocho, la cual era un éxito y la temporada prometía extenderse hasta el mes de diciembre como, en efecto, ocurrió.
Agrega que finales de 2009 retomaron el proyecto y él presentó una propuesta de elenco: Mariaca Semprún como Hannah Arendt y Eric Ekvall en el rol de Martín Heidegger. “Tuvimos un almuerzo todos juntos y el proyecto despegó. La fecha de estreno se pautó para abril 2010. Ese diciembre comencé las lecturas y en enero 2010 los ensayos. Resultaba interesante la combinación entre Eric, con su pinta de vaquero Marlboro y acento peculiar, muy alejado del Heidegger de la vida real, y Mariaca, con su mezcla de fortaleza y fragilidad y en una edad interesante como para comunicar la presencia de la Hannah universitaria y joven, hasta la aparición de Hannah, la pensadora”.
Advierte que un mes antes del estreno, “Eric tuvo un problema personal de fuerza mayor, como se suele decir, y debe salir del montaje. Cristina retoma la idea de que yo haga el papel, pero le explico que nos quedaba sólo un mes y que ese era el tiempo que, como mínimo, necesitaría para memorizar el texto. Buscamos una nueva fecha y la Sala Humboldt sólo estaba disponible en julio, pero en julio era imposible estrenar porque iniciaba para mi el rodaje de la película Reverón de Diego Rísquez, para lo cual me estaba preparando desde octubre 2009. La siguiente fecha disponible era octubre, pero tampoco era posible porque la filmación terminaría en la primera quincena de septiembre”.
Reconoce que al terminar el rodaje, “estaba hecho papelillo tanto física como emocionalmente y no retomé los ensayos sino hasta octubre y escogimos enero 2011 como fecha de estreno. La ventaja fue que no sólo había ensayado la pieza a comienzos de año, sino que cuando decidimos de manera definitiva que interpretaría a Heidegger, comencé los ensayos con Mariaca antes de irme a filmar y cuando salí para nuestro Macuto de celuloide lo hice con las dos primeras escenas montadas y el texto absolutamente memorizado. Esto, repito, fue una enorme ventaja al momento de retomar. Pero aquí no termina la historia”.
Cuenta que durante un fin de semana de octubre, el montaje estuvo técnicamente suspendido por un desacuerdo con producción. “Me negaba a hacer el papel y esta falta de decisión me hizo perder casi tres semanas. Estaba realmente agotado y el panorama inmediato no me parecía alentador. Todos nos relajamos, Cristina y yo nos reunimos y voilá. Hay que destacar el apoyo de Cristina Neufeld, porque teniendo los derechos y el dinero para montar la pieza, que alguien espere año y medio por un actor, es algo insólito. Hoy te puedo decir que estoy muy contento de poder interpretar al trágico y crítico personaje y compartir la escena con Mariaca tal y como estaba previsto”.
-¿Qué encontró en la pieza que lo atrapó para dirigirla y actuarla?
-Cuando leí la obra, sentí que el personaje de Heidegger lo debía interpretar un hombre mayor. Esto es muy curioso porque entiendo que en los dos montajes que se han hecho hasta ahora, uno en Miami y el otro en Argentina, los actores que han interpretado el papel me llevan varios años de ventaja. Quizás esto responde a la fantasía que despierta la relación profesor-alumno donde siempre nos imaginamos al guía mucho mayor en edad que su tutelado. La primera sorpresa la recibí cuando descubrí que si bien la diferencia entre Heidegger y Arendt era notable, él, Heidegger, estaba aún en su treintena y ella, Arendt, a punto de llegar a los veinte. Esto me acercó mucho al Heidegger de la ficción y me hizo sentir más cómodo también con Mariaca Semprún. Ella y yo habíamos participado juntos en Verdi, pasión y libertad (2001) de Antonio Costante y nos reencontramos en 2007 con el exitoso montaje de La duda de John Patrick Shanley, en la Casa Rómulo Gallegos”.
Puntualiza que lo atrapó la historia de un amor imposible. Entre un nazi y una judía. Y si ese nazi es Martín Heidegger, la historia se le presentó como un banquete. Y pensó en ese amor imposible cercenado por las diferencias ideológicas dentro de una nación donde, a causa de la enfermiza diatriba política, se han roto vínculos personales, privados, públicos, laborales, artísticos, etcétera.
Además, le pareció también muy interesante que los dos personajes formaron parte del mundo académico universitario. Tanto para los nazis como para los fascistas, el control de la vida universitaria, de la vida educativa e incluso la recreacional fue un punto muy importante dentro de la de-formación del “nuevo hombre” que ambas tiranías se empeñaron en crear. “Son numerosos los capítulos vividos dentro de las universidades tanto alemanas como italianas en los períodos de Hitler y Mussolini para evitar la filtración de las doctrinas nazi-fascistas. En el caso italiano, por mencionar uno, está el episodio en que el pensador y filósofo Benedetto Croce, connotado antifascista, insta a muchos profesores universitarios a hacer el juramento fascista para así evitar su expulsión de las universidades y evitar con esto la entrada de profesores afectos al régimen. Son posiciones muy difíciles de entender y fácilmente juzgadas por algunos con el tiempo y la distancia, pero colocándose en el contexto y momento histórico adquieren otros matices”.
Subraya que el episodio de las universidades durante el fascismo y el nazismo es digno de una respuesta más amplia que ahora no puede dar. “Conozco sólo eso, episodios. También resulta interesante, conmovedor y pertinente presentar la historia de dos seres que intentan a toda costa pasar por encima de sus prejuicios y juicios ideológicos para salvar un amor, un vínculo tan abstracto y etéreo como el amor. Ahora, la presencia de ese amor no borra la discusión y diferencia política entre ambos personajes. Ellos discuten, argumentan, se apasionan en cada una de sus posiciones y lo que los une y reconcilia de manera constante es el amor. Lástima que la tragedia histórica es tan feroz, en medio de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, que al final todo eso termina separándolos irremediablemente. Uno de los aspectos más dolorosos de la pieza es que al final muestra a dos seres humanos que han tenido que pasar su propio y personal infierno por razones distintas, pero a la vez vinculadas. Hay que recordar como él nunca se arrepintió de su pasado nazi y murió en Friburgo de Brisgovia, el 26 de mayo de 1976, a los 89 años, y ella, que fue una importante polemista contra los totalitarismos, se despidió en Nueva York el 4 de diciembre de 1975, a los 69. Que Mario Diament haya sido capaz de colocarse en los zapatos de uno y otro personaje es muy importante, porque ofrece una mirada muy justa y equilibrada y deja que el espectador saque sus propias conclusiones”.
-¿Qué hay en la obra que pueda atrapar al público venezolano?
-Cualquier venezolano que esté interesado en pensar, en reflexionar un poco lo que le sucede como ciudadano y que se pregunte, a causa de la política actual, de cuánta gente se ha separado o, por qué no, de cuánta gente se ha tenido que separar o, por qué no, de cuánta gente se siente separado o, por qué no, cuánta gente se ha separado de el, encontrará en esta obra un buen espacio para pensarse y pensar en sus vínculos rotos o dañados, el país que tenemos y el que se asoma en lo inmediato.
-¿Cómo es el trabajo de un director que además actúa?
-En mi caso, tener que hacer comprensible la tragedia de Heidegger, justificar su error histórico, es el reto, porque de entrada yo soy "el malo" de la partida. Soy el nazi, el villano. No es la primera vez que me toca defender a un personaje cuya conducta se mueve en una zona turbulenta. Este ejercicio no es nuevo. Como actor siempre me pregunto, cuestiono, reviso, cambio, corrijo, observo constantemente lo que hago. Así que esta experiencia es la continuidad de esa indagación.
Informa que se formó con Ugo Ulive. “Y bajo su tutela él me permitió siempre estar bajo mi propio ojo pulsando la composición del personaje paso a paso. Recuerdo que cuando pisaba la raya amarilla y me excedía, el maestro Ulive encendía la alarma; del mismo modo, me estimulaba a seguir adelante cuando sentía que se podía dar más. No estoy hablando de un montaje o dos, hablo de diez años de trabajo juntos. Estamos hablando de diez años de trabajo juntos. Descubriendo y puliendo herramientas con estudio e intuición. No digo que el método sea infalible, pero lo he hecho desde siempre y lo seguiré haciendo. El actor debe ser el primero en saber observar y sentir su trabajo. Esto no quiere decir que se haga a espaldas del director, pero un actor no puede esperar siempre a ser dirigido".
Afirma que el proceso creativo del actor es tan intenso como el del director, pero más focalizado. “Mientras el director está pendiente de todo, el actor piensa sólo en su personaje. Esto lo hace llegar a terrenos y zonas donde un director probablemente no pueda llegar; no porque no posee la capacidad, sino porque no posee el tiempo. El asunto es que el director comprenda eso”.
Recalca que la obra de Diament es emocionalmente exigente. “Mariaca Semprún y yo estamos todo el tiempo en escena y el texto va desde lo racional hasta lo afectivo y sentimental; desde la acalorada discusión política hasta la hiriente confesión amorosa; de la caricia y el beso al arrebato erótico. Además son dos personajes brillantes, son filósofos, son gente del pensamiento, de la inteligencia. El nivel del lenguaje es exigente y de alto vuelo. La idea es llegar lo más hondo posible y esa búsqueda no se detiene el día del estreno. El día del estreno es una parada importante del viaje, pero no es el puerto del viaje. El puerto es la última función. Cuando dirijo me gusta conversar con los actores. Me gusta hacerles sentir que la relación es entre actores”.
Y reitera que es un actor que dirige, no un director que actúa. “Lo he dicho antes y lo seguiré repitiendo. A los actores, los personajes nos mueven fibras, vísceras, emociones; nos remueven experiencias vividas o que quisiéramos vivir. Hay días en que llegamos al ensayo y después de un saludo inicial y un breve intercambio vamos de inmediato a la arena de la obra; pero hay días en que necesitamos conversar sobre la obra, desde ella, a partir de ella, alrededor de ella y eso hay que saberlo oír y dejar fluir. Hago partícipe de todo a Mariaca. Si encuentro una fotografía, se la mando de inmediato; si encuentro un texto, se lo escribo o leo en voz alta; si escucho una pieza musical, la escuchamos juntos; le presto películas y conversamos sobre los personajes a cada instante. Ella habla de Heidegger, yo hablo de Hannah, intercambiamos impresiones, las analizamos, las vivimos, las comparamos con experiencias personales vividas o que conocemos de terceros; la idea es escudriñar junto a ella, junto a Mariaca, frase a frase; ver dónde están las transiciones, los acentos, la luz, la sombra y muy importante para mi, siempre dejar una puerta abierta para ver y probar. Nada es definitivo. Todo está en ebullición”.
“Voy a decir algo que podrá parecer muy obvio, pero no lo es. Siento que en el teatro venezolano no se ensaya mucho. A mi me gusta probar incluso más allá del estreno. Amo la lengua italiana para referirme a los ensayos. Los italianos al ensayo lo llaman prova, es decir, prueba. Pruebas cosas, pruebas soluciones, pruebas acciones; pruebas meterte por una puerta, la descartas, entonces pruebas meterte por otra. Pruebas. Espero que Mariaca Semprún lo esté disfrutando tanto como yo”.
-¿Qué planes tiene la producción con este montaje?
-Pues, para comenzar, cumplir con nuestra temporada en la Sala Humboldt de San Bernardino. Después sería maravilloso llevarlo a otros espacios, al interior. Pero la idea inicial es llevar al público a la Sala Humboldt y devolvérsela al teatro porque ese espacio ha estado activo con conciertos, pero muy inactivo teatralmente hablando. Me ha dado una enorme ilusión y nostalgia estar allí, de nuevo. En esa sala presentamos con éxito Apogeo y caída de la ciudad de Mahagonny de Bertolt Brecht, con música de Kurt Weill, dirigida por el maestro Ulive y protagonizada por el siempre recordado Mariano Álvarez, así que el día del primer ensayo allí tenía muchos recuerdos abarrotados entre pecho y espalda.
- ¿Usted cree que “el amor es amoral”, como dice la filósofa judía?
-El amor lo soporta todo, decía San Pablo. El amor puede ser una carrera desenfrenada, loca y juvenil hacia la muerte, como en Romeo y Julieta. El amor es capaz de hacerte descender al Infierno para subir al Purgatorio y alcanzar, con suerte, el Cielo, como en La Divina Comedia. Los griegos decían que era una enfermedad. Es amoral en la medida en que no es bueno ni es malo; es amor. Trasciende la calificación. Está más allá del bien y del mal. Sólo cuando se le juzga puede adquirir la categoría de inmoral en la medida que alguien diga que contraviene una norma moral. Pero el amor como tal está por encima de todo. Allí volvemos a San Pablo y entonces entenderíamos su amoralidad como una fuerza que sobrevive a todo porque está por encima de todo. En la Biblia leemos El Cantar de los Cantares que es un libro altamente amoroso y erótico. En la obra, Heidegger le dice a Hannah que se ha vuelto "completamente amoral" y Hannah le dice a él que el amor es "permisivo". En este caso de la obra hay un primer vínculo que es la inteligencia, el conocimiento; de allí surge el amor. Esto hace que el amor entre Heidegger y Hannah sea platónico. En efecto, la primera conversación que los reúne es un trabajo sobre Platón. A veces lo único que necesitamos para que todo sea mejor es estar enamorados. Sólo eso.

sábado, enero 01, 2011

Los 12 mejores espectáculos del 2010

Así como los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, así también las comunidades disfrutan o sufren el teatro que producen sus artistas. Recordamos esto, porque es el momento de evaluar lo que hicieron sus teatreros con sus creaciones, orientadas, casi todas, en función de la prédica filosófica y la normal diversión. Nosotros, durante el año que culminó, último de la primera década de este siglo, vimos, evaluamos y escribimos sobre 161 eventos escenificados en Caracas y Guanare.
Una revisión pormenorizada de la temporada 2010, la pueden hacer los lectores o interesados visitando nuestro blog (http://elespectadorvenezolano.blogspot.com) o de una manera más parcial con nuestro libro Teatro 2010/Apuntes para su historia en Venezuela, el cual es hasta ahora el único que aporta información y opinión sobre esa actividad artística-cultural en la capital del país y otras ciudades.
Año bisagra
De esos casi dos centenares de montajes vistos hemos querido resaltar, especialmente, una docena, en su mayoría de autores venezolanos:
Moisés Kaufmann materializó un caro sueño: estrenar en su Caracas, con el mejor elenco posible, la ópera prima con la cual inició y ubicó, en primer lugar, su carrera como dramaturgo y director, dentro del exigente mercado de Estados Unidos de América. Trabajó al alimón con Michel Hausmann y mostró, durante cinco meses, en el Teatro Escena 8, su creación Actos indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde, donde reconstruye de manera didáctica y aleccionadora aquel proceso judicial que llevó al escritor a la cárcel durante dos años, tras lo cual salió enfermo para fallecer al poco tiempo. La puesta en escena, minimalista con rudimentos brechtianos, y las acentuadas actuaciones, especialmente la de Javier Vidal, como el mítico autor de El retrato de Dorian Grey, permitieron disfrutar de una pieza de texto profundo, al mismo tiempo que se apreciaron los lucimientos de Karl Hoffman y Elvis Chaveinte.
Rajatabla, la única institución que sobrevive del movimiento inventado y comandado por Carlos Giménez, presentó las bien cuidadas producciones de Promoción honor a mis padres de Elio Palencia y Yo soy John Lennon de Paúl Salazar, donde propuso al público sendas reflexiones sobre los venezolanos que en esta década inician su audaz lucha para ubicarse en el difícil mercado de trabajo y además definir lo que serán sus intimas y afectivas vidas; y, por si fuera poco, usó al legendario ex Beatle para una metáfora sobre cómo avanzar en la consecución de las metas personales. Ahí destacaron: Abilio Torres, Ángel Pájaro, Jean Franco Dimarchi, Jean Carlos Rodríguez, Rafael Marrero, Gabriel Aguero, Rossana Hernández y, por supuesto Elvis Chaveinte. Ellos son algunos de los mejores actores del relevo teatral y están destinados a ser las estrellas en las décadas venideras.
Elio Palencia pudo ver la reposición de su joyita Arráncame la vida, gracias al equipo que encabezó el director Román Chalbaud, los actores Aura Rivas y Frank Silva, y el diligente productor Anthony Gómez. Espectáculo lacerante y didáctico sobre cuando el Sida aparece y amenaza la vida
Eduardo Gil, al frente de la Compañía Nacional de Teatro, fue el productor artístico de El canoero del Caipe (versión y dirección de D’ León), Cabaret: reinas de la noche y El eco de los ciruelos, montajes centrados, respectivamente en los mitos del llano venezolano, la vida musical y bailable de los criollos y en una habilidosa recreación, abordada por Miguel Issa, sobre una selección de comprometidos textos y poemas antifascistas de Bertoldt Brecht. Esta tripleta se exhibió gratuitamente en los espacios de Unearte.
Se denigra insensatamente de lo espectáculos hechos o actuados con figuras de la televisión y se execra hasta sus obras, pero de ese poderoso movimiento del mal llamado “teatro comercial” queremos resaltar a la comedia dramática El dios salvaje y al musical Cabaret. El sólido montaje creado por Héctor Manrique permitió ponderar, una vez más, al talento de la dramaturga francesa Yasmina Reza, considerada como “el Moliere de la post modernidad” por su ácida crítica a la sociedad mundial, y la versatilidad de los cómicos Basilio Álvarez e Iván Tamayo. El musical, dirigido y versionado por César Sierra, basado en coreografías, canciones y texto que crearon John Kander, Fred Ebb y el libretista Joe Masterhoff, fue adaptado a las condiciones artísticas venezolanas para estremecer por su obvia advertencia sobre los horrores del fascismo e impactar con la depurada calidad del espectáculo, especialmente con el conmovedor personaje del andrógino animador del festivo burdel berlinés, creado por el actor Luis Fernández.
Basilio Álvarez, en su rol de actor y versionista de La Ola, y el director Armando Álvarez, constituyeron la gran sorpresa de la temporada, por la crudeza y virulencia del espectáculo, centrado en la denuncia sobre la manipulación ideológica a que pueden ser sometidos los jóvenes estudiantes y las reacciones incontroladas de los mismos.
La imbatible y tesonera teatrera Virginia Aponte volvió a mostrar su espectáculo Canción de Navidad, basado en el texto de Charles Dickens. Fue el merecido oasis teatral para un año que no tuvo piedad con nada ni con nadie. Una vez más, esa pieza sobre la gran fiesta de la cristiandad, hizo renacer esperanzas en un futuro de paz y amor, mientras otra generación de comediantes sigue formándose en las aulas de la UCAB.
Y para cerrar este “año bisagra”, nada mejor que el buen teatro que hace en Guanare la agrupación liderizada por Carlos Arroyo, Ellos montaron y exhibieron, lujosa y creativamente, su versión de El gorro de cascabeles de Luigi Pirandello, coordinada por el artista Aníbal Grunn.


Tres directores de mañana

Hacer de oráculo para el teatro no es tarea grata, porque su acrecentamiento es muy complejo y en su crecimiento participan muchísimos factores, los cuales van desde lo económico-social hasta lo cultural, sin obviar el necesario talento presente en sus artistas, ya que “Salamanca non da lo que Natura non presta”.
Si aceptamos que hay autores novedosos y actores capaces, sí hacen falta directores creadores, capaces de reescribir o reestructurar una pieza, de tallar en el comediante el personaje requerido y, fundamentalmente, dotados del mágico poder para mostrar en escena formidables imágenes brotadas de palabras y situaciones que propone el escritor teatral.
Los directores no se fabrican en universidades, pero en esos claustros pueden aprender a manejar los mapas de la teatralidad y después tendrán que cambiar de oficio o demostrar lo inventado.
No es director el que solo mueve actores o recrea aquellas acciones que recomienda el dramaturgo con sus didascalias. Esos falsos directores abundan y aburren al público y por consiguiente sepultan a productores y actores junto a la pieza que cae en sus manos.
Carlos Giménez hace 20 años confesaba que veía con tristeza cuando el teatro huía de la poesía, cuando los actores vagaban por la escena falsamente engañados por directores que no lo son. “Hay que dudar de aquel que no se enamora del escenario, que no te convence del profundo significado de una puerta que se abre, una luz que se enciende, un trozo de cielo que se inventa con solo mirar para arriba. Ello es más grave cuando los jóvenes-viejos se declaran oficialmente presos o muertos. Hablan del mismo lenguaje de los viejos artesanos prescindibles de nuestra historia reciente. Dicen centrarse en el actor y el texto pero abandonan a ambos, los someten a la más espantosa soledad: la ausencia de poesía. No hay arte. Son gente que se mueve sin saber por qué, recitando un texto con más o menos emoción Y los espectáculos se suceden unos a otros en un proceso que los devora sin piedad. No hay una sola escena a discutir, una propuesta que emocione, una idea que deslumbre. Se vuelve rutina”.
El fundador de Rajatabla –“se fue de gira” el 27 de marzo de 1993- no pudo ver precisamente, durante la temporada 2010, a directores como Rufino Dorta, Vladimir Vera y Luis Alfredo Ramírez dándole excitante vida escénica a textos como Promoción honor a mis padres, Crónicas de Palahniuk y Ensayo sobre la sumisión y Mujeres en oferta de Federico Roca. Cuatro memorables montajes que advierten la presencia de nuevas maneras de dirigir, de macerar textos y actores para impactar al público que cada vez exige más y más, porque tiene alternativas como el cine y la televisión, y acude al teatro por aquello que no le dan en esas pantallas.
En lo que resta del siglo XXI hay que esperar y superar más obstáculos o escollos que tratarán de afectar la marcha del teatro, al incrementarse el desarrollo del cine y la televisión, pero siempre habrá algunos catecúmenos empeñados en preservar la esencia del teatro, esa que la tecnología no puede substituir.
Po ahora no hay mucho que temer, porque como en Venezuela estamos como los pasajeros del último vagón, como una vez lo apuntara Rómulo Gallegos, esos cambios no llegaran mañana, por lo que ellos, los nuevos directores Dorta (hizo una creativa puesta en escena del texto de Elio Palencia), Vera (reescribió un texto de Palahniuk y una pieza de Ionesco) y Ramírez (jugó con las memorias íntimas y sacó buena parte del talento de su femenino elenco), sin miedo alguno, son la vanguardia de nuevas y vigorosas maneras de hacer teatro. Lo demostraron con economía de recursos y dando nuevas dimensiones a las palabras y los gestos. ¡Ya tienen futuro!