El matrimonio, desde tiempos inmemoriales, tiene severas reglas que exigen la fidelidad física y sentimental para sus miembros, y advierte que las violaciones o irrespetos a las mismas pueden ser fatales. La dama, por lo general, suele ser decapitada y execrada su familia, si el caballero la descubre enamorada de otro hombre o en un acto lascivo; pero no sucede lo mismo si es el señor el que se busca otra mujer y no precisamente para contar estrellas o recolectar flores en un jardín japonés. Durante los dos últimos siglos, las costumbres han cambiado rotundamente y ya esos problemas íntimos, que han sido abordados por psiquiatras y penalistas, no se resuelven de manera tan sangrienta, pero hay todavía algunos remanentes del legendario “código de honor español” que avalan o justifican “lavar tales ofensas con sangre”.
El gran Federico Garcìa Lorca dejò paginas teatrales nunca superadas sobre ese drama de la infidelidad.La literatura universal se ha nutrido de múltiples y fantásticas sagas sobre las aventuras extraconyugales, vulgarmente conocidas como “cuernos”, de uno o de los dos miembros de una relación matrimonial y ha entregado centenares de novelas, guiones para el cine, la televisiòn y especialmente para el teatro, ya que esos temas siempre deleitan a las audiencias, muy en especial cuando son comedias con finales felices y hasta moralizantes. El periodismo también ha hecho lo suyo y es un fértil filón para lo que se conoce en España como “prensa del corazón".
En los tiempos contemporáneos, el comediógrafo más solicitado, porque escribe el mejor teatro de los “cuernos”, ha sido Neil Simon (Nueva York, 4 de julio de 1927), quien precisamente hacia 1969 vio estrenar su pieza The Last of the Red Hot, la cual en América Latina y en España se le conoce como El último de los amantes ardiente. Se trata de un autor de reconocido éxito mundial tanto por sus obras de teatro -más de 30- como por sus guiones y producciones cinematográficas, por lo cual ha recibido los premios y las nominaciones más importantes de Estados Unidos, gracias a “su peculiar forma de profundizar en el espíritu de los verdaderos sentimientos humanos”. The Goodbye Girl, The Dinner Party , Descalzos en el parque, El prisionero de la Segunda Avenida y Perdidos en Yonkers, son algunos de sus textos más aplaudidos.
A 20 años de haber estrenado en la Sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas una versión de El último de los amantes ardientes, bajo la direcciòn de Ricardo Lombardi, vuelven los mismos actores, Mimì Lazo y Jean Carlos Simancas, a la escena, ahora coordinados por Gerardo Blanco, para exhibirse en el Celarg, pero bajo el titulo de Infielmente tuyo.
Infielmente tuyo, o El último de los amantes ardientes es la historia del dueño de un restaurante que, después de 25 fieles años de matrimonio, ha decidido irse de aventuras sexuales con otras damas diferentes a su cónyuge. Lo intenta tres veces, con mujeres diferentes, en el apartamento de su mamá, pero al final se da por vencido, porque no puede llevar a la cama ni consumar el acto sexual con ninguna de las damiselas: una descarada y sensualísima; una hippie desfasada y fanática de los patines y una mujer tímida y sombría. Y, él, para revindicar sus abortadas infidelidades, llama a su esposa y la invita a la casa de su mamá… ¡no se sabe para que!
El ùltimo de los amantes ardientes fue la catapulta que lanzó a Mimì Lazo al protagonismo del mejor teatro comercial; después vino el monólogo El aplauso va por dentro, de la venezolana Mónica Montañés, en 1996, el cual aún lo sigue mostrando y más recientemente el unipersonal No seré feliz, pero tengo marido, de la periodista argentina Viviana Gómez Thorpe. Ahora con Infielmente tuyo, correctamente remontado por Gerardo Blanco, ella demuestra que está en la anhelada madurez o en el mejor momento de su carrera actoral. Nunca antes había exhibido tanta versatilidad, tanto dominio de sus personajes y tanto juego escénico. A su lado también se luce Jean Carlos Simancas, especie de “Dorian Grey del teatro venezolano”, que siempre está en los roles exactos y precisos que le corresponden.
Mimì Lazo, que ahora avanza hacia la consecución de una sala propia, la cual que será para todo el teatro venezolano, reiteró a este crítico que los derechos de esta pieza de Neil Simon los tiene ella y los pagò directamente al autor.
jueves, junio 29, 2006
martes, junio 27, 2006
Dollwrist conocida en Maracay y Caracas
No es fácil producir espectáculos teatrales en una ciudad del interior de Venezuela y después exhibirlos en Caracas, la capital. Las múltiples razones que impiden que exista un coherente circuito nacional para la circulación de dichos trabajos artísticos por toda la geografía física del país, podrán ser superadas cuando existan reglamentaciones o regulaciones o leyes que sí apuntalen la exhibición o difusión de todos los hechos artísticos. Mientras esas pautas no sean propuestas, aprobadas y aplicadas, el teatro, la danza, la música, el circo, etcétera, estarán restringidos y no podrán ser conocidos de todos los venezolanos y solamente llegaran a sus primeros o naturales circuitos de exhibición. Está, pues, el Estado en deuda con la comunidad artística y con el público, porque de nada sirve que se gasten o inviertan cifras millardarias de bolívares en el sector cultural sino no existen los mecanismos para que funcione una especie de auténtico “tren de la cultura” o “caravana de las artes” unido además a un eficaz sistema de promoción presente en todos los medios de comunicación. Estamos seguros que se trata de una tarea hercúlea que llevará varios años para ponerla en marcha, pero cuando se realice -y damos fe de los planes y los esfuerzos que actualmente se realizan- terminará de cambiar para siempre el mapa cultural venezolano y dejará de ser un amargo archipiélago.
Pero mientras llegan esas leyes y reglamentaciones que pondrán orden en la plataforma artística del país entero, hay que reseñar la proeza realizada, por así llamarla, para que el espectáculo Dollwrist, del escritor y critico teatral Juan Martins (46 años) haya llegado desde Maracay a la sala de la Fundacion Rajatabla, donde permaneció durante varios fines de semana con su humanista prédica, encarnada por los comediantes Mirla Campos y Luís Enrique Torres, dirigidos por José Sánchez.¡No pregunten lo invertido, sino lo ganado como logro artístico y por su aporte a la audiencia caraqueña que la disfrutó y de eso damos fe!
Juan Martins, que sí es un destacado teatrero de su natal Maracay, gracias a su honesto y persistente trabajo intelectual, por el cual ha sido merecedor de premios por sus piezas teatrales, tales como Dollwrist y Caperucita ríe a medianoche, entre otras, advierte en el programa de mano de su espectáculo, que se trata de una pieza en la cual se podrá captar o detectar cierta estilística, o “algunas costuras” para decirlo en el lenguaje de nuestro argot crítico, que puede evocar el espectador de textos como El animador, La farra y Encuentro en el parque peligroso, del laureado dramaturgo Rodolfo Santana ( Caracas,1944) .Y nosotros añadiríamos que también hay un tanto de la escuela del cèlebre maestro italiano Luigi Pirandello y particularmente su histórico texto Seis personajes en busca de autor. Él, Martins, como autor no esconde tales influencias, por el contrario, las muestra abiertamente en una pieza que bien se aproxima a un teatro del absurdo y de lo extraño como postura estética que se impone desde sus personajes, una pareja que puede llegar a desagradar, pero que se comprende porque han existido o existen seres así, creados por una serie de conductas anómalas no solo en la sociedad venezolana sino en el mundo entero. Siempre la ficción estará en deuda con la realidad. Y de eso no queda duda alguna.
La argumentación de Dollwrist se reduce a presentar a un hombre y una mujer confinados en lo que puede ser el vestuario de un teatro o una empresa de televisión. Están ahí para hacer un teatro dentro del teatro: Aura (Mirla Campos), una actriz que ha venido a menos o está en marcha hacia el proceloso camino de los envejecientes, que cual araña tejedora espera a su victima, Exequiel (Luis Enrique Torres), joven con ambiciones de escritor que trabaja en esa televisora de “office boy”. Lo que pasa después es predecible y está vendido de entrada. Es el archiconocido juego del dominador y el dominado. Es la pugna de los instintos animales manipulada por otros falsos valores de la sociedad burguesa. Ella desea sexualmente al joven y por eso hacen todo un juego de seducción, utilizando un tercer personaje que es un maniquí o muñeco o dollwrist, hasta que todo culmina de forma abrupta. Exequiel es asesinado por Aura .Y es ahí cuando una voz en of advierte que todo ha sido logrado muy bien, de forma satisfactoria y que por ello será grabado, pues se trata de una actuación para unas càmaras, màs nada. Una tragedia humana convertida una vez más en espectáculo para una audiencia mediática.
¿Qué paso? ¿Qué fue eso? Se preguntará el espectador sorprendido por haber presenciado una aparatosa seducción, toda una artificiosa compra y venta de sexo y placeres, la cual concluye en un vulgar asesinato. Y es seguro que buscará hechos reales cercanos, que tratará de interpretar y comparar la metáfora teatral con algunos sucesos reales como esos que a menudo reseña la prensa, donde el rol del dollwrist lo hace una droga, como la burundanga, o donde el superobjetivo o la jusficaciòn para todo ese teatro en la vida real es simplemente un bajo de billetes.
Él autor, como crítico que es, explica que su Dollwrist no es màs que una metáfora sobre la violencia que se vive la sociedad de consumo, representada en el fenómeno de la televisión como una de sus máximas de expresión, y que además todo esto responde de alguna manera a un teatro político, cuyos personajes están derrotados por no haber evolucionado como individuos íntegros y de perfil humano. “El público se encontrará con un desenlace el cual se le aparentará cotidiano y comprometedor”, puntualiza.
Para nosotros, el espectáculo resultó placentero y un tanto erotizante. En otro país, los actores se habrían desnudado y aceptado unos cuantos rituales sexuales, pero aquí en Caracas algunas pautas sociales y legales han creado obstáculos para ver y disfrutar de algo que es muy corriente y hasta frecuente en otros escenarios donde el teatro no es sólo representación. Lo mostrado es más que satisfactorio y ha permitido ponderar las innegables condiciones de los histriones ahí involucrados. Y, por supuesto, hay un autor muy feliz por haber podido mostrar su obra a más espectadores que sacarán sus rotundas conclusiones.¡Se hace camino al andar, canta el poeta!
Pero mientras llegan esas leyes y reglamentaciones que pondrán orden en la plataforma artística del país entero, hay que reseñar la proeza realizada, por así llamarla, para que el espectáculo Dollwrist, del escritor y critico teatral Juan Martins (46 años) haya llegado desde Maracay a la sala de la Fundacion Rajatabla, donde permaneció durante varios fines de semana con su humanista prédica, encarnada por los comediantes Mirla Campos y Luís Enrique Torres, dirigidos por José Sánchez.¡No pregunten lo invertido, sino lo ganado como logro artístico y por su aporte a la audiencia caraqueña que la disfrutó y de eso damos fe!
Juan Martins, que sí es un destacado teatrero de su natal Maracay, gracias a su honesto y persistente trabajo intelectual, por el cual ha sido merecedor de premios por sus piezas teatrales, tales como Dollwrist y Caperucita ríe a medianoche, entre otras, advierte en el programa de mano de su espectáculo, que se trata de una pieza en la cual se podrá captar o detectar cierta estilística, o “algunas costuras” para decirlo en el lenguaje de nuestro argot crítico, que puede evocar el espectador de textos como El animador, La farra y Encuentro en el parque peligroso, del laureado dramaturgo Rodolfo Santana ( Caracas,1944) .Y nosotros añadiríamos que también hay un tanto de la escuela del cèlebre maestro italiano Luigi Pirandello y particularmente su histórico texto Seis personajes en busca de autor. Él, Martins, como autor no esconde tales influencias, por el contrario, las muestra abiertamente en una pieza que bien se aproxima a un teatro del absurdo y de lo extraño como postura estética que se impone desde sus personajes, una pareja que puede llegar a desagradar, pero que se comprende porque han existido o existen seres así, creados por una serie de conductas anómalas no solo en la sociedad venezolana sino en el mundo entero. Siempre la ficción estará en deuda con la realidad. Y de eso no queda duda alguna.
La argumentación de Dollwrist se reduce a presentar a un hombre y una mujer confinados en lo que puede ser el vestuario de un teatro o una empresa de televisión. Están ahí para hacer un teatro dentro del teatro: Aura (Mirla Campos), una actriz que ha venido a menos o está en marcha hacia el proceloso camino de los envejecientes, que cual araña tejedora espera a su victima, Exequiel (Luis Enrique Torres), joven con ambiciones de escritor que trabaja en esa televisora de “office boy”. Lo que pasa después es predecible y está vendido de entrada. Es el archiconocido juego del dominador y el dominado. Es la pugna de los instintos animales manipulada por otros falsos valores de la sociedad burguesa. Ella desea sexualmente al joven y por eso hacen todo un juego de seducción, utilizando un tercer personaje que es un maniquí o muñeco o dollwrist, hasta que todo culmina de forma abrupta. Exequiel es asesinado por Aura .Y es ahí cuando una voz en of advierte que todo ha sido logrado muy bien, de forma satisfactoria y que por ello será grabado, pues se trata de una actuación para unas càmaras, màs nada. Una tragedia humana convertida una vez más en espectáculo para una audiencia mediática.
¿Qué paso? ¿Qué fue eso? Se preguntará el espectador sorprendido por haber presenciado una aparatosa seducción, toda una artificiosa compra y venta de sexo y placeres, la cual concluye en un vulgar asesinato. Y es seguro que buscará hechos reales cercanos, que tratará de interpretar y comparar la metáfora teatral con algunos sucesos reales como esos que a menudo reseña la prensa, donde el rol del dollwrist lo hace una droga, como la burundanga, o donde el superobjetivo o la jusficaciòn para todo ese teatro en la vida real es simplemente un bajo de billetes.
Él autor, como crítico que es, explica que su Dollwrist no es màs que una metáfora sobre la violencia que se vive la sociedad de consumo, representada en el fenómeno de la televisión como una de sus máximas de expresión, y que además todo esto responde de alguna manera a un teatro político, cuyos personajes están derrotados por no haber evolucionado como individuos íntegros y de perfil humano. “El público se encontrará con un desenlace el cual se le aparentará cotidiano y comprometedor”, puntualiza.
Para nosotros, el espectáculo resultó placentero y un tanto erotizante. En otro país, los actores se habrían desnudado y aceptado unos cuantos rituales sexuales, pero aquí en Caracas algunas pautas sociales y legales han creado obstáculos para ver y disfrutar de algo que es muy corriente y hasta frecuente en otros escenarios donde el teatro no es sólo representación. Lo mostrado es más que satisfactorio y ha permitido ponderar las innegables condiciones de los histriones ahí involucrados. Y, por supuesto, hay un autor muy feliz por haber podido mostrar su obra a más espectadores que sacarán sus rotundas conclusiones.¡Se hace camino al andar, canta el poeta!
viernes, junio 23, 2006
La soledad de unos avioncitos de papel
Desde los inicios del siglo XIX se hace teatro en español desde diversos escenarios de Nueva York. Durante la segunda cincuentena del XX, el movimiento teatral hispano o latino alcanzò su mayor desarrollo, gracias a la aparición de instituciones como el Iati, con el venezolano Abdón Villamizar a la cabeza, y muy particularmente por el empuje y los retos que se impuso Repertorio Español, gracias al hábil liderazgo de Gilberto Zaldìvar, René Buch y Roberto Federico. Pero también en la centuria pasada, hacia 1975, fue fundada y puesta en marcha desde entonces, gracias a Mario Peña y Margarita Toirac, la compañía Latin American Theater Ensemble (Late).
La misión de Late, que desde entonces ha cumplido a cabalidad, pese a los obstáculos externos, no ha sido otra que promover el teatro latinoamericano por intermedio de sus producciones; entrenar e instruir a miembros de la comunidad hispana que no tenían acceso o no podían afrontar otras fuentes de entretenimiento profesional, y además desarrollar talentos y conocimientos en las artes teatrales, incluyendo dramaturgia y otras especialidades de las artes escénicas.
Admitimos que es ahora, durante estos lentos y definitorios avances de siglo XXI, que hemos podido degustar y aplaudir una producción de Late (o La Tea, como lo denomina la comunidad hispana), gracias a la gentil invitación de la venezolana Aminta de Lara, quien funge como directora artística. Vimos, el pasado 16 de junio, pues,- en su sede, en el 107 Suffolk Street, suite 200, entre Delancy y Rivington- el espectáculo Aviones de papel, creado por Berioska Ipinza, a partir de la pieza homónima de la actriz y dramaturga colombiana Diana Chery.
Diana Chery empezó a estudiar teatro profesionalmente a los 18 años- ya hace 11- hasta que se graduó como maestra en artes escénicas, con énfasis en actuación, en la Academia Superior de Artes de Bogota. Se instaló en Nueva York, desde el verano del 2001, para aprender el inglés. Pero el amor la atrapó y desde el 2002 comenzó a trabajar en una producción teatral donde conoció actores que la contactaron con la buena gente de grupo Iati (ahora bajo la conducción de Vivian de Angelo), quienes han sido sus “angelitos de la guarda teatral” en la fantástica Nueva York. Hacia la temporada del 2005, el Iati le produjo su ópera prima, Partidas, en el 2005. Por intermedio del venezolano Pablo García conoció a Aminta de Lara -encuentro tan fructuoso como milagroso- y con ella han formando un equipo de trabajo que “esperamos nos siga dando inyecciones de vida y trabajo como hasta ahora”, puntualiza esta mujer de aguda inteligencia y de trato abierto y transparente como sólo lo hacen las colombianas de Cali.
Ahora Diana Chary acaba de estrenar Aviones de papel, escrita, durante el 2005, en un taller de dramaturgia en el Iati. Advierte que la idea de sus personajes nació en Colombia hace aproximadamente seis años. “Yo escribo sobre imágenes, sensaciones o temas que me interesan y luego desarrollo la historia con esquemas más intuitivos que académicos. Me interesa la cotidianidad del ser humano; la sutileza y la importancia de lo que no es trascendental en los diarios o en la televisión, pero que sí es vital para un individuo, y por lo tanto, para la sociedad. Cuando llegué a Nueva York, empecé a retratar todas las soledades en los cafés, en las calles, en los bares, en los trenes, porque en mi país nunca vi. tantas soledades reunidas o juntas. Lo más contradictorio, es que los espacios son reducidos o apretados, pero cada persona carga consigo un mundo lleno de nostalgias, de penas y además unas barreras impenetrables. Cuando vi. esto decidí que quería rescatar aquella vieja idea de dos personas que se conocen a través de una ventana o división de sus apartamentos pero no pueden concretar una relación -de ningún tipo- aun estando tan ‘cerca’. Así nació mi segunda pieza, donde ahora actúo al lado del chileno Pietro González”.
Este montaje de Aviones de papel permite ponderar no sólo el drama de las soledades en las grandes ciudades, sino además asomarnos a los horrores de la violencia domestica sobre las féminas. Ahí esta Beatriz (Diana Chery), que ha huido del lecho del hombre con el cual estuvo unida o casada, tratando de rehacer su existencia en medio de la soledad de un apartamento mínimo que está separado del vecino por un delgada pared—la metáfora es una fila de aviones de papel en el piso- donde a su vez se ha instalado un hombre, Diego (Pietro González) empeñado en reencontrarse con su pasado y consigo mismo. Surge una amistad básica y hasta hay síntomas de que esos dos seres humanos pueden ir un poco más allá, pero esas dos soledades urbanas que se habían reunido volverán a separarse y seguirán en las búsquedas de sus destinos.
Es, de verdad, una pieza grata, a pesar de la amargura de su mensaje. Es un teatro que estuvo muy de moda en los años 50 y 60, cuando el existencialismo francés era la filosofía que consumían las clases medias de la sociedad capitalista de occidente. Pero la soledad no se fue y se quedó en las almas de todos los que descubrimos que nace con nosotros y que nos acompañará hasta la tumba, por que es como nuestra sombra. No es una pieza vieja o añeja, nada de eso. Es una obra sobre una condición eterna de todos los seres humanos: la soledad, esa que nadie, hasta ahora, ha explicado o curado, porque la misma se hace más patética a medida que se avanza en esa inevitable marcha de los "envejecientes". No sabemos que pasará con el teatro de Diana Chery, pero de lo que si estamos seguros es que ella crecerá como ser humano y es posible que produzca más y mejores piezas. Tiene un mundo por terminar de hacer y tiene materia en bruto para hacerlo, además de su propia filosofía: hay que aprender a vivir en soledad dentro de una sociedad que no da soluciones jamàs; hay que aprender a vivir desde adentro, a vivir consigo mismo, con sus pensamientos y sin los ruidos de los demás solitarios.
El espectáculo resulta placentero porque se juega entre el hiperrealismo y las situaciones mágicas, y es ahí donde Diana Chery demuestra además sus impactantes condiciones histriónicas. Es casi como un sueño lo que pasa en la escena, pero muestra sin dobleces como dos seres humanos pretenden resolver sus dolencias nacidas de la soledad. Es perfectible en las interrelaciones de los personajes y puede suscitar interesantes discusiones si se le exhibe ante una comunidad dispuesta a intervenir y propalar sus opiniones. Ese sería un gran regalo para los neoyorquinos que le tienen miedo a la soledad.Creo que descubrirìan el montòn de avioncitos de papel que los separa de los demas.
La misión de Late, que desde entonces ha cumplido a cabalidad, pese a los obstáculos externos, no ha sido otra que promover el teatro latinoamericano por intermedio de sus producciones; entrenar e instruir a miembros de la comunidad hispana que no tenían acceso o no podían afrontar otras fuentes de entretenimiento profesional, y además desarrollar talentos y conocimientos en las artes teatrales, incluyendo dramaturgia y otras especialidades de las artes escénicas.
Admitimos que es ahora, durante estos lentos y definitorios avances de siglo XXI, que hemos podido degustar y aplaudir una producción de Late (o La Tea, como lo denomina la comunidad hispana), gracias a la gentil invitación de la venezolana Aminta de Lara, quien funge como directora artística. Vimos, el pasado 16 de junio, pues,- en su sede, en el 107 Suffolk Street, suite 200, entre Delancy y Rivington- el espectáculo Aviones de papel, creado por Berioska Ipinza, a partir de la pieza homónima de la actriz y dramaturga colombiana Diana Chery.
Diana Chery empezó a estudiar teatro profesionalmente a los 18 años- ya hace 11- hasta que se graduó como maestra en artes escénicas, con énfasis en actuación, en la Academia Superior de Artes de Bogota. Se instaló en Nueva York, desde el verano del 2001, para aprender el inglés. Pero el amor la atrapó y desde el 2002 comenzó a trabajar en una producción teatral donde conoció actores que la contactaron con la buena gente de grupo Iati (ahora bajo la conducción de Vivian de Angelo), quienes han sido sus “angelitos de la guarda teatral” en la fantástica Nueva York. Hacia la temporada del 2005, el Iati le produjo su ópera prima, Partidas, en el 2005. Por intermedio del venezolano Pablo García conoció a Aminta de Lara -encuentro tan fructuoso como milagroso- y con ella han formando un equipo de trabajo que “esperamos nos siga dando inyecciones de vida y trabajo como hasta ahora”, puntualiza esta mujer de aguda inteligencia y de trato abierto y transparente como sólo lo hacen las colombianas de Cali.
Ahora Diana Chary acaba de estrenar Aviones de papel, escrita, durante el 2005, en un taller de dramaturgia en el Iati. Advierte que la idea de sus personajes nació en Colombia hace aproximadamente seis años. “Yo escribo sobre imágenes, sensaciones o temas que me interesan y luego desarrollo la historia con esquemas más intuitivos que académicos. Me interesa la cotidianidad del ser humano; la sutileza y la importancia de lo que no es trascendental en los diarios o en la televisión, pero que sí es vital para un individuo, y por lo tanto, para la sociedad. Cuando llegué a Nueva York, empecé a retratar todas las soledades en los cafés, en las calles, en los bares, en los trenes, porque en mi país nunca vi. tantas soledades reunidas o juntas. Lo más contradictorio, es que los espacios son reducidos o apretados, pero cada persona carga consigo un mundo lleno de nostalgias, de penas y además unas barreras impenetrables. Cuando vi. esto decidí que quería rescatar aquella vieja idea de dos personas que se conocen a través de una ventana o división de sus apartamentos pero no pueden concretar una relación -de ningún tipo- aun estando tan ‘cerca’. Así nació mi segunda pieza, donde ahora actúo al lado del chileno Pietro González”.
Este montaje de Aviones de papel permite ponderar no sólo el drama de las soledades en las grandes ciudades, sino además asomarnos a los horrores de la violencia domestica sobre las féminas. Ahí esta Beatriz (Diana Chery), que ha huido del lecho del hombre con el cual estuvo unida o casada, tratando de rehacer su existencia en medio de la soledad de un apartamento mínimo que está separado del vecino por un delgada pared—la metáfora es una fila de aviones de papel en el piso- donde a su vez se ha instalado un hombre, Diego (Pietro González) empeñado en reencontrarse con su pasado y consigo mismo. Surge una amistad básica y hasta hay síntomas de que esos dos seres humanos pueden ir un poco más allá, pero esas dos soledades urbanas que se habían reunido volverán a separarse y seguirán en las búsquedas de sus destinos.
Es, de verdad, una pieza grata, a pesar de la amargura de su mensaje. Es un teatro que estuvo muy de moda en los años 50 y 60, cuando el existencialismo francés era la filosofía que consumían las clases medias de la sociedad capitalista de occidente. Pero la soledad no se fue y se quedó en las almas de todos los que descubrimos que nace con nosotros y que nos acompañará hasta la tumba, por que es como nuestra sombra. No es una pieza vieja o añeja, nada de eso. Es una obra sobre una condición eterna de todos los seres humanos: la soledad, esa que nadie, hasta ahora, ha explicado o curado, porque la misma se hace más patética a medida que se avanza en esa inevitable marcha de los "envejecientes". No sabemos que pasará con el teatro de Diana Chery, pero de lo que si estamos seguros es que ella crecerá como ser humano y es posible que produzca más y mejores piezas. Tiene un mundo por terminar de hacer y tiene materia en bruto para hacerlo, además de su propia filosofía: hay que aprender a vivir en soledad dentro de una sociedad que no da soluciones jamàs; hay que aprender a vivir desde adentro, a vivir consigo mismo, con sus pensamientos y sin los ruidos de los demás solitarios.
El espectáculo resulta placentero porque se juega entre el hiperrealismo y las situaciones mágicas, y es ahí donde Diana Chery demuestra además sus impactantes condiciones histriónicas. Es casi como un sueño lo que pasa en la escena, pero muestra sin dobleces como dos seres humanos pretenden resolver sus dolencias nacidas de la soledad. Es perfectible en las interrelaciones de los personajes y puede suscitar interesantes discusiones si se le exhibe ante una comunidad dispuesta a intervenir y propalar sus opiniones. Ese sería un gran regalo para los neoyorquinos que le tienen miedo a la soledad.Creo que descubrirìan el montòn de avioncitos de papel que los separa de los demas.
miércoles, junio 21, 2006
Los niños de mamà en Nueva York
No es fácil hacer teatro en lengua hispana desde los escenarios de Nueva York. Pero a partir de 1968, la buena gente de Repertorio Español, con Gilberto Zaldìvar, René Buch y Robert Federico a la cabeza, contando con el entusiasta apoyo de estadounidenses, latinoamericanos y además unos cuantos venezolanos, no han claudicado en su empeño de promover y difundir al mejor teatro en la lengua de Cervantes y darle cabida y oportunidades a las nuevas generaciones, particularmente a los hijos de las familias de emigrantes radicados en “La Gran Manzana”. Devuelven así con creces lo que la culta y altruista sociedad estadounidense les ha entregado.
Actualmente, en su pequeño espacio teatral de la calle 23 con Tercera Avenida, están exhibiendo el espectàculo Momma`s Boyz (Los nenes de mamá), escrito y dirigidopor Cándido Tirado, una desgarradora pieza sobre un trío de muchachos, menores de 18 años, quienes se debaten entre terminar de crecer y formarse adecuadamente para ser útiles a sus modestas familias de inmigrantes, o dedicarse desde ya al negocio del narcotráfico en las barriadas populares neoyorquinas donde viven o se mueren día a día por el vicio o por la violencia entre las pandillas juveniles.
Momma`s Boyz (Los nenes de mamá) tiene la peculiaridad o la característica de que a un espectador medianamente informado le hará evocar a las mejores piezas de los venezolanos Román Chalbaud (Caín adolescente y Los ángeles terribles) o algunos textos de Gustavo Ott (Nunca dije que era una niña mala), una gran parte de la vasta obra de Rodolfo Santana sobre la marginalidad urbana criolla, sin olvidar, por supuesto, a La ópera de tres centavos del germano Bertold Brecht. En síntesis, los caminos del teatro se cruzan, se enredan y terminan siendo uno sólo: poner en escena el drama de un pueblo y arrojar desde ahí múltiples preguntas a la audiencia para ver como se mejoren las cosas y se sigue luchando por la felicidad, que es el único y definitivo camino de los seres humanos con un mínimo de consciencia. Y lo que ha logrado Cándido Tirado no sólo es valido sino que revela creatividad y estilo para teatralizar esa situación que es tomada de la realidad, realidad que a su vez él ha manipulado y convertida en una pieza dramáticamente aleccionadora y no desprovista de humor.
En resumen, Momma`s Boyz (Los nenes de mamá) plasma las tragicómicas peripecias de tres adolescentes inmersos en la venta de psicotrópicos a sus compañeros de generación, pero por la magia del teatro, como lo entiende su autor Candido Tirado, Dios les da una oportunidad y los devuelve al pasado para que se pueden dar cuenta de los errores cometidas y cambien para el camino del bien,hagan boorròn y cuenta nueva. Es una solución teatral metafísica a un problema real y concreto que desafía a la humanidad entera en este momento -como es la todopoderosa transnacional del narcotráfico capaz incluso de quitar y poner gobiernos en los países productores de sus narcóticos- pero que entre el publico neoyorquino, donde pululan los hijos de hispanos o latinos, tiene sus efectos aleccionadores: la única solución es parar, porque Dios anda muy ocupado para atender a los hamletianos e inexpertos vendedores de cocaína o marihuana.
Si la pieza tiene una solución mágica o metafísica, la obra llega ademàs al público gracias a tres jóvenes comediantes: Flaco Navaja (poeta nacido en el Bronx), Jesús Martínez (actor de Brooklyn) y Janio Marrero, proveniente de Puerto Rico. El director Cándido Tirado los utiliza con precisión para un montaje sin mayores alardes escénicos, casi elemental, diríamos nosotros, ya que ellos tienen pasta o materia buena para convertirse en grandes comediantes; sin lugar a dudas, son ya jòvenes profesionales y lo demuestran con este espectáculo, donde el humor ácido es el hilo conductor.
Esta Momma`s Boyz (Los nenes de mamá) es la pieza ganadora del IV Concurso Nacional de Obras Teatrales Metlife Nuestras Voces, un evento que desde 1999 ha permitido conocer a no menos de 500 obras especialmente escritas para esta competencia. Para la temporada del 2007, el venezolano Marcelo Rodríguez podrá exhibir su texto Bestalia, ya que ganò el V Concurso, correspondiente al 2005.
Nueva York no es una quimera para los latinos y sus descendientes, como tampoco para los venezolanos, y eso se puede comprobar en Repertorio Español, donde además Fernando Then hace lo suyo, pues es asistente del director y gerente de producciòn.Èl saltò del Teatro San Martìn de Caracas a ese fortìn donde todos luchan por una alternativa cultural para los hispanos.
Actualmente, en su pequeño espacio teatral de la calle 23 con Tercera Avenida, están exhibiendo el espectàculo Momma`s Boyz (Los nenes de mamá), escrito y dirigidopor Cándido Tirado, una desgarradora pieza sobre un trío de muchachos, menores de 18 años, quienes se debaten entre terminar de crecer y formarse adecuadamente para ser útiles a sus modestas familias de inmigrantes, o dedicarse desde ya al negocio del narcotráfico en las barriadas populares neoyorquinas donde viven o se mueren día a día por el vicio o por la violencia entre las pandillas juveniles.
Momma`s Boyz (Los nenes de mamá) tiene la peculiaridad o la característica de que a un espectador medianamente informado le hará evocar a las mejores piezas de los venezolanos Román Chalbaud (Caín adolescente y Los ángeles terribles) o algunos textos de Gustavo Ott (Nunca dije que era una niña mala), una gran parte de la vasta obra de Rodolfo Santana sobre la marginalidad urbana criolla, sin olvidar, por supuesto, a La ópera de tres centavos del germano Bertold Brecht. En síntesis, los caminos del teatro se cruzan, se enredan y terminan siendo uno sólo: poner en escena el drama de un pueblo y arrojar desde ahí múltiples preguntas a la audiencia para ver como se mejoren las cosas y se sigue luchando por la felicidad, que es el único y definitivo camino de los seres humanos con un mínimo de consciencia. Y lo que ha logrado Cándido Tirado no sólo es valido sino que revela creatividad y estilo para teatralizar esa situación que es tomada de la realidad, realidad que a su vez él ha manipulado y convertida en una pieza dramáticamente aleccionadora y no desprovista de humor.
En resumen, Momma`s Boyz (Los nenes de mamá) plasma las tragicómicas peripecias de tres adolescentes inmersos en la venta de psicotrópicos a sus compañeros de generación, pero por la magia del teatro, como lo entiende su autor Candido Tirado, Dios les da una oportunidad y los devuelve al pasado para que se pueden dar cuenta de los errores cometidas y cambien para el camino del bien,hagan boorròn y cuenta nueva. Es una solución teatral metafísica a un problema real y concreto que desafía a la humanidad entera en este momento -como es la todopoderosa transnacional del narcotráfico capaz incluso de quitar y poner gobiernos en los países productores de sus narcóticos- pero que entre el publico neoyorquino, donde pululan los hijos de hispanos o latinos, tiene sus efectos aleccionadores: la única solución es parar, porque Dios anda muy ocupado para atender a los hamletianos e inexpertos vendedores de cocaína o marihuana.
Si la pieza tiene una solución mágica o metafísica, la obra llega ademàs al público gracias a tres jóvenes comediantes: Flaco Navaja (poeta nacido en el Bronx), Jesús Martínez (actor de Brooklyn) y Janio Marrero, proveniente de Puerto Rico. El director Cándido Tirado los utiliza con precisión para un montaje sin mayores alardes escénicos, casi elemental, diríamos nosotros, ya que ellos tienen pasta o materia buena para convertirse en grandes comediantes; sin lugar a dudas, son ya jòvenes profesionales y lo demuestran con este espectáculo, donde el humor ácido es el hilo conductor.
Esta Momma`s Boyz (Los nenes de mamá) es la pieza ganadora del IV Concurso Nacional de Obras Teatrales Metlife Nuestras Voces, un evento que desde 1999 ha permitido conocer a no menos de 500 obras especialmente escritas para esta competencia. Para la temporada del 2007, el venezolano Marcelo Rodríguez podrá exhibir su texto Bestalia, ya que ganò el V Concurso, correspondiente al 2005.
Nueva York no es una quimera para los latinos y sus descendientes, como tampoco para los venezolanos, y eso se puede comprobar en Repertorio Español, donde además Fernando Then hace lo suyo, pues es asistente del director y gerente de producciòn.Èl saltò del Teatro San Martìn de Caracas a ese fortìn donde todos luchan por una alternativa cultural para los hispanos.
La guerra en el Central Park de Nueva York
Estados Unidos de América está en guerra. Actualmente batalla en Irak, Afganistán y además libra un incesante combate sin respetar fronteras contra el terrorismo mundial. Y es por ese motivo tan contundente -que además es cuantificable en las vidas humanas que se pierden y en los gastos económicos que todo ello provoca o genera- que la intelectualidad y los artistas estadounidenses agrupados bajo “el paraguas” de la institución The Public Theater han organizado un programa con sendos espectáculos sobre la guerra en general, para así proponerle una seria reflexión al público que acuda al monumental Teatro Delacorte, en Central Park de Nueva York. Ellos, como teatreros, presentarán dos modelos o ejemplos de lo que verdaderamente hay detrás de los conflictos bélicos y los miserables despojos que quedan, según los textos de William Shakespeare y Bertolt Brecht que seleccionaron: Macbeth y Madre Coraje y sus hijos.
Esta guerra teatral en el Central Park -con capacidad para 1.800 espectadores- comienza, oficialmente el miércoles 28 de junio a las 8:30 pm, con la pieza Macbeth, de Shakespeare (1574-1616), protagonizada por los destacados actores Liev Schreiber y Jennifer Ehle, puesta en escena por el venezolano Moisés Kaufman (39 años), el mismo que se colocó entre los mejores directores del teatro norteamericano por sus montajes de I Am My Own Wife, The Laramie Project y The Three Trials of Oscar Wilde, trilogía ejemplar de montajes contestatarios y reivindicativos de la libertad que tiene cada hombre para escoger su ruta o camino.
El oportuno y político Macbeth (podrá ser apreciado durante 60 representaciones totalmente gratuitas para la audiencia que acuda al Central Park) que Kaufman ha versionado y puesto en escena-vimos una función especial el pasado 15 de junio- va mas allá de lo que escribió Shakespeare entre 1605 y 1606, sobre un mundo oscuro y fantasmagórico de discordia y de confusión moral donde entre alucinaciones, conjuros, crímenes y predicciones se presencia la degradación irreversible del guerrero Macbeth, un militar que impulsado por la ambición que su esposa, Lady Macbeth, no duda en asesinar a su rey y desatar una sangrienta persecución contra su descendencia, hasta que finalmente perece en medio de una batalla, tal como se lo habían profetizado tres brujas.
La versión esta “manipulada” de tal manera que el público presencia como son las intrigas por el poder de los que planifican, ordenan y van a la guerra en nombres de ideologías, pero que son disfraces para sus pingues negocios. Está ambientada en el Reino Unido de los años 14 del siglo XX, cuando se desencadenó la guerra que iba a terminar con todas las otras guerras, la Primera Guerra Mundial. El espectáculo, con una duración cercana a las tres horas, es un depurado y hasta contrastante despliegue actoral en medio de una serie de acciones escénicas bien diseñadas, tales como las batallas finales, el conjuro mágico y trágico de las brujas, los asesinatos que urde y ejecuta la camarilla que acompaña a Macbeth en su loca aventura guerrerista .Todo demuestra la gran calidad profesional de los que ahí participan en esa singular "guerra" artística contra la guerra. No hay tiempo para aburrirse o escaparse de ese hermoso espacio teatral en medio del bosque, aunque recomendarìamos eliminar el intermedio, porque así el publico tendrá más tiempo para ir a las terapéuticas cafeterías y bares a dialogar sobre lo visto y exaltar las buenas actuaciones en general, pero en especial las de Liev Schreiber y Jennifer Ehle, quienes encarnan a la monstruosa pareja de los Macbeth, modelos de quienes persiguen el poder y el boato del mismo, sin darse cuenta que todo tendrá un final y que pagaran con sus vidas y con su condena eterna si es que existe un Dios castigador.
Al ver este montaje del venezolano Kaufman, añoramos los años 80 y los 90 del siglo pasado, cuando aquí en Caracas los teatreros, con Carlos Giménez, Horacio Peterson, Antonio Constante, Enrique Porte y el mismo José Ignacio Cabrujas a la cabeza, se las ingeniaban para hacer puestas en escena espectaculares y con contenidos que incitaban a la audiencia a reflexionar sobre los temas más urgentes de la sociedad criolla. Ahora eso ha desaparecido y no es por culpa del Estado o del gobierno de turno, sino porque hay una grave crisis de talento en el nuevo componente artístico nacional, más interesado en el éxito financiero rápido o en tomar el asombroso camino del exilio.
Moisés Kaufman fue uno de los venezolanos que conoció y se nutrió de esas décadas doradas del mejor teatro venezolano y ahora lo demuestra con su formación en Estados Unidos.
Medio siglo en la escena
The Public Theater de Nueva York fue fundado hace 50 años por Josep Papp, todo un insigne trabajador de las artes escénicas, un hombre que luchó para darle a los habitantes de “La gran manzana” el mejor teatro posible, un hombre que vino a Caracas cuando conoció a Carlos Gimènez y además lo invito a dirigir La tempestad de Shakespeare, la cual presentó con su agrupación Rajatabla en el Central Park, durante aquel verano inolvidable de 1991.
La fiesta por los 50 años de sobrevivencia de la institución continuara en el próximo septiembre con Madre Coraje, cuya protagonista será nada más y nada menos que Meryl Streep
Esta guerra teatral en el Central Park -con capacidad para 1.800 espectadores- comienza, oficialmente el miércoles 28 de junio a las 8:30 pm, con la pieza Macbeth, de Shakespeare (1574-1616), protagonizada por los destacados actores Liev Schreiber y Jennifer Ehle, puesta en escena por el venezolano Moisés Kaufman (39 años), el mismo que se colocó entre los mejores directores del teatro norteamericano por sus montajes de I Am My Own Wife, The Laramie Project y The Three Trials of Oscar Wilde, trilogía ejemplar de montajes contestatarios y reivindicativos de la libertad que tiene cada hombre para escoger su ruta o camino.
El oportuno y político Macbeth (podrá ser apreciado durante 60 representaciones totalmente gratuitas para la audiencia que acuda al Central Park) que Kaufman ha versionado y puesto en escena-vimos una función especial el pasado 15 de junio- va mas allá de lo que escribió Shakespeare entre 1605 y 1606, sobre un mundo oscuro y fantasmagórico de discordia y de confusión moral donde entre alucinaciones, conjuros, crímenes y predicciones se presencia la degradación irreversible del guerrero Macbeth, un militar que impulsado por la ambición que su esposa, Lady Macbeth, no duda en asesinar a su rey y desatar una sangrienta persecución contra su descendencia, hasta que finalmente perece en medio de una batalla, tal como se lo habían profetizado tres brujas.
La versión esta “manipulada” de tal manera que el público presencia como son las intrigas por el poder de los que planifican, ordenan y van a la guerra en nombres de ideologías, pero que son disfraces para sus pingues negocios. Está ambientada en el Reino Unido de los años 14 del siglo XX, cuando se desencadenó la guerra que iba a terminar con todas las otras guerras, la Primera Guerra Mundial. El espectáculo, con una duración cercana a las tres horas, es un depurado y hasta contrastante despliegue actoral en medio de una serie de acciones escénicas bien diseñadas, tales como las batallas finales, el conjuro mágico y trágico de las brujas, los asesinatos que urde y ejecuta la camarilla que acompaña a Macbeth en su loca aventura guerrerista .Todo demuestra la gran calidad profesional de los que ahí participan en esa singular "guerra" artística contra la guerra. No hay tiempo para aburrirse o escaparse de ese hermoso espacio teatral en medio del bosque, aunque recomendarìamos eliminar el intermedio, porque así el publico tendrá más tiempo para ir a las terapéuticas cafeterías y bares a dialogar sobre lo visto y exaltar las buenas actuaciones en general, pero en especial las de Liev Schreiber y Jennifer Ehle, quienes encarnan a la monstruosa pareja de los Macbeth, modelos de quienes persiguen el poder y el boato del mismo, sin darse cuenta que todo tendrá un final y que pagaran con sus vidas y con su condena eterna si es que existe un Dios castigador.
Al ver este montaje del venezolano Kaufman, añoramos los años 80 y los 90 del siglo pasado, cuando aquí en Caracas los teatreros, con Carlos Giménez, Horacio Peterson, Antonio Constante, Enrique Porte y el mismo José Ignacio Cabrujas a la cabeza, se las ingeniaban para hacer puestas en escena espectaculares y con contenidos que incitaban a la audiencia a reflexionar sobre los temas más urgentes de la sociedad criolla. Ahora eso ha desaparecido y no es por culpa del Estado o del gobierno de turno, sino porque hay una grave crisis de talento en el nuevo componente artístico nacional, más interesado en el éxito financiero rápido o en tomar el asombroso camino del exilio.
Moisés Kaufman fue uno de los venezolanos que conoció y se nutrió de esas décadas doradas del mejor teatro venezolano y ahora lo demuestra con su formación en Estados Unidos.
Medio siglo en la escena
The Public Theater de Nueva York fue fundado hace 50 años por Josep Papp, todo un insigne trabajador de las artes escénicas, un hombre que luchó para darle a los habitantes de “La gran manzana” el mejor teatro posible, un hombre que vino a Caracas cuando conoció a Carlos Gimènez y además lo invito a dirigir La tempestad de Shakespeare, la cual presentó con su agrupación Rajatabla en el Central Park, durante aquel verano inolvidable de 1991.
La fiesta por los 50 años de sobrevivencia de la institución continuara en el próximo septiembre con Madre Coraje, cuya protagonista será nada más y nada menos que Meryl Streep
jueves, junio 15, 2006
El Che Guevara revive en Nueva York
El revolucionario argentino Ernesto “Che” Guevara ha resucitado.Esta vez será en un escenario de Nueva York y gracias a la obra School of de The Americas, de José Rivera, puesta en escena por Mark Wing-Davey y con la participación de la actriz venezolana Patricia Velásquez, quien así debuta en el teatro estadounidense, junto a comediantes, de otras nacionalidades, como John Ortiz, Félix Solís, Karina Arroyave, Raúl Castillo y Nathan LeBron.
Este espectáculo School of de The Americas es una producción del Labyrinth Theater Company, cuyo líder artístico es el celebre actor Philip Seymor Hoffmann, el cual comienza su temporada de funciones este 20 de junio y se prolongará hasta el 23 de Julio, en el complejo cultural The Public Theater, en el sector intelectual y artístico de Nueva York.
Patricia Velásquez comentó que siempre quiso hacer teatro, pero lo que le ofrecían eran trabajos actorales en el cine y la televisión, además del modelaje, actividades todas en las cuales se ha destacado. “Un buen día me dieron el guión de School of The Americas y tras leerlo acudí a una audición donde estaban no menos de 300 personas. Cuatro o tres meses después me llamaron para decirme que había sido elegida para un rol protagónico, o sea para asumir el personaje de Julia Cortez, la última mujer que conoció y habló con el Che Guevara”.
-¿De qué trata esta pieza con la cual usted ahora debuta en teatro?
-La obra, que es en inglés, cuenta como fueron los dos últimos días del Che en la población de La Higuera, en Bolivia, antes de que lo mataran el 8 de octubre de 1967. El Che fue recluido en una escuelita y ahí es conocido y abordado por Julia Cortez, una mujer de 19 años.
-¿Fue Julia Cortez una especie de novia o amante del Che?
-No, nada de eso. Nosotros, desde aquí en Nueva York, entramos en contacto con Julia y en una videoconferencia ella nos contó todo. Era simplemente una mujer impactada por el revolucionario, con quien dialoga, escucha sus arengas revolucionarias, y ella le da de comer unos cuantos platos de sopa que ella preparó. Julia era la maestra de la escuela que estaba cerrada y convertida en cárcel por las tropas bolivianas.Ella fue la única y ultima persona de la vida civil que estuvo en contacto con el guerrillero, antes de que lo mataran. No fueron pareja ni cosa parecida, pero ella si se enamoró de el. Ella nos dijo que su primer hijo, porque se casó mas tarde, se parece al mítico guerrillero que ella conoció en esa circunstancia tan extraña y tan determinante.Julia tuvo que esconderse, durante muchos años, porque no la dejaban vivir tranquila, la buscaban para entrevistarla y para que contara una y otra vez su historia con el inolvidable argentino.
-¿Está consciente de la ideología de la pieza con la cual ahora debuta ante la audiencia estadounidense?
-No entiendo la pregunta.
- Usted esta haciendo una pieza de ideología izquierdista ¿Se da cuenta?
-No, no es una pieza izquierdista. Es la historia teatral de una persona, como el Che Guevara, con una mujer que lo ayuda y además lo alimenta, y donde el prisionero reitera, una vez más, sus ideales revolucionarios.El fue un verdadero revolucionario y no se corrompió como otros. Pero no es una pieza izquierdista para nosotros. Cuando leí el libreto nunca me imaginé la importancia de la obra con la cual me estaba vinculando. Y ahora estoy satisfecha de haber aceptado dicho rol y la importancia del personaje histórico en el cual me he inspirado.
-¿Irá este montaje al circuito Broadway?
-Eso no lo sé, tampoco lo creo. Estaremos hasta finales de julio, por ahora. En cuanto a mi, como persona y como profesional, pues me siento muy bien y con muchas ganas de seguir haciendo más teatro.Hay por ahí unos ofrecimientos, pero de eso no puedo hablar todavía.
-¿Dispuesta trabajar en el teatro venezolano?
-Si, siempre y cuando el proyecto me guste.
La realidad siempre es mejor
José Rivera, el autor de School of The Americas, nació en Puerto Rico hace 50 años. Se crió en Nueva York y fue uno de los cuatro latinos nominados al Oscar de la academia por la adaptación cinematográfica de The motorcycle diaries (Diarios de la motocicleta), que es una saga sobre el Che Guevara recorriendo al continente americano antes de vincularse con las guerrillas de Fidel Castro en Cuba.El periodista venezolano José Bayona, afincado en Nueva York, cuenta que una de las inspiraciones literarias de Rivera es Gabriel García Márquez, quien le regaló a Robert Redford una copia de los diarios del Che para que algún día hiciera una película sobre ellos.
“Con Gabo, nos conocimos en 1989 en Cuba, y fue muy sencillo y amigable. Le gustaba hacer bromas pesadas. Un día medijo: ‘no existe una sola metáfora en mis libros, todo viene de la realidad, y tú debes escribir de la realidad. No importa cuan loca sea, cuan fantasiosa, pero es la realidad’ .“Esa fue la mejor enseñanza que he tenido como escritor”, le reveló Rivera a Bayona.
Para Rivera, escribir cine es un reto diferente que escribir teatro, ya que como guionista ha tenido que adaptarse a contar historias a través de imágenes, y tuvo que prepararse mucho más para adaptar el guión, mientras que como dramaturgo le es mucho más fácil contarlas a través del lenguaje. Su producción teatral cuenta con obras como Cloud Tectonics, The House of Roman Iglesia, Maricela de la Cruz Lights the World, Marisol, entre otras, todas escritas en inglés. Ahora continúa su historia teatral con una pieza sobre el guerrillero en las vísperas de su muerte.
Este espectáculo School of de The Americas es una producción del Labyrinth Theater Company, cuyo líder artístico es el celebre actor Philip Seymor Hoffmann, el cual comienza su temporada de funciones este 20 de junio y se prolongará hasta el 23 de Julio, en el complejo cultural The Public Theater, en el sector intelectual y artístico de Nueva York.
Patricia Velásquez comentó que siempre quiso hacer teatro, pero lo que le ofrecían eran trabajos actorales en el cine y la televisión, además del modelaje, actividades todas en las cuales se ha destacado. “Un buen día me dieron el guión de School of The Americas y tras leerlo acudí a una audición donde estaban no menos de 300 personas. Cuatro o tres meses después me llamaron para decirme que había sido elegida para un rol protagónico, o sea para asumir el personaje de Julia Cortez, la última mujer que conoció y habló con el Che Guevara”.
-¿De qué trata esta pieza con la cual usted ahora debuta en teatro?
-La obra, que es en inglés, cuenta como fueron los dos últimos días del Che en la población de La Higuera, en Bolivia, antes de que lo mataran el 8 de octubre de 1967. El Che fue recluido en una escuelita y ahí es conocido y abordado por Julia Cortez, una mujer de 19 años.
-¿Fue Julia Cortez una especie de novia o amante del Che?
-No, nada de eso. Nosotros, desde aquí en Nueva York, entramos en contacto con Julia y en una videoconferencia ella nos contó todo. Era simplemente una mujer impactada por el revolucionario, con quien dialoga, escucha sus arengas revolucionarias, y ella le da de comer unos cuantos platos de sopa que ella preparó. Julia era la maestra de la escuela que estaba cerrada y convertida en cárcel por las tropas bolivianas.Ella fue la única y ultima persona de la vida civil que estuvo en contacto con el guerrillero, antes de que lo mataran. No fueron pareja ni cosa parecida, pero ella si se enamoró de el. Ella nos dijo que su primer hijo, porque se casó mas tarde, se parece al mítico guerrillero que ella conoció en esa circunstancia tan extraña y tan determinante.Julia tuvo que esconderse, durante muchos años, porque no la dejaban vivir tranquila, la buscaban para entrevistarla y para que contara una y otra vez su historia con el inolvidable argentino.
-¿Está consciente de la ideología de la pieza con la cual ahora debuta ante la audiencia estadounidense?
-No entiendo la pregunta.
- Usted esta haciendo una pieza de ideología izquierdista ¿Se da cuenta?
-No, no es una pieza izquierdista. Es la historia teatral de una persona, como el Che Guevara, con una mujer que lo ayuda y además lo alimenta, y donde el prisionero reitera, una vez más, sus ideales revolucionarios.El fue un verdadero revolucionario y no se corrompió como otros. Pero no es una pieza izquierdista para nosotros. Cuando leí el libreto nunca me imaginé la importancia de la obra con la cual me estaba vinculando. Y ahora estoy satisfecha de haber aceptado dicho rol y la importancia del personaje histórico en el cual me he inspirado.
-¿Irá este montaje al circuito Broadway?
-Eso no lo sé, tampoco lo creo. Estaremos hasta finales de julio, por ahora. En cuanto a mi, como persona y como profesional, pues me siento muy bien y con muchas ganas de seguir haciendo más teatro.Hay por ahí unos ofrecimientos, pero de eso no puedo hablar todavía.
-¿Dispuesta trabajar en el teatro venezolano?
-Si, siempre y cuando el proyecto me guste.
La realidad siempre es mejor
José Rivera, el autor de School of The Americas, nació en Puerto Rico hace 50 años. Se crió en Nueva York y fue uno de los cuatro latinos nominados al Oscar de la academia por la adaptación cinematográfica de The motorcycle diaries (Diarios de la motocicleta), que es una saga sobre el Che Guevara recorriendo al continente americano antes de vincularse con las guerrillas de Fidel Castro en Cuba.El periodista venezolano José Bayona, afincado en Nueva York, cuenta que una de las inspiraciones literarias de Rivera es Gabriel García Márquez, quien le regaló a Robert Redford una copia de los diarios del Che para que algún día hiciera una película sobre ellos.
“Con Gabo, nos conocimos en 1989 en Cuba, y fue muy sencillo y amigable. Le gustaba hacer bromas pesadas. Un día medijo: ‘no existe una sola metáfora en mis libros, todo viene de la realidad, y tú debes escribir de la realidad. No importa cuan loca sea, cuan fantasiosa, pero es la realidad’ .“Esa fue la mejor enseñanza que he tenido como escritor”, le reveló Rivera a Bayona.
Para Rivera, escribir cine es un reto diferente que escribir teatro, ya que como guionista ha tenido que adaptarse a contar historias a través de imágenes, y tuvo que prepararse mucho más para adaptar el guión, mientras que como dramaturgo le es mucho más fácil contarlas a través del lenguaje. Su producción teatral cuenta con obras como Cloud Tectonics, The House of Roman Iglesia, Maricela de la Cruz Lights the World, Marisol, entre otras, todas escritas en inglés. Ahora continúa su historia teatral con una pieza sobre el guerrillero en las vísperas de su muerte.
lunes, junio 05, 2006
Entre Guayaquil y Lima
Mientras el domingo 4 de junio de 2006, unos 14 millones de peruanos votaban para decidir lo que podrá ser el futuro de su país al elegir a un nuevo Presidente de la Republica, Alan García, aquí en Caracas un grupo de venezolanos, no más de 20, estaban absortos, entre las siete y las ocho de la noche, presenciando el conmovedor espectáculo Guayaquil, el encuentro, una versión teatral del autor Pacho O’Donnell sobre la reunión histórica entre los generales Simón Bolívar y José de San Martín, aquel 24 de julio de 1822 en Guayaquil.¡Unos jugaban a escribir la saga de un pueblo latinoamericanos, mientras que otros revisaban y analizaban los casi olvidados hechos históricos que ahora podrían explicar muchos sucesos sociopolíticos actuales!
Pacho O`Donnell materializa, con los personajes históricos de su pieza, cómo el esfuerzo de los latinoamericanos por consolidar definitivamente su independencia política estaba a punto de consolidarse y convertirse en realidad, ya que Bolívar y San Martín habían logrado derrotar a las tropas españolas, pero quedaba un solo bastión en el moribundo Virreinato del Perú. Es en ese momento, cuando el venezolano y el argentino se reúnen en Guayaquil, aquel 24 de julio de 1822, para sumar fuerzas y lograr la derrota final del enemigo y, además fijar las bases de lo que podría ser la patria grande, la unión de las flamantes naciones hispanoamericanas, porque sólo así, en estrecha comunión de ideales y de proyectos, tendrían la fortaleza suficiente para oponerse a la voracidad de las potencias de entonces ( Francia, Alemania y Gran Bretaña),sin descontar al incipiente Estados Unidos.
¿Qué por qué habìa tan pocos criollos presenciando ese inusitado encuentro histórico teatralizado? Es posible que haya fallado el poder de convocatoria de la Casa de Rómulo Gallegos para haber plenado la sala de 400 butacas durante los tres días en que se exhibieron los cómicos argentinos Lito Cruz y Rubén Stella, una pareja de veteranos artistas de la escena que sí lograron plasmar en la escena a los dos hombres más importantes de la historia latinoamericana a lo largo del siglo XX. Dos hombres creadores de nacionalidades. Dos hombres con puntos de vista antagónicos sobre lo que deberían ser los gobiernos de las naciones que estaban fundando. Uno republicano absolutista y otro monárquico parlamentario. Uno demasiado cruel, porque aplicaba aquello de que al mejor enemigo había que fusilarlo, mientras que el otro pedía y aplicaba el perdón a los rivales. Dos hombres que antes de 1850 iban a estar execrados y sepultados por sus enemigos que no tuvieron ninguna piedad para con ellos. ¡Enemigos que aún los persiguen o que los utilizan para profanar sus memorias!
Ni Bolívar ni San Martín lograron ese acuerdo que hubiese sido definitivo para la fundación de la “patria grande”. Lo que vino, desde entonces, se gestó en aquellos años: las anarquías en cada una de las republiquetas incipientes y las conspiraciones palaciegas de los jefes independentistas, además de la acción feroz de los agentes de las potencias extranjeras, se encargaron de sepultar esos proyectos de grandeza. Y desde entonces esta América balcanizada, dividida y cada vez más en tensión interna porque sus habitantes se cansaron del hambre y la ignominia a que han estado sometidos, han despertado y están en pie de lucha, utilizando todas las armas disponibles a su alcance e incluso usando los votos que todavía pueden hacer algo.
Este montaje de la pieza Guayaquil, el encuentro, puesta en escena desde el 24 de mayo de 2005, en la patria argentina, por el maestro Lito Cruz, pretende mostrarle al público latinoamericano cómo desde hace doscientos años se ha estado luchado por la unión de las naciones al sur del río Bravo, una unión que Bolívar y San Martín la soñaron pero que no fueron capaces en sus respectivos momentos históricos y la dejaron para después, sin saber que esa oportunidad nunca más la tendrían y que nadie jamás nadie la podría ni siquiera intentar, dejando a varias generaciones de latinoamericanos huérfanos de libertad, justicia, democracia y derechos humanos, entre otras cosas .
El espectáculo, como tal, es placentero. Dos señores actores que logran corporizan los conceptos que dieron grandeza a Bolívar y San Martín. Dos personajes de talla universal llenos de vacilaciones y hasta ruindades humanas. Ellos dejaron para la posteridad la unión de sus pueblos.
Pocas veces hemos visto un teatro político tan didáctico como este, donde todo es fácil de digerir, fácil de ubicar en el contexto o que vivimos ahora los latinoamericanos. Porque para eso sirve el buen teatro: enseñar a pensar y sacar conclusiones prácticas de los modelos escénicos.
Ojala que durante los próximos meses, pueden volver estos argentinos con su espectáculo integracionista. Aquí en Venezuela es tiempo de reflexionar, de buscar los caminos, de abrir sendas o trochas, pero sin olvidar que el compromiso es continental, que nada se logrará con ridiculeces patrioteras
jueves, junio 01, 2006
¡Crímenes!
Han fracasado todos los esfuerzos por crear un sólido movimiento teatral sin el apoyo del Estado venezolano. El mero financiamiento con los bolívares que deja el público en la taquilla no ha servido para mantener una serie de salas teatrales abiertas y las respectivas compañías de actores. El caso, verdaderamente histórico, del Teatro Chacaíto, con 36 años en su haber, por obra y gracia de la magia de Jorge Bulgaris; y el recién nacido Teatro Trasnocho -tiene sólo cuatro añitos- son los únicos espacios teatrales funcionando para eso que nadie osa nombrar por su nombre: teatro comercial. También hay que registrar el esfuerzo que adelanta el Teatro Escena 8; ese experimento privado que recién empieza y tiene por gerente-director al veterano comediante Aníbal Grunn. ¡Suerte!
Los demás son del Estado, algunos están cerrados por eternas reparaciones, otros han sido entregados a actividades más mundanas, cuando no han caído bajo raros comodatos con algún ente estatal.Hay desde luego un tema que nadie quiere tocar y es el referido al verdadero público que tiene el teatro, en Caracas, por supuesto. Todos los intentos por contabilizarlo no han tenido un rigor científico y lo único que se tiene es el número de entradas vendidas para aquellos espectáculos que alcanzan cuatro o seis meses en cartelera, teniendo en cuenta que sólo hay funciones de viernes a domingo. ¿20.000 personas para un montaje exitoso? Es poco y con una audiencia tan reducida nada puede hacerse, salvo esperar a que las nuevas generaciones de espectadores crezcan y descubran al teatro como algo diferente y mejor que la diversión hueca y manipulada de la televisión y el cine “made in Hollywood”.
En síntesis, producto de nuestra experiencia como cronistas, durante los últimos 37 años, algo raro pasa que Venezuela no es dueña de un movimiento teatral independiente. Lo que sí existe es un híbrido integrado por agrupaciones subsidiadas por el Ministerio de la Cultura y unos vente-tú que arriesgan sus ahorros para montar espectáculos destinados a captar audiencia, sin pasar por los rigores del “gran teatro”, o sea, textos ligeros que fueron probados allende de las fronteras y dejaron mucho dinero en la taquilla. Si llegase a cerrarse el “chorro” de los dineros del Fisco Nacional, gran parte de esos elencos subsidiados dejarían de exhibirse, creando serios problemas culturales a una sociedad que todavía no se ha dado cuenta de la importancia del teatro, además de las lógicas frustraciones de los actores y actrices que tendrían que asaltar a las televisoras para conseguir trabajo o hacer ese teatro comercial que tanto han vituperado.
Todo esto es bueno recordarlo porque el trabajo que se adelanta en el Trasnocho Cultural es importante para posteriores desarrollos teatrales, si es que surgen unos cuantos empresarios interesados en construir salas y ponerlas al servicio de las agrupaciones teatrales o de esas minicompañías de artistas que tienen textos vendedores.
Y al referirnos al Teatro Trasnocho hay que subrayar que esa sala hace parte de ese mall del espectáculo y el arte que es el Trasnocho Cultural. Inverosímil “burbuja de cristal” que funciona, porque existe una fundación privada, creada por las dueñas del Centro Comercial El Paseo de Las Mercedes. Un vivo ejemplo de filantropía privada aplicada por gente que sí ama la cultura y quiere ayudar a su desarrollo. Una especie de Ateneo privado que es único en todo el país petrolero.
Y es precisamente en el Teatro Trasnocho donde actualmente se exhibe un experimento destinado a captar espectadores para divertirlos y hacerles reflexionar un tanto sobre las relaciones matrimoniales de los sectores burgueses, un tema que ha sido tocado por muchos autores modernos, desde Ibsen hasta Albee y pare de contar.Ahora se hace esa singular terapia teatral con la pieza Pequeños crímenes conyugales, del francés Eric-Emmanuel Schmit (50 años), puesta en escena por Moisés Guevara y apuntalada por la primera actriz Carlota Rosa y el meritorio comediante Marcos Moreno. La anécdota es simple: un marido regresa a su casa, después de un extraño accidente que le hizo perder la memoria. Lo que pasa de ahí en adelante es un cuento muy largo, para nuestros gustos, donde “Carla” (Carlota) y “Alejandro Estrada” tienen unas largas tiradas de textos, algunos insustanciales y adormecedores. Creo que el espectáculo hay que quitarle, por lo menos, unos 20 minutos, pues así el evento sería más fresco y menos fatigoso.
Luce bien el trabajo general del director Guevara y el dispositivo escenográfico y la iluminación, creados por Fernando Calzadilla.