miércoles, abril 24, 2019

La devoradora nonna que vino de Guanare

Un espectaculo que dice muchas cosas.

Ha terminado la octava entrega del Festival Internacional de Teatro de Caracas con sus 91 funciones realizadas sin vacilaciones por 12 agrupaciones foráneas y una treintena de elencos criollos, además de una programación especial con una cuarentena de espectáculos para niños.
Fue imposible ver todo lo que ahí se programó, por lo cual hicimos una selección muy peculiar y por eso hoy nos centramos en el montaje de la comedia grotesca argentina La nonna, una pulcra producción de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa, institución que lleva casi 30 años de labores útiles para el desarrollo de las artes escénicas en su región y en toda Venezuela.
 Sobre La nonna de Roberto Cossa, versionada, dirigida y protagonizada por Aníbal Grunn, hay que puntualizar que ya hizo una temporada de seis semanas en el Complejo Teatral de Occidente Herman Lejter, en Guanare. Y es posible que durante el venidero mes de julio tenga una temporada especial en el teatro Alberto de Paz y Mateos, donde además se mostró dentro de la programación del 8FITC.
La nonna es una tragicomedia del argentino Roberto Cossa, que se publicó en 1979 aunque se estrenó el 12 de agosto de 1977 en el teatro La Salle de Buenos Aires. Se trata de una de las obras más trascendentales del teatro argentino del siglo XX, la cual fue estrenada durante un período caracterizado por la inestabilidad política y social en ese país. Al contrario de la suerte que han sufrido otras obras escritas bajo algún tipo de censura, La nonna supo salvar esa barrera gracias a su estilo simbólico y reflexivo, en el que subyace su carga crítica, y además consiguió una gran acogida en las representaciones que se realizaron de ella. Es, pues, una pieza teatral de gran transcendencia. En Argentina y otros países de Latinoamérica sigue representándose. Se ha traducido al inglés, el alemán y el francés
 Grunn apunta que Roberto Cossa (Buenos Aires, 30 de noviembre de 1934), líder de una generación de dramaturgos realistas, tiene en su haber piezas como Nuestro fin de semanaEl viejo criadoTute cabrero, Ya nadie recuerda a Frederick Chopin y Yepeto, además de La nonna. Es de los que predica “que hay que hacer un espectáculo que haga reflexionar pero nunca aburrir, porque un espectáculo bello, que trate el tema del amor, puede hacer reflexionar tanto como un teatro político".
La nonna es el mejor ejemplo del teatro que entretiene y al mismo tiempo enseña lo que no conviene hacer, lo que es nefasto para el colectivo y mucho más cuando la situación socioeconómica ha llegado al límite. La nonna, que  es un modelo del grotesco argentino, fue un arma contra la dictadura militar  de los años 70, por su discurso disfrazado con un juego escénico centrado en los siete miembros de una familia bonaerense, de procedencia italiana, quienes luchan desesperadamente para la sobrevivencia en medio de un contexto deprimido y con severa represión de las autoridades. Era una parábola obvia, donde la nonna (la abuela) era el Estado devorador que pretendía digerirse a todo un país, cosa que finalmente no ocurrió porque los malos también pierden, como diría mi tatarabuela.
Es patético ver a esos siete inmigrantes que luchan lo indecible para la supervivencia cotidiana en medio de una sociedad hostil, pero no todos los hacen con dignidad, ni cuentan con suerte, mientras que unos se prostituyen y los otros practican el individualismo exacerbado, mientras que a la más vieja de ellos, la nonna sólo le interesa comer y comer, mientras se van muriendo cada uno de sus parientes, sin importarle el resto de la familia. Una muestra de que el capitalismo no es nada humanista y que eso consigue la destrucción del género humano. Y eso ocurre en cualquier sistema político que use el poder del Estado para abusar de los ciudadanos y tenerlos únicamente para su beneficio personal.
  Grunn para darle mayor verismo a su espectáculo equiparó a los personajes con cada uno de los siete pecados capitales y así obtuvo una redonda y alucinante puesta en escena, gracias a que los comediantes tenían esa conducta o formato para componer su rol. La nonna es Aníbal Grunn en una conmovedora gula, acompañado por Mercy Mendoza, Evis Cuellar, Emilger Arroyo, Wilfredo Peraza, Giuseppi Fischetti y Carlos Moreno en sus roles pertenecientes a la ira, la pereza, la envidia, la soberbia, la lujuria y la avaricia.
La nonna también fue llevada al cine en 1979 por el director argentino Héctor Olivera. El guión fue escrito por Roberto Cossa y el papel protagónico fue interpretado por Pepe Soriano. Dicha cinta ganó el premio Chacabuco en 2003, en Mar del Plata.
La obra, que se desarrolla en la década de los 70 en Argentina, teniendo como protagonista a una familia de clase trabajadora y pobre, no es más que una muestra y ejemplo de la realidad de aquel momento con personajes arquetípicos que representan a toda una sociedad que lucha por salir adelante. El problema de esa familia es la nonna, la abuela, cuyo apetito insaciable obliga a todos los miembros a tener que trabajar más y más, y buscar medidas desesperadas y al límite de la razón para sobrevivir: desde el desmesurado trabajo del padre y cabeza de familia, hasta las más disparatadas ideas del hermano de este. Estas desesperadas soluciones, junto con el personaje de la abuela, crean un ambiente tragicómico, grotesco y casi surrealista y absurdo, que queda expresado en los personajes y estilo de la obra. Son estas acciones, también, una búsqueda de intentar superarse que se contraponen y quedan frustradas por la nona, con una salud de hierro y un hambre insaciable, que va matando a cada uno de los miembros de su familia. Para el final de la historia, la nonna acaba con toda la familia de una forma u otra.
La nonna, por supuesto, tiene varias lecturas posibles, pero lo que no le puede negar es su crítica a la familia tradicional burguesa y en especial a las inhumanas relaciones sociales del sistema capitalista, donde los seres humanos son solo máquinas de producción y no tienen otras posibilidades de cambio o mejora, especialmente si se llega la temida, pero siempre esperada, edad del retiro. Entre las actuaciones logradas, a un ritmo escénico vertiginoso, destaca Aníbal Grunn con la centenaria nonna, acompañada de un diestro elenco, cuyos personajes comen y beben puro aire, aunque logran convencer por el verismo de sus desesperadas interpretaciones.
 Esperamos, pues, que las próximas funciones de La nonna sean en el teatro Alberto de Paz y Mateos, sede de la Compañía Nacional de Teatro, desde el jueves al domingo, a las 4 de la tarde, durante las primeras semanas del venidero julio.

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