¿Cuáles son las mejores piezas teatrales de Rodolfo Santana? ¿Las escritas en aquellos 70, 80 y 90 del siglo XX o las pergeñadas en los últimos años? Difícil respuesta para darla ahora, porque muchas de esas piezas envejecieron y el contexto sociopolítico venezolano ha cambiado bastante. Pero lo que si es cierto es que su obra Gracias José Gregorio Hernández y Virgen de Coromoto por los favores recibidos, escrita en 1975 y estrenada cuatro años después en el caraqueño teatro de la esquina de Cipreses durante el IV Festival Nacional de Teatro, mantiene una asombrosa vigencia, precisamente después de haberla visto en la plazoleta de la Casa del Artista, en una versión, muy actualizada, que le hizo Miguel Torrence, quien la rebautizó como Gracias por los favores recibidos.
Esta producción, dirigida por el mismo Torrence, traída desde Valencia, donde se logró la unión o la suma de esfuerzos de la Compañía Regional de Teatro de Carabobo y el Centro José Ignacio Cabrujas, permitió, una vez más, que nos estremeciéramos ante la precisión dramatúrgica de Rodolfo Santana (Caracas, 25 de octubre de 1944.
Ahí, está plasmado un pueblo que por reclamar el derecho a no morir envenenado por una fábrica de cemento, es sometido a la más bárbara represión, física y psicológica, hasta que es atacado alguien que tomó la iniciativa de luchar por el derecho de todos a la vida. Esa es la historia de Juana, una luchadora incondicional por los derechos humanos, que ha sido gravemente afectada en su salud por los represores, y a quien sus compañeros la invitan a solicitar los favores celestiales de los santos para recuperarse. Ella así lo hace y ahí es cuando el Siervo de Dios José Gregorio Hernández se le aparece y la opera para salvarla, al tiempo que la Virgen de Coromoto decide darle poderes mágicos para que ella pueda ayudar a sus compañeros. A partir de este momento, Juana resiste a la represión y acepta incluso que la torturen para demostrar que los santos sí la acompañan. Viene un combate singular: Juana y su gente logran cerrar la fábrica que los envenena y todo el pueblo, que es uno solo, obtiene así una victoria, la primera de una serie que vendrá.
Los espectadores, al borde del delirio esa noche, estamos seguros invocaron al Siervo de Dios y la Virgen de Coromoto para que les hiciera un milagrito, ya que la sociedad venezolana dice o hace públicamente una cosa, pero en sus momentos de intimidad reza sus oraciones y pide ayuda a Dios, al Creador Supremo, a ese Ser que ahora la ciencia trata de descubrir.
Santana es uno de los pocos autores criollos que ha logrado combinar, con inteligencia y mucho humor, la más cruda realidad venezolana con las creencias mágico-religiosas del pueblo sin distingos de razas y niveles económicos y políticos. Tiene en esta pieza, que Torrence ha intervenido para lograr mayor violencia en la argumentación, uno de sus mayores aciertos. Él nos declaró para nuestro libro Cómo es Rodolfo Santana (1995), que “durante 12 años se olvido de Dios y, afortunadamente, Dios de mi. Estaba totalmente ‘marxistalizado’. Manejaba la imaginación de acuerdo al latido del mundo y por fortuna siempre fallé. Jamás logré entrar en el realismo socialista. La farra, Gracias José Gregorio Hernández y Virgen de Coromoto por los favores recibidos y otras obras más fueron escritas con Dios allende las fronteras y tratando de describir el mundo de manera coherente y nunca pude... Durante esa etapa entendí que una obra de arte posee sus propias leyes y que el ser humano puede ser un animal y lo demuestra cada día, pero también momento a momento respira estética y quiere ser bueno. Siempre seremos así”.
El espectáculo logrado por Torrence y su gente no tenía desperdicio. Sus actores, encabezados por la Juana (Maritza Mendoza) crearon la atmósfera pintoresca de un comunidad en rebeldía contra el tiránico poder y al mismo tiempo invocaba al Ser Supremo o a sus santos.
Lo mostrado revela que Miguel Torrence y su gente viven el mejor momento de su etapa creativa y que por eso tienen más proyectos destinados a mostrar un teatro más social y comprometido con los tiempos que se viven. Tienen proyectado regresar a Caracas, siempre y cuando la Casa del Artista (Carlos Silva) los invite y los caraqueños los acompañe.
Hace 32 años fui parte de esta produccion en el Teatro Nacional, que recuerdos. Pedro Lander, Martha Track, Ana Maria Paredes, Keismer Vargas, un servidor (Juan Pacheco) y muchos otros. Dirigida por el propio Rodolfo.
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