miércoles, octubre 25, 2006

Las lecturas dramatizadas para salvar al teatro criollo

"Estoy feliz como pocas veces lo he sido. Concluí el reto que me impuse: las lecturas dramatizadas de mis 17 piezas teatrales. Lo que nunca me esperé fue la respuesta masiva de público y, además, el haber podido conocer a una nueva generación de actores de diferentes edades”. Así comenta Levy Rossell la culminación del ciclo de teatro leído en la sala epónima, ubicada en el sótano 1 de Parque Central.
Levy explica que sintió la necesidad de retribuir el gesto de que bautizaran esa sala con su nombre, y propuso una actividad que sirviera para iniciar esta nueva etapa de ese excelente espacio cultural y que además vinculara a la gente que lo ha acompañado durante los últimos 40 años de vida artística que tiene y para eso se inventó el “Ciclo de Lecturas dramatizadas” con 17 de sus obras.
Se leyeron 17 títulos durante 17 sábados, a las siete de la noche. Cada lectura se ensayó durante cinco días y en los casos de las piezas musicales se utilizaron pistas de la época. Comenzó el 3 de julio y terminó el 21 de octubre a los ocho y media de la noche. Participaron casi 400 actores entre los que audicionaron, y el elenco que se escogió finalmente. En Narváez, que era el único estreno, había 89 actores. Vimazoluleka, la última lectura, reunió 70, donde estaba la veterana comedianta y amiga Antonieta Colón.
La asistencia del público fue “excelente”, revela Levy. “Creo que el aforo de la sala se vendió casi en su totalidad, y estamos hablando de 250 butacas, a un precio de 3.500 bolívares y se puso ese precio porque creemos que una lectura dramatizada no puede tarifarse como si fuese una puesta en escena total. Es una cuestión de consideración con el público. La respuesta fue exitosa. Diría que las piezas con más público fueron: Como agua que corre, La Atlántida y Pinocho que alcanzó 400 espectadores”.
Necesidad del training
Explica que la abundancia de las lecturas dramatizadas en la actual cartelera caraqueña se debe, según su criterio, a que “el contacto con el público es una necesidad para el actor y el director y el creador de las obras. Esa necesidad del contacto con la audiencia, la cual no se puede realizar porque no hay salas suficientes, ni dinero para los montajes, nos obliga, como los atletas, a mantenernos en training y las lecturas son unas puertas que se abrieron para quienes no podemos montar obras ante una comunidad que nos espera y nosotros que lo estamos necesitando. Sin embargo, hay un ingrediente adicional. Yo sí creo que la gente sí se empezó a interesar por el texto teatral. Si bien es cierto que la proposición de la lectura dramatizada exige una especial calidad en su realización, creo que la lectura dramatizada más que una moda es un perfil del teatro venezolano, especialmente para aquellos a quienes les gusta oír la obra, escuchar y aprehender el contenido sin marearse por el espectáculo. Y por supuesto que las lecturas dramatizadas han sido una novedad para mí. Mi mayor sorpresa fue el inmenso volumen de actores que apareció atraído por la oferta del programa a realizar. Eso también revela la cantidad de personas que están desocupadas y que existe un amplio volumen de venezolanos interesados en informarse y capacitarse”.
Otros trabajos
Por ahora, Levy no seguirá haciendo lecturas dramatizadas. Proseguirá con sus talleres de nivelación actoral, cuya primera promoción de 120 alumnos ya culminó. Lo otro que está haciendo es dar clases de lectura de calidad, “porque creo que el mayor problema sociocultural que tenemos es que los venezolanos no sabemos leer”.
-¿Qué significa eso de que los venezolanos no sabemos leer?
-Es algo muy simple: no respetamos las reglas de la gramática, no respetamos los signos de puntuación y por ende no respetamos la prosodia. Y para demostrarlo basta ver la televisión con sus animadores que no saben hablar y peor es la forma como leen la publicidad. Pareciera que los venezolanos todos hablaremos al compás del regatón o como si estuviéramos leyendo mal un telepronter. Los presidentes de la República dicen petrolio y no petróleo, dicen tiatro y no teatro... y así es mejor no seguir señalando malhabladurías como esas. Y de hecho tengo a ciento y pico de alumnos en mi curso de lectura de calidad, entre quienes hay 25 profesionales.
-¿Cómo se enseña a leer?
-Nosotros no enseñamos a leer como tal, sino que nos enfrentamos al hecho de la lectura. Los participantes pasan al frente de la clase y comienzan a leer. Todo el mundo señala los errores y no los aciertos, porque lo lógico es que los haya, si es que aprendió a leer en la escuela primaria y ahora lo que está es descubriendo las fallas. Es un proceso lento donde las personas entran para tomar conciencia de que la mayoría de los venezolanos no sabemos leer.
-¿Si no se sabe leer, no se sabe hablar?
-Es lógico. La buena lectura es aquella donde, cuando tú lees, lo haces como si hablaras en una conversación normal, fluida y respetando todas las normas. Pero si hablamos peor de lo que leemos, ¿cómo podemos leer bien? De esos problemas culturales provienen otros tan graves que prefiero no recordarlos aquí.

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