lunes, abril 02, 2007

Un malentendido que no pierde vigencia

A finales de los años 30, el diario El eco de Argel publicó que un hijo volvió al hogar pero fue asesinado por sus padres porque no lo reconocieron, no habló o no se identificó, no dijo la verdad, y se dio un malentendido, una mortal equivocación. Esa nota periodística sobre la trágica versión contemporánea de aquella saga bíblica del hijo pródigo, impactó de tal manera al reportero y filósofo franco argelino Albert Camus (1913-1960) que éste escribió una de sus más controversiales obras de teatro, El malentendido, estrenada en la temporada parisina de 1944. Así lo interpretó el autor de La peste y El extranjero cuando elaboró el argumento de su pieza, recargada de su visión sobre el absurdo de la vida humana, donde Dios no interviene o no hace nada para evitar los actos crueles de los seres humanos. Ni tampoco interviene ni influye en sus vidas, por lo que hombres y mujeres estamos terriblemente solos y debemos decidir qué hacer mientras avanzamos irremediablemente hacia la muerte.¡Existencialismo ateo!
El malentendido camusino, clásico en su estructura, presenta a Jan que ha retornado, después de 20 años, al hotel que regentan su madre y su hermana Marta, pero no se presenta como quien es y adopta otra personalidad, sin sospechar que esa noche será envenenado y robado por esas dos mujeres, tal como lo habían hecho en anteriores ocasiones. El epílogo muestra a la esposa de Jan revelando a Marta que Jan es su hermano, pero ya es tarde, están condenados no tienen ayuda ni salvación, sólo deben esperar al desenlace final.
Esta obra, a mala hora, ha sido utilizada para un fin de curso del Centro de Formación e Investigación Actoral del Taller Experimental de Teatro (TET), la cohorte 2004-2006. Porque a la dirección, encomendada a Santiago Sánchez, le dio por hacer un salpicón con el texto camusino. Sí, lo picó entre los nueve actores, quienes intentan encarnar (mejor dicho: repiten sus minitextos), alternándose los cinco personajes de la pieza. Eso no permite evaluar ninguna de las caracterizaciones, porque todos se limitan a tirar sus líneas, volver a sus butacas y esperar que les toque el turno para volver a escena. Eso, que puede funcionar en el cine o con otro texto teatral es intragable con una pieza de carga filosófica como El malentendido. Ahí malentendieron la esencia del texto. ¡Oh libertad de creación cuántos crímenes se cometen en tu nombre!
Mónica Quintero, Mariela Reyes, Héctor Castro, Lya Bonilla, Ángel Ordaz, Louani Rivero, Jariana Armas, Romer Negrón y Desirée Lárez son los graduandos. A ellos les recomendamos que se pongan de acuerdo, ya que se saben el texto y pueden hacer la obra con tres elencos y exhibirla durante uno o tres fines de semana. Una formula para que sus familias y allegados los vean en todas las etapas de la pieza, la cual tiene además gran vigencia por la absurdidad de sus personajes y la desesperanza en que ellos transitan.

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