Horacio Peterson vino a trabajar en Venezuela por 6 mil 500 bolívares, además del alquiler de un apartamento, un carro y comida paga, en abril de 1949. “Me sentí entonces como el hombre más feliz del mundo, dueño de una libertad económica que me permitía hacer lo que quisiera. Era indispensable, como otros actores y técnicos, para el proyecto cinematográfico de Bolívar Films que se materializó en varios largometrajes, como La balandra Isabel llegó esta tarde. Pero esa incipiente empresa fracasó y se perdió, la posibilidad de desarrollar una verdadera industria cinematográfica nacional”.
Pero ese joven comediante sí se quedó y al conocer a la presidenta del Ateneo de Caracas, Anna Julia Rojas, ella le propuso impulsar al teatro. Y así lo hizo a sabiendas que nunca le iban a pagar y que él tendría que buscarse el dinero. Perteneció a esa organización hasta el año 1971, cuando se marchó, montó “casa aparte” y prosiguió dirigiendo y formando actores hasta su mutis.
Fue Horacio (Coquimbo, Chile, 22 de abril de 1922/Caracas, 25 de noviembre de 2002) el más importante maestro de actuación que tuvo la escena venezolana durante la segunda parte del siglo XX. Cincuenta largos años de su periplo vital los dedicó a trabajar sin descanso y sin pretender enriquecerse, para apuntalar el desarrollo de las artes escénicas, hasta que la muerte lo detuvo. Dejó una ejemplar huella como docente y sólido artista.
LABORATORIO
Cuando Horacio abandonó al Ateneo, para ese entonces ya presidido por Maria Teresa Castillo (ella está ahí desde el 18 de enero de 1958), fundó el Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, hacia 1971, y comenzó su peregrinar porque no tenía un espacio cónsono para su labor educativa con las nuevas generaciones de actores.
Pero a mediados de 1989, el Centro Simón Bolívar cedió en comodato al Conac lo que había sido “el modulo de ventas de Parque Central” en la acera norte del Hotel Caracas Hilton, en la avenida México, y este a su vez le fue entregado para el programa de Formación Teatral del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, el cual se ha dedicado a capacitar actores, además de realizar programas de extensión a la comunidad, mantener funcionando la Biblioteca Teatral “Luis Peraza” y realizar temporadas con las agrupaciones teatrales emergentes en su mínima sala de cámara.
AMPLIACIÓN
“Se marchó Horacio y su sueño de ampliar el modulo de ventas de ventas de Parque Central no pudo concretarse a pesar de que está en una zona especial de uso cultural y educativa, situación que nos animó a crear un espacio dotado técnicamente para escenificar los trabajos de grado de los estudiantes de los últimos niveles de formación en artes escénicas y además permitir que se presenten las nuevas agrupaciones emergentes”, apunta Carmen “La negra” Giménez, quien desde hace 25 años ha estado gerenciando los destinos de esa institución.
Ella, con el apoyo de varias profesionales de la arquitectura y la ingeniería, con Valentina Hers a la cabeza, ofrece un novedoso proyecto de ampliación mediante el cual se modificará notablemente el volumen y las áreas de la edificación, se le construirá una tercer piso (la sala Esteban Herrera) y un anillo de puentes lo suficientemente amplios para colocar al publico y tener una perspectiva de espectáculo “tipo foso” con dos cabinas en los extremos, además se creará una terraza para integrar al Laboratorio con los cultivos organopónicos “Bolívar 1” y ubicar además un cafetín y servicios sanitarios para el publico.
Para evitar transmitir las cargas de la nueva sección del edificio, que albergará la nueva sala, se propone diseñar un sistema estructural independiente con columnas adosadas al edificio existente y cerchas en el nivel superior de donde se “cuelga” la nueva sala.
Se estima que el área total a intervenir será aproximadamente de 1.591 metros cuadrados, distribuidos a su vez en cuatro niveles: con la cual se podrá incrementar el número de aulas de clase y además recibir a 100 personas en el nuevo espacio teatral. Surgirá entonces “un elegante cajón rectangular blanco, que además tendría un mural alusivo, posiblemente, a la historia teatral de nuestra nación venezolana”.
Pero una cosa es proyectar sobre el papel y elaborar una didáctica maqueta. Y otra cosa es conseguir el financiamiento. Lo primero está bastante avanzado, pero lo segundo ha sido difícil, hasta ahora, a pesar de la novedad del proyecto, porque los costos están por el orden de los cuatro millardos de bolívares.
“La negra” ha tocado todas las puertas y siempre la envían al mismo sitio: Ministerio para el Poder Popular de la Cultura, organismo del cual depende. Ella sueña, y tambien Horacio, que “Farruco” Sesto, titular del despacho, le meta el pecho, “teniendo en cuenta que él es arquitecto y nuestro proyecto es bonito, práctico y barato, y esta en una zona cultural”.
¿Quién le pone el cascabel al gato?
Pero ese joven comediante sí se quedó y al conocer a la presidenta del Ateneo de Caracas, Anna Julia Rojas, ella le propuso impulsar al teatro. Y así lo hizo a sabiendas que nunca le iban a pagar y que él tendría que buscarse el dinero. Perteneció a esa organización hasta el año 1971, cuando se marchó, montó “casa aparte” y prosiguió dirigiendo y formando actores hasta su mutis.
Fue Horacio (Coquimbo, Chile, 22 de abril de 1922/Caracas, 25 de noviembre de 2002) el más importante maestro de actuación que tuvo la escena venezolana durante la segunda parte del siglo XX. Cincuenta largos años de su periplo vital los dedicó a trabajar sin descanso y sin pretender enriquecerse, para apuntalar el desarrollo de las artes escénicas, hasta que la muerte lo detuvo. Dejó una ejemplar huella como docente y sólido artista.
LABORATORIO
Cuando Horacio abandonó al Ateneo, para ese entonces ya presidido por Maria Teresa Castillo (ella está ahí desde el 18 de enero de 1958), fundó el Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, hacia 1971, y comenzó su peregrinar porque no tenía un espacio cónsono para su labor educativa con las nuevas generaciones de actores.
Pero a mediados de 1989, el Centro Simón Bolívar cedió en comodato al Conac lo que había sido “el modulo de ventas de Parque Central” en la acera norte del Hotel Caracas Hilton, en la avenida México, y este a su vez le fue entregado para el programa de Formación Teatral del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, el cual se ha dedicado a capacitar actores, además de realizar programas de extensión a la comunidad, mantener funcionando la Biblioteca Teatral “Luis Peraza” y realizar temporadas con las agrupaciones teatrales emergentes en su mínima sala de cámara.
AMPLIACIÓN
“Se marchó Horacio y su sueño de ampliar el modulo de ventas de ventas de Parque Central no pudo concretarse a pesar de que está en una zona especial de uso cultural y educativa, situación que nos animó a crear un espacio dotado técnicamente para escenificar los trabajos de grado de los estudiantes de los últimos niveles de formación en artes escénicas y además permitir que se presenten las nuevas agrupaciones emergentes”, apunta Carmen “La negra” Giménez, quien desde hace 25 años ha estado gerenciando los destinos de esa institución.
Ella, con el apoyo de varias profesionales de la arquitectura y la ingeniería, con Valentina Hers a la cabeza, ofrece un novedoso proyecto de ampliación mediante el cual se modificará notablemente el volumen y las áreas de la edificación, se le construirá una tercer piso (la sala Esteban Herrera) y un anillo de puentes lo suficientemente amplios para colocar al publico y tener una perspectiva de espectáculo “tipo foso” con dos cabinas en los extremos, además se creará una terraza para integrar al Laboratorio con los cultivos organopónicos “Bolívar 1” y ubicar además un cafetín y servicios sanitarios para el publico.
Para evitar transmitir las cargas de la nueva sección del edificio, que albergará la nueva sala, se propone diseñar un sistema estructural independiente con columnas adosadas al edificio existente y cerchas en el nivel superior de donde se “cuelga” la nueva sala.
Se estima que el área total a intervenir será aproximadamente de 1.591 metros cuadrados, distribuidos a su vez en cuatro niveles: con la cual se podrá incrementar el número de aulas de clase y además recibir a 100 personas en el nuevo espacio teatral. Surgirá entonces “un elegante cajón rectangular blanco, que además tendría un mural alusivo, posiblemente, a la historia teatral de nuestra nación venezolana”.
Pero una cosa es proyectar sobre el papel y elaborar una didáctica maqueta. Y otra cosa es conseguir el financiamiento. Lo primero está bastante avanzado, pero lo segundo ha sido difícil, hasta ahora, a pesar de la novedad del proyecto, porque los costos están por el orden de los cuatro millardos de bolívares.
“La negra” ha tocado todas las puertas y siempre la envían al mismo sitio: Ministerio para el Poder Popular de la Cultura, organismo del cual depende. Ella sueña, y tambien Horacio, que “Farruco” Sesto, titular del despacho, le meta el pecho, “teniendo en cuenta que él es arquitecto y nuestro proyecto es bonito, práctico y barato, y esta en una zona cultural”.
¿Quién le pone el cascabel al gato?
El teatro venezolano, su historia y su actual escena, merecen un espacio como el que se proyecta en memoria de uno de los más grandes del teatro del país: Horacio Peterson; no debe existir excusa ni prórroga para hacer realidad este proyecto que servirá para hacer más y mucho mejor teatro cada vez; para todos los que estamos "Acicateados por el tábano" (una de las frases, repetidas mil veces por mi recordado profesor y formador, como de tantos otros actores y actrices) y no podemos abandonar esta apasionada tarea cultural como es hacer TEATRO. Que vengan los aplausos ya para la nueva edificación.
ResponderBorrarGladys Del Rosario