martes, septiembre 18, 2007

Baby Boom en el Teatro San Martín de caracas

El crítico Ernesto Schoo afirma que a partir de la noción básica (no exenta de mayores análisis), de que el teatro refleja intereses, prejuicios y aspiraciones de la sociedad que lo produce, es posible rastrear la presencia de tales datos en la programación de las salas de cualquier urbe y obtener así una serie de informaciones sobre gusto, disgusto o regusto del público para el cual se trabaja. Lo hicimos en esta Caracas la horrible, como la llamó Bolívar, y del primer análisis superficial de su cartelera concluimos que la mujer es la temática dominante, la que seduce a la audiencia y muy en especial ahora que se exhibe el monólogo Baby boom en el paraíso, de la poetisa y dramaturga Ana Istarú (San José de Costa Rica, 1960).
Este Baby boom…, bien actuado por Verónica Arellano, bajo la dirección de Luis Domingo González, hace parte del Ciclo “2 en 2”, destinado a promover, producir y exhibir sendos textos de autores venezolanos y de latinoamericanos. Ya comenzó con Mientras amanece de Victor Vegas, y cerrará con De Miracielos a Hospital de la criolla Lupe Gehrenbeck y Frida Kahlo, La Pasión del argentino Ricardo Halac. Estos cuatro espectáculos se pueden ver en el Teatro San Martín de Caracas, en la frontera con Artigas.
Baby Boom... es una oda, en clave de desopilante comedia, a la capacidad de la hembra para acoplarse con el macho y hacer posible la fecundación del óvulo o la semilla de un nuevo ser humano. Esto que puede parecer super conocido es un tema que la dramaturguia universal no lo había abordado directamente sino de soslayo como consecuencia de trabas morales y restricciones religiosas. Pero gracias a Istarú se ha llevado a la escena ese canto al milagro de la reproducción humana.
La obra, sobre la odisea de la concepción hasta el nacimiento, va desde las vicisitudes de la mujer en su etapa de ovulación (este personaje lo hace cada 40 días, lo cual es problemático y de alto riesgo), con sus alteraciones físicas y psíquicas hasta que consigue que su marido o pareja o varón elegido ejecute las indispensables faenas y se inicie la fantástica carrera de los espermatozoides que han de fecundar el óvulo para formar el embrión que tras de asombrosas mutaciones ha de ser parido a los nueve meses o antes.
No es una perogrullada más, no, nada de eso. Gracias a la poesía del texto y la actuación de Verónica Arellano se convierte en un aleccionador espectáculo sobre cómo la especie prosigue en su imparable proceso de hacerse eterna, a pesar de que otros u otras pueden destruir la vida humana en menos de un segundo. Y es por eso que el espectáculo atrapa a la audiencia y la lleva hasta un fantástico aplauso final, porque logra contar todo aquello que hace posible la sobrevivencia de la especie humana a través de miles de años. Es una obra que no podía haber sido escrita sino por una mujer y es una especial fémina la que lo puede mostrar, porque se requiere la memoria emotiva que exige la teoría interpretativa

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