domingo, septiembre 02, 2007

Yo, Nicolás Curiel

"El teatro es transcripción de la vida,' espejo de la naturaleza' (Shakespeare), pero ese reflejo fiel se logra a través de medios específicos: no fabricando una realidad falsa sino haciendo haciéndola más real aún destacando su esencia gracias al prestigio del arte. Sobre la escena nada de superfluo, sólo lo estrictamente necesario al actor: el tablado por donde camina, los trajes con que se viste, la silla o el banco en que se sienta, la mesa en que escribe, y la luz: el juego del día y de la noche”.
Así lo escribió, el director Nicolás Curiel en el programa de mano de su espectáculo Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, el cual a las nueve de la noche del martes 9 de abril de 1957 lanzó al Teatro Universitario de la Universidad Central de Venezuela, en el Aula Magna. ¡Historia pura!
Ahí comenzó el TU su aporte para el desarrollo de las artes escénicas a lo largo de los siguientes 20 años. Después fue absorbido por la burocracia y convertido en otro grupo estudiantil más, pero su aporte original nadie se la niega, tal como lo reitera su “fundador” Nicolás Curiel (Caracas, 1928).
De ese primer montaje se hicieron cinco funciones a sala llena, pero la primera representación fue un gran mitin, donde, entre los tres mil espectadores, estaban agazapados unos, maquillados otros, los más destacados lideres de la resistencia contra el régimen del general Marcos Pérez Jiménez. "Teníamos seis meses tratando de realizar este montaje, pero el coronel Damián, que era quien maneja la seguridad de la UCV, no me dejaba ante los problemas políticos que estaban desmoronando la dictadura. Nos pusieron miles de trabas para impedir que se mostrara. Hasta que al final se hizo y la oposición lo convirtió en un mitin extraordinario de rechazo a la tiranía. Era un montaje desprovisto de su religiosidad característica y se convirtió en una denuncia del abuso del poder, por lo cual el público coreaba ‘Ve-ne-zue-la’ cada vez que la heroína era estrujada por el odioso comendador”.
De ese primer espectáculo solamente se hicieron cinco funciones en Caracas y después fueron de gira al interior, tras lo cual Nicolás (el hijo mayor de Humberto y Carmen Acosta de Curiel) impuso el TU no sólo en la geografía nacional sino que cruzó las fronteras, dándole positivos titulares de prensa y reivindicando al teatro criollo. Salió de ahí, en 1968, a consecuencia del Mayo francés y sus efectos en la Venezuela de entonces. Hizo unos 40 montajes. Ahí se formaron actores, actrices y directores como José Ignacio Cabrujas, Herman Lejter, María Cristina Lozada y Gustavo Rodríguez entre otros más.. Además capacitó a los espectadores, porque sin ellos no existe el teatro como tal.
No se ha jubilado,”porque los teatreros cuando nos retiramos es por algo definitivo”. Se gana la vida, entre otras cosas, como profesor en la Escuela de Artes de la UCV y hasta ha regresado al TU para ayudar a superar “una crisis interna” y poner en la mejor orbita estética a los estudiantes interesados en el viejo arte de Tespis. Es, por invitación del director de Cultura, Domingo García, una especie de asesor y al parecer sus consejos están dando “frutos”. ¿Cambiará otra vez el TU? ¡El tiempo dará la respuesta!
Nicolás, de familia coriana, quien admite que él pertenece a “la generación del culito abrillantado, la cual se vino a la capital y no quiso saber más de su pueblo”, ahora es noticia porque el gobierno de Francia le acaba de conceder “una alta condecoración”: Officier de l’ordre des arts et des lettres, como se lo comunicó el ministro de Cultura y Comunicaciones de la Republica Francesa, Renaud Donnedieu de Vabres. ”Me la dieron por mis largos 60 años de actividad teatral, la cual comencé aquí, en el Liceo Fermín Toro, con Alberto de Paz y Mateos, trabajando en unos entremeses de Cervantes y con la pieza Donde esta la marca de la cruz de Eugene O´Neill, en 1948, para después proseguir en Francia con Gordon Craig y Jean Luis Barrault, como lo historió mi alumna Erubí Cabrera”.
Brecht de nuevo
Nicolás, que no niega sus simpatías y militancia con el socialismo bolivariano, recibirá próximamente un homenaje por parte de la Compañía Nacional de Teatro y para ello el director Eduardo Gil organiza una especie de lectura dramatizada del espectáculo Yo, Bertold Brecht, el cual posteriormente será “teatralizado” debidamente para abrir la temporada 2008 de la CNT. ”Ese montaje que ahora quieren revivir lo hice yo durante la cuarta república, precisamente cuando la democracia de Betancourt se puso a matar estudiantes y guerrilleros sin contemplaciones. Era una especie de cóctel, el cual no duraba más de una hora y diez minutos. Ahí yo hacia una especie de biografía teatral de Brecht, usaba algunos de sus poemas y fragmentos de las canciones y los textos de su pieza La ópera de tres centavos. Yo estaba en escena y encarnaba a Brecht y leía sus textos, mientras que Freddy Galavís, Alberto Sánchez, Alvaro de Rosson, Elizabeth Albahaca y Lucía Guitlitz (mi compañera de vida y madre de mis dos hijos) contestaban con algunos fragmentos. El lema nuestro era que ‘la violencia se combate con la violencia' pero lo nuestro era el teatro y su metralla ideológica”.


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