martes, mayo 13, 2008

La performance es una arma para los artistas

El artista venezolano Fernando Calzadilla salió de Caracas a Manhattan hace 20 años para aprehender, vivir y crear. Ahora regresa a Venezuela para dictar un taller de performance, el cual se realizará en el Trasnocho Cultural, a partir del 10 de junio al 26 de junio de 2008, y está basado en el trabajo desarrollado por Richard Schechner con el grupo East Coast Artists y la Universidad de Nueva York.
Este taller, como explica Calzadilla, está enfocado hacia las técnicas de la performance con el doble propósito de desarrollar habilidades individuales y explorar el trabajo físico y vocal del grupo. “Como punto de inicio para la composición, se usa material personal y textos clásicos. Una parte substantiva del taller está dedicada a los RasaBoxes. Este entrenamiento desarrollado por Schechner, utiliza un acercamiento psicofísico al desarrollo y la agilidad emocional y la expresividad en el escenario”.
-¿Cómo se define a la performance?
-Es una palabra muy polémica. Hablamos de High Performance, de Performance Management, de Performance Art, del performance de las acciones en la bolsa de valores o de las artes del performance (teatro, danza, ballet, opera, música). La palabra tiene una etimología francesa (parfournir) y significa realizar una acción. J. L. R. Austin utiliza la palabra performativo para designar aquellas palabras u oraciones que hacen algo, aquellas cuya enunciación en el contexto correcto tienen consecuencias. Erwin Goffman usa performance para describir el comportamiento cotidiano”.
Aclara que en el campo de las humanidades y las artes, la palabra está asociada a la metáfora teatral. “Sin embargo, aun cuando todo evento teatral es performático, no toda performance es teatral. La performance funciona como un acto de transferencia del conocimiento y de identidad a través de acciones reiteradas, o lo que Richard Schechner llama twice behaved-behavior (comportamiento dos veces actuado). La multiplicidad de usos por diferentes sistemas de inteligibilidad pone de manifiesto las interacciones y fricciones que performance acarrea consigo. En el campo de los Estudios del Performance, al cual pertenezco por New York University, la palabra tiene una raíz contestataria. Una eficacia social para denunciar, para oponerse a lo establecido, para experimentar e indagar nuevas posibilidades, y está íntimamente asociada a su definición, pero su interdisciplinaridad rechaza categorizaciones.
-¿Qué aporta a las artes escénicas y las plásticas?
-A partir de los años sesenta, la performance aporta a las artes escénicas y plásticas el sentido contestatario que estas obtienen a través de las luchas políticas y sociales que se dieron en esos años. El movimiento por los derechos civiles que lidera Martin Luther King Jr. apuntala la idea de poner el cuerpo en la línea (de batalla) a través de la resistencia pacífica y que lo personal es político. Es decir, que las esferas de lo público y lo privado están en constante interacción, a tal punto que es imposible decir que es público y que es privado. Estas practicas traen como consecuencia un cambio de actitud en la escena y en las artes. El artista usa su cuerpo como medio de expresión con acciones reales. La actuación busca una conexión inmediata con el aquí / ahora de la situación. El proceso toma preponderancia sobre el producto. La acción se convierte en el eje central que guía el evento. No sé si debiéramos hablar de utilidad. Lo que cambia con performance es la perspectiva.
Enfatiza que la performance no es utilitaria. “Lo que tratamos a través de ella es acercarnos de una manera real a la acción. Cuando digo real, me refiero por posición al fingimiento. Las acciones performáticas son reales y tienen consecuencias reales dentro y fuera de las artes. De allí, su carácter contestatario y personal. Lo que afecta la esfera política me afecta personalmente. No importa si mi medio de expresión es el neoabstraccionismo o la comedia”.
-¿Cómo se enseñan las técnicas performáticas?
-Performance, en su definición más escueta, es llevar a cabo una acción. Un temblor, una oscilación, correr, o caminar pueden ser acciones con un sentido y una carga emocional. El centro es el cuerpo. La instrucción está orientada a la preparación física y sicológica del artista. Se practica una exploración metodológica de los instintos y los deseos que están en la base del proceso creativo. A través de ejercicios se identifican puentes de comunicación y se destruyen barreras que obstruyen el flujo creativo. Ese trabajo personal e intimo va ligado a una exploración interdisciplinaria del entorno. Con la ayuda de la sociología, antropología, filosofía, etcétera, se lleva al artista a una toma de conciencia de su posición frente al entorno. Somos lo que hacemos en la misma medida en que somos lo que comemos. Lo que nos define son nuestras acciones. Se trata de dar expresión a estas ideas a través de la composición de performances.
-¿Qué características deben tener los interesados?
-Deben ser artistas con una mente abierta, preparados para tomar riesgos, para interactuar en grupo, pero sobre todo, con un compromiso real hacia el trabajo. No hay formulas. No hay recetas mágicas que solucionan problemas. Lo que hay es trabajo. Para caminar hay que dar pasos, uno primero y otro después. Deben ser artistas dispuestos a dar pasos, a caer, a equivocarse, y a seguir caminando.
-¿Conspira la performance con las artes escénicas?
-Performance es un término que arropa muchas disciplinas. Si hablamos de performance art, el tipo de performance que encontramos en galerías, museos y bienales de arte, estamos hablando de un arte especial con características particulares. Todo evento teatral es performance pero no toda performance es teatral. En el caso de las artes escénicas, utilizo la performance para alejarme de la representación. La representación es otro de esos términos problemáticos que arrastramos, muchas veces sin cuestionar su significado. En ese sentido creo que sí, que performance “conspira” con las artes escénicas para crear una concepción antirepresentacionalista del teatro. Lo difícil es que para lograrlo hay trabajar desde la representación misma. Performance, entonces, sí aspira, o es, un paradigma estético opuesto al canon tradicional de belleza, a los principios estéticos de la ilustración, y más cercano a la experiencia como arte. La experiencia que tenemos del entorno, como vivimos, es una experiencia estética o debería ser.
-¿Qué ha pasado con Fernando Calzadilla desde que salió a estudiar en Nueva York?
-Ahora soy candidato a un doctorado. Escribo la disertación sobre performance política usando el concepto “escenario” como herramienta de análisis para entender como estos se repiten y como la memoria social que los posibilita está impregnada de los elementos que conforman al escenario, texto, emociones, escenografía, vestuario, utilería, acciones. Continúo diseñando para teatro. Hago performances en galerías de arte. Doy clases de performance. Doy talleres de performance para actores y artistas plásticos. Hago de mi vida cotidiana una experiencia estética.
-¿Este taller sobre performance marca su regreso a la patria?
-Utilizas otro de esos términos problemáticos, como representación. Patria es una palabra difícil, más aún cuando va acompañada de regreso. La tan cacareada globalización ha traído como consecuencia un resurgimiento del nacionalismo y la fragmentación política. Las divisiones étnicas y religiosas abundan. El regreso está a ligado a la partida, a la ausencia. No creo haber estado ausente en todos estos años. Por otra parte, no tengo lazos que me aten a la ‘patria.’ Me atan los afectos. Recuerda los recientes montajes con Elizabeth lbahaca y con Moisés Guevara y sentirás mi presencia.
-¿Tiene un proyecto teatral o performático en agenda?
-Sí. Estoy trabajando con Haydée Faverola, Marco Villarubia, y Humberto Ortíz en Los días felices de Samuel Beckett. Hago el diseño de la producción que se estrenará los primeros días de julio en el Espacio Plural del Trasnocho Cultural. Luego voy a New York, donde daré clases con Paula Murray Cole en el taller de performance de New York University. Los proyectos performáticos siempre se están cocinando.

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