martes, agosto 12, 2008

La identidad sexual en la escena caraqueña

Aún el transexual Esdras Parra Uzcátegui no está en los escenarios venezolanos, pero llegará y se le aplaudirá como personaje teatral, porque a ese ciudadano, identificado con la cedula No. 662.843 (Santa Cruz de Mora, 1 de enero de 1930/Caracas, 18 de noviembre de 2004), lo execraron por su decisión existencial.
Mientras tanto, para cuando corresponda ponderar lo que él hizo y lo que vivió, se puede ir degustando la pieza Al pie del Támesis, creada por Mario Vargas Llosa precisamente a partir de una “visita inesperada” que ese intelectual criollo sí realizó al escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, en su residencia londinense, durante el 2002.
Este aleccionador hiperrealista espectáculo, muy centrado en los conflictos que se presentan con la identidad sexual o identidad de genero, está en el Teatro Trasnocho gracias a las vigorosas actuaciones de Iván Tamayo y Carlota Sosa, la minimalista puesta en escena y la excelente dirección de Héctor Manrique. ¡Y es un regalo que hace el Grupo Actoral 80 al público que lo ha acompañado durante los últimos 25 años!
MELODRAMA
No es “una perita en dulce” esta octava obra teatral de Vargas Llosa, como tampoco lo son ninguna de sus novelas, ensayos y artículos periodísticos. Este intelectual (Arequipa, 1936) ha utilizado su arsenal literario para denunciar las contradicciones sociales, y económicas de America Latina y entrar en conflicto con todas aquellas equivocadas o perversas manifestaciones culturales de las sociedades de los siglos XX y XXI donde la ha correspondido vivir.
En Lima, el pasado 26 de abril, vimos el montaje de Al pie del Támesis, estrenado en el Teatro Británico, el 29 de marzo, por el director Luis Peirano y los comediantes Alberto Isola y Bertha Pancorvo. Es un melodrama donde un asesino lleva 30 años sin purgar una sanción moral hasta que sueña con su victima y ésta se le presenta, de manera inesperada y sin que el otro lo identifique inicialmente, convertido en “mujer”, para obligarlo a que revise lo ocurrido, confiese su culpa e inicie un proceso de aceptación de su verdadera sexualidad, o sea que “salga del closet”.
VISITA INESPERADA
Al pie del Támesis germinó a partir del shock de Cabrera Infante al toparse con Parra Uzcátegui convertido en “mujer”, después de una reasignación de sexo, realizada en Londres décadas atrás. Eso lo utilizó Vargas Llosa para el conflicto de su pieza: un desconocido, o desconocida, irrumpe en la vida y altera la rutina del exitoso limeño Chispas Bellatín (encarnado por Tamayo) le hacer vivir una alucinación en la suite del londinense hotel Savoy, donde se aloja para realizar importantes transacciones comerciales. Ahí lo asalta Raquel Saavedra (materializada por Sosa) y en cuestión de largos minutos le revela que ella es su hermano Pirulo Saavedra, su amigo íntimo a quien mató en un gimnasio, cuando tenia 16 años, porque se atrevió a besarlo.
CREATIVO ENREDO
Todo ese enredo de un muerto que resucita y además cambiado de sexo, es la creación del dramaturgo para confrontar al personaje realista, Chispas Bellatín, con su sórdido pasado y los fantasmas que ahí moran. La crisis, siempre en el ámbito de la ensoñación, muestra a un hombre triunfador, rico en bienes pero incapaz de ser feliz, tras tres matrimonios fracasados y añorando lo que pudo haber pasado sino rechaza el beso de su victima Pirulo Saavedra. Es un macho prototipo que no ha tenido valor para acudir al psiquiatra ni al psicólogo para que le ayuden a poner en orden o clarificar su identidad y su orientación sexuales. La utilización de un transexual es una licencia del autor para mostrar además esa disconformidad de genero cuando un hombre, o una mujer, rechaza su sexo biológico y lucha para cambiarlo aunque tenga que desafiar a una sociedad que no lo acepta.
LECTURAS POSIBLES
Al pie del Támesis es una pieza de teatro perfecta, donde el espectador tiene que aceptar la fantástica propuesta, entrar en su juego de niveles de interpretación y tener claro que lo irreal se hace real y como ésta se transforma en una alucinante pesadilla para el atormentado Chispas. Sus diálogos son breves, punzantes y preñados de corrosivo humor. En Caracas, como en Lima, el director usa una actriz para el rol transexual, cuando podía hacerlo un hombre, para obligar a que el público se introduzca más en la anécdota y acompañe a Chispas en su expiación.
Originalmente, así fue en Lima, la pieza cierra con la irrupción en la suite de un asistente, de nombre Pirulo Saavedra, quien despierta al millonario y lo regaña por su tardanza. Pero Chispas le da como única explicación: “Si te digo qué, te caerías de espaldas, Pirulo”.
Aquí en Caracas, Manrique borró este epilogo de diez líneas y dejó a Chispas emergiendo solitario de su pesadilla. Vargas Losa ha reiterado que escribe historias y que no las interpreta, dejando eso a los hacedores del teatro, al público o los críticos. Creemos que el final que propone el autor es para redondear aquello de “que los sueños son”, para que se interprete como una pesadilla más nada, y que el público debe tomar lo que más le satisfaga.
No hay que olvidar que América lleva 500 años bajo la férula del machismo, recuerda Vargas Llosa, y situaciones como las de esta obra tienen otras soluciones en capitales europeas y grandes ciudades norteamericanas, donde las comunidades se sobreponen al poder de las religiones, pero otra cosa ocurre en las pequeñas poblaciones. Él insiste que el tema de la ficción y la realidad, la fantasía y la vida vivida, son incluso más importantes que la identidad sexual

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