martes, septiembre 23, 2008

Más reflexión sobre el hecho artistico pide J.A. Sánchez

Actualmente Venezuela carece de creativas investigaciones teóricas sobre sus artes escénicas que ocurren en tiempo real y en presencia de espectadores. Se hicieron algunas en la época de Carlos Giménez, porque críticos como Rubén Monasterios y Leonardo Azparren Jiménez reflexionaron sobre el por qué y el cómo de la mayoría de los espectáculos de ese huracanado argentino y otros creadores. La escena quedó vacía tras la muerte de ese gran artista y después ningún otro logró suscitar tales educativos y estimulantes enconamientos teóricos, claves para evaluar el derrotero del teatro como evento ideológico-práctico ante sus audiencias. Las reseñas periodísticas o las publicadas en la web son el único testimonio sobre lo pasado y lo que ahora ocurre, aunque pueden haber otras reflexiones, no tan difundidas. Y quedan, por supuesto, para conocerse las tradicionales tesis universitarias, cuya difusión es misteriosa o desconocida.
Reiteramos esa lamentable falencia teórica porque durante cinco días se realizó el Taller de Artes Escénicas / Dramaturgias del cuerpo y de la imagen, conducido por el investigador español José Antonio Sánchez (27 de mayo de 1963), en la sede de la oficina tecnica de la Aecid, dentro de los programas culturales que adelanta la Alcaldía de Chacao. Trece personas estuvieron, del 8 al 12 de septiembre, unas 20 horas como máximo, escuchando y aprehendiendo las disertaciones, bien fundamentadas, sin apasionamientos y con puntuales soportes teóricos y audiovisuales, sobre numerosos y selectos espectáculos teatrales, dancísticos y fílmicos de Europa, Estados Unidos y México, Colombia, Brasil y Perú, de las últimas tres décadas.¡De Venezuela como es obvio no había nada!
INVESTIGADOR
Sánchez, catedrático de Historia del arte en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca (Universidad de Castilla-La Mancha), es un investigador especial que ha estado más cercano a los artistas de su entorno, por lo que hace 14 años publicó el libro De las dramaturgias de la imagen a las dramaturgias de la imaginación, texto escrito en un contexto muy diferente al actual, pues en los años noventa trataba de apoyar teóricamente una serie de propuestas escénicas realizadas por españoles que intentaban homologar su trabajo con el de colegas europeos, herederos del teatro de imágenes, del teatro posmoderno y de las dramaturgias complejas de la época.
Reconoce Sánchez que su empeño en crearle un discurso teórico a una generación de creadores resultó en términos históricos fallido, pues la mayoría de aquellos colectivos se disolvieron o derivaron hacia trabajos banales, empresas educativas e incluso acabaron abrazando al enemigo, es decir, a la televisión.
Él puntualiza que la enseñanza de la historia del arte “en una facultad de artes sólo tiene sentido en la medida en que contribuye críticamente a la generación de nuevos discursos productivos”. Y reitera que la transmisión de información, uno de los objetivos de la enseñanza tradicional, ha quedado obsoleta, dada la facilidad para acceder a ella, y de lo que se trata ahora es de proponer guías de búsqueda en archivos, bibliotecas y mediatecas, metodologías de lectura, interpretación y elaboración y, sobre todo, incentivar la discusión y el trabajo en grupo. “La parálisis creativa que provoca la desmesurada cantidad de referencias inmediatamente disponibles, sólo puede ser salvada mediante la detección de necesidades de comunicación urgentes derivadas del análisis del presente inmediato. Cada comunidad, física o virtual, requiere unos medios para la elaboración simbólica de su realidad, la pertinencia de los cuales ya no puede ser juzgada de acuerdo a valores propios de la estética moderna, sino en función de diversos criterios de eficacia, uno de los cuales debe ser necesariamente el de eficacia artística (que no estética), pero al que se pueden añadir otros procedentes de lo social, lo micropolítico, lo educativo, lo científico, etcétera”.
Sánchez afirma que el arte ha perdido su posición social y se implica en dinámicas culturales más amplias. “Ello es una consecuencia de la imposición de la cultura visual y de modo de inscripción del arte que recupera ciertas componentes propios de la época premoderna. Los estudios de cultura visual han puesto de relieve la necesidad de considerar los productos artísticos como objetos entre otros con el contexto de la cultura visual. Antes o más allá de la consideración artística de la obra de arte, ésta es un producto visual que comparte códigos y contexto con otos productos visuales no artísticos. Pero la diferencia entre el arte y lo no artístico se fue debilitando en las ultimas décadas del siglo XX., al mismo que se debilitaron las diferencias entre Alta Cultura y Baja Cultura”.
Tras reconocer que no conoce el estado actual de las artes escénicas venezolanas, pero se compromete en posteriores viajes ponerlas más atención, Sánchez afirma que le interesan aquellos creadores escénicos con plena consciencia de la especificidad y los recursos del medio y que utilizan este medio para proponer un discurso abierto a la ciudad, que renuncian a la protección del espacio acotado por la institución teatral e insertan su trabajo en un espacio cultural amplio. “Me interesan los creadores que no se conforman con el oficio y el aplauso de la profesión, aquellos que buscan la formulación de ideas o la exposición de sensaciones de un modo que ningún otro artista en otro medio podría alcanzar”.
A los interesados en mayores detalles sobre lo que hace y adelanta Sánchez, cual versión del legendario Quijote de La Mancha, les recomendamos visitar la página web:
http://artesescenicas.uclm.es/nueva2/.
Ahí comprenderán que su objetivo es poner a disposición de estudiantes, docente y profesional material crítico y documental sobre creadores escénicos contemporáneos iberoamericanos, así como sobre sus contextos de producción, exhibición y crítica. No es un archivo exhaustivo, sino una propuesta documental ligada a un propósito historiográfico definido.
COMPARACIÓN
Este taller fue un viaje al pasado y un repaso del perezoso presente que nos asalta desde la escena o alguna esquina de cualquier ciudad, donde su mejor teatro está en la calle y no lo hacen sus valiosos actores. Más que 20 horas para absorber ese valioso batiburrillo escénico, lo que se hizo fue un agradable y nostálgico ejercicio de imaginación para comparar o confrontar lo ocurrido afuera con lo que transcurrido en Venezuela desde 1993, porque buena parte de lo exhibido también se vio aquí, gracias a los festivales internacionales de Caracas, pero estos perdieron calidad y cantidad por sus gerencias improvisadas, y desaparecieron sin dolientes y “por inventario”.
Al final, este seminario arrojó un balance íntimo sobre la inevitable decadencia del arte de una comunidad cuando la comercialización o banalización se convierte en filosofía y dicta los derroteros de su vida cultural. Todo eso como consecuencia de la desaparición de sus mejores artistas y su mediocre sustitución, porque el arte no se decreta, como diría el más cuerdo marxista, si no que se preparan las condiciones objetivas y subjetivas y además se diseña y apuntala el mejor contexto para que finalmente irrumpa el talento creativo

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