martes, octubre 14, 2008

Zamora incendia al cine venezolano en 2009

Román Chalbaud Quintero fue adoptado por Caracas en 1938. Tenía siete años y la capital lo recibió con un temblor de tierra que lo obligó a refugiarse con su familia –abuela, madre y su única hermana- en la placita de El Nuevo Circo, donde durmieron. Nunca se imaginó ese niño, nacido en Mérida, que siete décadas después estaría transformado en el director cinematográfico más importante de Venezuela y en uno de los dramaturgos que mejor ha captado los arquetipos nacionales. Y todo eso lo demuestra su récord de 22 películas y de 20 piezas teatrales. Una producción única para las artes venezolanas, la cual tiene casi siempre a Caracas como telón de fondo.
CINE
Chalbaud festejó su cumpleaños 77 en Porlamar, el pasado viernes 10 de octubre, donde participa como jurado del Primer Festival Nacional de Cine Margarita 2008, pero eso no le impidió informar que el estreno de su película Zamora, realizada con los guiones de Luis Brito Garcia y Gustavo Michelena, será en enero o en febrero de 2009. “Esa es una decisión final de la Fundación Villa del Cine, su productora. Es una película de dos horas y una miniserie para televisión de seis horas”.
Inicialmente Zamora la iba a dirigir César Bolívar, pero éste renunció por delicados problemas familiares y le tocó al hijo de Alicia Quintero asumir el reto de crear la compleja saga fílmica sobre uno de los jefes de la Guerra Federal o Guerra Larga (1859-1863) y defensor de la idea de la Federación, el mismísimo Ezequiel Zamora.
“Nuestra propuesta audiovisual reconstruye los ideales de Zamora, quien se levanta en armas el 7 de septiembre de 1846, en la localidad de Guambra bajo las consignas esenciales de: ‘Tierra y hombres libres’, ‘Respeto al campesino’ y ‘Desaparición de los godos`. Otros serían los destinos de Venezuela si él no muere asesinado, misteriosamente, aquel 10 de enero de 1860 en la toma de San Carlos. Mi película muestra a Zamora desde los 23 años, luego de 30, de 33, de 38 y de 43,cuando lo matan. Y aquí debo reconocer que es una magnífica performance del joven actor Alexander Solórzano”, puntualiza.
“Ahí está la historia de Zamora y es contada a partir de unos días antes de la batalla de Santa Inés, aquel 10 de diciembre de 1859, y en la mitad del largometraje muere. En la segunda parte se busca saber quien lo mató. No hay que olvidar que sus mismos aliados, Falcón y Guzmán Blanco, están bajo sospecha. Un tiro le entró por el ojo derecho y dejó en sombras a un pueblo que lo seguía. Con este trabajo compruebo que la vida ha sido justa conmigo. Me quita, pero me vuelve a dar. Pero ahora, hay que esperar su estreno, porque la película no cobra vida hasta que el espectador no la vea, como lo he dicho siempre, desde que estrené Caín adolescente, mi ópera prima, precisamente hace 50 años, basado en mi obra de teatro homónima. Creo que Zamora con sus ideales, su valentía, su guía de lucha, esta más vivo que nunca. Dicen que Zamora será mi mejor película, pero aquí debo aclarar que el cine, como el teatro, no enderezan entuertos, son meras expresiones culturales y artísticas”.
-¿Qué viene después de Zamora?
-Tengo tres proyectos más. Tengo que elegir, como el príncipe Hamlet, entre ser o no ser.
-Críticos, como Rodolfo Izaguirre, aseguran que su mejor película es El pez que fuma, estrenada en 1975.¿De acuerdo?
-Sí, él y muchos otros así lo dicen. Creo que ya es un clásico. Izaguirre ha escrito que yo inicié ahí una etapa más madura y moderna en el cine venezolano, menos empírica y superficial. Yo he contado que de niño y de muchacho vi mucho cine en los barrios caraqueños, porque ese era mi mundo. Y yo soy autodidacta porque aquí no había escuelas de cine ni nada de eso. No es como ahora, porque el país ha crecido.
TEATRO EN PROCESO
-¿Dónde se quedó el teatro? ¿Lo abandonó? ¿Usted siempre ha ido parejo en cuantos a los estrenos cinematográficos y las novedades teatrales?
-Al teatro no lo puedo abandonar, porque no se puede desechar lo que se tiene adentro. Tengo dos nuevas obras, pero aunque no están terminadas ya tienen sus títulos: Bingo y El garaje. Reitero que uno tiene que ser auténtico, que lo que se escriba o lo que se dirija tenga un pedazo de uno. Hay momentos en que uno se detiene porque no le sale como se quiere, pero hay mecanismos para superar esos obstáculos y para ello nada mejor que leer los periódicos para tomar ideas o situaciones que ahí se muestran. Las páginas rojas de los periódicos, y especialmente las de Últimas Noticias y El Mundo ayudan mucho para eso. De ahí nacieron mis obras y mis películas como Los ángeles terribles y La quema de Judas, donde denunciaba la discriminación y la corrupción. Y por eso que mi teatro y el de otros venezolanos gusta, porque es una especie de espejo, ahí el público se ve en la escena. Yo escribo teatro sobre personajes populares, porque vengo del pueblo y sigo siendo pueblo. Son mis orígenes.
-¿Usted reescribe las obras publicadas o estrenadas?
-Reescribir jamás. Lo escrito escrito está.
-¿Qué opinión le merece el teatro y el cine venezolanos actuales?
-No veo el público haciendo largas colas en las taquillas. Es mejor enfrentar la realidad que escapar de la realidad. ¿Por qué en los teatros que existen no dan funciones diarias? ¿Por que están cerrados? El Nuevo Grupo tuvo dos salas y funcionaban diariamente. Juana Sujo tuvo el Teatro Los Caobos y funcionaba todos los días. Pero todo ha cambiado.
-¿Cómo resumiría su vida como artista venezolano en una frase?
-Para mí es imposible resumir en una sola frase algo tan sencillo y a la vez tan complejo. Parafraseando a otros, diría que he vivido y que anhelo vivir mucho más.

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