Honrar honra, lo enseñó el poeta José Martí. Y es por eso que la Fundación Casa del Artista lo realiza para exaltar y dignificar el invaluable patrimonio humano y de la Nación que ha dedicado sus mejores años de vida a fortalecer la identidad criolla, por intermedio de los valores culturales, y cuya formación, experiencia, talento y sabiduría, han estado dedicados al engrandecimiento del país y a la profundización de lazos con los pueblos de América y el mundo por intermedio del arte teatral, en este caso.
La Casa del Artista, perteneciente a la plataforma del Instituto de las Artes Escénicas y Musicales del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, rindió un lucido homenaje el martes 31 de marzo, en la Sala Juana Sujo, a los teatreros Humberto Orsini, Nicolás Curiel, Eduardo Gil y Rodolfo Santana en un acto especial que sirvió como preámbulo a la representación de la obra Titus Andronicus, de William Shakespeare, puesta en escena por Armando Holtzer y producida por la Compañía Nacional de Teatro y la agrupación Teatro Regional de Portuguesa.
Sobre esos cuatro homenajeados en vida, hay que recordar aquí una parte de sus historias de vida artística, porque todavía pueden hacer más por el teatro de su país:
Maestro
Humberto Orsini ha dirigido más de 120 espectáculos teatrales y ha escrito, versionado y adaptado unas 20 piezas. Ha sido fundador y director de diversos grupos teatrales en Venezuela, corredactor de diseños curriculares en escuelas de teatro y universidades, compilador, editor y autor de numerosas publicaciones sobre teatro. Este formador de varias generaciones de actores, nació en Santa Cruz del Orinoco, al sur del estado Anzoátegui, el 4 de mayo de 1926. A los cinco años de edad actuó por primera vez en una velada organizada por su maestra Ignacia Mata de Aguirre. Luego estudió primaria en una escuela nocturna de Ciudad Bolívar, en la que hacía teatro escrito y actuado por él. En 1950, ya en Caracas, se inscribió en el curso de capacitación teatral del Ministerio de Educación. En 1953 fue el fundador del grupo teatral Máscaras. En 1958 visitó 17 países europeos ampliando su visión del teatro mundial.
Relanzo al TU
Nicolás Curiel es un curtido guerrero del teatro venezolano. No se enchinchorra ni sé empantufla ni tampoco pide la jubilación a la cual aún no sabe si tiene derecho. Es por eso que sigue trabajando en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela (UCV) como catedrático de Artes Escénicas. Y ahora ha regresado al Teatro Universitario (TU), una de las más antiguas instituciones culturales del país, para conjugar una crisis interna y poner en la mejor órbita estética a los estudiantes interesados en el viejo arte de Tespis. Su carrera se inició el 9 de abril de 1957 cuando lanzó al TU, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, institución que impulsó el desarrollo de las artes escénicas en el país. En sus clases se formaron actores, actrices y directores como José Ignacio Cabrujas, María Cristina Lozada, Gustavo Rodríguez, Eduardo Gil y Hernán Lejter, entre otros.
Relanzó a la CNT
Eduardo Gil es investigador, actor y director de teatro con un amplio reconocimiento público como creador y pedagogo. Estudió en Francia en el Centro Universitario Internacional de Búsqueda Teatral, de la Universidad de Nancy, Francia. Es el fundador del TET (Taller Experimental de Teatro de Caracas), uno de los más importantes centros de trabajo teatral venezolano. Fue director de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (1996 – 2000) y director del Instituto Universitario de Teatro del Ministerio del Poder Popular para la Cultura (2002 – 2005) Y es el director general de la Compañía Nacional de Teatro, desde 2005 hasta la fecha. Nació en Niquitao, estado Trujillo, el 15 de febrero de 1943.
El viaje de Santana
Rodolfo Santana vincula la escritura a la aventura y cree que los seres humanos deben asumir la vida como un viaje, con naufragios irremediables y cree por eso que la historia está repleta de héroes y viajeros, con sus descubrimientos y combates. Nacido en Caracas el 25 octubre de 1944 y criado entre Guarenas y Petare, es además uno de los pilares del movimiento cinematográfico criollo, lo que ocurre es que su trabajo ha sido libretista o guionista y los créditos se los llevan los directores o los actores, y los reales se los guardan unos pocos. Sobre sus orígenes teatrales, cuenta que a los 19 años, Aníbal Guerrero, director de cultura de Petare, le preguntó: “¿Sabes de teatro?” Dijo que sí, y lo nombraron director de Teatro de la Casa de Cultura y comenzó a organizar grupos en los barrios petareños, barriadas nacientes, en los que el polvo flotaba; sin agua ni electricidad. Se sumergió en las necesidades abrumadoras de unos invasores que rehuían el campo en el que cultivar era miserable. Trabajó el Entremés del Mancebo que casó con Moza brava, de Miguel de Cervantes, en versión de Alejandro Casona. Reconoce que sus conflictos con la ideología y la verdad comenzaron durante su pasantía por Petare. Y esa imagen no se le ha ido de sus neuronas, porque fue torturado por la Digepol, pero lo salvó José Vicente Rangel Vale. Tan siniestra experiencia por su ideología lo hizo más radical y es por eso que su teatro enseña que el acto de vivir es una pelea, un combate, el tránsito de una aventura, un marco social y político en el que se contradecían las opiniones y “uno habla mediante el drama”. Ha escrito no menos de un centenar de textos y buena parte de ellos han sido representados.
La Casa del Artista, perteneciente a la plataforma del Instituto de las Artes Escénicas y Musicales del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, rindió un lucido homenaje el martes 31 de marzo, en la Sala Juana Sujo, a los teatreros Humberto Orsini, Nicolás Curiel, Eduardo Gil y Rodolfo Santana en un acto especial que sirvió como preámbulo a la representación de la obra Titus Andronicus, de William Shakespeare, puesta en escena por Armando Holtzer y producida por la Compañía Nacional de Teatro y la agrupación Teatro Regional de Portuguesa.
Sobre esos cuatro homenajeados en vida, hay que recordar aquí una parte de sus historias de vida artística, porque todavía pueden hacer más por el teatro de su país:
Maestro
Humberto Orsini ha dirigido más de 120 espectáculos teatrales y ha escrito, versionado y adaptado unas 20 piezas. Ha sido fundador y director de diversos grupos teatrales en Venezuela, corredactor de diseños curriculares en escuelas de teatro y universidades, compilador, editor y autor de numerosas publicaciones sobre teatro. Este formador de varias generaciones de actores, nació en Santa Cruz del Orinoco, al sur del estado Anzoátegui, el 4 de mayo de 1926. A los cinco años de edad actuó por primera vez en una velada organizada por su maestra Ignacia Mata de Aguirre. Luego estudió primaria en una escuela nocturna de Ciudad Bolívar, en la que hacía teatro escrito y actuado por él. En 1950, ya en Caracas, se inscribió en el curso de capacitación teatral del Ministerio de Educación. En 1953 fue el fundador del grupo teatral Máscaras. En 1958 visitó 17 países europeos ampliando su visión del teatro mundial.
Relanzo al TU
Nicolás Curiel es un curtido guerrero del teatro venezolano. No se enchinchorra ni sé empantufla ni tampoco pide la jubilación a la cual aún no sabe si tiene derecho. Es por eso que sigue trabajando en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela (UCV) como catedrático de Artes Escénicas. Y ahora ha regresado al Teatro Universitario (TU), una de las más antiguas instituciones culturales del país, para conjugar una crisis interna y poner en la mejor órbita estética a los estudiantes interesados en el viejo arte de Tespis. Su carrera se inició el 9 de abril de 1957 cuando lanzó al TU, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, institución que impulsó el desarrollo de las artes escénicas en el país. En sus clases se formaron actores, actrices y directores como José Ignacio Cabrujas, María Cristina Lozada, Gustavo Rodríguez, Eduardo Gil y Hernán Lejter, entre otros.
Relanzó a la CNT
Eduardo Gil es investigador, actor y director de teatro con un amplio reconocimiento público como creador y pedagogo. Estudió en Francia en el Centro Universitario Internacional de Búsqueda Teatral, de la Universidad de Nancy, Francia. Es el fundador del TET (Taller Experimental de Teatro de Caracas), uno de los más importantes centros de trabajo teatral venezolano. Fue director de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (1996 – 2000) y director del Instituto Universitario de Teatro del Ministerio del Poder Popular para la Cultura (2002 – 2005) Y es el director general de la Compañía Nacional de Teatro, desde 2005 hasta la fecha. Nació en Niquitao, estado Trujillo, el 15 de febrero de 1943.
El viaje de Santana
Rodolfo Santana vincula la escritura a la aventura y cree que los seres humanos deben asumir la vida como un viaje, con naufragios irremediables y cree por eso que la historia está repleta de héroes y viajeros, con sus descubrimientos y combates. Nacido en Caracas el 25 octubre de 1944 y criado entre Guarenas y Petare, es además uno de los pilares del movimiento cinematográfico criollo, lo que ocurre es que su trabajo ha sido libretista o guionista y los créditos se los llevan los directores o los actores, y los reales se los guardan unos pocos. Sobre sus orígenes teatrales, cuenta que a los 19 años, Aníbal Guerrero, director de cultura de Petare, le preguntó: “¿Sabes de teatro?” Dijo que sí, y lo nombraron director de Teatro de la Casa de Cultura y comenzó a organizar grupos en los barrios petareños, barriadas nacientes, en los que el polvo flotaba; sin agua ni electricidad. Se sumergió en las necesidades abrumadoras de unos invasores que rehuían el campo en el que cultivar era miserable. Trabajó el Entremés del Mancebo que casó con Moza brava, de Miguel de Cervantes, en versión de Alejandro Casona. Reconoce que sus conflictos con la ideología y la verdad comenzaron durante su pasantía por Petare. Y esa imagen no se le ha ido de sus neuronas, porque fue torturado por la Digepol, pero lo salvó José Vicente Rangel Vale. Tan siniestra experiencia por su ideología lo hizo más radical y es por eso que su teatro enseña que el acto de vivir es una pelea, un combate, el tránsito de una aventura, un marco social y político en el que se contradecían las opiniones y “uno habla mediante el drama”. Ha escrito no menos de un centenar de textos y buena parte de ellos han sido representados.
Un amigo de un chat judio me comentaba que estubo de paso en venezuela y que vé mucha división, antes no era así.
ResponderBorrarOjala que la gente se una para bien y venezuela tenga buenos gobernantes por que como lugar es realmente hermoso.
Saludos