sábado, noviembre 07, 2009

¿Quién teme al teatro criollo?

. Hay fiesta en Venezuela cuando escenifican una obra teatral criolla. Se festeja que productores y directores se interesen por dramaturgos nacionales y acepten que los nativos puedan verse en escena. Por eso vino desde Mérida el escritor Edilio Peña (Puerto La Cruz, 19 de abril de 1951) para disfrutar así de una función del espectáculo Ese espacio peligroso, basado en su texto homónimo, el cual hace temporada en la Sala Horacio Peterson,de Uneartes, bajo la precisa dirección actoral que adelanta Gregorio Milano, con las puntuales actuaciones de Luis Villegas y Marina Guedez, y gracias a la producción general del grupo Teatro Grado 38º.
Al día siguiente de la exhibición, Peña mantuvo un conversatorio con los estudiantes de Uneartes y quedó impresionado por la inteligencia de sus interlocutores y la cultura exhibida, además del sano interés por aprehender los secretos básicos de la dramaturgia. “Mientras haya gente joven como ésta, el futuro de nuestra patria está garantizado”, comentó el laureado creador teatral.
Ese espacio peligroso no es más que la saga de un dúo entregado a las disquisiciones típicas de un matrimonio formal o de una pareja. Sin embargo, a diferencia del ejemplar texto del absurdo Días felices, de Samuel Beckett, aquí el dialogo es coherente, lógico y con derivaciones poéticas como para que los espectadores venezolanos puedan disfrutar de ese laberinto verbal donde sus personajes, Hombre y Mujer, están atrapados en un espacio y en un tiempo indefinidos, lugar que no denota ninguna referencialidad y donde recuerdan su pasado de manera circular.
Ese circulo, que no es otra cosa que el susodicho “espacio peligroso”, es una metáfora sobre el tiempo humano, con principio y final, sucesión continua de instantes, idénticos unos a otros, que determina las vidas de hombres y mujeres; especie de dios que todo lo decide. Hombre y Mujer tienen como meta intentar sobrevivir, sin esperar un futuro o un mañana diferente.
En ese espacio reiteradamente manifiestan su tristeza y su angustia por perpetuar su sufrimiento. Materializan las relaciones constantes de poder y con su accionar son instigados a rememorar el ayer para evitar ser devorados o engullidos por ese espacio o esa luz que los ilumina. En ese reiterado trayecto, sus cuerpos y sus mentes son llevados a constantes recuerdos y al final del proceso, entre la ansiedad y el agotamiento mental, el espacio se cierra, para dar paso a otro día gris.
¿Teatro existencial?, quizás. La etiqueta es lo menos importante. Lo valioso es la invitación a la reflexión sobre el qué y el ahora de la existencia humana. Preocupaciones presentes a lo largo de veintitantas piezas que ha escrito Edilio Peña, desde cuando dio a conocer Resistencia, hace ya 36 años,e iniciara su gran carrera profesional.
¿Y por qué hay fiesta en Venezuela cuando escenifican obras criollas? Porque directores y productores piensan no solo en sus ganancias, si no también en la fortaleza cultural del país donde nacieron y viven todavía. Pero, y he ahí la razón de nuestra queja o denuncia, son pocos los textos criollos que saltan a la escena. Solamente una decisión oficial, proveniente del sector gubernamental, como es obvio, condicionada con algún subsidio, puede hacer que descubran al teatro venezolano con mayor frecuencia. Pero estamos soñando despiertos y eso no es bueno. La realidad es que los criollos tienen que buscar que los representen en el exterior y que allende las fronteras los exalten. Así son las cosas por ahora. Ignorados en el terruño, reconocidos en el vecindario, por lo menos.
¿Qué grupos de jóvenes comediantes quieren hacer una segunda reedición de El Nuevo Grupo? La empresa cultural aquella que lanzó a Isaac Chocrón, José Ignacio Cabrujas y Román Chalbaud. Ojalá que copien ese modelo de sistema de producción y de auto critica y podamos así ver a una nueva generación de autores venezolanos adecuados a este nuevo siglo.

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