sábado, enero 23, 2010

La lección ambientalista de Pirita

No se puede negar jamás la historia del desarrollo teatral en Venezuela, aunque se carezcan de óptimos documentos. Es por eso que cuando escribimos o comentamos sobre eventos artísticos memorables, debemos siempre referirnos al pasado, pero haciendo la aclaratoria que las fuentes historiográficas utilizadas no son precisas en su totalidad, y que hacen falta más y mejores investigaciones sobre cada una de sus áreas. Una tarea nada fácil en un país donde se le niega un espacio sano a la memoria individual y hasta a la colectiva. Menuda tarea espera a los teatreros que egresen de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, quienes tendrán que revisar más en el pasado lejano y en el reciente de sus oficios o especializaciones.
Hecha esta advertencia, debemos afirmar que los chilenos Lily Álvarez Sierra y Gabriel Martínez llegan en 1948 y se quedan con su compañía para exhibir espectáculos infantiles, especialmente su Alicia en el país de las maravillas, en el Teatro Nacional. Viajan a Maracaibo y al Caribe, pero vuelven en 1952 para inaugurar la Televisora Nacional con un teleteatro infantil diario, de lunes a viernes, hasta 1956. En 1958 fundan su escuela y surge la Compañía Juvenil Venezolana, dirigida ahora por sus nietos César Sierra, Natalia y Gabriela Martínez. Ella y él ya hicieron su mutis final, pero enseñaron, suficientemente, que el teatro se aprende en la escena y por eso sus clases pasaron de la teoría a la práctica. Predicaron que el teatro infantil no es suficiente para formar actores, porque exige tener más sólida capacitación, pero sí es adecuado para enseñar al público. Formaron a comediantes como Ibrahim Guerra y Carlos Omobono, entre otros.
Hemos recordado a tal pareja de pioneros porque culmina la primera década del siglo XXI y su semilla continúa dando frutos. El teatro infantil, o para niños, es ejemplo por la capacidad de trabajo de sus artistas, quienes demuestran imaginación para crear y producir a pesar de tantos obstáculos que estorban su desarrollo.
Y como muestra de ese ambicioso teatro infantil, o para niños, recomendamos el espectáculo La lección de Pirita, escrito por Roblan Piñero, el cual bajo la creativa dirección de Rafael Monsalve (Juan Corazón), hace temporada en el Teatro Trasnocho, teniendo un elenco de profesionales como Kelvis Martínez, Estefanía López, Verónica Arellano, Juan Carlos y Juan Ernesto Pabón, Kellyns Herrera, Sergio Pinto, Erick Soto, Erickson Soto y Julián Mujica.
Hay que reconocer que las actuaciones vistas demuestran no solo el talento y la práctica ahí presentes, sino una cierta magia, o sentimiento, de todos ellos por jugar a mostrar lo mejor de si mismos ante un auditorio tan especial, como son los niños, a quienes no se convence fácilmente de lo que se le exhibe, sino hay verdad, sino hay comunicación. Estefania, Kelvis y Verónica logran las mejores performances con sus personajes, sin que esto demerite a los demás. Todo eso se logra también por las recomendaciones del veterano director Monsalve y por la hiperkinética puesta en escena que logra, para lo cual es vital el preciso juego del mecanismo escenográfico y sus elementos, diseñados por Rosa Helena Arcaya.
La lección de Pirita, estrenada en el Teatro Tilingo (1993), subraya ahora el peligro que emana de la basura o los desperdicios que generan los humanos, y para eso plasma la historia de una niña que le encanta o disfruta tener su cuarto desordenado y sucio, y quien además tiene amigos como el cómico ratón Rocco y la divertida cucaracha Cuqui. Estos personajes la llevan al Mundo de la Basura, gobernado por la glamorosa reina Desperdicio. En el recorrido, Pirita conoce a diferentes personajes que trabajan incansablemente para mantener el caos en tan asombroso reino. En esa marcha, eso personajes interpretan diferentes momentos musicales para acompañar así los encuentros de Pirita con el fantástico Chatarra, que alimenta a las plantas carnívoras y cuida del jardín de la reina; éste le hace comprender a Pirita que llegó a esa comarca con una misión: eliminar a la temible Desperdicio. Ella, con la ayuda de los demás habitantes de tan extraño país se enfrentan a la poderosa soberana, dándole así un cambio favorable a su ambiente, transformándolo en un lugar más bello y reforzando la experiencia con una moraleja: la importancia de cuidar al planeta Tierra y prevenir la contaminación ambiental, reforzar el aseo personal y luchar para vivir en un mundo mejor, lleno de armonía y paz. ¡Maravillosa y oportuna lección para estos tiempos!
El espectáculo atrapa al público infantil y al adulto, por el humanismo de su cuento, su preciso despliegue teatral y la música que crearon Nacho NET y Luis La Rosa. Es un depurado montaje de KJCP Producciones. ¡La historia continúa!

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