sábado, enero 16, 2010

Zamora prosigue su lucha desde el teatro

“Zamora cabalga en el incendio y somos lo que sucede la posibilidad del porvenir”, cantó el poeta Víctor Valera Mora. Y para demostrar que tal general del pueblo soberano no “había concluido para siempre”, a pesar de ser asesinado por la canalla el 10 de enero de 1860, la primera actriz y productora Dilia Waikkarán lo revive y ahora lo muestra en cuanto escenario improvisa en caseríos o ciudades de esta Tierra de Gracia.
Metafóricamente, ella repite la leyenda de doña Jimena que con el cadáver del Cid Campeador atado a la grupa del invencible Babieca siguió dando más batallas contra los infieles, pero que, en el caso venezolano pretende derrotar a los criminales que se “olvidaron de enterrar el sonido de sus sienes veladas” y por eso Zamora cabalga de nuevo. Es para ello que ha producido las obras de César Rengifo: Lo que dejó la tempestad y Un tal Ezequiel Zamora, con tropa de valientes actores.
Con Waikkarán, como la enloquecida heroína “Brusca la rompefuegos”, se mostró, en varias salas, durante el último trimestre de 2009, de manera estrujante y aleccionadora con sus contenidos y la pasión incendiaria, el espectáculo Lo que dejó la tempestad, puesto por Henry Manganiello y derrochando además la participación de Frank Maneiro, Germán Mendieta, Flor Colmenares, Guido Falcone, Mirna Bello, Sara Tovar, Mauricio Maldonado, Julio Liendo, Joaquín Lugo y Frank Francisco.
Todos ellos plasmaron las vicisitudes de sus personajes populares unidos en la desolación y la miseria una vez que el caudillo es vilmente asesinado tras la batalla de Santa Inés. Así mismo, materializó al “valiente ciudadano”, como lo llamaron en Barinas, en una postrera proclama, antes de ser traicionado por los que tenían como único objetivo encumbrarse en el poder para satisfacción de sus mezquinos intereses. “Es una pieza que llama a la reflexión profunda acerca de cual es el ideal de nación que se quiere y se debe construir, para no seguir arrastrando la violencia, el hambre y la esclavitud”, reiteran Waikkarán y Manganiello en el programa de mano.
Y para conmemorar el 193 natalicio del héroe en Cúa, el 2 de febrero van a estrenar Un tal Ezequiel Zamora –pero aún falta Los hombres de los cantos amargos para ejecutar el legado federalista de Rengifo- desde el Teatro Municipal de Caracas, también dirigido por Manganiello y con la participación de Waikkarán, Aura Rivas, Frank Maneiro, Germán Mendieta, Virginia Urdaneta, Frank Francisco, Elitse Sánchez, Elvis Chavendt, Guido Falcone, Julio Liendo, Luis Villegas, Mariana Calderón, Mariana Gil, Mauricio Maldonado y Sara Tovar.
Un tal Ezequiel Zamora transcurre durante la Guerra Federal (1859-1863) y ahí el dramaturgo recurre a la metáfora histórica para que, desde el presente, se haga una lectura de los errores que no deben repetirse nunca jamás, porque por ellos se produjo tal conflagración fraticida. Todo se instala en el hogar de una familia de la llanura barinesa antes de la definitiva batalla de Santa Inés. El trágico espectáculo, porque eso es lo ahí se muestra o se materializa, sucede en medianoche, tarde y noche de aciaga jornada, y únicamente pide que “recojan la cosecha de vientos que sembraron” los tercos caínes del guerrero.
Dilia Waikkarán sueña con visitar a cada uno de los 336 municipios venezolanos, por lo menos, para hacer conocer sus producciones sobre “el héroe silenciado”, sobre ese Zamora que Rengifo ha revivido…para siempre.


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