jueves, marzo 18, 2010

Amantes sin destino y desautorizados

Des-autorizados, largometraje de la directora Elia Schneider, después de tres largos años de producción llega a las pantallas venezolanas, donde hay un elenco diestro y experimentado como Eric Wildpret, Juan Carlos Alarcón, Dad Dager y Samantha Dagnino. También participan 75 estudiantes de actuación y un trío de chicas: Aisha Stambouli, Minerva Borjas y Mariana Socorro, Las Desestresadas, que cantan al estilo años 60, de forma irónica y divertida y entrelazan la nada fácil historia. Fueron 70 horas de rodaje, con cámara HD, para 90 minutos de cine. Los fondos para ésta película -800 mil dólares- salieron del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac) e Ibermedia, sin embargo estas dos entidades sólo pusieron parte del total de la producción.
Público y crítica
Ahora el crítico de las mil cabezas, o sea el público, dirá la última palabra.
¿Y que opinión podemos emitir nosotros sobre Des-autorizados?
Hay que recordar que las artes se explican solitarias, desde escenarios, pantallas o cualesquier otro soporte donde reposen o se muestren. Obligadas a impactar de tal manera a sus audiencias y provocarles sus respectivas catarsis, las cuales estarán siempre en función de la carga cultural y la sensibilidad de cada uno de sus espectadores.
No obstante, periodistas y críticos nos rompemos el cerebro tratando de llegar al público con guías o planteamientos, supuestamente elementales, para facilitar la digestión de tal película, obra de teatro, novela, pintura, escultura, etcétera; a sabiendas que ayudamos, o perjudicamos poco, ya que los gustos culturales de una comunidad son incontrolables y de difícil manipulación; son insondables como los designios divinos. En síntesis, quedamos para propalar opiniones y/o razonados juicios hacia un sector elitesco o para nuestros amigos, y -esto nadie nos lo puede negar- ayudar a escribir la saga de tal o cual obra. ¡Somos utilísimos y hasta nos citan, después, por nuestras quijotescas tareas!
Des-autorizados
Afirmamos esto porque hemos disfrutado de la técnica y además racionalizado la historia y los contenidos de Des-autorizados, la tercera película de Elia K. Schneider (Caracas,1 de diciembre de 1962), la misma directora de Huelepega (2000), inspirada en la drogadicción de los niños de la calle, y Punto y raya (2004), que recrea una deliciosa fabula sobre el encuentro y el desencuentro de un soldado venezolano y otro colombiano en la frontera común. Esos largometrajes la convirtieron en la cineasta mas premiada de Venezuela, honores que le ganaron amigos, y enemigos también, pero que le han fomentado una audiencia fílmica respetable, esa que ahora deberá aupar el éxito taquillero, o el solitario fracaso, de Des-autorizados.
Elia, psicóloga, casada y madre del joven cineasta Joel Novoa, se hizo conocer por su fulgurante carrera como directora de audaces y originales experimentos teatrales, hasta que se dio cuenta que la caja negra escénica no era ya la adecuada para mostrar sus creaciones. Saltó al cine y ahora, cual insólita paradoja, con su tercera creación, ha retornado a la teatralidad, pero desechando unidades aristotélicas y jugando con imágenes y sonidos, y creando así una fantástica realidad como solo el cine permite hacer.
Esta obra fílmica es una historia que sucede toda en la imaginación de una escritora. En este caso es ella, Elia Schneider, quien escribe la saga de Elías, un dramaturgo que tiene conflictos con su arte y que además escribe una obra de teatro, Amantes sin destino, que Oscar, su productor, termina vendiendo a un mercenario que hace cambiar el argumento y con eso el destino de sus personajes. Federico y Nina, que son amantes y personajes de esa obra, salen de la obra de Elías para confrontarlo y pedirle que los deje existir.
Son tres historias solapadas en una y no hay nada que sea real. Al final no se sabe si Elías es real o es fantástico y si esto existió o es un producto de la imaginación, lo que sí sabemos es que la única verdad es la que imaginamos.
Creemos que el género de esta película es difícil definirlo pero se acerca a una comedia dramática-fantástica y de ideas y reflexiones sobre la vida
No es que Des-autorizados sea una aburrida película teatral. No, nada de eso. Del teatro tiene temáticas, escenas y técnicas, pero agigantadas por la fotografía y convertidas en monumental coreografía con seres humanos que parecen de papel.
Des-autorizados no transcurre en ninguna ciudad del mundo. Existe en el cerebro o en la imaginación de la directora Elia Schneider, quien se atreve a proponer una desolada reflexión sobre los dramas de los creadores teatrales, comprometidos con los falsos mecenas, y en medio de rocambolescas pasiones íntimas. Son tres historias que se mezclan y dejan al final un increíble desasosiego sobre la vida del artista en general. Una pagana trinidad y un actor, Erick Wildpret, bien apuntalado por los otros comediantes.

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