sábado, junio 05, 2010

Wilde juzgado en Caracas

Lo que más ambicionan o desean los artistas e intelectuales venezolanos es ser exaltados en su propio terruño. Pero, en ocasiones, ese anhelado reconocimiento no llega sino cuando se triunfa en el exterior. El más reciente caso de tan “curioso fenómeno cultural” es precisamente protagonizado por un caraqueño que a los 24 años se instaló en Estados Unidos de América para estudiar dirección teatral. Sus profesores de la Universidad de Nueva York le aconsejaron que formara una agrupación con estudiantes o jóvenes comediantes, por supuesto, para que así la teoría y la práctica fuesen de la mano. ¡Sabia recomendación!
Así lo hizo y con su Tectonic Theater Project, fundado en 1992, comenzó una producción “silenciosa” de espectáculos hasta cuando, tras escribir y exhibir, su primer texto Actos Indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde (1997), la exigente critica teatral ponderó su trabajo y el todopoderoso periódico The New York Times, lo catalogó como uno de los 10 personajes que había logrado transformar el ámbito cultural de Estados Unidos de América, en aquella última década del siglo XX.
Pero es ahora cuando en Caracas se podrá ponderar esa pieza que lanzó a Moisés Kaufman (21 de noviembre de 1963), gracias al montaje que dirige Michel Hausman y protagonizan Javier Vida, Alejo Felipe, Juan Carlos Alarcón, Rolando Padilla, Christian McGaffney, Fernando Yvosky, Elvis Chaveinte y Eben Renan.
El estreno de este montaje, gerenciado por Yair Rosemberg para Producciones Palo de Agua , seríal próximo 15 de julio en el teatro Escena 8 , en Las Mercedes. De esta manera, se conocerá en Venezuela la “ópera prima”, que lo hizo famoso, hasta colocarlo entre los más importantes artistas del medio teatral estadounidense. Hay que reconocer, que su prominente sensibilidad e inteligencia le han permitido además elaborar un discurso estético propio y poner en práctica una metodología de trabajo que apunta hacia las más hondas interrogantes de la condición humana. ¡Su patria ya no lo ignorará jamás!
110 años después
Actos indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde tiene como eje la tripleta de procesos a los que se enfrentó Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (Dublín, 1854/París, 1900), pero no es una interpretación de su vida. A escasos meses de cumplirse 110 años de su muerte, gracias a la pieza de Kaufman el poeta irlandés “vuelve” al banquillo de los acusados, por haberse enamorado del joven lord Alfred Douglas, ya que en la sociedad victoriana, de finales del siglo XIX, sostener relaciones homosexuales era un grave delito. El castigo fue impuesto y la mala reputación marcó la vida del escritor para siempre. Años después, fue reivindicado, cuando la sociedad británica ya no castigaba tal delito.
En el texto no se maneja la dimensión de un ser revolucionario o de un Wilde arquetipo del gay, sino de un ser humano que tiene las mismas contradicciones que tienen todos. Plasma a un ser humano que se encuentra de repente inmerso en una realidad ante la que toda creación choca contra las estructuras sociales, la ley, la moralidad, las ideas convencionales y el puritanismo.
Esta obra, que se ha presentado en más de 40 ciudades en Estados Unidos de América y en otras tantas urbes americanas y europeas, exhibe a Wilde en pleno romance con el tercer hijo del marqués de Queensbery. Este, John Sholto Douglas, arrogante, malhumorado, excéntrico y quizás incluso desequilibrado mental, noble escocés cuyo mayor logro había sido desarrollar y promover reglas para el boxeo amateur (Normas Queensberry), hace todos los esfuerzos posibles para romper la relación.
El marqués deja una nota a Wilde en el club social al que este concurría, acusándolo de “sodomita”, Wilde comete el error de seguir los consejos de su amante e inicia un juicio contra su “suegro”. Cuando Queensberry intenta probar que Wilde es homosexual, éste decide abandonar el juicio pero con ello no consigue impedir su propio arresto por el cargo de “Actos indecentes”. Durante el nuevo juicio, varios jóvenes testifican haber tenido relaciones con él. El bardo se defiende utilizando argumentos estéticos pero en el tercer y último juicio las consideraciones políticas juegan en su contra y sus intentos por impresionar al jurado no logran evitar que fuese declarado culpable de “Actos indecentes”.
Pasaporte
Moisés Kaufman ha manifestado, en repetidas ocasiones, sus deseos de regresar al terruño -vino con I Am My Own Wife, otro de sus más exitosos espectáculos, al caraqueño Festival Internacional de Teatro del 2006- para dictar algunos talleres sobre dramaturgia y dirección y hasta eventualmente hacer un montaje. Por ahora no piensa en otra cosa que en su apretada agenda de trabajo para 2010 y 2011 con Tectonic Theater Project, su "máquina de hacer teatro", con la cual ha creado, entre otros, tres espectáculos que lo colocaron en la órbita de la nueva estética teatral estadounidense. Gross Indencency: The Tree Trials of Oscar Wilde, The Laramie Project y I Am May Own Wife, le dieron premios, nominaciones, dólares y prestigio, materiales con los cuales ha elaborado un impactante “pasaporte artístico” que le abre las puertas de las instituciones públicas o particulares para apuntalar sus ambiciosos proyectos creativos, como su más reciente 33 Variations, donde el gran personaje de fondo es nada menos que Ludwig van Beethoven.
Epigramas
''El pasado es lo que el hombre no debía haber sido. El presente es lo que el hombre no debe ser. El futuro es lo que los artistas son'', decía Oscar Wilde. Ese pensamiento, y otros más del legendario vate, lo leyó Kaufman en Los epigramas de Oscar Wilde, una antología de Alvin Redman, con introducción de Vyvyan Holland. A partir de ahí, revisando biografías, periódicos de la época, transcripciones de los juicios y hasta los propios escritos de Wilde, le permitieron construir su monumental reportaje teatral con un fascinante mosaico de perspectivas, como lo ponderarán ahora los venezolanos. Esa técnica o metodología la ha aplicado también, con éxito, en El proceso Laramie y en 33 variaciones. Él escribe o hace una exhaustiva dramaturgia al texto que escenifica. Esa es una parte del método Kaufman.

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