domingo, agosto 15, 2010

Las dos Bernardas

A 74 años del fusilamiento y la desaparición de su cuerpo, Federico García Lorca, gran poeta del amor que se enfrentó a una sociedad machista e intolerante, recibió en Caracas un teatral homenaje por intermedio de sendos montajes eclécticos de su obra La casa de Bernarda Alba, los cuales fueron liderizados por Iraida Tapias y Orlando Arocha, y exhibidos en el Teatro Luisela Díaz y en el Celarg, respectivamente.
García Lorca es un legendario personaje cuyas piezas teatrales se conocieron en Venezuela, a mediados del siglo XX, gracias al pionero Alberto de Paz y Mateos (Ponferrada, 17 de enero de 1915/Caracas, 29 de septiembre de 1967), valioso artista republicano que se escapó de la posguerra para apuntar el desarrollo de las artes escénicas criollas. No es la primera vez que en Caracas se exhibe el melodrama de Bernarda Alba y la rebelión de sus hijas. Directores como Paz y Mateos, Horacio Peterson y hasta el mismo José Ignacio Cabrujas la llevaron a escena con audaces puestas, como también lo hicieron, con propuestas controversiales, Ibrahim Guerra y hasta el mismísimo polifacético Javier Vidal se atrevió a mostrarla con hombres travestidos.
Drama de mujeres
Y ahora que La casa de Bernarda Alba nuevamente ha sido exhibida, pero en dos escenarios caraqueños, hay que recordar que el 19 de junio de 1936, en Madrid, él anunció que había concluido su nueva obra, a la cual subtitulaba Drama de mujeres en los pueblos de España. El bardo insistió ante sus amigos que su meta fue escribir una obra sencilla y de sobriedad absolutas, tras eliminar cualquier detalles innecesario.”Ninguna literatura, teatro puro. Ni una gota de poesía. Realidad. Realismo puro”, como lo cita Ian Gibson en su libro Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca (1898-1936).
En resumen, esta obra es la saga de cinco damas feas y castas, condenadas a no conocer varón, quienes siguen y obedecen a una madre tirana encerrada en su residencia y prisionera del qué dirán. Un hombre, no visible, es el verdugo de las pasiones de esas mujeres que se consumen por la envidia, el deseo, el odio, y las ansias del poder, todo en medio de una desesperante atmosfera de agonía y muerte. Es la fabula de Bernarda Alba y sus hijas enamoradas de Pepe el romano. Es la madre que no cree si no en lo que ve y que está dispuesta a sacrificar incluso a sus hijas con tal que se respete el código del honor español, una consecuencia de los medievales conductas de comportamientos sexuales, normados por la hipócrita moral del catolicismo
Pero el dramaturgo, aunque usaba el realismo escénico, lo utilizaba para plantear, ante un público culto y capaz de ver más allá de sus narices, metáforas sobre su país, ya que su Bernarda Alba, aunque estaba inspirada en Frasquita Alba, era un espejo de la crispada sociedad de la tambaleante Republica Española, amenazada por un golpe de Estado fascista que trataba de impedir cualquier cambio posible, pero donde una mujer joven, Adela, predica su lucha contra una sociedad basada en las apariencias y en la superioridad jurídica de los hombres sobre las féminas, al tiempo que reivindica tenazmente su derecho a la libertad sexual.
Desde entonces, La casa de Bernarda Alba es utilizada como bandera del feminismo combatiente y para advertir los peligros del Poder (no siempre es el político) sin limitaciones, capaz de destruir o pisotear los derechos humanos.
El montaje
Con respecto a la lectura escénica de Tapias, hay que reconocer que es más conservadora, más tradicional y se realiza con mujeres de cuidadas figuras, bellas y ágiles, pero luciendo como seres castrados y desesperados. Muy respetuoso del autor, especialmente de la poesía de sus diálogos, y con unas caracterizaciones tensas y al borde de la ruptura. Todo eso, según ha dicho la directora, es mucho más terrible y contundente, porque es tratar de destruir la belleza o querer reprimir a Eros. Todo el entorno es muy austero para darle paso a la voluptuosidad, pasión y duende lorquianos que viven las comediantas en cada función dejando la piel sobre las tablas.
Para nuestro criterio, el espectáculo creado por Arocha acercó al texto a la realidad latinoamericana, lo hizo caribeño, utilizando canciones románticas o boleros que los personajes cantaban a capela y en coro, pero dejó la sexualidad, las envidias, y el miedo como aderezos para la soledad existencial de esas mujeres que no querían ser yermas y anhelaban parir a como diera lugar.
Los montajes que ahora han firmado Tapias y Arocha son una diáfana experiencia cultural que exalta a los artistas que ahí participaron y además constituyó un regalo para los teatromaníacos caraqueños que pocas veces pueden degustar un texto en diversas ofertas profesionales y con los mejores elencos disponibles. Fue un par de puestas en escena que pueden haber suscitado controversias estéticas sobre gustos o regustos, pero que jamás se olvidarán porque dejaron huella en la magra historia del teatro vernáculo del siglo XXI, ese que algunos tratan de borrar o decretar su muerte para satisfacer sus mediocres egos.
Elencos
El montaje de Iraida Tapias, producido por Rebeca Alemán para Water People Theater Company, contó con las actuaciones de Carlota Sosa, Eulalia Siso, Rebeca Alemán, Mariaca Semprún, María Antonia Castillo, Sandy Siquier, Anabella Troconis, María Elena Heredia, Ingrid Muñoz, María Gabriela González y Ligia Tapias. El espectáculo de Orlando Arocha, auspiciado por la embajada del reino de España en Venezuela, tuvo a Diana Volpe, Hayde Faverola, Nattalie Cortéz, Glayds Seco, Ana Melo, Jenifer Morales, Maritza Briceño y Gema Llanos. Además de Antonieta Colón.
Lorca y el mundo gay
Ian Gibson, en su libro Caballo azul de mi locura/ Lorca y el mundo gay, de la editorial Planeta, afirma que la homosexualidad de García Lorca no era secreta en la España republicana y él tampoco se preocupaba en ocultarla o disfrazarla, y pese a que las costumbres rechazaban tal conducta sexual, no le caían a piedras, especialmente en las grandes ciudades, pero aún así lo perseguían desde periódicos y revistas del bando derechista y reaccionario, y cuando esos intelectuales y periodistas pudieron pasarle factura lo hicieron, ignorando sus éxitos literarios, dentro y fuera de la nación, o con unas críticas deleznables. Dice que la obra de Lorca, hoy de irradiación mundial, no existiría si no fuera por su condición de marginado sexual, por su identificación, profundamente cristiana, con todos los que sufren, con todos los que se sienten excluidos o rechazados. “Fue una criatura en el fondo dolorida que puso sus excepcionales dones al servicio de los demás con la esperanza de una sociedad más justa. No es correcto que se le siga negando su homosexualidad”. Comenta que es casi imposible entender buena parte de la obra de Lorca o de Oscar Wilde si no se explica su identidad sexual. Y remata afirmando que es “casi imposible… o imposible del todo. Repito que ello no es justo. Y añado que es obtuso, pusilánime y contraproducente. Es hora ya de aceptar al poeta en su compleja y fascinante integridad. Sólo así se le honrará como merece”.

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