sábado, noviembre 27, 2010

El eco de Brecht en Caracas

El eco de los ciruelos, exquisito montaje teatral, sincrético, creado y producido por el director Miguel Issa y la Compañía Nacional de Teatro (CNT), ha obtenido no menos de 30 representaciones, entre el 27 de mayo de 2008 y el 21 de noviembre de 2010, y, como es obvio, son más de 25 mil los espectadores que han aplaudido esa realización escénica que ha servido para exaltar al maestro Nicolás Curiel (Caracas, 1928) y demostrar además la insurgencia de una nueva generación de artistas de la escena. Se trata de un espectáculo que, como los buenos vinos, con el paso de los años mejora notablemente y permite nuevas lecturas al público sensible e inteligente.

Montaje

Inicialmente, la CNT contrató a Miguel Issa (Caracas, 1963) para que versionara el texto del espectáculo Yo, Bertold Brecht, que escribiera y escenificara Curiel en los años 60, con el Teatro Universitario de la UCV. Pero, después le pidieron que creara otro guión con algunos textos de Brecht y desarrollara un montaje más adecuado para las condiciones artísticas y culturales del siglo XXI, y además le plantearon varios posibles escenarios para su representación.

Al revisar las obras literarias y teatrales de Bertold Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898/Berlín, 14 de agosto de 1956), Issa detectó en ellas una gran sensibilidad ante la naturaleza, muchas reflexiones visionarias y hasta poemas de amor donde el artista germano destacaba, entre otros elementos, a los árboles de ciruelos, como lo hace en los poemarios El ciruelo (1934) y Recuerdo de María A.(1920), donde se percibe a un vate frágil y sutil. Esos textos le llamaron la atención y al buscar un nombre para el espectáculo, dio con el que consideró el más acorde: El eco de los ciruelos.

No le fue fácil obtener el guión definitivo de El eco de los ciruelos y para elaborarlo tuvo que leer y releer para así tomar fragmentos de piezas como Vida de Eduardo II de Inglaterra, Un hombre es un hombre, La boda de los pequeños burgueses, Los siete pecados capitales, Ricos con ricos se juntan, El circulo de tiza caucasiano, La madre, Terror y miseria del Tercer Reich, Historia del señor Keuner, El alma buena de Sesuán y El señor Puntilla y su criado Matti. También utilizó poesías y canciones presentes en El ciruelo, Recuerdo de María A., Contra la seducción, Esto me enseñaron, De todos los objetos, El regreso, Satisfacciones, y La canción del no y del sí.

El montaje de El eco de los ciruelos se concibió multidisciplinario y enmarcado en la onda del cabaret germano, donde la música de Kurt Weill, ejecutada en vivo, jugó un papel importante en la creación escénica como tal.Se estrenó en la sala experimental del Museo de Bellas Artes, espacio semiconvencional, en mayo de 2008, y a partir de ahí se han desarrollado diversos dispositivos, diseñados por Edgar Gil, donde han participado no menos de 36 músicos, cantantes, bailarines y actores. Y para su reciente temporada 2010 se usó la Sala Anna Julia Rojas de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte).

Considera el director Issa que Brecht, salvado por el arte en una época de dos guerras mundiales, de exilios, de dolor, de impotencia, de desarraigo, de desplazamiento, “nos dejó un legado que, junto a la obra musical de Kurt Weill, lo inspiró para toda esa amplia creación artística”.

Insiste en que más allá de hacer un obra brechtiana específica, optó por ofrecer a sus compatriotas del siglo XXI un trabajo inspirado en ese amplio legado teatral, musical y poético, “el cual remarca las contradicciones de una sociedad que siempre se ha debatido entre el bien y el mal, entre el dolor y la alegría, entre el odio y el amor. Brecht, pues, nos ha inspirado por su honestidad y compromiso, por su dialéctica, por su pasión y sencillez”.

Espectáculo

Por supuesto que no es fácil transformar un texto -o un depurado colage, como resulta en este caso- de literatura dramática en espectáculo audiovisual capaz de dilucidar las diversas metáforas que propuso el autor. Tampoco hay que olvidar como un montaje correcto no necesita de conferencias previas o posteriores a la escenificación, ni tampoco ditirámbicos reportajes o vistosos programas de mano, porque el espectáculo se explica desde la escena y atrapa al crítico de las mil cabezas o lo aburre.

Pero Miguel Issa, con la experiencia que le ha obtenido tras hacer numerosos espectáculos de danza teatro, logró con su guión -donde,reiteramos, con audacia y sensibilidad seleccionó fragmentos de las más significativas obras de Brecht y los sazonó con música que Weill compuso para ellas- un espectáculo que macera, con mucho equilibrio y buen gusto, teatro, poesía, danza, baile, circo, performance y canciones, además de videos, para darle al espectador venezolano del siglo XXI una visión lúdica sobre una centuria que se debatió entre el bien y el mal, entre el dolor y la alegría, entre el amor y el desamor, y advertirle que esos tiempos pueden volver porque los seres humanos no han cambiado significativamente y el fascismo está ahí, agazapado o disfrazado, como un lobo feroz, y tratando de capturar a sus victimas inocentes o desprevenidas.

Son algo más de 60 minutos de trepidante ceremonia que oscila entre la danza y el teatro esperpéntico, con toques del decadente cabaret de la Alemania nazi y diversas y patéticas actuaciones apuntaladas con poemas que estrujan el alma del espectador más duro. En fin: nadie se queda quieto en su silla y es obligado a mover el cuello o el cuerpo para buscar las escenas que se exhiben, todo eso en medio de un recital con ritmos que hicieron historia durante el siglo pasado.

En síntesis, el espectáculo obtenido sirvió para que los brechtólogos se dieran un banquete por las literaturas dramática y poética utilizadas, y los que no conocían a este artista alemán se “picaron” y algunos hasta leyeron después sus piezas, atraídos por su total vigencia, porque Brecht, muerto a los 58 años, “nos ha inspirado por su honestidad y compromiso, por su dialéctica, por su pasión y sencillez”, como subraya Issa.

Intérpretes

Sin artistas no hay espectáculo posible y por eso ahí están: Xiomara Mistage, Javier S. De Vita, Khalil, Cristhian A. Jiménez, Ronny E. Lorenzo, Jesús Hernández, Mercedes Barrios, Simona Chirinos, Katherine Pimentel, Francisco González, Brian Landaeta, Ildemar Saavedra, Juan Solórzano, Carla Barquero, Luisa Camagni, María Mendible Gil, Lisa Petit, Alma Kocher, Gioer Bolaños y José Gregorio Rodríguez. Además de los músicos: Giles Giovolla, Gregory Parra, Néstor Pérez, Roldan Peña y Rodrigo Pimentel. ¡Todos a la altura de su compromiso y algunos con mucho futuro para lograr su acrecentamiento, si Dios y la comunidad lo permiten!


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