martes, marzo 22, 2011

Aviones de papel en Nueva York

La venezolana Aminta de Lara Rojas murió hace algunas semanas en Nueva York. Esa noticia generó malestar entre sus amigos y conocidos caraqueños. Pero las redes sociales la rescataron “vivita y coleando” como para que ella pudiera negar su imprevisto paso a la eternidad y es por eso que ahora anuncia, desde el 31 de marzo y hasta el 10 de abril, la temporada 2011 de su espectáculo Aviones de papel, con Diana Chery Ramírez y Carlos Alberto Valencia, en las instalaciones del Teatro Latea, Centro Cultural Clemente Soto Vélez, segundo piso, 107 de la Calle Suffolk entre Delaney y Rivington, en el propio Manhattan.
Aminta, periodista egresada de la UCAB y toda una verdadera guerrera de las artes escénicas latinas en “La capital del mundo”, cree que esa falsa defunción suya fue una broma de alguna rival o de los bromistas que pululan, pero lo que sí le preocupa ahora es esta nueva temporada de Aviones de papel, pieza de Diana Chery Ramírez, que ella misma estrenó en el 2006.
Para Diana Chery, de origen colombiano, su pieza “trata la soledad en la sociedad urbana, la incomunicación y los desencuentros en los que vivimos. Explora también temas de violencia doméstica y maltrato en el marco de la cotidianidad de estos dos personajes cuyo micro-mundo puede llegar a ser universal”.
“La reposición de Aviones de Papel -apunta Chery- significa la continuación de un proceso. Es otro paso en la exploración estética y el lenguaje verbal y teatral que nos interesa seguir. Quiero avanzar en el proceso y además abrir una nueva ventana para el público anglo parlante”.
Para Aminta, quien funge de directora y autora escénica, su trabajo consiste en “volver imagen la poesía tan recurrente en Aviones de Papel”. Y señala que el texto “plantea el encuentro de dos individuos signados por el desencuentro, consecuencia inevitable de sus silencios más íntimos”.
Nueva York 2006
Cuando vimos ese montaje de Aminta de Lara en la sala neoyorquina de Latea, escribimos que Aviones de papel permite ponderar no sólo el drama de las soledades en las grandes ciudades, sino además asomarnos a los horrores de la violencia domestica sobre las féminas. Ahí esta Beatriz (Diana Chery), que ha huido del lecho del hombre con el cual estuvo unida o casada, tratando de rehacer su existencia en medio de la soledad de un apartamento mínimo que está separado del vecino por un delgada pared—la metáfora es una fila de aviones de papel en el piso- donde a su vez se ha instalado un hombre, Diego (ahora con Carlos Alberto Valencia) empeñado en reencontrarse con su pasado y consigo mismo. Surge una amistad básica y hasta hay síntomas de que esos dos seres humanos pueden ir un poco más allá, pero esas dos soledades urbanas, que se habían reunido volverán, a separarse y seguirán en las búsquedas de sus destinos.
Es, de verdad, una pieza grata, a pesar de la amargura de su mensaje. Es un teatro que estuvo muy de moda en los años 50 y 60, cuando el existencialismo francés era la filosofía que consumían las clases medias de la sociedad capitalista de occidente. Pero la soledad no se fue y se quedó en las almas de todos los que descubrimos que nace con nosotros y que nos acompañará hasta la tumba, por que es como nuestra sombra. No es una pieza vieja o añeja, nada de eso. Es una obra sobre una condición eterna de todos los seres humanos: la soledad, esa que nadie, hasta ahora, ha explicado o curado, porque la misma se hace más patética a medida que se avanza en esa inevitable marcha de los "envejecientes".
No sabemos que pasará con el teatro de Diana Chery, pero de lo que si estamos seguros es que ella crecerá como ser humano y es posible que produzca más y mejores piezas. Tiene un mundo por terminar de hacer y tiene materia en bruto para hacerlo, además de su propia filosofía: hay que aprender a vivir en soledad dentro de una sociedad que no da soluciones jamás; hay que aprender a vivir desde adentro, a vivir consigo mismo, con sus pensamientos y sin los ruidos de los demás solitarios.
El espectáculo resulta placentero porque se juega entre el hiperrealismo y las situaciones mágicas, y es ahí donde Diana Chery demuestra además sus impactantes condiciones histriónicas. Es casi como un sueño lo que pasa en la escena, pero muestra sin dobleces como dos seres humanos pretenden resolver sus dolencias nacidas de la soledad. Es perfectible en las interrelaciones de los personajes y puede suscitar interesantes discusiones si se le exhibe ante una comunidad dispuesta a intervenir y propalar sus opiniones. Ese sería un gran regalo para los neoyorquinos que le tienen miedo a la soledad. Creo que descubrirían el montón de avioncitos de papel que los separa de los demás.
Aviones de papel fue nominada para el premio ACE de dramaturgia y publicada en la antología Se vende, se alquila o se regala (Editorial Campana). También forma de la colección Teatro Colombiano, de la UDFJC. Y durante el 2006, representó al teatro latino de Nueva York en el Festival Internacional de Teatro de Oriente, Barcelona, Venezuela.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario