lunes, mayo 16, 2011

Gustó café-teatro gay en Dublín

Terminó el Festival de Teatro Gay en Dublín, Irlanda y Venezuela estuvo representada por Julio Bouley y su espectáculo Let's Pretend We're Having Coffee Together Thirty Years Later (Theater Testimonial in 7 Times), que en español es Vamos a imaginar que nos estamos tomando un café 30 años después.Del 2 al 8 de mayo participo en ese evento que le ha permitido revelar sus experiencias.
-¿Sabía que durante los últimos 40 años ningún teatrero venezolano, habia participado en un festival dedicado exclusivamente al teatro de temática gay?
-Bueno, saber, saber, no; pero lo imaginé. Imaginé, más bien, que nunca. Quizá, decir los últimos 40 años es decir nunca. No sé si en los años 60' o 70' durante la época de búsquedas de libertades civiles o con los movimientos hippies del mundo se haya organizado un festival de teatro gay. Sí hubo eventos y obras de teatro particulares dedicados al tema, por supuesto, pero festival de teatro gay, la verdad creo que no se hizo. Y si se hizo, dudo mucho que algún venezolano haya participado. La verdad es que creo que poca gente se hubiera atrevido, además de Marco Antonio Eteddgui. Y ahora, pues menos. Si la moda es más bien casarse y hacer un show tipo 15 años. Creo que eso tiene que ver con que los actores se ven a sí mismos como producto a vender. Lo que importa es el mercadeo. El matrimonio pasó a formar parte de esa campaña de mercadeo para vender el producto actor. Entonces, como en Venezuela no hay, ni habrá en un futuro cercano, matrimonio homosexual, creo que veremos muchos matrimonios comerciales por un rato. Hablo, por supuesto de la TV, pero ese es el contexto que veo.
-¿Usted cree que se puede organizar un evento similar aquí en Caracas, teniendo en cuenta que hay mas de un docena de piezas escritas por autores venezolanos sobre esa temática?
-La verdad dudo mucho que se pueda. No lo digo por la parte artística, que hay cosas súper interesantes y maravillosas. Pienso, por ejemplo, en la obra de Elio Palencia, en teatro y en Armando Díaz en danza, entre muchas otras propuestas. Creo que los problemas van más bien por el lado organizativo. Hace poco tuve una corta (menos mal que corta) temporada de burócrata cultural. ¡Qué difícil hacer algo! Y un festival: ¡Una pesadilla! ¡Imagínate con esa temática! Al Estado, por un lado, no le interesa para nada el tema. Cuando digo que no le interesa para nada, digo poco. En este caso hablo del Estado central. Después si buscas en gobernaciones o alcaldías, si encuentras alguien a quien le pueda interesar el tema, hay que agregar las dificultades políticas. Ninguna alcaldía roja o azul va a organizar un festival de teatro gay sin tratar de sacar ganancia política. Cosa que es evidente en cualquier actividad artística que organiza cualquier organismo en Venezuela. Y eso, para el teatro es simplemente mortal. Y si se trata de un festival de teatro gay, con todas las implicaciones reivindicativas que ello implica, sería desastroso. Estado imposible, pues. Eso deja sola a la iniciativa privada. Difícil, difícil. Yo mismo estuve fantaseando con organizar un festival de este tipo después de ver las cosas maravillosas y serias que se están haciendo. Antes de escribir una línea de proyecto, tiré la toalla. Por un lado, como ya dije conseguir ayuda estatal es imposible. Por otro lado patrocinio privado también imposible.
-Hace tiempo que no existe en Venezuela para el teatro el patrocinio privado. Y dejo claro que digo TEATRO, no televisión en escenario, que es lo único a lo que la empresa privada le podría interesar para garantizar que va a promocionar su producto ante un público amplio. Y eso nos trae la tercera dificultad para organizar un festival de teatro gay en Venezuela: el público. Hace tiempo que percibo que el público de teatro en Venezuela va desapareciendo. Cada vez se van quedando en las salas de teatro el público que viene a ver a sus estrellas de tele en carne y hueso. A nadie le interesa ir al teatro. A la gente le interesa es ir a ver tal o cual estrella. La obra, ah sí, además es bien chévere porque te ríes. Y el Estado promociona, por otro lado, la entrada gratuita a todos los espectáculos teatrales, lo que inconcientemente va creando en el público una desvalorización de trabajo artístico de la gente que trabaja en el arte y sueña vivir de su trabajo. Si el Estado se desentiende de promover el teatro (sobre todo si los artistas teatrales no son chavistas) y, por otro lado, promueve la desvalorización del trabajo de los artistas con las entradas gratuitas, estamos en un verdadero infierno artístico. Claro, lo primero que piensas al tener entrada libre es que ayuda a la inclusión de todos al producto artístico. Eso está muy bien y, de hecho, durante mi (digo otra vez afortunadamente corta) temporada de burócrata cultural defendí la gratuidad de los espectáculos. Pero, eso sólo funciona si el Estado le garantiza al artista un salario digno. Si no, es como pedirles a los médicos o maestros que trabajen gratis porque hay que ser inclusivo. A nadie se le ocurre eso, ¿no? ¿Por qué se lo pedimos a los artistas? Bueno, me estoy saliendo del tema. Disculpa.
-Volviendo: No, no creo que sea posible organizar un festival de teatro gay en Venezuela. Por lo menos no como se ha organizado hasta ahora un festival. Pero sí, me encantaría trabajar en su organización. Como ves, la contradicción, es decir, el conflicto, es la base para todo creador. Eso sí ha sabido promocionarlo el Estado. ¡Algo habrá que agradecerle! Propongo desde ya, entonces, que nos organicemos los artistas a quienes nos interesaría trabajar en un festival de este tipo y que nos unamos para hacerlo. Como ves, la esperanza es lo último que se pierde. Supongo que si alguien lee esto y le interesa en lanzarse en esa aventura sin buscar ayuda del estado o de la empresa privada, querrá ponerse en contacto conmigo: juliobouley@yahoo.com o que me mande un mensaje por Facebook o Twitter. Quien sabe qué pudiera salir de aquí. Desde ya propongo Margarita como sede.
-¿Cual es su balance personal y su reflexión artística sobre el evento irlandés en general?
-Bueno, en realidad estoy un poco decepcionado de la organización del festival. No se llenaron mis expectativas, que creo que fueron muy grandes. Se trataba más de un evento gay que de un evento artístico. Pero la experiencia fue muy importante. Para mí fue una gran lección artística y humana. Se unieron simultáneamente todas las pesadillas de un actor con todos sus sueños celestiales: Una pésima sala, ruido, frío (te recuerdo que mi vestuario es inexistente), poco público, otro idioma, desconcentración, en fin, una pesadilla. Pero al mismo tiempo, una conexión humana extrema con el público, la emoción absolutamente verdadera, sinceridad de la palabra, una maravilla. Una gran lección actoral para mí. No hay dificultades que un actor no sea capaz de superar. Además vinieron grandes amigos artistas que viven en Europa a verme. ¡Un verdadero honor! En todo caso, lección actoral y lección gerencial. Si se hace finalmente el festival en Venezuela, sacaremos esas lecciones a relucir.
-¿Hay público suficiente para un evento de esas características en Dublín y también lo habría aquí en Caracas?
-En este momento en Irlanda hay una tremenda crisis económica y, de golpe, eso afectó mucho la cantidad de público del festival. El ganador del año 2009 vino a ver mi espectáculo y después nos quedamos conversando. Yo le contaba que estaba preocupado porque tenía poco público. Y me dijo que él había hecho funciones con dos personas el día anterior. Y me contó que en 2009 se quedaba gente afuera. Un cambio radical. Los organizadores estaban conscientes de esas dificultades, pero decidieron no parar el festival justamente por no entrar en el juego de la crisis y para interrumpir su continuidad. En todo caso, la ayuda del Estado nunca estuvo en riesgo y gracias a eso se pudo hacer. Yo tuve poco público durante las primeras tres funciones. Después fue subiendo hasta las dos últimas que se agotaron las entradas. En todo caso, siempre hubo una extraordinaria conexión con el público. Un público muy raro. Frío, inexpresivo, durante la función. Y después muy elocuente en los aplausos. Y la gente se acerca a darte sus impresiones. También tuve una entrevista en el programa de radio más escuchado de Irlanda. Los dos entrevistadores fueron a ver la pieza antes de hacer cualquier pregunta. Por lo tanto, todas las preguntas eran interesantes e inteligentes. Eso es imposible que pase en Venezuela. Si vas a un programa de radio o televisión, el entrevistador recibe una hojita con dos o tres líneas sobre quien eres y sobre la obra dos minutos antes de salir al aire. Por supuesto, preguntan estupideces. Y pedir que hayan ido a ver la obra y que sepan de lo que están hablando: ¡pensarán que uno está loco! Por otro lado, siempre está el balance personal a nivel de contactos y experiencia. Salió por allá una invitación para Virginia en EE.UU. Vamos a ver si eso tiene continuidad.
-¿Piensa seguir exhibiendo su unipersonal?
-¡Sí, claro! Después del trabajón que representó aprenderme el texto en inglés. Fueron tres meses de trabajo. Aprenderme el texto, después trabajo de pronunciación, para lo cual me ayudo Loló Blaumann en París. Trabajo de nueva puesta en escena, para lo cual me ayudó Ricardo Mendoza. Trabajo musical con música original de Alejandro Escalona. Excelente músico venezolano que vive en París. En fin, mucho trabajo para dejarlo de hacer. Como te decía hay posibilidades de llevarlo a EE.UU. Pero igual seguiré buscando para hacerlo en festivales en países hispanohablantes y anglohablantes. Después vendrá la parte francohablante. El año que viene lo aprenderé en francés y a honrar a José Luis Pérez en el mundo. Él fue el coescritor conmigo de la obra e inspiración absoluta por su talento nato.
-¿Lo invitaron para el próximo evento?
-No. Pero tampoco creo que iría.

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