El telón por fin cayó para sus restos físicos. Desde hoy, 22 de junio, reposan en una parcela que facilitó el Ministerio del Poder Popular para la Cultura por intermedio de la Casa de la Artista en el Cementerio del Este.Estaba insepulto desde el pasado 19 de mayo, pero ninguno de sus amigos pudieron hacer nada, hasta que llegó un permiso protocolizado de sus familiares-un hermano y varios sobrinos-desde Uruguay.
Hablamos del actor uruguayo Hugo Márquez, quien falleció en una pensión del centro de Caracas y desde entonces su cuerpo reposó en la morgue, a la espera de los pertinentes tramites formales para darle sepultura, una cristiana tarea que ha sido liderizada por sus amigos teatreros, como Liseth Torres, Juan Carlos Azuaje, Iván Oropeza,Irabé Seguías, Carmen Jiménez y otros más.
Su edad no importa ahora. Quizás tenía unos 70 años y si es así, la mitad de su periplo se lo dio a las artes venezolanas, pues llegó al caraqueño teatro Alberto de Paz y Mateos, a mediados de los años 70, cuando lo gerenciaba El Nuevo Grupo, y ahí se presentó con el espectáculo de la comedia del arte Los mendigos, acompañado de Daniel López y con el apoyo de la actriz Chela Atencio.
Hugo se fascinó por la gente y por las actividades artísticas caraqueñas y rápidamente se vinculó al Rajatabla, donde Carlos Giménez le abrió el camino para que hiciera espectaculos, especialmente de teatro para la calle. Fundó la agrupación Tiempo Común –que tenía su sede en un apartamento de Parque Central- y al poco tiempo era todo un personaje de la farándula criolla. Formó actores y es así que apuntaló a Diego Risquez, Alicia Plaza,Marisol Mateus, Costa Palamides, Juan Carlos Azuaje y muchos otros que no lo podrán olvidar jamás.
Giménez, que era su gran admirador, lo apoyó para un espectacular montaje de La barca de la gloria, del portugués Gil Vicente, el cual remontó después para la Compañía Nacional de Teatro.Participó en algunas películas venezolanas, como Sicario y Orinoko Nuevo Mundo.
“Mató unos cuantos tigres” en los programas cómicos de RCTV, pero no duró mucho tiempo ahí. Era “libre como el viento” y se dedicó a recorrer Venezuela. En varias ocasiones anunciaban que “había muerto”, pero no era así. Reaparecía en Caracas y se reía de sus decesos.
Los últimos años de su vida le fueron difíciles: estaba enfermo y se ganaba unos cuantos centavos leyendo el tarot a los contertulios del Ateneo de Caracas o en los cafetines de Sabana Grande. Nunca quiso regresar al helado Montevideo, como nos dijo en una ocasión, y así lo ha cumplido.
Hay otra historia, además rocambolesca, sobre lo que hicieron sus amigos para regresar a la tierra al gran cómico que era Hugo Márquez, pero eso lo contaremos en otro momento. !Paz defintiva a sus restos!
Hugo Maarquez fue un personaje importante en el movimiento Super 8 de finales de los 70 y principios de loa 80, actuó en mucha películas de Diego Risquez.
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