miércoles, julio 13, 2011

Joaquina Sánchez en Teatro Nacional

Por esos designios divinos que los seres humanos no podremos descifrar nunca, le ha correspondido al teatrero Ibrahim Guerra montar y presentar la pieza Joaquina Sánchez de César Rengifo para la reapertura del Teatro Nacional de Caracas, en la esquina de Cipreses, una monumental producción auspiciada por la Alcaldía de Caracas, cuya responsabilidad es del teatrista Anthony Gómez.

Esta montaje, que hará temporada en el Teatro Nacional desde el sábado 16 de julio y después ira a otros escenarios, cuenta con la participación actoral de Jennifer Flores, Jesús Muñoz, Julio Liendo, Vito Lonardo, Rocío Peña, María Alejandra Camacho, Nahir Borges, Walter de Andrade, Karina Velásquez, Andrés Aponte, Frank Francisco, Julia Carolina Ojeda, Jhonny Romero, Ixel Marcano, Johan Escalante, Sebastián Contreras, Juan Navas, y las actuaciones especiales de Alejandro Corona como el comandante Vásquez, y Carlos Márquez como el Padre Echeverría.

Obra

Para el director y versionista Ibrahim Guerra, la pieza Joaquina Sánchez se encuadra, como prácticamente toda la obra de César Rengifo, en lo que muchos analistas califican de teatro histórico, “una pobre denominación que lo enardecía. Sostenía el autor que su teatro aunque se basaba en hechos reales, era, simplemente, dramático. Al igual que Shakespeare, por ejemplo, y otros grandes autores, César trasciende la realidad, pasada o presente, para, a través del tratamiento de la naturaleza humana y social, suponer, y, a veces, desear, un futuro ideal. Más que plasmar un acontecimiento, lo recrea a partir de una poética personal”.

Su Joaquina Sánchez, añade Guerra, una de sus piezas más logradas, posee un desenlace escénico de gran magnitud teatral, tal vez, el de mayor esplendor de todo el Teatro latinoamericano. “La escena final, en la que Joaquina, en una prisión prevista para encerrar enfermos mentales, oye a las campanas que anuncian el fusilamiento y descuartizamiento de su marido resulta, francamente, magistral. César plasma en ella, como si lo hiciera en un enorme mural, los múltiples tonos lumínicos, cromáticos y sonoros una situación que sólo es posible encontrar en las grandes obras del teatro universal”.

La versión

Sobre su trabajo con el texto original que legó César Rengifo, el versionista Guerra explica que el último de los nueve hijos concebidos por Joaquina Sánchez muere, aún sin nacer, estando ella en prisión, condenada por ser considerada cómplice del frustrado movimiento emancipador que emprendiera su marido José María España, entre 1797 y 1799, al lado de Manuel Gual y otros patriotas para intentar subvertir el orden monárquico que agobiaba a las provincias americanas. “De tal extrema potencialidad trágica no se puede esperar de la pieza más que una desbordada teatralidad. Y eso fue lo que consideramos de ella para concebir, diseñar y realizar su montaje. Enfocamos su trayecto narrativo a través de la figura, aunque nada nueva dentro del expresionista teatro épico, del Sereno, que ya el mismo César, y Cabrujas en su pieza Juan Francisco de León, habían usado. La figura de José María España, tan sólo prevista por César como un dinamizante referente dramático, la utilizamos para enaltecer, no su heroísmo, sobradamente expuesto en la obra, sino el carácter cómplice, solidario, y, sobre todo, afectivo y lúdico de su mujer, Joaquina, dignificada, como todas las mujeres de Cesar, en toda su grandeza humana, contrario a cómo muchos momentos estelares del arte, especialmente narrativo y dramático y algunas corrientes religiosas la han considerado, acusándola, apedreándola y satanizándola a través de una las más nefastas perversiones: la misoginia”

El montaje

Para el director Guerra el montaje de Joaquina Sánchez no puede concebirse sino a través de una óptica estrictamente trágica, de marcados contrastes lumínicos y atmósferas duras. “Cuadros compuestos a partir de una estética frontal y expositiva. El espacio es severo, pensado para el desarrollo individual y sucesivo de las diferentes situaciones escénicas de la obra, con las que, a partir de una concepción muy personal, César sumerge toda su creación dramática en las corrientes de ruptura del más novedoso teatro contemporáneo, que lo convierten en el verdadero padre del teatro moderno Venezolano".





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