sábado, septiembre 17, 2011

Caracas recordó el 9/11

El pasado domingo, mientras en Estados Unidos de América y otras naciones se rendían emotivos y espectaculares homenajes a los 2977 víctimas del atentado terrorista, o conspiración, del 11 de septiembre de 2001, aquí en Caracas, veinticinco espectadores (11 hombres y 14 mujeres), además del sonidista-iluminista y su asistenta, acompañamos a las actrices Lenni Márquez y Valeria Castillo en un especial recordatorio teatral para esos muertos y ,en especial, por los cinco venezolanos que perecieron en las Torres Gemelas de Nueva York al estrellarse contra ellas sendos aviones secuestrados por extremistas o kamikases. Fue en la sala María Teresa Castillo, de la nueva sede del Ateneo de Caracas (frente a las instalaciones de Venevisión), con el espectáculo Monstruos en el closet, ogros bajo la cama, texto de Gustavo Ott puesto en escena por Consuelo Trum.
Cinco venezolanos
¿Fue atentado terrorista o conspiración de ultraderecha lo que provocó el derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York durante la mañana del martes 11 de septiembre de 2001, además de que otros dos aviones se estrellaron en el Pentágono y en un campo de Pensilvania?
Imposible dar ahora una respuesta convincente para tranquilizar no solo a los familiares de las casi tres mil victimas. Hay que esperar que ese trágico suceso sea aclarado lo suficiente para pasar la página y cerrar así esa trágica historiografía, donde incluso los venezolanos Howard Boulton, Jenny Low Womg, Natalie La Cruz y Eduardo y Anabel Hernández perecieron. Quedan, pues, las dudas, pero ellas se disiparán más temprano que nunca.
No es comedia
Mientras tanto, hay que recordar como la caraqueña Fundación Teatro Repico estrenó el 5 de agosto, en el Espacio Alterno del Trasnocho Cultural, a Monstruos en el closet, ogros bajo la cama de Gustavo Ott (1963), que es, como este célebre e internacional dramaturgo venezolano lo ha comentado,”una pieza sobre las víctimas y no sobre los culpables”.
Pero, por esos desgraciados avatares del teatro comercial (exige apreciable ingreso promedio de taquilla y actores con fresco rating), el montaje fue retirado el 28 de agosto antes de cumplir la programación ofrecida hasta el 2 de octubre.
Carmen Ramia, directora general del Ateneo de Caracas, metió la mano e invitó a la agrupación desalojada para que llevara su montaje a la recién inaugurada sala, la cual rescata la memoria de una ínclita luchadora por el desarrollo cultural del país, donde permanecerá hasta principios del próximo mes.
Gracias, pues, a no tener abultada taquilla ni ser “una comedia” ni tampoco exhibir “estrellas” de la TV, es que tan estremecedora pieza “voló” desde Las Mercedes hasta la colina de Los Caobos (Venevisión), no obstante hicieron 12 representaciones antes de ese imprevisto mutis.
Monstruos en el closet, ogros bajo la cama es un estremecedor homenaje sobre esas edificaciones neoyorquinas, las cuales, gracias a la magia del teatro, toman vida y con sus palabras logran revivir sus últimos y fatales momentos. La Torre Norte y la Torre Sur se convierten en narradoras de esa mañana trágica que terminó con su destrucción total. Logran sintetizar al que se sentó por última vez detrás de uno de los escritorios de las centenas de oficinas de ese complejo financiero y comercial, al pasajero del avión que llamó a sus seres queridos para despedirse, al bombero rescatista enfrentado a la muerte y a su propio sacrificio, y también al que preso de la desesperación decidió lanzarse al vacío para no morir entre las llamas.
Las Torres y todas las víctimas de ese 11 de septiembre quedarán para siempre grabadas en la historia y en nuestra memoria, gracias al talento dramatúrgico de Ott y las precisas y múltiples actuaciones de Lenni y Valeria, conducidas por la directora Trum.
Consuelo Trum dice que el autor no le hizo ninguna recomendación, hablaron acerca de la obra y que ella le comentó acerca de quiénes quería poner como Torre Norte y Torre Sur. “Él estuvo siempre pendiente pero nunca quiso meterse en mi trabajo. Sentí siempre muchísima confianza de parte de el, cosa que agradezco enormemente y me hace sentir aún más responsable porque ambos queremos decir las mismas cosas y sentimos lo mismo por este terrible suceso”.
El montaje, en un espacio rectangular, logra crear, apoyado en una pista sonora con el ruido de los aviones y unos modestos videos, una atmósfera de expectativa con trágico final anunciado, la cual conmueve al público, quien mira absorto como las Torres relatan su tragedia y a su vez personifican a las victimas. Todo ese ritual no dura 50 minutos, tiempo más que suficiente para sentir el horror de todos aquellos seres humanos condenados sin tener culpa alguna.
Es un importante espectáculo, que gracias a las correctas actrices y la controlada directora, advierte sobre el horror de toda esta civilización que si es capaz de autoinmolarse por sus desenfrenadas políticas de dominación y de insaciables mercados.
Las víctimas
Monstruos en el closet, ogros bajo la cama
fue escrita por Gustavo Ott, después del 11 de septiembre de 2001, porqué él conoció a algunas de las víctimas, durante una visita que hizo a una oficina de las Torres días antes del atentado, o la conspiración, y es ahora que se le representa en Caracas y posteriormente por sendos elencos en México y Washington."Mi obra es fundamentalmente sobre el tema de las víctimas, que siempre se nos deshumanizan, quizás porque nunca las percibimos por sus atributos personales, sino a través de sus circunstancias terribles. Para mí, nada tan heroico como el abatido. Los vencedores siempre me han parecido un poco despreciables, quizás por culpables. Uno de los comentarios que oigo en Washington –y lo que me dicen desde México- es que la gente lo que quiere es hablar sobre el tema de la conspiración en el atentado; que si fue la CIA o que si Osama Bin Laden fue empleado por el Pentágono, etcétera. Pero Monstruos en el closet, ogros bajo la cama, precisamente, es una pieza sobre las víctimas, no sobre los culpables. Sin embargo, a todos los que saquen el tema de la conspiración -y sobre la autoría de los atentados- es bueno hacerles notar que la obra no trata sobre eso. Pero que, además, es ridículamente perturbador que, frente al tema de la víctima, la gente no deje de hablar sobre los culpables, con sospechosa pasión. ¿Será que esas personas no ven el tema de la víctima porque tienen un deseo irrefrenable de anunciarse como culpables?

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