sábado, octubre 15, 2011

Vino La Reina

Otra vez más, la historia reciente venezolana inspira a los dramaturgos para elaborar piezas y mostrarlas ante sus audiencias. Ya lo hicieron, durante esta temporada 2011, Javier Vidal y su Diógenes y las camisas voladoras e Ibsen Martínez con Como vaya viniendo y Petroleros suicidas. Y ahora, recientemente, Karin Valecillos presenta Vino la Reina. Esto es ejemplar y genera educativos debates y brotan opiniones fundamentadas que enriquecen diversos ángulos de las piezas representadas. ¡El teatro sale ganador!
En Vino la Reina, la cual se exhibe en el Espacio Alterno del Trasnocho Cultural, Karen Valecillos utiliza un suceso ocurrido hace 30 años, aquí en Caracas. Por vicisitudes propias de los países tercermundistas, la muerte del ex Presidente de la República, Rómulo Betancourt, significó un duelo público y nacional que afectó todos los eventos artísticos, sin considerar los daños económicos, entre otros, que provocó tal decisión. Por ese exagerado desatino, según disposición del presidente Luis Herrera Campins, fracasó la gira de la mítica banda rockera británica Queen para realizar una serie de conciertos en el Poliedro de Caracas desde el 27 de Septiembre de 1981, ya que a raíz del deceso del ex Jefe de Estado, ocurrido el 28 de septiembre en Nueva York, se suspendió el concierto de ese día y el resto de la gira en el país.
OBRA
El “aborto” de las presentaciones de Queen lo utiliza Valecillos para crear una comedia con cuatro sagas de frustración: la de Gerardo, el arriesgado empresario que pautó las cinco fechas de la agrupación inglesa en Venezuela y cifró en esas presentaciones todas sus esperanzas para surgir como líder de los emporios de espectáculos; esta el conmovedor y ambiguo Clarkson, un adolescente que sueña ser como el homosexual Freddie Mercury (líder máximo de Queen), enfrentándose a un retrógrado y homofóbico papá petrolero y una madre temerosa, ante quienes hace sentir su deseo de asumir su vida en libertad, o sea salir del closet; destaca el histriónico y popular mensajero José, eternamente enamorado de Yudi, la secretaria de la oficina donde trabaja, quien ve en el concierto de Queen la única oportunidad de que su “diosa del tecleo” se fije por primera vez en él, y cierra Rossana, alias Liber, militante de un partido anarquista, quien pretende sabotear al concierto de Queen para quitarse la fama de burguesa y para que sus compañeros sepan que ella no es una víctima más de los gustos populares.
Tres de los cuatro pretenden culminar felizmente sus anécdotas personales al participar en el Teleshow de la Alegría, conducido por Mirna Manaure, parodiando al celebre Freddie Mercury y ganarse así las entradas para el susodicho concierto, pero la muerte de Betancourt logra cambiarlo todo.
MONTAJE
Vino la Reina
destaca en escena gracias al buen trabajo del equipo que dirige Jesús Carreño, sin lugar a dudas el esteta de la agrupación Tumbarrancho, y los actores Alejandro Díaz, Elvis Chaveinte, Vicente Peña, Omaira Abinadé, Israel Moreno, Giovanny García, Zuly Méndez, Indira Jiménez y Patrizia Fusco, quien además funge como productora general del espectáculo; la dirección musical es de Abiram Brizuela; el trabajo coreográfico Francisco Bravo y vestuarios de Samantha Castillo.
La pieza, como estructura y como propuesta ideológica, es la más ambiciosa de las cuatro piezas que hemos visto de Valecillos en escena, aunque encontramos débil el texto de la cuarta saga, la de Rosana o “Liber”.No tiene verdad, no fluye como las otras, su discurso es farragoso y la actriz Zuly Méndez tampoco ayuda el ritmo del trabajo escénico, aunque Giovanny García hace lo imposible para que funcione. Incluso es innecesaria para la obra en general, porque no agrega nada, sino que se convierte en un tonto lastre. Ya que las sagas del adolescente gay y del empresario –en la vida real era Enzo Morera-, además la del mensajero José, son tan buenas o están mejor elaboradas, más cuidadas y ejemplarmente resueltas por Alejandro Díaz (toda una revelación escénica), Elvis Chaveinte y Vicente Peña. También son satisfactorias las performances de Israel Moreno, además de Omaira Abinadé.
Comprendemos los apuros de Valecillos para redondear su pieza, para no caer en extremismos, pero es que la saga del muchacho gay que lo manda todo al carajo, porque no quiere seguir en un hogar que lo ahoga y no lo deja ser libre, es muy fuerte y hasta “peligrosa” en si misma. A pesar de todo los cuidados de la autora, la pieza se convierte en otra bandera de la dramaturgia venezolana contra la homofobia, gracias además al desempeño del joven comediante, bien secundado por su “mamá”, Omaira Abinadé.
La escenografía de esta despojada puesta en escena es un modelo del minimalismo criollo. Esta reducida a un viejo escritorio y una mesa de comedor con sus sillas, que son los apoyos físicos básicos para las acciones dramáticas de un elenco que en conjunto es ejemplar. El espectáculo fluye perfectamente, aunque sería recomendable darle más énfasis al baile de los tres imitadores de Freddie Mercury y ver como resuelven teatral o coreográficamente el final, el colofón ese o especie de Wikipedia parlante, donde los actores hacen un repaso totalmente innecesario de microbiografías del líder de Queen y de Betancourt.
En síntesis, a pesar de “los lunares” que hemos señalado, Vino la Reina es un espectáculo para públicos juveniles y adultos, con visos de comedia sobre lo que ha significado la idea del “triunfalismo” o el “golpe de suerte” para definir a los venezolanos como sociedad, capaz de sumergir a la audiencia en el furor de los 80, precisamente cuando los closets comenzaron a romperse, aunque en USA estallaron con la noche de Stonewall, el 28 de junio de 1969, en Nueva York.
Reír o llorar
Karen Valecillos, creadora de obras como Lo que Kurt Cobain se llevó y 29/10/88, entre otras, puntualiza que cuando escribió Vino la Reina hacían temporada, en 2008, con Cuentos de guerra para dormir en paz, por azar -o por asuntos del destino- distintas personas le comentaron sobre lo que sucedió en el 81 con la suspensión de los conciertos de Queen. “La anécdota es para mí una metáfora del triunfalismo nacional, ese pensamiento ingenuo de que el éxito y el progreso están a la vuelta de la esquina, a todo nivel, en lo personal, lo sentimental, lo social. Los venezolanos somos especialistas en contar los pollos antes de nacer”. De eso trata Vino la Reina de eso y mucho más. “Siempre resalto que es una tragicomedia, porque nuestra historia como país está llena de momentos donde uno no sabe realmente si reír o llorar”, indica, estoicamente, la autora de la pieza.

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