lunes, noviembre 14, 2011

El gran sainete de Ibrahim Guerra

En el momento perfecto y en el sitio indicado. Eso hizo el teatrero Ibrahim Guerra al inaugurar anoche, en el Teatro Municipal, el Festival Nacional de Teatro Caracas 2011 con un inteligente y sentimental espectáculo que rescata y reivindica al sainete criollo, la comedia popular venezolana, semilla del desarrollo del teatro nacional a lo largo del siglo XX, ese mismo que ahora avanza con sus luchas sociales en la actual centuria en pos de una expresión estética de acuerdo con los tiempos que vivimos.

¿Seguimos o paramos? (El Norte es una quimera) es un espectáculo creado especialmente por Guerra, apuntalado en un diestro elenco y con el apoyo del veterano actor y cantante Cayito Aponte, a partir de textos escogidos de Leoncio Martínez (El salto atrás), Rafael Guinand, Andrés Eloy Blanco (Soneto de la rima pobre), Aquiles Nazoa (Exaltación del perro callejero) y Francisco Pimentel, utilizando además la música cañonera, valses y pasodobles y el rucaneo que interpretó el conjunto Los Antaños de San José, para ubicar al montaje en los siniestros años de la dictadura del Benemérito Juan Vicente Gómez.
Guerra optó por tomar el camino del sainete porque sus autores no solo satirizaron los vicios de esa Venezuela, en Caracas especialmente, que se negaba a luchar por el progreso y que no conseguía salir del sopor del gobierno fuerte y de un cierto miedo ante la irrupción de una democracia que ya asomaba en el horizonte. El arte teatral siempre ha sido revolucionario y nuestros artistas lo han pregonado y demostrado, y por eso es que algunos quieren disminuiurlo y hasta hacerlo desaparecer...pero no lo podrán hacer jamás.

El espectáculo es el ensayo de unos actores, acosados por apuros económicos y retos existenciales, quienes interpretan al delicioso sainete El salto atrás, donde Martínez advierte y fustiga las costumbres racistas y clasistas de una incipiente clase media, que no quiere aceptar su pasado y pretende purezas de linaje.
Una vez mas, la crítica inteligente de Martínez se exhibe airosa y tiene presencia y continuidad también en esta segunda década del siglo XXI, cuando hay una sociedad empeñada en defender y acentuar los derechos humanos, sin negociaciones maniqueas.
El espectáculo tiene un colofón sobre las vicisitudes del artista, especialmente sus penurias financieras, y sus anhelos de amar, porque saben que sin amor es imposible hacer arte...y hasta vivir,como lo predican filósofos de la talla de Martin Heidegger y Hanha Arendt.

No podía faltar un "fin de fiesta", como se hacía en aquellos tiempos, donde la voz y desenfado actoral de Cayito Aponte animaron al público para que coreara sus canciones y movieran también el esqueleto.
Esta apertura festivalera y preñada de venezolanidad contó además con la entrega muy profesional de los comediantes José Luis Useche (asombra su versatilidad), Karina Velásquez, Yalitza Hernández, Iliana Hernández, Ivor Muñoz, Julio Liendo, lula Bertucci, Walter Andrés y la participación del niño Sebastian Bretón, entre otros.
El festival luce incontenible y estimulante para los habitantes de esta urbe.

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