Mientras los recordemos y organicemos cómo invocarlos, ellos no estarán muertos. Revivirán y nos darán consuelo y hasta sabiduría para afrontar el duro camino de la vida. Eso fue lo que hicimos, el pasado 17 de diciembre, desde las ocho de la noche en la nueva sede del Ateneo de Caracas, junto a una veintena de amigos o miembros de la familia elegida del dramaturgo Isaac Chocrón Serfaty, fallecido el 6 de noviembre de 2011. Ahí, con Miriam Dembo, como sacerdotisa y con los actores Javier Vidal, Julie Restifo, Caridad Canelón y Moisés Guevara como oficiantes, se realizó una ceremonia In Memoriam la cual, a lo largo de 70 minutos, combinó la lectura de fragmentos de tres novelas y el segundo acto de la comedia Ok, para reiterar que el ausente seguía presente.
TRES RELATOS
Miriam Dembo recordó que cuando Isaac se encontraba ya muy enfermo, pero aún leía y estaba al tanto de lo que pasaba en este mundo, la directiva del Ateneo de Caracas les manifestó su deseo de rendirle un homenaje. A sabiendas de que el tiempo estaba en su contra, sugirieron un evento basado en la lectura dramatizada de algunas de sus obras y así lo convinieron. “Lamentablemente, la muerte se nos adelantó, dejándonos un gran vacío, pero no pudo aplacar nuestros deseos de rendirle homenaje y de recorrer pasajes de algunos de sus textos. Hemos incluido en las lecturas de esta noche, trozos de sus novelas y la segunda parte de una obra de teatro, seleccionando todo porque nacen de su fuero íntimo y su herencia ancestral, así como de sus vivencias de ciudadano de nuestro país y testigo de excepción de todo lo que ocurrió en el. Todo ello tratado con aguda mirada y, a menudo, mucho sentido del humor”.
Moisés Guevara inauguró el evento al leer “Maracay, mi pentimento”, primer capítulo de la autobiográfica novela El Vergel, publicada en 2005. Ese fragmento es una remembranza de cómo se inició todo, a las 7:30 AM del día 25 de septiembre de 1930, en Maracay, cuando emitiò su primer grito vital. Así se puso de manifiesto, de qué manera, para Isaac, vida y obra estában estrechamente entrelazadas. Escribir fue la razón fundamental de su vida y, a su vez, ésta, una de las principales fuentes de inspiración de su obra global.
Hay otra novela, Rómpase en caso de incendio, de Isaac, recordó Miriam Dembo, en la cual también habla de sus orígenes, refiriéndonos, en este caso, a sus raíces ancestrales. Buena parte de ese relato transcurre en Melilla, ciudad española del norte de África de donde es oriunda la familia Chocrón, al igual que muchas de las comunidades sefarditas actualmente radicadas en Caracas. Fue escrita y transcurre en la década de los 70, pero Melilla es una ciudad en la que nada debe haber cambiado desde hace varios cientos de años.
Rómpase en caso de incendio trata de un joven caraqueño, que ha sufrido la terrible desgracia de perder a su padre, su esposa y su hijo en el terremoto de 1967 Pasados algunos meses de la tragedia, viaja a Marruecos, para resolver problemas de herencia, pero también, para escapar de dolorosos recuerdos. La novela es epistolar y Daniel, el protagonista, trata de distraer su soledad y su dolor, escribiendo cartas a sus familiares y amigos, casi todos de Caracas, contándoles lo que está viendo y viviendo en la tierra de sus antepasados. Javier Vidal leyó dos de esas misivas: una dirigida al Dr. Benchetrit y la otra, a la tía Perla, junto a Julie Restifo.
Miriam Dembo precisó como un año después de esa novela, publicó otra, 50 vacas gordas, la cual tuvo enorme éxito y mereció varias ediciones, entre otras cosas por sus penetrantes observaciones sobre la clase media venezolana, en la década de los 70, la de la Venezuela Saudita. Y fue la apoteosis: las mujeres hacían colas kilométricas para comprar el libro. Correspondió a Julie Restifo leer unos de sus más picantes capítulos.
Tanto en su teatro como en sus novelas, Isaac logró entrelazar la vida de sus personajes con el panorama del país. ¿Se repetirán estos eventos para evocar al ausente? Solo Jehová lo puede imponer.
COMPRAVENTA HUMANA
TRES RELATOS
Miriam Dembo recordó que cuando Isaac se encontraba ya muy enfermo, pero aún leía y estaba al tanto de lo que pasaba en este mundo, la directiva del Ateneo de Caracas les manifestó su deseo de rendirle un homenaje. A sabiendas de que el tiempo estaba en su contra, sugirieron un evento basado en la lectura dramatizada de algunas de sus obras y así lo convinieron. “Lamentablemente, la muerte se nos adelantó, dejándonos un gran vacío, pero no pudo aplacar nuestros deseos de rendirle homenaje y de recorrer pasajes de algunos de sus textos. Hemos incluido en las lecturas de esta noche, trozos de sus novelas y la segunda parte de una obra de teatro, seleccionando todo porque nacen de su fuero íntimo y su herencia ancestral, así como de sus vivencias de ciudadano de nuestro país y testigo de excepción de todo lo que ocurrió en el. Todo ello tratado con aguda mirada y, a menudo, mucho sentido del humor”.
Moisés Guevara inauguró el evento al leer “Maracay, mi pentimento”, primer capítulo de la autobiográfica novela El Vergel, publicada en 2005. Ese fragmento es una remembranza de cómo se inició todo, a las 7:30 AM del día 25 de septiembre de 1930, en Maracay, cuando emitiò su primer grito vital. Así se puso de manifiesto, de qué manera, para Isaac, vida y obra estában estrechamente entrelazadas. Escribir fue la razón fundamental de su vida y, a su vez, ésta, una de las principales fuentes de inspiración de su obra global.
Hay otra novela, Rómpase en caso de incendio, de Isaac, recordó Miriam Dembo, en la cual también habla de sus orígenes, refiriéndonos, en este caso, a sus raíces ancestrales. Buena parte de ese relato transcurre en Melilla, ciudad española del norte de África de donde es oriunda la familia Chocrón, al igual que muchas de las comunidades sefarditas actualmente radicadas en Caracas. Fue escrita y transcurre en la década de los 70, pero Melilla es una ciudad en la que nada debe haber cambiado desde hace varios cientos de años.
Rómpase en caso de incendio trata de un joven caraqueño, que ha sufrido la terrible desgracia de perder a su padre, su esposa y su hijo en el terremoto de 1967 Pasados algunos meses de la tragedia, viaja a Marruecos, para resolver problemas de herencia, pero también, para escapar de dolorosos recuerdos. La novela es epistolar y Daniel, el protagonista, trata de distraer su soledad y su dolor, escribiendo cartas a sus familiares y amigos, casi todos de Caracas, contándoles lo que está viendo y viviendo en la tierra de sus antepasados. Javier Vidal leyó dos de esas misivas: una dirigida al Dr. Benchetrit y la otra, a la tía Perla, junto a Julie Restifo.
Miriam Dembo precisó como un año después de esa novela, publicó otra, 50 vacas gordas, la cual tuvo enorme éxito y mereció varias ediciones, entre otras cosas por sus penetrantes observaciones sobre la clase media venezolana, en la década de los 70, la de la Venezuela Saudita. Y fue la apoteosis: las mujeres hacían colas kilométricas para comprar el libro. Correspondió a Julie Restifo leer unos de sus más picantes capítulos.
Tanto en su teatro como en sus novelas, Isaac logró entrelazar la vida de sus personajes con el panorama del país. ¿Se repetirán estos eventos para evocar al ausente? Solo Jehová lo puede imponer.
COMPRAVENTA HUMANA
Se semidramatizó el segundo acto de Ok, una de sus piezas teatrales más celebradas, donde hay una compraventa que en su momento hizo furor. Isaac Chocrón Serfaty escribió esta comedia inspirado en una historia, ambientada en Caracas, como se la contó el sastre italiano Renzo Farnessi, amigo de El Nuevo Grupo y teatrero a tiempo completo, quien conoció a los personajes en la vida real. Lo demás lo hizo el dramaturgo, que, como economista que era, sabia de compras y de ventas. Miriam Dembo destacó que esta obra fue el gran éxito de El Nuevo Grupo, la remontaron muchas veces y siempre recurrían a ella cuando había necesidad de llenar la sala y la taquilla del teatro Alberto de Paz y Mateos. Traducida a varios idiomas fue todo un éxito internacional. Pensando en quienes no vieron la obra se leyó al público un breve resumen de la primera parte, donde se muestra a Mina y a Franco, amorosos amantes de desigual edad, ella con 15 años mayor que él. Viven en la destartalada habitación de una azotea, alejados del mundo. Franco, echado en un butacón todo el día, se dedica a la lectura de periódicos atrasados que le regalan en la cafetería y Mina hace algunos trabajos como costurera, cada vez con menos frecuencia. Son marginales que apenas tienen para comer, pero al parecer son felices. Sin embargo, todo cambia con la llegada de Ángela, una viuda adinerada, antigua clienta de Mina, que acude a ella para que le haga unos trajes estampados para quitarse el luto. Al confesar Ángela que necesita ayuda para conducir los negocios que ha heredado de su marido, Mina le ofrece su ayuda y la de Franco, a sabiendas que eso podía ir más allá de lo normal. En la segunda parte, la semidramatizada, están ya los tres personajes instalados en la casa de Ángela, al cabo de un año de convivencia. Tanto Ángela (Julie Restifo) como Franco (Javier Vidal) se sienten cómodos, simplemente se dejan llevar, como lo hicieron cuando Mina (Caridad Canelón) propuso que vivieran juntos los tres. No obstante, Mina ahora no se siente satisfecha y precipita un desenlace, porque el amor en trío no es su especialidad y lo ha comprobado en cuerpo y alma.
El reflejo de las aguas poéticas se refleja en las tablas, haciendo inmortales a sus autores, que tanto soñaron con la eternidad.
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