sábado, noviembre 10, 2012

Trágico boxeo del más mejol


La verdadera saga del boxeador Vicente Paúl Rondón no está cerrada aún y con el estreno del espectáculo El más mejol se reabre  la polémica, desde la sala de la Fundación Rajatabla, porque el dramaturgo Roberto Azuaje (Caracas, 1965), abogado de profesión, subraya que su texto es teatro de denuncia, es político y también de entretenimiento.
“La obra está concebida como una verbena y una fiesta, cuyo texto sugiere los bailes y la música de los 70’s, así como también representa la alegre personalidad de Rondón, un hombre bueno y de alguna forma simpático, a pesar de sus defectos. Pienso que cuando queremos denunciar una situación social como el racismo, el clasismo y la excesiva comercialización del deporte profesional; o transmitir un mensaje político a favor de las grandes mayorías olvidadas, como pretendo con esta obra, el mejor vehículo es a través de un espectáculo agradable, divertido y finalmente conmovedor. Lo cual ha sido logrado, de principio a fin, por el director  Rolando Giménez”.
Azuaje, tras ser estrenado El más mejol, admitió que el  proceso de investigación y redacción de la obra lo inició en 2006, aunque estuvo madurándola por más de 30 años. “Este fue uno de los proyectos que presenté al taller que hice con Rodolfo Santana en Monte Ávila Editores durante el año 2005. Lo culminé en 2006 y lo mandé al Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora IAEM 2006, donde resultó en el tercer puesto”. 
PELEA BOXISTICA HISTÓRICA
El más mejol nació de su experiencia tras ver la pelea de unificación contra Foster, el 7 de abril de 1972. “Aunque muchos entendidos daban por perdedor a Rondón, la actuación del púgil barloventeño aquella noche, en Miami Beach, Florida, sembró dudas en bastantes aficionados, y especialmente en el corazón del niño que yo era en aquel entonces. Del famoso grupo de cuatro campeones de boxeo que Venezuela tuvo en 1971 (Marcano, Gómez, Betulio y Rondón) el estelar semipesado era el favorito. Hizo cuatro defensas exitosas ante rivales difíciles y se habló de la posibilidad de que pudiere enfrentar a Muhammad Alí, el más grande de todos los tiempos. Ante el resultado desfavorable de su combate con Foster, la mayoría de la gente prefirió ensañarse con el boxeador y burlarse de la ignorancia que tanto vociferó y que resultaba tan simpática cuando ganaba. El atleta, luego de aquella debacle, cayó en el abismo del olvido y en el infierno del alcoholismo. Luego, el 28 de diciembre de 1992  me enteré de la noticia de su muerte a los 54 años, por doble fractura de cráneo al caer de las escaleras del rancho donde vivía en Carapita, y ese trágico fin me impulsó a iniciar una investigación sobre su vida. Al poco tiempo de la muerte de Rondón, se publicó un informe del médico dominicano Ramón Piña (personaje de la obra) quien descubrió algunos manejos fraudulentos en los combates de boxeo en Miami, donde estuvo envuelto el manejador de Rondón e incluso se cuestionaba el resultado de la Foster–Rondón. Cuando reuní todo este material, ¡tuve un sueño donde el peleador mirandino me pedía que lo reivindicara! Más adelante, cuando inicié la tarea de escribir la obra, me encontré con muchas dificultades en la investigación, pues no existen libros sobre el tema y los datos hemerográficos eran insuficientes. Pero, como si el alma del pugilista criollo orientara mis esfuerzos, encontré a personas que lo conocieron e incluso a algunas mujeres que compartieron su vida, por lo que obtuve datos sobre la vida íntima de Rondón y pude culminar la pieza. El titulo de la obra hace referencia a una de sus frases y especialmente con la que él hubiera preferido ser recordado: “Soy el más mejol del mundo”.
CORRUPCIÓN DEPORTIVA
El dramaturgo logra sumar en el argumento el siniestro trasfondo de las mafias que han corrompido al deporte  porque piensa que todo está relacionado. “La anécdota no tendría sentido sin la denuncia que se hace sobre la corrupción en el deporte. Allí están el caso de Lance Armstrong, y a nivel local el problema que ha surgido con los uniformes del equipo de Táchira en el fútbol, y el de Magallanes en el béisbol. Parece algo trivial, pero al aficionado le gusta sentirse identificado con los colores de su equipo, pues el deporte es uno de los pocos refugios de la gente común ante las duras condiciones de la vida cotidiana y de allí las reacciones aparentemente desproporcionadas de los fanáticos. Sentir que ese refugio, o ese sitio especial donde el aficionado se siente parte de un colectivo donde no es oprimido o explotado, ha sido invadido por los codiciosos de siempre, es una ofensa directa, como una cachetada”. 
“Lamentablemente, con respecto al boxeo, es difícil aportar alguna solución al problema. En otros deportes, como el fútbol y  el béisbol, se educan a los atletas desde que ingresan a las granjas de desarrollo de los equipos para que cuiden el patrimonio que logren producir en su carrera y se conviertan en ciudadanos productivos luego del retiro. La materia prima del boxeo se encuentra en los grupos más excluidos de la sociedad y el deporte está controlado por mafias que no buscan el bienestar de los atletas. Pero la regla general, en razón de los intereses creados que rigen monolíticamente la actividad, es que todo lleve a un fin trágico, no sólo para los púgiles sino incluso para algunos promotores y entrenadores. El boxeo es el deporte más noble, más duro, más dramático y aún el más justo, pues a pesar de los manejos sucios y trampas, es la única actividad deportiva donde el mendigo puede ser rey, al menos por un día”.
ÚLTIMA PELÍCULA
Azuaje explica que con José Amindra y Bolívar doméstico, textos ya estrenados, trabajó el modelo aristotélico porque eso era lo que pedían el género dramático, los personajes y la temática de dichas piezas. En el caso de El más mejol, la idea era representar lo que sucede en la mente de Rondón al fracturarse el cráneo en su rancho de Carapita, hasta el momento de su muerte. “Evidentemente, este proceso no podía representarse en forma ordenada o esquemática, sino desordenada y en forma circular. Es la última película de la vida de un ser humano, la última sensación que tiene antes de partir a otro mundo. Por ello la cantidad de atmósferas, personajes simbólicos y lenguaje poético que tiene la pieza, muy bien representada, por cierto, en el montaje del Rajatabla que actualmente está en cartelera.


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