sábado, julio 20, 2013

Carlos Gardel en el 2013

Para recordar la importancia de José Ignacio Cabrujas Lofiego y demostrar además la vigencia  del Grupo Actoral 80 tras 30 años de muy positivas labores lúdicas y artísticas, el director Héctor Manrique presenta en el Teatro de Chacao la versión que hizo Juan Carlos Gene de El día que me quieras, durante la temporada 2005. Es otra pulcra producción de Carolina Rincón para un elenco encabezado por Jean Carlos Simancas, Miguel Ferrari, Héctor Manrique, María Cristina Lozada, Eulalia Siso, Martha Estrada y Juan Carlos Ogando.
Cabrujas (Caracas,17.07.1937/Polamar,21.10.1995) insistió siempre en un tema central a lo largo de la veintena de piezas que legó, como lo subrayó en su momento el gran dramaturgo Isaac Chocrón Serfaty. Utilizó la historia para que sus espectadores entiendan mejor el presente y disfruten la catarsis y saquen conclusiones. Usó sagas de antepasados o de mundos pretéritos -algunos aún existen- para que reflejen, cual espejos mágicos, aquellas coincidencias con la contemporaneidad.
Tal es el caso de El día que me quieras, donde utiliza la saga de la visita de Carlos Gardel (1890-1935)  a Caracas en abril de 1935 y gracias a la magia escénica lo revive para profetizar el hundimiento del comunismo rampante de la URSS y de la Europa Central, defendida por el telón de acero, cuando era una engañifa descomunal antes que se balcanizara en los años siguientes. Corría el año 1979 y su estreno en Caracas fue un escándalo.
Al mismo tiempo, El día que me quieras plasma una saga de amor entre adultos, con final difícil o confuso, que reitera el sufrimiento de las mujeres sometidas a los designios de los machos de “fin de semana” y del eterno deambular ideológico de los que se asumen como intelectuales en medio de situaciones difíciles. Una suma de utopías sociales y existenciales reunidas en un texto teatral como nunca antes se había logrado en Venezuela. Pero su gran valor está más allá de las circunstancias políticas, sus predicciones y las disquisiciones ideológicas que provocó. Es una feroz diatriba contra todos los intentos por embozalar las ideas libertarias y el amor sin tapujos e intereses, en la que Gardel, el único grande de América Latina, es un delicioso pretexto.
Es otro melodrama universal y no un simple sainete venezolano, aunque sus personajes y su entorno sí lo sean. Su temática y argumentación llegan fácilmente al público por la humana simpleza de su ejemplar historia y la solidez de sus razonamientos, los cuales desbordan geografías y otras barreras.
Siempre ha sido un espectáculo teatral de depurada calidad escénica  y desde el montaje del 2005 es ejemplar la performance de  Héctor Manrique con el atormentado Pío Miranda, mediocre revolucionario comunista de aquella Caracas de los años 30, quien precisamente ha proyectado un viaje de luna de miel a la lejana Rusia para iniciar su vida marital, bajo el régimen de José Stalin, pero también eso es toda  una farsa.
En esta reposición es notable el retorno de Jean Carlos Simancas como Gardel, quien estrenó tan histórico personaje en 1979, para precipitar así que Pío rompa su confusa línea ideológica y altere su ruta existencial. ¡Un espectáculo que además de divertir enseña a tomar decisiones!

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