sábado, agosto 31, 2013

La vigencia teatral de Ibrahim Guerra

A 2,50 la cubalibre y La última noche de Fedora son exitosas obras teatrales que mantienen a este autor en los escenarios caraqueños. La primera lleva más de cuatro años, gracias a la empresa productora de Mimi Lazo; la segunda comenzó su periplo desde el pasado mes de julio, bajo la guía de Mango Producciones. Pero ahora Ibrahim Guerra (Caracas, 1944)  también es noticia porque ganó el Premio de Dramaturgia Marita King 2013 gracias a su  texto Juan Francisco de León. Y, por si fuera poco, a mediados de septiembre, exhibe un espectáculo sobre el primer actor Carlos Márquez, en Unearte.
Ibrahim reconoce que cuenta unas 30 piezas concluidas, por hacer tiene muchas y muchísimas en mente. “Sí, en efecto, además tengo varias premiadas: A 2,50 la cubalibre con el Quetzal de Ónix, mexicano, por ser la obra más montada fuera de Venezuela, y creo que dentro también. Por Patria  coseché dos galardones Municipales, los adjudicaron a la pieza y a mí como dramaturgo. Ahora a Juan Francisco de León, el Marita King 2013.  Algunas otras tienen mención publicación y tengo cuatro guiones de cine premiados”.
-¿Cuando escribe por dónde comienza y cómo avanza?
-Ahora, que soy instructor de guiones, desarrollo académicamente varios métodos diferentes para hacerlos, pero en mis obras no aplico ninguno, al menos conscientemente. Creo que los  tengo ya mimetizados. Mi metodología personal, estilística, parte del espacio. Si el tema que tengo previsto no encaja en ningún espacio real, o factible de ser creado para ella, el mismo carece de sentido para mí. El conflicto, aspecto fundamental en el drama, comienza a tomar forma cuando los personajes que lo provocan se mueven en su propia atmosfera. Esto, tal vez se deba a que me hice director mucho antes que dramaturgo. A veces, es el mismo espacio el que me sugiere el tema.
- ¿Cuándo escribe propone la puesta en escena, eso no es un esfuerzo adicional para el escritor?
-Si, en la medida de que pueda extenderme en la exposición de la puesta en escena, lo hago, por la misma razón de que la pienso como director. Describir los ambientes y las  acciones, me ayuda a visualizar a los personajes en su propia salsa. No representa para mí un esfuerzo adicional, todo lo contrario. Me ayuda. Es una herramienta. Los originales, las primeras versiones de mis piezas, son larguísimos, y abundantes en descripciones, luego, las someto a severas revisiones y las reduzco a su mínima expresión. Aun así, me quedan extensas en descripciones. Me pasa que en la medida en que alargo las descripciones, los diálogos se me hacen más cortos y dinámicos. 
HIPERREALISMO
- Además de autor es director y ahí es donde inventa o crea las rupturas espaciales y las temporales, como el hiperrealismo, etcétera. ¿Hacia dónde va o se orienta?
-El hiperrealismo que desarrollo lo fundamento en cinco pilares básicos: 1.- Acatamiento irrestricto a las unidades aristotélicas: acción, tiempo y lugar.  Todo debe ocurrir en un mismo espacio, en tiempo real. 2.- Los parlamentos son referenciados y discursivos, a la griega también. 3.- El lenguaje, aquí si ya no, es llano y vulgar, grosero, si fuera necesario. Soy, en este sentido, un empedernido defensor de nuestras lenguas nativas. Creo que el venezolano tiene su propia lengua, como la tiene también el colombiano y el mexicano. La Real Academia de la Lengua, esa nefasta institución, tiene la pervertida manía de llamar venezolanismos o colombianismos a expresiones lingüísticas de gran belleza y riqueza cultural. Eso sí lo considero un verdadero atropello e intromisión imperial, y, por demás, perjudicial para nuestro  desarrollo intelectual, como si la lengua española hubiese surgido por generación espontánea, y fuera totalmente pura. Y esto es porque sabe que en nuestro continente dicha lengua, como tal, está prevista a desaparecer, para darle espacios a nuestras propias formas de expresión verbal, y, desde luego, literaria. 4.- En el hiperrealismo deben ocurrir cosas cotidianas, sin rebuscamientos de ningún tipo, y, 5.- Como último recurso, la teatralidad para representar el hecho escénico es indispensable, porque, al fin y al cabo, de hacer teatro se trata.  Estoy experimentado en este momento abolir este último recurso. Montar una pieza sin que los espectadores la esperen, ni hayan acudido expresamente al sitio para verla. Es decir, sorprenderlo, no sólo con el acontecimiento teatral, que no lo será en términos convencionales, sino, con la circunstancia del hecho mismo, por demás, insólito e inesperado.
NADA PAVOSO GUSTA
- El tema de la obra premiada  apunta hacia las reivindicaciones sociales, ¿va a proseguir con ese filón? 
-Yo no trabajo en mis piezas las reivindicaciones de ningún tipo, eso me parece pavosísimo. Y aclaro que no pretendí hacerlo en esta. Trabajo acontecimientos aberrantes, sin intentar reivindicar a nadie, porque eso no me toca a mí, esa es una labor del Estado o de quien le toque. Me limito a tratar las diferencias, las injusticias, los atropellos. Si se acabaran, se me acotarían lo temas, a mí y a todos los dramaturgos. No sé si el teatro dejará de tener vigencia cuando el mundo sea absolutamente justo. Esto último, desde luego, parecería imposible. Esta idea del teatro tuvo su origen cuando la civilización dejó de bailar y cantar en sus ceremonias festivas y religiosas, y comenzó a suponer que algo olía mal en Dinamarca, al detectar los males que la agobiaban. Se dio, entonces, a la tarea de mostrarlos en sus pachangas.
PROYECTOS
Ibrahim Guerra sigue escribiendo y tiene tres espectáculos previstos. “Una comedia musical, basada en Chávez. Aún no logro comprender la grandeza  y las miserias de ese hombre extraordinario,  que logró conmover los cimientos del mundo con su integridad, que hace suponer en las grandes debilidades en las que está sumergida la humanidad. Otro, dirigir un espectáculo escrito por José Gabriel Núñez para la Universidad de las Artes, con Carlos Márquez como figura única. Carlos es el actor venezolano por antonomasia. La gente lo adora. Por  él sienten una gran identificación. Lo sienten arraigado no sólo con el arte de hacer teatro, sino con la esencia misma de la historia reciente del país. Lo otro, trabajar con Rodolfo Saglimbeni la temporada de ópera, para la que, según sus propias palabras, no hay reales, pero si grandes deseos de salvarla. Todos vamos a trabajar prácticamente gratis, por lo que urge una bajadita de las entidades involucradas.


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