sábado, agosto 24, 2013

Volvieron los chicos del 69

Anthony Lo Russo y Orlando Paredes en sus complejos roles gaís
A pesar que la Carta Magna de 1999 veta todas las discriminaciones posibles,  en Venezuela a los gais se les vitupera, irracionalmente, como parte de estrategias políticas, o se les mata en calles o avenidas porque no pagan peaje. No obstante, esa comunidad genera un inédito éxito de taquilla cinematográfica con Azul y no tan y tan rosa y ahora se muestra  en el Teatro Santa Fe por intermedio de la comedia Los chicos del 69. Pulcra  versión que César Sierra hizo de The Boys in the Band (1968) –Los chicos de la banda- pieza de Mart Crowley que fue un ariete para la revolución homosexual en USA, a finales de los 60; esa obra, traducida, se exhibió aquí en el Teatro Las Palmas, en 1978, producida por Conchita Obach y con Yanis Chimaras, “el regalo” para el cumpleañero de la fiesta.
Como homenaje a la nostalgia y para evaluar hasta donde ha avanzado el público, César Sierra mostró, durante las temporadas de  2007 y 2009, Los chicos del 69 en el teatro Escena 8, hasta contabilizar  70 funciones. Y ahora, por apoyar a Karl Hoffmann en su lucha para crear un centro cultural en el este caraqueño, ha remontado su controversial espectáculo con un grupo de comprometidos y desenfadados intérpretes,como son: Orlando Paredes, Carlos Arraíz, José Roberto Díaz, Kevin Jorges, Anthony Lo Russo, Juan Carlos Lares, Martin Peyrou y Agustín Segnini.
Los chicos del 69  es una melodramática radiografía sobre la sociedad gay. Son  siete amigos que  se odian y se quieren y por eso festejan un cumpleaños, en el apartamento de uno de ellos, pero una visita inesperada los obliga a fingir y comportarse diferentes, hasta que todos descubren que la única manera de ser felices es aceptarse a sí mismos y defender lo que son y lo que quieren, sin temor al “qué dirán” ni a las presiones familiares y sociales.
Lo del título Los chicos del 69 es porque se realiza  en el apartamento número 69 de un edificio caraqueño. Gracias a la ambientación escenográfica, lograda por Héctor Becerra, se transforma en un barroco salón de finales de los años 70 en Caracas, lo cual coloca al público en el mismo espacio escénico y hace más íntima la representación. Con esta novedosa puesta el público se sienten aún más cerca de estos “chicos” que pretende divertirse y quienes terminan por hacer un inesperado striptease de sus mundos íntimos.
El montaje 2013 de Los chicos del 69 es más eficaz y estrujante con sus actuaciones, aunque tiene varios actores de anteriores temporadas. Ahora hay mejores composiciones histriónicas, aunque  Orlando Paredes y Carlos Arraíz son quienes más destacan por las peculiaridades o características de sus personajes.
 César Sierra ha reiterado como en sus respectivos momentos históricos  Los chicos de la banda y Los chicos del 69 mostraron al escéptico público heterosexual venezolano que, pese a lo que pensaran, los gais son humanos y tan reales como cualquiera de ellos, personas que padecían sus mismas desgracias y tenían sus mismas necesidades. Miedo a envejecer, temor a la soledad, necesidad de afecto y la fidelidad, no son temas que pertenecen solamente al mundo homosexual. Son universales.

  




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