sábado, septiembre 21, 2013

Agreste homofóbica en Bello Monte

Abilio Torres, Ricardo Nortier y  Javier Figuera
En el backstage de la Concha Acústica de Bello Monte trabajan día y noche para un coherente desarrollo de proyectos de artes escénicas emergentes. Con Diana Volpe y Orlando Arocha a la cabeza, un puñado de artistas adecuaron un mínimo espacio como sala de teatro y tras de apodarlo “La Caja de  Fósforos, porque todo lo que ahí se haga puede encenderse y propulsar a la cultura misma, se dedicaron a producir montajes con temas y problemas que le conciernen directamente a la audiencia. ¡Todavía esta Tierra de Gracia alberga románticos!
Es el sitio de moda para teatreros y además espectadores  jóvenes y osados adultos que pretenden evadirse del mercantilismo aplastante o de la experimentación prefabricada. Metafóricamente es el Rajatabla del Siglo XXI, por la novedad y la osadía de lo que hacen, como revelan los que antes acudieron para disfrutar algunos montajes poco convencionales, especialmente aquel Macbeth que transcurría en la morgue.
Vimos ahí una gratificante función de Agreste, texto del dramaturgo Newton Moreno (1968, Brasil), donde plasma la vida bucólica de una pareja de campesinos en la semidesértica  región nordeste brasileña, hasta que la mujer queda viuda y su vecindario decide ayudarla en las amargas faenas de la  mortaja y el velatorio del esposo.
Ahí estalla el conflicto: el marido era también una mujer y ellas, tras el ritual religioso del desposorio, habían vivido así, no menos de 20 años. El repudio de todo el campesinado, o la homofobia o la natural envidia por aquella felicidad amorosa contracorriente, se encargan de acorralar a la desconsolada viuda y todo mal acaba cuando ella se incinera junto a su difunto, tras reiterar  que nunca lo vio desnudo y que sin embargo lo amaba con locura, porque su romance era puro y al margen del sexo.
¿Cuántas historias verdaderas similares habrá por ahí y nadie lo sabe porque sería la muerte para sus protagonistas? Nosotros supimos de un matrimonio así aquí en Caracas, el de dos mujeres casadas y con bendición religiosa además, cuando investigábamos para escribir nuestro monologo Novia en rojo sobre el transexual Esdras Parra, en 2009.
Este Agreste -no supera los 60 minutos de acción escénica- replantea, una vez más el conflicto del amor prohibido o la convivencia de los seres humanos cuando están por encima o desafían los convencionalismos sociales. Temática que ha sido abordada con múltiples argumentos, pero que ahí es estremecedora, ya que también es posible la ingenuidad o la mentira piadosa de aquella mujer que eligió a otra dama para sus amoríos, o porque sabiéndolo ambas se amaron sin importarles aquel mundo agreste donde moraban.
Pero si Agreste estremece por su cuento y el brutal desenlace, la representación conmueve gracias a su habilidosa simplicidad. El director Arocha ha trabajado magistralmente con Ricardo Nortier, Javier Figuera y Abilio Torres para que cuenten, canten y actúen esa esa extraña historia de amor, rebosante de amistad y violencia. Han utilizado muy bien las técnicas del teatro primigenio, donde la narración del cuentacuento sustituye las complejas caracterizaciones  actorales y la acción teatral queda a la vista del público y la disfruta muchos más, todo esto matizado con canciones amorosas. Son canticos, con apoyos de guitarras, que recrean una atmosfera festiva para tan singular tragedia.
¡Este trío de cojonudos cuentacuentos y además actores son magníficos y  creemos que no lo saben, lo cual es mejor así!

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