sábado, octubre 19, 2013

Santana, un año en la eternidad

A los 68 años hizo mutis Rodolfo Santana,aquel 21 de octubre de 2012
Nació en Caracas el 25 de octubre de 1944, en el hogar de Carlos y Aura Salas de Santana. En 1950, sus padres se divorciaron y a Rodolfo se lo llevaron a vivir con sus otros hermanos (Carlos, Salvador, Jesús Manuel y Alejandro) a la casa del abuelo Antonio Ramón Salas, en Guarenas.
La maestra Aura Salas, además de recibir el apoyo incondicional de su familia y el respaldo de su hermana  Margot de Vera, trabajó para formar y educar a sus cinco muchachos, quienes estudiaron en los colegios salesianos San Juan Bosco (Sarría) y Domingo Sabio (Los Teques). Ella se casó con Ovidio Esteban Portto Espinoza el 12 de diciembre de 1959 y procrearon a Ovidio Esteban Portto Salas.
 Desde muy joven, Rodolfo Santana Salas se incorporó a las actividades teatrales. Formó grupos en Petare y para poder capturar tan díscolas audiencias tuvo que empezar a escribir sus primeras  piezas, a los 17 años. A los 27 se insertó activamente en el  movimiento teatral universitario. En 1977 fundó el grupo Cobre con el cual representó varias de sus obras. Fue director artístico de no menos de 15 filmes y agudo guionista, al cual se vinculó por el soporte técnico y tecnológico que le permitió escribir más y mejor teatro, además de la estabilidad económica que le permitió invertir, casi todo lo que ganaba,  en las puestas en escena y las producciones. Hasta el 31 de diciembre de 1994 había escrito 84 piezas, como lo contó para el libro biográfico Como es Rodolfo Santana, editado en 1995; pero ya entrado el siglo XXI, admitió que cometía “obricidio”, o sea que reescribía algunos textos que no lo convencían plenamente, por lo que su producción paso fácilmente de  100  obras, buena parte de ellas editadas  o en la  web.
Murió a consecuencia a un ACV, en el Hospital del IVSS de Guarenas, el domingo 21 de octubre de 2012. Lo sobrevive su único hijo Roberto, algunos hermanos y su vasta y copiosa obra teatral.
Los halcones dorados
De su papá Carlos, Rodolfo  tenía pocos recuerdos, algunos esenciales. “Cuando estuve a punto de morir, por primera vez, mi madre contó que él estuvo día y noche junto a la cuna. Lloraba. Se divorciaron cuando yo tenía unos seis años y había más hijos. De repente aparecía, muy atildado, a visitarnos en Guarenas. Provocaba el natural revuelo entre mis tías y genera comidas en restaurantes con nosotros, sus hijos. Muchos años después, viví un tiempo en su casa de El Hatillo y le di a leer mi primera novela, Los halcones dorados. Lo recuerdo en el desayuno: rompe un huevo tibio en una copita y alaba mi novela, dice que le cuesta creer que yo la hubiese escrito. Entonces, yo muy orgulloso, le digo que quiero publicarla y necesito que me proporcione el dinero para hacerlo. Termina de desayunar, me ve y me dice: “¿Tú crees que voy a gastar dinero para publicar esa mierda?” Me provocó matarlo. ¿Acabas de alabar la novela y ahora me dices que es una mierda? ¿Cuándo te pido plata para publicarla?”, le digo. Toma su jugo de naranja y dice: “Escucha, me gustó la novela, pero es el trabajo temprano de un muchacho de 17 años. Ya veo en ella lo que puedes ser, lo que puedes lograr más adelante, trabajando duro. Si publicas esa novela, otras personas se van a cebar en tus errores antes que en tus virtudes y no quiero que se burlen de mi hijo”. Nos despedimos para siempre. El 11 de octubre de 1969 fallece de un infarto al miocardio. Tenía 51 años. Era diputado al Congreso de la República por la fracción perezjimenista. Se desposó otras veces y dejó más hijos”.
Mirando al tendido
Para este octubre, Fundarte y su Circuito Teatral organizó una variada muestra de montajes con piezas  del dramaturgo Rodolfo Santana, como homenaje a quien escribió piezas importantes para la historia del arte venezolano. El ciclo teatral, llamado Santana: un año en la eternidad, culmina con el drama de Orlando Núñez, obrero que tras 20 años de trabajo alienante en una fábrica comienza a padecer de alucinaciones, será presentado en La empresa perdona un momento de locura, que exhibirá el Teatro Nacional el sábado 26 y domingo 27 de octubre. Pero esta singular muestra comenzó con Mirando al tendido, poética reflexión sobre la vida y la muerte que usa como referencia una corrida de toros; se mostró el sábado 5 y el domingo 6 en el Teatro Nacional. Nunca entregues tu corazón a una muñeca sueca cuenta, de manera esperpéntica, la historia de dos hermanos cuyo sueño es vivir en Suecia, tienen un extraño aprecio por una muñeca y un  inmenso repudio hacia los bancos e instituciones financieras; la representó la Fundación Teatro San Martín, el sábado 12 y domingo 13, también en el Teatro Nacional. Las experiencias de tres amigos (Miguel, Javier y Rudi) son plasmadas en Una tarde poco fastidiosa, una de las últimas creaciones de Santana; en esta ocasión, el grupo Séptimo Piso, en el Teatro Principal, los días 11 y 12, dio vida a estos tres jovencitos que luchan por adecuarse a una sociedad que los somete a burlas y maltratos. 

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