sábado, noviembre 30, 2013

Chicago 2013

El trabajo y el talento que le pone a lo que hace, colocan a Luis Fernández en un lugar importante del teatro vernáculo, provocando la natural envidia de los mediocres que no hacen nada,sino medrar.
Luis Fernández insiste en convertirse en otro zar del teatro venezolano y lo hace con densos montajes para atrapar espectadores y agriarles la cena a los periodistas y críticos en general, pero con el reconocimiento de la audiencia. Ya lo hizo, durante las temporadas de 2012 y 2013, con High de Matthew Lombardo, trepidante drama sobre drogas, aberraciones sexuales y el rol hipócrita de la Iglesia Católica. Y ahora acaba de adaptar, coproducir, actuar y dirigir Chicago, el musical, rocambolesca saga de unas mujeres delincuentes, programado en el Teatro Teresa Carreño, teniendo a Eduardo Marturet como director de la Simón Bolívar Big Band Jazz.
  Como él lo considera,  Chicago, el musical  muestra como es la ambición y el ansia de gloria de gente sin talento que recurre al escándalo y al titular de prensa sensacionalista para figurar. Aborda el tema, siempre vigente, del periodismo sin ética,  basado en el chisme diario, y expone en última instancia lo vergonzosa que es la especie humana cuando esta alienada por el capital. Advierte, como lo dice su personaje Billy Flynn (al cual encarna de gran manera), que el mundo es un circo. “Hay que darle al público un show que genere histeria y se olvidarán de sus miserias. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Y todo esto además con el mejor sarcasmo, con música maravillosa y mucho brillo”.
Ambientada durante la época de la Ley Seca, cuando estaba prohibido vender  bebidas alcohólicas en Estados Unidos (1920  y 1933),  Chicago, el musical es una comedia, con canciones y coreografías  de John Kander y Fred Ebb, libreto de Bob Fosse  y el propio Ebb; debutó en Broadway en 1975 y se mantuvo en cartelera hasta 1977. Pero desde 1996 prosigue en  el circuito teatral de Nueva York. Está basada en la obra teatral homónima, de la periodista Maurine Dallas Watkins, quien se inspiró en crímenes que ella reseñó para The Chicago Tribune. Su argumento, en síntesis, es una muestra de la corrupción del sistema judicial y al concepto de "criminales estrellas”. ¡Pero ideológicamente es otra cosa!
Muestra como es la sociedad estadounidense y las de otros países. No deja títere con cabeza y en ocasiones  se  torna misógina, pero final todo resulta ser un circo, pues el marido cornudo de una de las protagonistas es un clown, a quién el público venezolano identificó humorísticamente con Popy, el payaso aquel de RCTV, felizmente encarnado por Basilio Álvarez.
De las actuaciones hay que resaltar a la ya legendaria Natalia Martínez y a la señora Mirtha Pérez, que cantó y actuó como nunca.
Catherine Pintos y Alfredo Pereira son los coreógrafos responsables de un puñado de artistas del movimiento quienes pudieron conmover a la audiencia por su virtuosismo, a pesar que les correspondió hacerlo sobre una escenografía no apta precisamente para bailar.
En síntesis, es el fastuoso espectáculo que creó el director Fernández lo único que hizo atractiva  aquella representación de un texto que ideológicamente está superado o al menos en Venezuela se lucha para mandarlo al museo de la historia, por la dignificación que aquí se ha propuesto de las mujeres y por la cual ellas batallan intensamente.

2 comentarios:

  1. Bravo, Edgar... Gracias por mantenernos al día a los que estamos lejos...

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  2. Bravo, Edgar... Gracias por mantenernos al día a los que estamos lejos...

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