sábado, noviembre 02, 2013

Rodolfo Santana Salas vive

Rofolfo Santana Salas se marchó en el mejor momento de su periplo intelectual pero su familia elegida no lo puede olvidar y menos ahora.
Rodolfo Santana Salas (Caracas,25.10.44/Guarenas, 21.10.12) fue un hombre útil que legó positivos aportes culturales. Hace un año hizo mutis por el foro. Dejó una transparente y pública saga de vida, cuyos familiares y amigos conocen; además de una vastísima obra teatral y aportes contundentes para el fenómeno cinematográfico nacional, como director artístico de no menos de 15 filmes y agudo guionista, los cuales fueron y pueden continuar siendo degustados por la comunidad venezolana e internacional. 
Para no olvidarlo y mantenerlo vivo en los escenarios, durante la crispada cotidianidad del pasado octubre, su familia elegida y Fundarte, además de Unearte, la Villa del Cine y el Celarg, organizaron un ciclo de conversatorios y principalmente una breve temporada con cuatro de sus piezas. Tal ciclo teatral, rotulado  Santana: un año en la eternidad, culminó con el drama de Orlando Núñez, obrero que tras 20 años de trabajo alienante en una fábrica comienza a padecer de alucinaciones y termina en las manipuladoras manos de una psicología, fue materializado por La empresa perdona un momento de locura,  en el Teatro Nacional el sábado 26 y domingo 27 de octubre. La crítica venezolana considera que es una obra maestra por su estructura, temática y argumentación, que incluso fue llevada al cine. Pero tan singular muestra comenzó con Mirando al tendido, poética reflexión sobre la vida y la muerte que usa como referencia una corrida de toros, preñada de caústico humor y de alusiones a las circunstancias extremas del hombre contemporáneo; Catarca Producciones la mostró el sábado 5 y el domingo 6 en el Teatro Nacional.  Después  irrumpió el esperpento Nunca entregues tu corazón a una muñeca sueca, la fábula de dos hermanos que sueñan con la felicidad posible en Suecia, en medio de una relación peligrosa y divertida con una muñeca tamaño natural,  y su  reiterado e intenso repudio hacia los bancos e instituciones financieras; la plasmó la Fundación Teatro San Martín el sábado 12 y domingo 13, también en el Teatro Nacional. Las experiencias de tres amigos (Miguel, Javier y Rudi), marginados de la sociedad y burlados por sus compañeros de clases y con hogares disfuncionales, fueron exhibidas por el grupo Séptimo piso en Una tarde poco fastidiosa, una de las últimas creaciones de Santana, en el Teatro Principal, los días 11 y 12. Cuatro visiones estéticas sobre nuestro país correctamente escenificadas.
Por supuesto que durante los años venideros y si la pasión que se lo ha evocado ahora no decae, otras obras de Santana saltaran al escenario y además abrirán cátedras en las universidades para ser analizada  exhaustivamente su literatura dramática, cuyas cifras superan el centenar, teniendo que el mismo autor reconoció que el cometía obricidio un ritual para desaparecer aquellas piezas que  no le satisfacían y volver a escribir otra superior a la liquidada. Él decía que “una obra de teatro es un ser vivo, un mundo probable con leyes específicas, que en oportunidades si no sabemos manejarlo como es ser vivo es capaz de consumirnos”.


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