sábado, marzo 01, 2014

Viajeros en soledad

"Compañeros de viaje" o los quijotes que vinieron de Guanare
En estos días, Dios recuerda su existencia y hace lo que está escrito. Y por eso damos fe de como los quijotes teatreros Aníbal Grunn, Wilfredo Peraza, Carlos Arroyo y su hija Karla viajaron desde Guanare, unas 32 horas por carretera, para realizar seis funciones de Compañeros  de viaje -escasos 50 minutos de representación- programadas en la sala del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, del 21 de febrero al 2 de marzo. Nadie paga ese hermoso regalo de sabiduría para la vida que constituyeron sus estremecedoras performances. No hay oro para cancelar  sus salarios por  tan  hermoso ritual patriótico como es traer desde la provincia a Caracas una muestra de lo que saben hacer muy bien.
Compañeros de viaje, sobria producción de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa,   es la sencilla y enternecedora historia de los amigos  Francisco y Cristóbal, quienes tienen más de 60 años conociéndose. Fanáticos del béisbol pero  de diferentes equipos, viudos, con hijos y nietos, todos los días por la mañana y por la tarde se encuentran a jugar dominó, a tomar café y comer caramelos. Pero llega un día en que se modifican esos encuentros y el público se  llena de emoción al ser partícipe de ese cambio definitivo, además.
Pero detrás de Compañeros de viaje hay más saga, porque es la versión venezolana de la pieza argentina Aeroplanos del argentino Carlos Gorostiza, escrita hacia 1992. Se trata de una cuidadosa investigación escénica que oscila entre el sainete y el absurdo, la cual Aníbal Grunn adaptó y trocó al contexto venezolano contemporáneo, donde persisten la profundidad del texto original y el concepto dramático existencialista  del autor, cual  es la razón de vida de sus personajes, las dos caras de una moneda.
Compañeros de viaje se centra en la vejez de sus personajes, quienes se preguntan y responden sobre los porqués y los para qué de la existencia, con  buen humor y sin solemnidades,  quienes se divierten con sus palabras y se reconocen tipos de otra época al usar un vocabulario en desuso. La temática de este montaje y su  principal objetivo es proponer la vida como un viaje, quizá por lo mágico que encierra esa experiencia de viajar. Una metáfora fácil de captar y de aceptar en un auditorio de adultos, principalmente. 
La  pulcra puesta   en  escena  de  Arroyo  está bien centrada en las memorables caracterizaciones de Francisco (Grunn)   y  Cristóbal (Peraza),   quienes sí mitigan sus soledades acompañadas e intentan explicarse el insondable misterio de la existencia humana, a la cual nadie quiere abandonar voluntariamente, por lo que esa conversación, en una mañana y una tarde, bordea el escepticismo como expresión de sensibilidad e inteligencia.  Por momentos  los diálogos se descompaginan pero vuelven a acomodarse  en cada escena y estado de ánimo. Pero llega un momento en que se modifican esos encuentros y al público se  llena de emoción al ser partícipe de ese cambio: eligen vivir hasta donde les llegue el aliento.
ENTRE SOLEDADES TE VEAS
Ni Grunn ni Gorostiza hacen teatro sociológico, aunque en Compañeros de viaje o Aeroplanos se aborde la soledad de sus personajes, pero sí es oportuno recordar que la soledad, como lo revela un estudio de la Universidad Remington de Medellín, Colombia, es lo que sienten muchos ancianos en las ciudades pese a estar rodeados de gente, lo llamado, por algunos, soledad acompañada.
Dicen los investigadores que hay cuatro tipos de soledades: la familiar, la conyugal, la social que hace referencia al contacto con el otro y la soledad por la crisis de adaptación, referida a la percepción del individuo frente a sí mismo y a la forma como enfrenta situaciones externas como el envejecimiento.
La soledad conyugal la padecen las mujeres dada su mayor longevidad, mientras que los hombres sufren más la soledad familiar.

Los investigadores colombianos encontraron que a medida que se incrementa el estrato socioeconómico y el nivel de escolaridad se siente menos soledad, y las personas adultas que viven solas tienen un sentimiento más profundo de la soledad, que disminuye mientras viva con un mayor número de personas.

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