sábado, mayo 31, 2014

¡Justicia para Rafael Bolívar Coronado!

José Gregorio Martínez en el complejo rol de Rafael Bolivar Coronado
El venezolano Rafael Bolívar Coronado (1884/1924)  no ha sido reivindicado honestamente por sus coterráneos. No ha tenido suficientes amigos ni urticantes intelectuales investigadores quienes subrayen qué hizo y como lo logró, porque, además, sí encontró múltiples obstáculos y hasta tuvo unos cuantos comportamientos ilícitos. Le ha  faltado, pues, su Heródoto o su Sófocles o quizás un sagaz Pericles para que en este incierto siglo XXI disfrutáramos su saga y sacáramos conclusiones, porque es un personaje digno de estudio, no solo porque escribió la letra de la canción folclórica Alma llanera, la cual cumple 100 años de su estreno, dentro de la zarzuela homónima, con la partitura que le hizo el director Pedro Elías Gutiérrez.
No obstante, los escritores Carlos Yusti, Oldman Botello y Rafael Ramón Castellanos rompen  audaces lanzas por este personaje y echan algunas luces sobre su pasado y su obra, que sí la tiene. Todo esto incluso ha servido para que la dramaturga Lupe (Thais Guadalupe) Gehrenbeck (Caracas,1957) se atreva a escribir la pieza  Bolívar Coronado, la cual hizo breve temporada en el teatro Principal, dentro del Circuito de Fundarte; producida por el Gimnasio de Actores y la directora Matilde Corral, apuntalada en las depuradas actuaciones de José Gregorio Martínez, María Alejandra Rojas, Teo Gutiérrez, Saul Mendoza, Ana Lucia Salamanca, Saúl Mendoza, Andreína Salazar, Jorge Roig y Melba González.
La pieza de Gehrenbeck se queda corta ante el audaz periplo del aragüeño Rafael Bolívar Coronado, quien se ganó una beca de El Benemérito para estudiar  en Europa y después terminó perseguido en España por los secuaces y los cónsules del dictador, por lo cual tuvo que emplearse con otros venezolanos, famosos como Rufino Blanco Fombona y hasta el mismo Andrés Eloy Blanco.
Gehrenbeck se fascinó tanto por los lances amorosos o   licenciosos del poeta truhan, como lo llama Yusti, y no lo saca de su cama o el catre del amor. No muestra sino que relata sus habilidades para plagiar  las obras de otros escritores y venderlas como suyas para sobrevivir y mantener sus damiselas. En fin un trabajador a carta cabal, quien firmaba lo que producía  el talento de otros destacados autores, algo que ahora es una pandemia entre la intelectualidad criolla contemporánea.
En síntesis, este texto Bolívar Coronado no está bien elaborado: falla su carpintería teatral y carece de poesía. Aquí  falló Gehrenbeck, cuya capacidad de trabajo e inteligencia ha demostrado en otras obras, la mayoría de las cuales han tenido largas y exitosas temporadas en distintas salas caraqueñas.  Su teatro incursiona en lo orgánico de lo aparentemente cotidiano o sin importancia; pleno de suspicacia femenina descubre profundidades insospechadas. En sus otros textos el humor siempre está presente, como ocurrencia inevitable.

¡Por ahora, el cuasi mítico Rafael Bolívar Coronado espera justicia!

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