sábado, junio 21, 2014

Andy Ramirez y Abdón Villamizar

"Bingo" de Román Chalbaud prosigue en la escena venezolana
Los personajes teatrales son eternos en los escenarios. Y los seres humanos pueden  aspirar a esa inmortalidad, atribuida a los dioses, cuando un escritor los materializa en sus obras. Eso lo enseñó Isaac Chocrón Serfati cuando apuntaló la fundación de la Escuela de Artes de la UCV, en 1978.
Román Chalbaud lo ha demostrado con Bingo y así rescató para la eternidad a un inmigrante venezolano. Y yo lo hice con otro trashumante criollo en El fantasma de Bonnie. Ellos realizaron en Nueva York sus ciclos vitales y ahora desde la escena predican sus luchas por la libertad y el amor.
Las fantásticas sagas de los habitantes neoyorquinos inspiraron a Chalbaud, en los años 80, y es desde el pasado 26 de abril que Bingo convoca a los caraqueños  con el espectáculo creado por Costa Palamides.  No pretende dar recetas para aprender a vivir. Plasma una ficción ambientada en un apartamento, durante un día invernal, y centrada en latinoamericanos, dispuestos a divertirse jugando al bingo y para ello contratan a un misterioso visitante: el venezolano  Andy Ramírez (encarnado magistralmente por Ludwig Pineda).
Lo que ocurre deja sin aliento al público porque cada uno de esos seres, crea  una densa atmosfera erótica, no solo visual y verbal, sino que suscitan interrogantes porque quieren conocer más y más de todos ellos, sobre sus orígenes y sus etapas anteriores. Chalbaud rompe lanzas y reitera, por intermedio de esos personajes como la andropausia  y la menopausia no asesinan el instinto sexual, el cual es tan  fuerte como el instinto de la sobrevivencia, y  que todos ellos usan como elixir para una juventud momentánea y mantenerse activos.
Otra faceta de la pieza es el lenguaje utilizado: el cual va de lo agresivo a lo amoroso, porque todos ellos demandan afecto y ayuda para sobrevivir. Y no podía faltar una denuncia política: la miserable explotación a que es sometido el inmigrante, quien tiene  que hacer de payaso para subsistir o recibir una cama o un pan como recompensa.
Este Bingo, que es una pieza cosmopolita, quizás la mejor obra que Chalbaud ha escrito, seguirá muchas semanas en cartelera.
Nosotros en la metrópolis neoyorquina,  durante los 80, conocimos al  tachirense dramaturgo y director teatral Abdón Villamizar, quien murió en la mañana del 27 de mayo de 2014, tras vivir ahí  los últimos 52  años  de  su  ruta existencial, pero no él pudo verse en el montaje de El fantasma de Bonnie, estrenado en 2011 por el director Dante Gil en la Sala Rajatabla y después mostrado en España y otros países con las actuaciones de Ulises Acosta y Henry Pantoja.Participo en el Primer  Festival de Teatro de Caracas, organizado por Fundarte.
Nuestro Abdón mora en un apartamento caraqueño donde es visitado por un discapacitado, en silla de ruedas, quien lo acosa a preguntas porque necesita hacer una tesis sobre Carlos Giménez y graduarse en Unearte. Eso no es más que un pretexto del visitante Anthony para conocer al  veterano escritor y profesor, quien alista un viaje sin destino para huir de sus fantasmas,  como el de su doberman Bonnie que lo acompaña hace años. 
En la sala Rajatabla se materializó tal interesada amistad entre los solitarios seres quienes aceptan conocerse y probar si pueden compartir sus cargas existenciales hasta que el hastío o la vida los vuelva a desunir.

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