sábado, agosto 09, 2014

Desnudos dentro y fuera del escenario

La desnudez es el vestuario de principo a fin de la vida humana
El  Grupo Teatral Emergente de Caracas, desde la temporada 2009, lucha para transformarse en importante alternativa para su público, gracias a los novedosos espectáculos que produce y exhibe, tal como hizo con La cotufa no baila más, La maña, Escándalos personales, Un enemigo del pueblo y ahora muestra, en el Centro Cultural BOB, Vestuario de hombres, sólida versión escenica del director Jesús  Delgado sobre el texto original de Javier Daulte (Buenos Aires,1963), la cual impacta al público por la patética desnudez física y moral de sus 10 personajes, gracias al elenco ahí involucrado.
Ojo, no es un espectáculo de strippers. Está ambientado en el vestuario del estadio de una ciudad turca, donde el equipo de caballeros de un club venezolano de lacrosse se alista para una competencia internacional. Ese  íntimo espacio, con loquers, bancos y ducha incluida, les facilita “vomitar” todas sus frustraciones o debilidades humanas, como son la homofobia, la corrupción, la violencia, el dopaje con cocaína  y el temible bullyng o chalequeo,  todo eso antes de la competencia. Y después escenifican un cruel y canallesco final, donde hasta las notas del himno Gloria al bravo pueblo y la tricolor de las ocho estrellas tienen su participacion, como colofón de esa comedia trágica, según la calificara el autor, la cual consume 100 minutos de tiempo real.  
Daulte, quien predica que “el teatro no es un medio de comunicación, sino una realidad que expone una verdad, su verdad”, logró plasmar las tortuosas intimidades de un equipo de lacrosse, precisamente un juego rápido y violento con dos equipos de diez u ocho jugadores, quienes usan unos palos con redes para recibir una pelota de goma e introducirla en la red  del equipo rival. Antigua versión americana del sofisticado y popular fútbol sajón, aunque ahora se dice que es de origen chino, porque el dramaturgo quería bajar del pedestal al prototipo de deportistas, pero no con futbolistas precisamente.
En la versión venezolana intervienen Slavko Sorman, Mohammed Alkhaldi, Guillermo Londoño, Gabbo Estévez, Jesús Hernández, Daniel Torres, César Augusto Roa, Pedro Cabas, Marcos Chocrón, Alejandro Caballero y John Colmenares. Todos demuestran sus cultivadas condiciones actorales, sazonadas con sus desnudos, porque sus personajes se quitan y se ponen sus corazas de deportistas  y botan las frustraciones que han heredado o cultivado a lo largo de sus existencias. Nada fácil asumir esos personajes, pero gracias a la dirección lo hacen con solvencia y conmueven, ya que todos los seres humanos nacemos desnudos y así permanecemos a largo de nuestras existencias, aunque usemos disfraces o ropajes de acuerdo al rol social y las condiciones económicas.

En síntesis, mas allá de los pro y los contras moralistas  que  este montaje  pueda suscitar, hay una realidad  que exaltamos: son actores que demuestran que no hay  roles difíciles ni infames, sino que deben trabajar “para hacerlo lúdico y comprometido”. Y con respecto al público desinhibido, por supuesto, la podrán pasar bien y difícilmente se aburrirán porque estarán seguramente ante esos espejos que nos negamos a ver, aunque nos persigan.

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