sábado, marzo 07, 2015

El boom del cine criollo en el siglo XXI

Desde el CNAC ,Juan Carlos Lossada hace un recuento positivo del septimo arte
El cine venezolano disfruta de un auge que todo el país reconoce y celebra. Remontó la difícil cuesta de la recuperación de la producción y de la audiencia, que cayó al foso en los años 90, cuando hubo lapsos en que no se produjo una sola película.
 Océanos de saberes. Tan positiva y sustentada  opinión es de Juan Carlos Lossada, actual presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía de Venezuela (CNAC), quien explica como a la comunidad de cineastas que levantaron el cine nacional, se han sumado nuevas generaciones, se han abierto nuevas canteras creativas, se ha aprovechado el océano de saberes y sensibilidades de todas las generaciones que hoy día construyen un cine propio.  Todo eso ha permitido recuperar el diálogo de nuestro cine con su audiencia; hoy día se cuentan por millones el público que lo escruta, que lo desea, que lo ama, también que lo critica y que lo quiere ver cada vez más a tono con las altísimas expectativas que sobre él se han venido acumulando. 
Claves de su desarrollo. El valor de lo que está ocurriendo en el cine nacional, anota Lossada, es su poder creador tangible e intangible, pero sobre todo  su innegable capacidad de apalancarse en la calidad probada de su recurso humano, de sus artistas y técnicos, en los descollantes recursos físicos con que cuenta nuestro país; que es una gran locación cinematográfica repleta de condiciones, de relieves geográficos y culturales, de lugares extraordinarios y fundamentalmente de gentes, de pueblos, de ciudades increíbles, un país multicultural, pluriétnico, que hace mucho a la identidad nacional,   lleno de recursos creativos, de historias, de sueños, de memoria. Un país que necesita ser narrado y que tiene tanto por narrar a través del cine que seamos capaces de hacer de aquí en lo adelante.   
Contra la  transnacionalización. Lossada subraya que el Estado entiende que el cine es ante todo expresión cultural del pueblo venezolano, y que, como éste, se mueve, vive, palpita, sueña, el cine también ha de hacerlo, en un proceso continuo, indetenible, otra vez, como su pueblo, en una búsqueda perpetua de sensibilidad, de sentido humano y social profundos. Es una gran fortuna que existan los cines nacionales, que lo entienda así cada pueblo, cada nación en el planeta, porque de otra manera se impondría la cultura transnacionalizada desprovista de alma nacional,  reducida a mercancía, carente de miradas propias que nos interpreten, que nos contrasten, que haga reclamaciones y también proposiciones, que nos ponga a pensar y a sentir. Dicho esto, lo importante es que partiendo de esta comprensión de la dimensión cultural del cine, el Estado venezolano asume generosa y decididamente los costosos desafíos económicos que el cine demanda.
Inversiones fundamentales. Admite el presidente del CENAC que si bien hay una interesante tendencia que hace posible la existencia de una parte del cine nacional financiado con fondos privados -característica saludable y deseable que se mantenga y crezca- lo cierto es que aproximadamente el 75% de todas las películas que se hacen en Venezuela, dependen de fondos estatales, siendo además notorio que en más de los casos, estos fondos representan entre el 60 y el 80% del presupuesto total de cada película que hacemos en Venezuela.  Los fondos que el Estado invierte, tanto los que provienen directamente del gobierno nacional, como los que se originan mediante la recaudación de las contribuciones especiales establecidas en la Ley de Cine a través de Fonprocine, son por tanto generadores de este importante auge que está viviendo el cine hecho en Venezuela, al hacer posible la creación de cientos de empleos directos e indirectos y la construcción de un imaginario audiovisual propio.
Trabajo cotidiano Dice Lossada que la gerencia del cine venezolano es el trabajo del conjunto de compañeros y compañeras que hacen un aporte personal, profesional, político, cultural, para impulsar y hacer avanzar al cine criollo, me parece que intentamos estar a la altura de los desafíos, de las necesidades, de los anhelos.  Dilucidar si en efecto hemos estado o estamos o no a la altura, lo dejo al escrutinio público. Lo que sí tengo enteramente claro es que sea cual sea el veredicto, quien crea que esta es una carrera de sprinters, de corredores de 100 metros planos, se equivoca rotundamente.
Gremio unido. Lossada asegura hay un respaldo gremial sólido a la idea de hacer un mejor cine y un apoyo a los programas convenidos para desarrollar al cine nacional. Lo vimos patente en el Foro del Cine Venezolano realizado el año pasado, para el cual se inscribieron casi 700 participantes y donde participaron los gremios y las redes populares de cine de 22 estados del país. Desde luego, hay siempre matices que precisamente añaden puntos de vista diferenciados, distintos, que se suman al paisaje delineado y que lo enriquecen, me parece a mí. En lo personal juzgo valioso que existan tales matices en toda construcción colectiva, y el cine sin duda lo es. Están surgiendo además otros gremios, nuevas asociaciones que a mi juicio también es deseable y bueno que existan, sobre todo si como pienso, vendrían a apuntalar zonas, áreas, asuntos, desafíos que el cine venezolano tiene todavía como asignaturas pendientes o en proceso, aun cuando se haya avanzado bastante, como por ejemplo una mayor territorialización en los más diversos rincones del país o un debate-acción permanente respecto al cine que hacemos.
Política gubernamental. Creo que nadie puede negar que el gobierno bolivariano ha respaldado e impulsado como nunca antes se había hecho. Ha respetado y promovido con amplitud la libertad de creación. Entendió perfectamente el carácter orgánicamente cultural del cine y se ha empeñado en impulsar la incorporación de más y más hacedores, en la idea de crear las mejores condiciones posibles que nos permitan construir colectivamente un propio imaginario audiovisual.
Creció el público   
Durante 2014, cuatro millones y medio de venezolanos fueron a ver cine nacional, casi el doble de la cifra del año 2013 y 3 veces más que en 2012. Esta cifra conseguida en 2014 es la más alta en nuestros 118 años de existencia de cine nacional, y tumbó en casi un millón de espectadores un récord que se mantuvo en Venezuela por tres décadas. Si bien hay que ir a más, debemos decir que la del 2014 fue una cifra que puso a Venezuela a liderar América Latina como el país donde más se vio cine nacional en la región, sólo superados por Argentina con dos puntos porcentuales por encima. Pero estuvimos por delante de colosos como Brasil o México. No fue fácil alcanzar esos espacios, y el gran reto del cine nacional es seguir acortando la brecha que lo mantuvo separado de su público, y hacerlo con calidad, con cantidad también, pero sobre todo con calidad y variedad, siendo capaces de ofrecerle a los espectadores, de manera estable y sostenida, un conjunto de obras de todos los géneros, abordando diversos temas, múltiples ángulos, multiplicidad de visiones desde el arte cinematográfico.
Películas e inversión 
Para que se tenga una idea del auge actual: si sumamos toda la audiencia que tuvo nuestro cine en la década de los 90, la llamada "década perdida", la cuenta muestra el flaco resultado de 3 millones y medio de espectadores y una producción de 60 obras cinematográficas. Desde 1999 al 2014 se han apoyado 613 proyectos de producción desde el CNAC, con una inversión de más de 400 millones de bolívares, solamente en el rubro de producción, sin contar la formación y la promoción, que añadiría un 50% más a esa cifra invertida. En el mismo período se han estrenado 181 películas nacionales para 18 millones de espectadores. Mérito de un país que recuperó su entusiasmo creador y recompensa de un público que ha demostrado que sí se puede recuperar también la fe en lo que somos y en lo que hacemos.

1 comentario:

  1. Todo lo bueno para Ud. Juan Carlos Lozada, y adelante que estamos seguros que la CINEMATOGRAFÍA NACIONAL a través de su amplia y acertada gestión alcanzará más que la gloria, muy pronto¡¡¡

    Cálidos saludos desde Araya.

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