sábado, abril 04, 2015

Clásicos del teatro venezolano

Luis Xavier Luján, presidente de la Junta Directiva de Banesco Seguros; Leonardo Azparren Giménez; Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente de Banesco Internacional, y la dramaturga Elisa Lerner.




Leonardo  Azparren Giménez (Barquisimeto, 1941), sin autobombos ni prensa tarifada, prosigue trabajando y mostrando lo que hace para el bien de la historia cultural de país. Recientemente  presentó o bautizó su libro Clásicos del teatro venezolano, el cual contiene o compila 44 piezas teatrales escritas por 44 venezolanos a lo largo de tres siglos; son 2.600 páginas en tres tomos. 
Clásicos del teatro venezolano, otra  publicación de la editorial Bid &Co, auspiciada por Seguros Banesco, incluye un estudio de Azparren Giménez sobre el panorama histórico de la dramaturgia venezolana en correlación con la sociedad venezolana. “Las obras están organizadas en tres grupos, correspondientes a tres períodos históricos: a) la constitución del teatro nacional (1817-1908); b) la primera modernidad (1909-1958); y la segunda modernidad (1958-2011). De esta manera el lector, en especial los profesores y alumnos de literatura y teatro, por primera vez tendrán una visión panorámica e histórica completa de la dramaturgia venezolana”, ha dicho el investigador.

Para escoger las obras se tomó en consideración la evolución de la dramaturgia venezolana en correlación con el devenir de Venezuela y su sociedad a través de dos siglos, para de esta manera comprender la presencia perenne del teatro en la vida social y cultural nacional. Por eso, la selección cubre todos los períodos y circunstancias históricas venezolanas.
DESDE LA INDEPENDENCIA AL SIGLO XXI 
“Las obras ponen en evidencia, en primer lugar, la presencia del teatro desde los albores de la Independencia y comienzos de la república. Desde su punto de vista y su visión del ser humano y de la sociedad, cada autor representa situaciones, personajes y temas correlacionados con la vida del venezolano para presentarle una representación de sus sistemas de valores y creencias. También para testimoniar aquellos momentos de ruptura en los procesos sociales nacionales”, acotó. A juicio de Azparren Giménez, “las obras del pasado dialogan con el espectador contemporáneo mediante la confrontación de temas, situaciones y valores y creencias que pueden perdurar a través del tiempo. Por eso son clásicos, por su capacidad para trascender sus épocas y ser percibidos contemporáneos del espectador”. Final del formulario  
Clásicos del teatro venezolano   no es  una antología canónica pero sí justa con los 44 escritores que ahí están. No aspira constituirse en un canon del teatro nacional, puntualiza Azparren Giménez. Presenta  un panorama histórico de nuestra dramaturgia desde la constitución del teatro nacional a comienzos del siglo XIX, que permita comprender cómo fue construyéndose el imaginario dramático de lo que somos. 
CESAR RENGIFO
 Considera Azparren Giménez que  César Rengifo, uno de los presentes en la publicación,  es un dramaturgo importantísimo y tiene una amplia obra. Junto a Román Chalbaud, Isaac Chocrón, José Ignacio Cabrujas  y Rodolfo Santana, es uno los grandes puntales del teatro moderno venezolano de la segunda mitad del siglo XX.
Eligió para la antología la pieza   Las torres y el viento   de Rengifo, porque “la escribió en 1969, como culminación y síntesis de los grandes temas que le preocuparon: la historia y el petróleo en esa saga. Su propósito fue integrarlos en una sola fábula. Es un texto ejemplar del nuevo teatro venezolano por su lenguaje experimental y su compromiso. Última de la tetralogía sobre el petróleo, escrita durante más de una década, su acción entre 1914 y la actualidad es doblemente imaginaria. El personaje central, el Visitante, llega herido y en estado agónico a una posada abandonada, pretexto mediante el cual Rengifo reconstruye la historia del lugar, metáfora de la historia nacional, en la que la explotación de los indios en el pasado colonial y la explotación petrolera actual son una misma historia de sumisión y depredación. La acción va al pasado y regresa una y otra vez, hasta que al final el espectador sabe que el Visitante es un correo de las guerrillas. Este elemento de la intriga sirve para articular la significación de la fábula, una revisión de la historia venezolana desde la época de la Colonia hasta el presente. La intriga se articula gracias a la situación onírica y febril del Visitante. Las situaciones del pasado no son recuerdos suyos porque no fueron vividas por él; es decir, son un artificio estratégico del discurso de Rengifo  para hacer inteligible su propósito ideológico y político, además de mostrar su madurez discursiva en el empleo de una estructura dramática abierta".
IMPORTANTE LEGADO
 Los tres tomos de  Clásicos del teatro venezolano reúnen a 44 autores y sus respectivas obras elegidas: Gaspar Marcano (El encuentro del español Pablo Cabrera con el patriota Francisco Machuca en las alturas de Matasiete, 1817). Domingo Navas Spínola (Virginia, 1824).Rafael Agostini (Cora o los hijos del Sol, 1837). Pedro Pablo del Castillo (El fanatismo druida o la sacerdotisa, 1839). Heraclio Martín de la Guardia (Luisa Lavellière, 1853). Eloy Escobar (Nicolás Rienzi, 1862). Nicanor Bolet Peraza (A falta de pan, buenas son tortas, 1873). Eduardo Blanco (Lionfort, 1879). Aníbal Dominici (La honra de la mujer, 1880). Adolfo Briceño Picón (Ambrosio Alfinger, 1887). José Ignacio Lares (El recluta, 1896). Salustio González Rincones (Las sombras, 1909). Rómulo Gallegos (El motor, 1910). Enrique Planchart (La república de Caín, 1913-1915). Leopoldo Ayala Michelena (La taquilla, 1922). Pablo Domínguez (Tremedal, 1933). Andrés Eloy Blanco (Abigail, 1937).Luis Peraza (El hombre que se fue ,1938). Rafael Guinand (Yo también soy candidato, 1939). Julián Padrón (Fogata, 1939). Ramón Díaz Sánchez (La casa, 1945). Aquiles Certad (La serpiente sobre la alfombra, 1951). Pedro César Dominici (Amor rojo 1951). Elizabeth Schön (Intervalo, 1956). Ida Gramcko (La rubiera, 1958).Arturo Úslar Pietri (El dios invisible, 1958). Elisa Lerner (En el vasto silencio de Manhattan, 1963-1964). Román Chalbaud (Los ángeles terribles, 1967). Alejandro Lasser (La cueva, 1967). César Rengifo (Las torres y el viento, 1969). Mariela Romero (El juego, 1976). Edilio Peña (Los pájaros se van con la muerte, 1977). Gilberto Pinto (Los fantasmas de Tulemón, 1979).José Gabriel Núñez (Madame Pompinette, 1980). Ugo Ulive (Prueba de fuego, 1981). Néstor Caballero (Con una pequeña ayuda de mis amigos, 1983). José Ignacio Cabrujas (El americano ilustrado, 1986). Xiomara Moreno (El último piso de Babilonia, 1992). Isaac Chocrón (Escrito y sellado, 1993).Gustavo Ott (Comegato, 1995). Elio Palencia (Arráncame la vida, 1995). Carlos Sánchez Delgado (Su excelencia Otelo-Páez, 2001). Rodolfo Santana (El asesinato múltiple como diversión pública, 2011).

1 comentario:

  1. Oye me parace Interesante, pero no entiendo porque siempre omiten el primer musical venezolano VIMAZOLULEKA de Levy Rossell, que revolucionó para el año de 1966 la dramaturgia venezolana y que luego en el año 1967 fue presentada por una compañia norteamericana en NEW york en off Broadway.

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