lunes, abril 27, 2015

El Festival de Caracas tuvo público a montones

Francis Rueda es la Bernarda Alba de Rajatabla


¿Cómo se siente después de un Festival? ¿Ha ganado o perdido vida? ¿Qué ha perdido, qué ha dejado? ¿Cuál es el significado del Festival? ¿Cree que se justifica todo ese gasto en medio de la crisis que afecta al país?

Esas preguntas se las hicieron a Carlos Giménez al concluir el IX Festival Internacional de Teatro, el 19 de abril de 1992. Él falleció  al año siguiente y los FITC (18 en total) se continuaron produciendo hasta el 2006, siempre con el apoyo financiero del Estado venezolano y la gerencia de Carmen Ramia (Ateneo de Caracas).

HACE 23 AÑOS

Giménez dijo que lo más importante del IX Festival, aparte de hecho artístico, “es que se logró formar un equipo de trabajo con una ideología que yo no sé si es esperanza, pasión, o simplemente ganas de hacer cosas distintas de las que no se dan en ninguna otra  parte del mundo. Es un evento que se hace para los demás, para que miles de personas participen. El Festival es parte de una sociedad civil que está despertando. El Festival es como una radiografía de la crisis. La gente se cansó de los privilegios. Yo creo que con este Festival se termina una etapa y el Estado venezolano no lo puede seguir haciendo solo, aun cuando lo apoyen los demás países. La empresa privada tiene que comprometerse, devolver en algo todo lo que se ha ganado. Y el público demostró que quiere al Festival, que quiere que se siga haciendo, que se mejore que se corrija.  Yo creo que este Festival ha comenzado recién su apogeo. Yo creo que cualquier inversión que se haga en el sentido de que la cultura pueda ganar un espacio para ella en el aspecto social, sociológico  y político es absolutamente  positivo. Es una inversión a largo plazo”.

El  2015

Ahora, al culminar el IV Festival de Teatro de Caracas (coordinado por la Alcaldía del municipio Libertador y Fundarte o Jorge Rodriguez y Freddy Ñañez), el primero que se realiza con presencia de grupos internacionales y dedicado a la nación Argentina (Giménez nació allá, el 13 de abril de 1946), hemos reproducido sus respuestas para que los lectores las evalúen, saquen conclusiones y después conozcan nuestros criterios sobre el evento recién realizado con la presencia de 201 grupos (nacionales y extranjeros) y escenificado en 25 salas y espacios públicos, entre el 10 y el 26 de abril.

Hay que recordar que la inversión, según datos oficiales, publicados en la prensa,  llegó a los 360 millones de bolívares y se esperaba que un millón de espectadores disfrutaran  de todos los eventos, según cálculos optimistas, mientras que otros aseguran que alcanzan solamente a 600 mil, que es también una cifra impactante.

Consideramos que es muy importante la gerencia técnica y artística que Fundarte ha estado desarrollando a través del Festival de Teatro de Caracas, desde el 2011. Los cuatro festivales realizados hasta ahora, que se han mostrado en 25 espacios teatrales recuperados, han tenido como único gran protagonista al  público, el cual se ha manifestado masivamente llenando cada uno de los espacios teatrales, para presenciar los montajes del teatro venezolano y de  la compañías del exterior, especialmente las procedentes de Argentina para la cuarta entrega del evento.

El teatro venezolano exhibido fue el de las agrupaciones caraqueñas  y el procedente de 18 regiones, o sea que  el IV Festival fue una muestra nacional, variopinta en  la calidad de sus producciones, pero pudimos ver y ponderar algunos montajes exhibidos como Mi reino por un sueño, en el teatro Municipal, y en la sala Rajatabla disfrutamos  de Piel mercurio y Trece rosas, además de La casa de Bernarda Alba, que se llevó después al teatro Bolívar, y Ubú en su teatro Río Caribe, en San Bernardino.

El teatro argentino fue el que nos atrapó, especialmente la versión de Othelo, La mujer justa y Terrenal.  Una muestra de por qué en Argentina el teatro es un  artículo de primera necesidad y por eso tiene un movimiento escénico que está entre los primeros del mundo. La inauguración a cargo de Pagagnini, por una agrupación española, prometía que el público saldría bien recompensado,  además de los espectáculos de calle, como Els Juglars.

RECOMENDACIONES

La venta de boletería difícilmente recuperará la inversión –tampoco se hizo para eso-, porque en cada sala había una cola para los que no pudieron adquirir sus boletos  y a quienes se les autorizaba su ingreso a la sala, posteriormente. Nadie se quedó sin ingresar y disfrutar de los montajes. El IV Festival tuvo, pues, público a montones.

La directiva de Fundarte sabe muy bien la importancia sociocultural  de sus festivales y es por eso que debe estudiar fórmulas que aplicaría para la selección de los espectáculos venezolanos y los montajes procedentes del exterior, aunque hasta ahora todo ha sido muy sensato.

Creemos que Fundarte debe organizar una muestra nacional de agrupaciones criollas para de ahí seleccionar a los mejores y que estos sean los participantes en el venidero V Festival, en el año 2016.

No estaría mal un programa de mano sobre los espectáculos, aunque la información básica se haya subido a la web, especialmente a la página de Fundarte.

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