sábado, agosto 01, 2015

Cuando las máquinas se paran

El teatro de contenido s social está en la sala San Martín, allá en Artígas.
Luis “Foreman” Malavé, gran apasionado por el teatro de contenido social, presentó su versión escénica de Perdidos en una noche sucia del brasileño Plinio Marcos (1935-1999) con los comediantes Ángel Pájaro y  Jean Carlos Rodríguez, en la sala Rajatabla, durante la temporada 2014; espectáculo bien logrado para recordar, una vez más, el insólito desamparo en que vive y perece un amplio segmento de la sociedad americana, cuyos crudos finales o desenlaces son reseñados en las “páginas rojas” de los medios de comunicación. Tal es la saga de los marginales Paco y Toño, supuestos amigos o compañeros de infortunio, quienes en sus vidas solo tienen como únicos objetivos: conseguir una flauta para ganarse la vida y ponerse un par de zapatos adecuados para conseguir un mejor trabajo.
¿Por qué “Foreman” anda en esos avatares artísticos, después  de haber procreado a dos hijos y disfrutado de sus dos nietas y una bisnieta?  Porque él cree que el teatro es una magnifica plataforma donde todavía se pueden discutir los  problemas de los seres humanos y por eso pretende hacer dos montajes más, los cuales tiene estudiados y con actores elegidos. Y ahora, mientras nuevamente desafía sus dolencias físicas, vuelve con otra obra de Marcos, Cuando las máquinas se paran, la cual exhibe en el Teatro San Martín en Artigas, bien apuntalado en Ángel Pájaro (el desempleado Zé) y Weidry Meléndez (la costurera Nina).
Ahora los caraqueños pueden degustar su segundo espectáculo, donde materializan a una pareja atribulada por la explotación neocapitalista, sendos desheredados muy bien logrados, quienes sueñan con amarse y desafían a su miserable destino; pero fracasan y ella lo abandona para salvarse y llegar hasta el parto que él quiere impedir.
Cuando las máquinas se paran, estrenada durante 1963  en el vecino Brasil, reitera su defensa de los embarazos y en especial el cuidado por los fetos. El autor no negocia nada y advierte que la pobreza no puede impedir el amor y mucho menos el respeto a la vida del no nacido.
Este montaje contó con la colaboración profesional de María Brito y Gustavo Rengel, entre otros amigos de “Foreman” y del teatro, por supuesto.

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