sábado, agosto 29, 2015

Encuentro teatral con Francis Rueda

Francis Rueda prosigue exhibiendo el último trabajo de su esposo Gilberto Pinto
Los personajes del teatro y el cine son eternos, pero quienes les dan vida en escenarios o en pantallas no lo son. Por eso la caraqueña Francis Rueda está empeñada en festejar sus cinco décadas como actriz y además preparar la fiesta patronal de sus primeros 70 años de vida, la cual ya comenzó con una breve temporada del unipersonal  Encuentro con Francis Rueda, que está presentando en el teatro Bolívar.
Gracias a la moralista comedia española  El sí de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín, conocimos a Francis Rueda (Caracas, 17.05.1949) encarnando a “Doña Francisca” durante la temporada teatral 1970, en la sala Alberto de Paz y Mateos de El Nuevo Grupo, bajo la dirección de Antonio Briceño; pero antes, ella había debutado profesionalmente con  Álbum de familia  de Nelson Rodrigues, en el Ateneo de Caracas, dirigida por el brasileño Martin Concalves, durante la temporada de 1968.
Desde entonces seguimos su ascendente carrera profesional y ahora hemos vuelto a degustarla cuando da vida y pasiones a siete mujeres y un hombre, pertenecientes a la mejor historia del teatro venezolano y universal, quienes se hacen hueso y carne gracias a su depurado talento histriónico, al esmero dramaturgista y la minimalista puesta en escena adelantada por el teatrero Gilberto Pinto (Caracas,07.09.1929/07.12.2011), con quien estuvo casada.
50 AÑOS
Esta producción del grupo Teatro del Duende (fundado hacia 1955), para su temporada 2015, le permite a Francis lucir sus capacidades interpretativas, cultivadas durante los últimos 50 años, por intermedio de algunos de los personajes que ha interpretado, y que, de especial manera, contribuyeron a su desarrollo profesional. Pero este montaje es un pretexto para que revele las razones por las que  estudió en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo y decidió formar parte del mundo del teatro y en especial del venezolano.
Y para ello se apoya en la encarnación de personajes como Lucrecia de la pieza homónima de Gilberto Pinto; Greta Garbo de  Oficina Nro.1  de Miguel Otero Silva; Laurencia de  Fuenteovejuna  de Lope de Vega; Ramona de  El rompimiento  de Rafael Guinand; Medea de  Medea  de Jean Anouilh-Eurípides; Clitemnestra, canción de Carlos Moreán para  La Cátedra del Humor; Clov de  Final de partida  de Samuel Beckett; y Brusca, la rompe fuego de  Lo que dejó la tempestad  de César Rengifo.
DOS NIVELES
Encuentro con Francis Rueda tiene dos niveles de lectura: uno político y aleccionador sobre el rol de la mujer, y otro centrado en las intimidades y las características de la profesión, “esa irrefrenable inclinación a jugar a ser el otro, al placer y a la angustia de la transfiguración, hasta llegar a la complementación del ser humano a través del arte de la actuación”, como dice la actriz.
Su espectáculo está integrado, por ocho segmentos del más puro teatro y otros ocho apasionados momentos de conversación, donde revela las intimidades de cada uno de esos personajes, para reiterar finalmente su inquebrantable decisión de no abandonar jamás su profesión, mientras le queden fuerzas para cumplir con sus agotadoras exigencias, que además son bastantes.
La mantuana Lucrecia que sueña con el triunfo de Bolívar y la consolidación de la independencia de la provincia de Venezuela; la desesperada prostituta Greta Garbo que no quiere consumirse en la asqueante explotación de un campamento petrolero; la vigorosa Laurencia que le exige a los varones más masculinidad para que defiendan a sus mujeres y sus hogares; la chismosa Ramona, una caraqueña que se aterra ante el indetenible avance de la modernidad; la tragedia de la enamorada Medea que sacrifica a sus hijos para vengarse de Jasón por el abandono a que somete su familia para desposarse con una princesa ; la hetaira Clitemnestra que se burla de la sociedad que la usa y la desecha; el misterioso Clov que presencia el final de la humanidad, y la loca guerrillera Brusca que habla del regreso de Zamora;  son estos los entes que desde la escena lanzan sus mensajes de amor, de rabia, de desesperación y porque no hasta de conmiseración hacia un mundo que todavía se niega a aceptar la presencia de las mujeres en todos los roles de la sociedad. Es un grito de advertencia para todos aquellos y aquellas (porque también las hay) que no se han dado cuenta de que los pueblos crecen y demandan más justicia e igualdad, entre otras cosas.
Cabe resaltar que cada uno de los ocho personajes recibe un especial y aleccionador tratamiento artístico, teniendo en cuenta la historia, el contexto y las características de cada una de ellos. Ahí es donde se aprecia no sólo el profesionalismo de la actriz, sino el especial cuidado del director Pinto.  El ritmo y la brevedad, menor de una hora, son golosinas para los espectadores.
Encuentro con Francis Rueda le ha permitido a la actriz, desde la temporada 2006, cuando lo estrenó,  reflexionar y disertar sobre su profesión, porque apoyándose en algunos de sus más notables trabajos teatrales (su lista pasa de 100, entre los exhibidos y los que ensayó y no pudo mostrar), aspira ahora que el público se adentre en el misterio de la creación actoral, “que para muchos se trata de un terreno desconocido”, como lo ha dicho.
Modelo de profesional
A los 16 años de edad,  Francis Rueda  entendió  que  su razón   de ser   estaba dentro  de esa caja mágica  que  es el escenario,  para poder vivir otras vidas, y afrontar constantes  desafíos  en el teatro. Por eso estudio en la Escuela Juana Sujo y ahí conoció al profesor Gilberto Pinto, con quien se casó, años después, y engendraron un hijo, que los hizo abuelos. "Creo que  si no se puede  enamorar, conmover, o hacer reír a los espectadores, no se puede ser actriz".  Expresó  en una oportunidad la  artista, quien reitera que una actriz debe formarse, prepararse, leer, escuchar, tener la sensibilidad suficiente para entender lo que le piden y dar todo  de  sí  misma;  y eso  es  lo que ha  hecho  durante 50 años, en el teatro, el cine  y la televisión.  Cien obras de teatro, 12 largometrajes, y numerosas telenovelas, reafirman su inquebrantable  decisión de  no abandonar jamás su profesión, mientras  le queden fuerzas para cumplir con sus  agotadoras exigencias.






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