En la última década,
el cine colombiano ha experimentado una aceleración sin precedentes en su
historia. De rodar tres películas por año pasó, a corte del 2012, a proyectar
22 filmes. Y mientras en el 2003 un 3.3% de los colombianos iba a ver películas
nacionales, el año pasado la asistencia fue de 7,8%, es decir un poco más de 40
millones de espectadores.
Estas cifras, que
llaman poderosamente la atención, las cita el Ministerio de Cultura al
cumplirse diez años de la creación de la Ley 814 de 2003, mejor conocida como
Ley de Cine. Una norma que ha impulsado la producción audiovisual nacional
mediante la creación de estímulos tributarios que permiten a un contribuyente
deducir $165 de su renta por cada $100 que invierta o done en un proyecto
cinematográfico nacional.
Al mismo tiempo, la
Ley creó el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, regido por Proimágenes,
que se nutre de un impuesto a las taquillas de cine de tal manera que el 70% de
esos recaudos se entregan a los nuevos proyectos cinematográficos y al
sector en forma de estímulos a través de convocatorias a cargo de un jurado
internacional.
De acuerdo con las
cifras de Ministerio de Cultura, este fondo ha recaudado en esta década cerca
de US$41 millones que se han invertido en la realización de más de mil
proyectos en sus diferentes fases, “desde escritura de guiones, producción y
posproducción, así como para la internacionalización del cine, su preservación
y la formación de públicos en el país”.
Estas nuevas
condiciones supusieron dejar atrás el drama que significó hacer cine para las
primeras generaciones de realizadores colombianos, quienes luego de empeñar
hasta la finca de la abuela y de luchar por cinco o más años, lograban, por
fin, hacer la película que tanto habían soñado, muchas veces en precarias
condiciones técnicas y pérdidas onerosas.
De acuerdo con
Mincultura desde la creación de la ley del cine se han entregado un total de 79
premios para la producción de largometrajes, 40 de ellos para películas
dirigidas por directores con más de un largometraje y 39 para óperas primas.
Según la entidad,
desde el 2010 más de 125 películas y proyectos han participado en festivales,
mercados y talleres internacionales. El año pasado, dichas producciones
obtuvieron 30 premios alrededor del mundo.
Y de manera
complementaria, el año pasado se aprobó una nueva norma, la Ley 1556, que crea
el Fondo Fílmico Colombia con el propósito de incentivar a los
productores del mundo para que rueden sus películas en escenarios de nuestro
país contratando los servicios del sector.
Entre lo bueno y lo
taquillero
Tan buenos resultados
han generado gran optimismo en el sector. Sin embargo, al mirar cada aspecto en
detalle, lo que queda claro es que el proyecto de establecer una industria
cinematográfica en Colombia ha tenido un buen comienzo, pero el camino por
recorrer es más extenso que un largometraje.
Por ejemplo, del 4.1
millones de entradas vendidas el año pasado, poco más del 83% correspondió a
cinco películas: 'El paseo 2' que
recaudó 1.4 millones de boletas, mientras que a producciones como 'Mi gente linda, mi gente bella'; 'La cara oculta'; 'El cartel de
los sapos’ y ‘Sanandresito'
ingresaron 1.9 millones de espectadores, es decir el 48.5%.
Las 18 restantes
cintas, entre ellas ‘Chocó’, '180 segundos', Sirga’,
‘Apaporis, ‘La playa D.C.’ -muchas de ellas premiadas en festivales
dentro y fuera del país- obtuvieron solo un 16,4%.
La causa de esta
situación proviene de varios factores, relacionados con dificultades en la
distribución y exhibición de nuestras películas tanto en el mercado doméstico
como en el internacional, a carencias en la formación de públicos, pero también
a la falta de propuestas que sin perder su calidad artística calen en el gusto
de las audiencias.
Pocas pantallas
El tema de la
circulación de las películas en el país es bastante complicado, pero común a
los países de América Latina. Basta con tener en cuenta que Colombia
hay 690 pantallas ubicadas tan solo en el 4% del país, pero que el 75% de ese
índice está ubicado especialmente en Bogotá, Cali, Medellín y Barranquilla y,
peor aún, la mitad de ese 75% está en la Capital del país.
La directora de
Cinematografía del Ministerio de Cultura, Adelfa Martínez, explicó que la gran
mayoría del país no tiene acceso al cine en general y en particular al cine
nacional. "Para fomentar los espacios de formación estamos aprovechando
las casas de cultura, bibliotecas públicas y cineclubes. A ellos les estamos
entregando la Colección Colombia de Película a través de la cual el Ministerio
adquirió los derechos de 90 producciones recientes entre largos, cortos
documentales y de ficción, con el fin de que, por un lado, nuestras películas
circulen a nuevos públicos, pero también que estos públicos tengan la
oportunidad de conocer otras formas estéticas más allá del cine de
Hollywood".
Los cineastas
Reconocido por sus
filmes ‘La gente de la Universal’ y ‘El Colombian Dream’, el director y
productor Felipe Aljure fue pieza clave en la construcción de la Ley de Cine en
calidad de primer encargado de la dirección de Cinematografía del Ministerio de
Cultura.
El director señaló que
la Ley ha permitido avances muy importantes. “Pero hay que entender
que venimos de muy lejos y todavía queda mucho camino por andar. En el campo de
los espectadores, por ejemplo, este año se aspira a llevar a un colombiano a
las salas de cine por año, una cifra muy por debajo de México que con cien
millones de habitantes es de 1.6 espectadores o de Estados Unidos que con 300
millones es de 3 espectadores por año”.
Productor de cintas
como ‘Todos tus muertos’ y ‘180 segundos’, el caleño Diego Ramírez, es de los
que opinan que quienes realizan cine en Colombia deben explorar otros tipos de
contenidos, de géneros e historias. “Tenemos la obligación de acercarnos al
público y cambiar esa mentalidad de que es el público el que debe acercarse al
cine. Con esto no quiero decir que hay que hacer tal o cual forma de cine”.
Esa falta de
audiencia, además genera que el mercado sea muy pequeño para la incipiente
industria. “Pienso que es una función del Estado el hacer una inversión que
equilibre las imperfecciones del sistema, porque hacer cine aquí no es como se
piensa, más barato que hacerlo en Estados Unidos o Francia. La diferencia está
en el mercado que ellos tienen comparado con el nuestro, además de una menor
capacidad adquisitiva, entonces hay una falla estructural en la cual el Estado
debe tomar cartas”.
Por su parte, el
director caleño Alexander Giraldo reconoce que la Ley de Cine le dio la
posibilidad de desarrollar su carrera desde sus inicios, pero señala que la
conquista de la audiencia sigue siendo para él un misterio. “Hay que
entender que hacemos parte de una cinematografía muy joven. Algunos argumentan
que había mucha temática de violencia en las películas, pero en realidad es un
cliché, porque si uno se fija cada vez hay más variedad. Si bien muchas
plantean conflictos sociales, también hay temas amables”.
Es por ello que para
su nuevo proyecto, ‘Tiempo perdido’, ha desarrollado estrategias utilizando las
redes. La idea es crear comunidad en torno al proyecto para ir conquistando al
público enterándolo a través de blogs y ‘twitcam’ sobre los pormenores del rodaje”.
Giraldo agregó que un
camino importante es crear presupuestos acordes al mercado. “No podemos hacer
películas pensando que irán millones de personas a verlas cuando ese mercado
aún no existe”.
El realizador
considera también que hay que explorar alternativas en la comercialización de
las películas. “Está la coproducción internacional, la difusión a través de
canales de televisión, la comercialización por el sistema pague por ver en
internet o de DVD. Todo ello implica que debemos ser más creativos”.
Distribución, el gran
reto
Con su ópera prima,
'Chocó', el director y productor Johnny Hendrix Hinestroza, llevó a la gran
pantalla un trozo de la vida del Litoral Pacífico y ese proyecto lo pudo
realizar en buena parte gracias a la Ley de Cine.
Para Hinestroza, a
pesar de que esta ha permitido fortalecer el sector en su profesionalización,
faltan muchas cosas, entre ellas mirar el proceso de distribución y promoción
de las películas. “Mientras la producción de películas es una puerta amplia, la
distribución se convierte en una ventana muy pequeña. Si bien hay la impresión
de que los distribuidores son los únicos beneficiados, pienso que más allá de
que eso, lo que sucede es que no hemos aprendido a usar esa ventana de la
distribución bien”.
El cineasta agregó que
se debe trabajar para que desde las leyes y los organismos se posibiliten ese
buen diálogo entre exhibidores, distribuidores y productores, en el que se
garanticen unos mínimos de participación de nuestras películas en la
distribución.
Para el director
chocoano esa es una falencia enorme que no logra superar la Ley. “Es un aspecto
que requiere ser estudiado en búsqueda de soluciones, porque entendemos que la
exhibición y la distribución están en la esfera privada y tal vez las medidas
que se tomen desde el Ministerio no tengan poco efecto”.
Desde la crítica
En cuanto al contenido
de nuestras películas, el crítico y cineclubista Rodrigo Vidal señaló que la
Ley de Cine permitió pensar este arte ya no desde el cine de autor sino como un
asunto de industria, dándole importancia al productor. “La estructura
de la Ley hace que ya se tenga que pensar en el producto final y a la vez ha
permitido la especialización de los diferentes roles en la
realización cinematográfica lo cual se refleja en que ahora tengamos películas
con buenos estándares de calidad”.
Vidal opina que en la
parte de guiones, antes el cine miraba su realidad a través de historias
costumbristas. “Ahora se mueve sobre diversos ejes, lo político y social, pero
también lo cotidiano o los problemas juveniles. Desde luego todavía hay mucho
camino por avanzar”.
Henry Laguado,
director del Festival Internacional de Cine de Bogotá, dice que la Ley de Cine
fomentó la producción audiovisual, pero debe prestarse atención en los
criterios de selección de los proyectos respecto a su viabilidad comercial.
“Encontramos que hay películas que artísticamente son buenas, pero nefastas en
la taquilla. Pienso que la publicidad es un aspecto clave y desafortunadamente
en el país los medios de comunicación son en principio apáticos a apoyar estos
proyectos”.
Laguado destacó en el
sector de la producción el trabajo que realiza Dago García. “Él es nuestro
nuevo Jairo Pinilla o Gustavo Nieto Roa, no solo porque consigue con sus
películas tocar las fibras del público común. Pero ni siquiera importa el tipo
de cine que está haciendo, sino que está permitiendo generar escuela y
oportunidades laborales para muchos trabajadores del sector audiovisual”.
En contraste, Germán
Ossa, crítico de cine y director de los Encuentros Nacionales de críticos y
periodistas de cine que se realiza en Pereira, se lamentó que el éxito de
nuestro cine esté determinado por las producciones de Dago García. “No le
aportan nada a la formación de públicos con sus terribles cintas, tienen la
capacidad de dañar a directores talentosos”.
Ossa reconoció que hay
una notoria evolución en la calidad técnica, si bien en su opinión no es lo más
importante. "Hay evolución en la dirección de actores, y debe ser mejor
cada vez, pues los actores buenos no abundan en nuestro país, ya que hay mucho
“acartonamiento”.
En cuanto a propuestas
cinematográficas, es decir, historias diferentes para llevar a la pantalla
grande, Ossa opina que no se ha explorado lo suficiente. “Hemos patinado mucho
con los temas que fueron moda en un momento como narcotráfico, mulas,
violencia, guerrilla, paramilitarismo. En Colombia hay mucha literatura, hay
muchas historias y muy bellas, muy diferentes y son pocos los realizadores que
las aprovechan".
La tercera base
Felipe Aljure señaló
que a la Ley de Cine le hace falta desarrollar un tercer pilar: la
titularización, que consiste en desarrollar la financiación a partir de títulos
valores que puedan ser puestos en la bolsa para ser vendidos o adquiridos por
inversionistas.
Para poner un ejemplo
hipotético, Aljure explica que si una película vale mil millones y consigue
vender una acción de un millón de pesos a mil inversionistas, el Estado, vía la
Ley de Cine, le otorgaría una deducción del 41.25% de su inversión, lo que
quiere decir que sólo estaría arriesgando $580.000 pesos.
Lo que se consigue con
esto es tener muchos inversionistas. “En mi opinión, desarrollar ese aspecto de
la financiación es una forma de atornillar los riesgos, pero desafortunadamente
no ha existido voluntad para sacarlo adelante. La titularización contrarresta
la desconfianza y le da más tranquilidad y certeza a quien invierte”.
Al respecto, la
directora de cinematografía de Mincultura dijo que la titularización
es una herramienta que ofrece la Ley, pero que no depende de esa cartera
su reglamentación y puesta en marcha. “Hay que tener en cuenta que es un tipo
de financiamiento que se trabaja en el mercado de valores implica una inversión
de unos presupuestos muy grandes, con unos flujos de caja que puedan
sustentarlo, y todavía las películas colombianas no logran demostrar esa suma
de capitales enormes”.
Adelfa Martínez agregó
que en las discusiones sobre este tema se ha concluido que sería necesario
ofrecer un catálogo con diez o más títulos, con los cuales se pueda pensar en
la titularización. “Mientras tanto consideramos que el sistema de estímulos
tributarios que estamos aplicando permite que en grandes o pequeñas cantidades
se pueda invertir o donar recursos. Hasta ahora ha funcionado muy bien. De
hecho en estos años se han invertido $110.000 millones en beneficio de 116
proyectos cinematográficos".
A esto se suma la
Nueva Ley de Cine (Ley 1556) que ofrece beneficios económicos a los productores
de películas y ‘tv movies’ que rueden en Colombia del 40% del valor del gasto
que realicen en la contratación de servicios nacionales de preproducción,
producción y posproducción, y el 20% del gasto que realicen en hoteles,
alimentación y transporte.
Según la Ministra de
Cultura, Mariana Garcés, esta segunda Ley quiere avanzar en la dirección que
viene trazando la primera para trabajar además en la internacionalización de
las películas: “Traer recursos frescos al sector para que se fortalezca y siga
desarrollando sus propios procesos a partir del aprendizaje”.
Inicialmente el fondo
para las contraprestaciones será de $25 mil millones que saldrán del
Presupuesto Nacional, lo que significa que el país estará preparado para
responder a una inversión extranjera hasta de US$42 millones en el primer año.
En opinión de Aljure
la nueva Ley busca fortalecer el medio cinematográfico pero tiene dos retos
importantes. “Uno de ellos es que la norma dura diez años y en ese lapso
debemos revertir la mala imagen de país ante los potenciales inversionistas y
suplir las carencias tanto en equipos como en cultura cinematográfica. De otro
lado la Ley se surte del Presupuesto General de la Nación, pero estos proyectos
cinematográficos pueden tomar tiempos de entre dos y tres años para
concretarlos y puede ocurrir que cuando los inversionistas decidan hacerlo el
Fondo no tenga el dinero que se ha prometido, entonces se va a tener
dificultades si no se manejan esos riesgos".
Pese a los retos, el
optimismo en el sector cinematográfico es justificable, pues se ha demostrado
que mediante políticas públicas sostenidas es posible el desarrollo y que es
cuestión de tiempo y de ir ajustando la norma a las exigencias de cada momento,
como se podrá llegar al establecimiento de una industria en Colombia. Así las
cosas, esta película apenas comienza.
El Pais,
Cali, Colombia, Lunes, Julio 15, 2013 | Autor: Ricardo Moncada Esquivel |
Agradable blog, soy nueva seguidora, paso para comentar mi deleite ante tanta buena información y conocimiento que usted comparte, también procedo de Venezuela, saludos y mis reverencias por su excelencia.
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