Armando y Elder ante la soledad acompañada de Caracas |
Andrea
Núñez-Torrón Stock
Revista
EAM / Cineuropa de Santiago de Compostela, 09/12/2015
Una
Caracas convulsionada es el escenario escogido por Lorenzo Vigas para
presentarnos una historia —de amor, sentimientos encontrados y agresividad
contenida— poco convencional y rica en matices. Desde allá, título del debut cinematográfico de este director
venezolano, se trata de una obra desgarradora, dotada de una inusitada fuerza y
un prisma novedoso, que lejos de centrarse exclusivamente en la complejidad de
una relación plagada de incongruencias, baches emocionales y presión social,
nos revela la continuidad actual de una amplia serie de estigmas sociales
alusivos a la homosexualidad masculina en Latinoamérica, el poso de los traumas
más arraigados en la personalidad o la imprevisibilidad asociada a muchas de
las reacciones humanas.
Su
valentía, su crudeza y su excelente puesta en escena han llevado a esta obra a
hacerse con el León de Oro en la última Mostra de Venecia, así como recibir una
cálida acogida en la sección de Horizontes Latinos del
Festival de San Sebastián. Compartiendo valor, escenario y una aguda
radiografía social, recuerda en su verismo descarnado a la fantástica Pelo
malo de Mariana Rondón, que se llenó el bolsillo de
merecidos premios hace dos años. Las dos obras apuestan por una mirada fría y
aséptica, que no juzga a sus personajes, para contarnos sus diferentes
conflictos vitales, pero a diferencia de esta última citada, la cinta que hoy
describimos incide en lo argumental por una ambigüedad dramática perturbadora,
donde pueden caber diferentes versiones y el espectador debe tratar de
desmigajar ese guion sutilmente milimetrado para llegar al quid de la cuestión,
a desentrañar el corazón de los dos hombres que en ella participan y se conocen
el uno al otro.
Dos son
los protagonistas de Desde allá: el serio e
imperturbable Armando —interpretado por Alfredo Castro, al que también hemos
visto este año en la fantástica película chilena El
club—, un cincuentón poseedor de un laboratorio de prótesis
dentales, y Elder —gran actuación de Luis Silva—, un muchacho callejero que
forma parte de una pequeña banda de delincuentes juveniles. Mientras que este
joven sueña con tener su propio coche y vive entre chapuzas y triquiñuelas para
ganarse la vida, Armando, de vida tranquila y bienestar económico, frecuenta
paradas de autobús para captar a hombres jóvenes y ofrecerles un jugoso puñado
de billetes si lo acompañan a casa. El modus operandi es siempre idéntico, ya
que él sólo quiere observar cómo se desnudan y masturbarse mirando, sin
mantener ningún tipo de contacto físico, dando rienda suelta a un onanismo
exacerbado.
Todo
cambia cuando el primer protagonista le ofrece dinero al segundo y aunque éste
reacciona propinándole una paliza a golpe de insultos —delatando un alto nivel
de homofobia característico en su círculo social—, pronto comienza una
particular relación de amistad acompañada de cierta tensión sexual contenida.
Por otro lado, Armando vigila de vez en cuando a un señor de edad avanzada, una
costumbre que se nos antoja misteriosa y sorprendente. Lorenzo Vigas, de manera
sumamente inteligente, decide plasmar la propia falta de comunicación y
aislamiento emocional que sufren los dos personajes principales —ambos por
causas muy diferentes, hay que subrayar—, a través de la austeridad narrativa,
con diálogos pausados, montaje lineal y unos encuadres naturalistas y cercanos.
El punto de vista del director es totalmente neutral, casi gélido a la hora de
ahondar en el conflicto dramático y por ello, hace que tengamos que trabajar y
buscar tras la elipsis de información el germen de los problemas y de la
soledad de ambos, así como de diversos giros argumentales que se suceden,
dosificados con agudeza.
Desde
allá es
una película desgarradora, dura y que nos muestra la parte más árida de la
vida, los duelos internos que los personajes esconden bajo la piel, tras una
capa de exagerada virilidad en un caso, o de semblante imperturbable y rechazo
del contacto físico en el otro. Elder, como parte de una tribu callejera de
delincuentes se enfrenta a la radical homofobia que se respira en las calles o
en el ámbito familiar, mientras que Armando envuelve el dolor de su pasado bajo
esa capa de onanismo e impasibilidad, sin dar rienda suelta a los pálpitos de
sus emociones. Dos actuaciones altamente naturalistas al servicio de una ópera
prima que sugiere más que muestra, que engorda sus habilidades comunicativas
con el paso del minutero y que refleja una dimensión emocional entre dos
hombres poco o nada explorada en el historial cinematográfico reciente. Las
cuestiones que el guion aborda con sutileza oscilan desde la negación de la
propia sexualidad a la alexitimia, la sed de venganza, los estigmas sociales y
las fronteras que estos delimitan o el descubrimiento personal y las trabas que
este conlleva cuando la familia y la sociedad se erigen en contra.
Como
espectadores, Desde allá nos planteará un
ángulo distinto, exigiéndonos un mayor esfuerzo que otras cintas realistas o
sociales más directas y explícitas, dejando a tu juicio algunas de las líneas
temáticas abordadas y, sobre todo, captando nuestra atención ante la inmensa
complejidad de los sentimientos humanos, pudiendo casi tocar bajo el subtexto
la rabia contenida y el amor escondido, la pulsión incontenible y la ternura
recóndita, la atracción y el rechazo, la empatía y el desprecio. La bondad y la
maldad absolutas, como en todas las buenas películas —gracias a dios—, no existen. Desde
allá incrementa su ritmo y su vigor hasta el clímax, nos ayuda
a desaprender convencionalismos y a entender sentimientos interiorizados como
volcanes a punto de estallar en erupción.
No es Brokeback Mountain ni Pretty
Woman. No consuela ni suaviza. Mete el dedo en la llaga y
acierta. Ni siquiera estaremos seguros de poder llamarla historia de amor, pero
podremos sentir el afecto, la sangre, la vergüenza y la dependencia emocional
como en la vida misma, con mejores y —sobre todo en este caso— peores
resultados. Como bien dijo el cantautor Nacho Vegas en una de sus célebres
canciones: “Hicimos el amor una vez que sentimos el frío, y el resultado fue,
ya lo ves, más o menos como en los erizos”. |
Esta critica, muy embellecida no cuenta el argmento central (casi oculto) de una historia y motivaciones paralelas, que es justamente la "paternidad irresponsable", justamente el gran temazo de la pelicula. El tema homosexual es solo la punta del iceberg de lo que subyace en el inconsciente de Armando....Deben verla 2 veces para enternderla...
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