sábado, marzo 12, 2016

El loco y la camisa o todos estamos locos

En la Concha Acústica de Bello  Monte están pasando cosas importantes-
Honrar honra. No hacemos predica cristiana, sino que resaltamos la labor adelantada durante los últimos tres años desde la Caja de Fósforos, para cambiar faz y cuerpo del teatro criollo y llevarlo definitivamente al siglo XXI. Todavía no está consolidada tal tarea, pero ahí bulle sangre y talento de jóvenes y adultos con visión de futuro, sin egoísmos, ni mafias, ni mercantilismo. Ahí están, cual nuevos Prometeos, Diana Volpe y Orlado Arocha, empujando el carromato desde al backstage de la Concha Acústica de Bello Monte, amparados por la Alcaldía de Baruta. Han reformado una generación exprés de cómicos y directores que nutren festivales y programación del Trasnocho, además de atrapar público que busca lo nuevo y con calidad.
 Esto es necesario subrayarlo porque hacen temporada con, El loco y la camisa, de Nelson Valente (Buenos Aires, 1971), pieza del mejor grotesco argentino bien dirigido por Diana Volpe y con las felices actuaciones de Haydée Faverola, Rossana Hernández, Djamil Jassir, Elvis Chaveinte y Gabriel Agüero. Todo en un espacio bifrontal que reproduce el livingroom de una hogar de clase media baja, donde todos viven en un mundo de fantasías, el cual anhelan construir porque lo que tienen es falso y repleto de necesidades, además lastrados por la locura del miembro más de joven, un muchacho perdido en el mundo de los superhéroes, como el Zorro.
Es la patética saga de una familia disfuncional, ubicable en Latinoamérica, sin valores familiares, sin respaldos religiosos y carcomidos por el mercantilismo; donde impera la infidelidad del macho y la esclavitud de las hembras, que negocian su virginidad o compañía para salir  desde abajo y ayudar a su familia, si pueden. Es un básico grotesco argentino pero con más tránsito entre la comedia y la tragedia, apuntalado en el histrionismo e hiperactividad de sus intérpretes. Es una versión del clásico melodrama televisivo pero con mucho desparpajo, que genera la risa delirante del público.
HISTORIA Y EVOLUCION DEL SAINETE
Como en el teatro venezolano las modas son contagiosas, les recordamos que el sainete argentino tiene su historia y sus características. Aquí les transcribo esto, que es básico:
El teatro del grotesco exhibe el rostro obsceno de toda realidad, devela las máscaras, evoca a la vez lo trágico y lo cómico, apela a la risa que se ahoga al nacer entre la angustia o el dolor. La versión criolla del género signa los inicios de la gran actividad teatral en el país y remite al mundo del inmigrante, al patio del conventillo que es escenario de las peripecias de personajes de una cultura popular apresada en su "carnaval", en un habla mixturada que expresa su carácter peculiar.
Armando Discépolo, es considerado el creador del género. Escribió en las dos primeras décadas del siglo XX y sus piezas fueron representadas por compañías de éxito en teatros como el Nacional. Roberto Cossa, en cambio, es parte de la generación del 60 que vivió las luchas políticas de la Argentina, la represión de las dictaduras y las esperanzas del retorno a la democracia. Fue uno de los fundadores de Teatro Abierto, expresión estética de resistencia a la opresión.
 La Nona, de Cossa, nos enfrenta a un mismo mundo de sueños truncos y pasiones encontradas; una realidad que se desliza del humor al drama, que amplifica, como un espejo deformado, los males propios de los distintos grupos sociales.

                                                                                                                                                                           

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